¿EDUCACIÓN EN
PELIGRO?
Por Jorge H. Botero *
Hay sectores de la educación superior que manifiestan temores
con relación a lo que ocurrirá con este sector en la
negociación del TLC. Les preocupa que las instituciones ‘gringas’ sustituyan
a las universidades locales, porque cuentan con más recursos,
mejor tecnología y fortalezas en investigación. No
tienen razón. Pocas cosas en el entorno de la educación
van a cambiar con el tratado y las que cambien deben redundar en
mejoras para el sector y para la sociedad. En especial para esta última
cuyos intereses son los que deben prevalecer. En fin de cuentas el
acceso a la educación es un componente básico de la
igualdad de oportunidades en el punto de partida, y el generador
principal del capital social indispensable para sustentar el crecimiento
económico.
En Colombia no hay restricciones a la inversión extranjera
en el sector educativo. Hoy en día si una universidad de cualquier
país quisiera entrar a Colombia podría hacerlo; desde
luego, tendría que someterse a los procedimientos establecidos
por la legislación para la creación de una institución
y la obtención de la licencia, constituirse como entidad sin ánimo
de lucro y seguir los procedimientos de aprobación de los
programas de educación. De igual forma, las entidades colombianas
de educación superior pueden hoy invertir en el exterior,
como lo demuestra el caso de la Unad en la Florida (primera universidad
latinoamericana reconocida por el Florida Department of Education).
La competencia internacional en el sector
educativo existe hoy bajo tres modalidades: las alianzas entre
universidades colombianas y
extranjeras en múltiples áreas; las ofertas de cursos
de formación a distancia; y la formación de estudiantes
colombianos de pregrado y postgrado en universidades del exterior.
También es claro que en el caso de formación en el
exterior es necesaria la convalidación de los títulos,
como requisito para el ejercicio profesional en Colombia, salvo en
los casos en los que se tienen convenios de reconocimiento mutuo.
Estas circunstancias no cambiarán con la negociación
del TLC. Los capítulos de servicios transfronterizos e inversión,
en los que quedan comprendidos los servicios de educación,
están orientados a dar claridad y estabilidad a las reglas
de juego tanto para los inversionistas nacionales como para los de
los Estados Unidos.
Enuncian, por ejemplo, que ninguno de los
gobiernos firmantes del tratado dará mejor trato a los inversionistas nacionales que
a los del otro país; no podrán discriminar a los inversionistas
de la contraparte por nacionalidad, sexo, religión o filiación
política; no impondrán restricciones de acceso a los
inversionistas del otro país en aspectos como el número
de universidades o el número de empleados o el tamaño
de los activos.
Los retos para el sector educativo colombiano
no sólo se
relacionan con su posicionamiento frente a la creciente competencia,
sino con el aprovechamiento de las oportunidades de exportación
de servicios. Entre otras cosas, es importante fortalecer las políticas
orientadas a mejorar la calidad de la educación (alianzas
estratégicas, docentes con doctorado) y estrechar los lazos
academia-empresa, no sólo para que la formación sea
acorde con las necesidades del país, sino como mecanismo para
fortalecer los proyectos de investigación que reviertan en
mejoras tecnológicas de los demás sectores productivos.
El departamento de Caldas ha asumido la actitud
que nos parece adecuada al proponer la generación de oferta educativa de buena calidad
y la creación de conocimiento, como una apuesta productiva
de su agenda interna. Si otras regiones hicieran lo mismo se generaría
una dinámica competitiva de gran beneficio para el país.
Es el tipo de fenómeno que la internacionalización
económica puede generar: una mejora persistente de la productividad.
*Ministro de Comercio, Industria y Turismo
Mayo 25 de 2005