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PENSIONES, QUÉ SUFRIMIENTO

Por Diego Palacio Betancourt*

Desde mi época de estudiante de medicina, hace cerca de 20 años, no recordaba la angustia, la presión, tanta presión que se vive cuando se hace parte de un equipo que trata de salvar la vida de alguien que esta a punto de morir. En este caso el muerto o casi muerto, era ni más ni menos, el Acto Legislativo de Pensiones.

Sin embargo, el esfuerzo y el stress valieron la pena. Desde el punto de vista fiscal se logró un ahorro de cerca de 17 puntos del PIB (+/- 46 billones de pesos) en los próximos 45 años. Adicional al impacto fiscal, está la tranquilidad de tener un sistema pensional más equitativo y viable. Este par de elementos, equidad y viabilidad representan para los pensionados actuales, mayor tranquilidad sobre el futuro pago de las pensiones. A los futuros pensionados el Acto Legislativo les promete menos, les genera menos expectativas, pero les da la garantía de que en el futuro van a obtener efectivamente su pensión, y no se van a quedar con una mera expectativa.

Ahora bien, ¿qué significa esto para la nueva generación? Simplemente nos toca pensar que ellos, los niños, los que ya nacieron o los que vendrán en los próximos años, estarán menos endeudados con la sociedad, pues no les tocará pagar una deuda tan grande como la que estaba proyectada. Recordemos que la falta de decisiones oportunas en materia pensional en el pasado y el haber dejado que prevalecieran los criterios políticos y no técnicos, nos dejaron endeudados. Eso llevó a que se vieran beneficiados unos colombianos que no son la mayoría, cuyos privilegios serán pagados por quienes por ser niños, o por no haber nacido, no votan ni tienen capacidad de presión.

¿Qué quedó entonces de la discusión de esta reforma constitucional? Varias cosas. Lo primero es la satisfacción del resultado, el agradecimiento y reconocimiento al Congreso, la incomprensión de muchos colombianos y la convicción de que este es un tema en el que todavía falta mucho por avanzar.

Algunos dicen que el resultado podría haber sido mejor. Eso es cierto, sin embargo, también lo es que no existe ni existirá ninguna ley o ningún Acto Legislativo que, respetando los derechos adquiridos, pueda solucionar “del todo” el tema pensional. Colombia, y así lo reconoce el Acto Legislativo, posee una deuda ya contraída que tiene que ser no sólo reconocida sino asumida y cancelada con los pensionados actuales y los que se pensionaran en el futuro próximo. Es cierto que muchos de los pensionados no ahorraron lo suficiente para la pensión que hoy tienen o que pronto tendrán. Igualmente cierto es que la gran mayoría, no todos, cumplieron con la ley y que por lo tanto, no es culpa de ellos que quienes debían haber calculado y haber asegurado un equilibrio financiero decidieron, por diferentes motivos, no legislar y no modificar las condiciones de pensión. Durante mucho tiempo hubo quienes pensaron, como muchas veces se piensa cuando se tiene que enfrentar un tema tan sensible como el de las pensiones, que “…mejor no nos metamos con este tema, dejemos que lo enfrente el próximo gobierno”, desconociendo que esto es, ni mas ni menos, una irresponsabilidad con las futuras generaciones.

Es importante y creo que necesario recordar que en los últimos tres años el Congreso actual, por iniciativa del Gobierno, ha aprobado medidas que permiten un ahorro cercano a los 40 puntos del PIB (más de 100 billones de pesos). Sin embargo, más que resaltar el ahorro, quisiera resaltar que desde el 2002, el tema de pensiones ha estado en las discusiones, en la agenda y en las decisiones del ejecutivo y del legislativo. El país no podía darse el lujo de dejar pasar tiempo. Recordemos que entre el 1994 y 2002 no se tomaron decisiones frente a las pensiones. Este sistema, el pensional, necesita que permanentemente se hagan, con toda la responsabilidad, los ajustes de acuerdo a los cambios demográficos y económicos del país, tal y como lo hacen muchos otros países en el mundo.

En los próximos años el sistema debe construir mecanismos que permitan ampliar la cobertura en el sistema pensional. Para esto toca ser muy, pero muy, creativos. Solo así podemos pensar y legislar a favor de los cuatro de cada cinco adultos mayores pobres que no reciben pensión y de los cuatro de cada cinco jóvenes que hoy en día no están cotizando y en el futuro no recibirán pensiones.

Recordemos que todavía falta mucho por recorrer. Las pensiones son, sin ninguna duda, el tema macroeconómico y social que marcará la diferencia entre un país viable y uno que no lo sea.

* Ministro de la Protección Social
18 de julio de 2005

 
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