Discursos

Documentos

Noticias SNE

Fotografía

Banco de Voces

 

LA LIBERTAD DE PRECIOS

Por Andrés Felipe Arias*

Esta libertad no puede traducirse en abusos contra el productor.

Los esquemas de fijación de precios y compra/venta de cosecha por parte del Gobierno Nacional indujeron ineficiencia y corrupción en el pasado, no solo en Colombia, sino en muchos otros países.
Son esquemas obsoletos y peligrosos, que no podemos revivir, a pesar de la tentación a hacerlo en coyunturas de caídas de precios como la que estamos viviendo en algunos productos agrícolas, y mucho menos cuando algunos otros presenten un drástico repunte de su precio.

El Gobierno, por ejemplo, no puede ni fijar el precio de un producto deprimido como el arroz, ni salir a comprar la cosecha. Si lo hiciéramos, tendríamos que hacerlo con cuanto producto agrícola sufra una fuerte caída de precios. Eso es insostenible fiscalmente.
El Gobierno tampoco puede controlar el precio de la papa, el cual viene subiendo significativamente en los últimos meses y determina una parte importante de la inflación que afecta a todos los colombianos. Hacerlo sería ineficiente económicamente e injusto con quienes hoy producen papa.

Por el contrario, estamos buscando liberar el último precio regulado que teníamos: el de la leche (aunque manteniendo la protección comercial con arancel de 50 por ciento, que inclusive estamos buscando consolidar en la Comunidad Andina).

Si el Gobierno fija un precio (o un sistema de precios tipo cuota-excedente) para la leche por resolución, solo algunos compradores e industriales lo cumplirían. Los demás no lo cumplirían simplemente porque no lo entienden, o porque buscarían abusar del precio excedente para siempre pagar al ganadero a precios artificialmente bajos, o porque saben que este tipo de distorsiones siempre crea un mercado paralelo más barato que el mercado regulado, mercado paralelo que termina siendo aprovechado por unos pocos en detrimento de los más frágiles de la cadena.

Entonces, algunos ganaderos recibirían los precios regulados, pero el resto tendría que evacuar su producción de leche a través de la producción (informal) de quesos o con precios más bajos que los de un mercado libre. Eso es simplemente injusto e inequitativo, pero, además, induce informalidad y menor calidad de la leche, especialmente por parte de quienes no cumplen el sistema de precios.

Ahora bien, esta libertad no puede traducirse en abusos de los industriales contra el productor. Para evitar esto, hemos reglamentado un artículo de la Ley 155, que permite a la Superintendencia de Industria y Comercio sancionar a los compradores de leche que sistemáticamente apliquen al productor un “precio inequitativo”. Este último se define como un precio que se ubique en determinado porcentaje por debajo de un precio de referencia en el mercado.

Por otro lado, esta libertad vigilada de precios puede traer importantes beneficios al consumidor y a los niños más pobres de este país. Las caídas en precios al productor deberían traducirse (por lo menos con algún rezago) en mejores precios al consumidor. Esto lo monitorearemos semana a semana con la Superintendencia de Industria y Comercio. Pero, adicionalmente, esperamos no volver a enfrentar las dificultades que hemos sufrido en los dos últimos años para que el ICBF pueda licitar exitosamente la leche que merecen los niños más pobres de este país.

En síntesis, la libertad vigilada de precios es algo bueno para el sector lácteo. Algunos resisten el cambio y eso es entendible. El cambio genera temor. Sin embargo, no se nos puede olvidar a Gandhi: “Si queremos progresar, no debemos repetir la historia, sino hacer una historia nueva”.

* Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural
30 de julio de 2005

 
| Quejas y Reclamos | Web Master |
Linea de Quejas y Reclamos 018000-913666

COPYRIGHT © 2006 PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA