LA GENTE DE COLOMBIA PIDE QUE SE HAGA JUSTICIA
IRISH TIMES (EDITORIAL)
11 DE AGOSTO DE 2005
Las técnicas de entrenamiento del IRA han ayudado a que
los terroristas de las FARC asesinen a cientos de Colombianos
con nuevas, y mejores bombas, escribe Francisco Santos, Vicepresidente
de Colombia.
Por Francisco Santos Calderón*
La semana pasada, la prensa informó sobre un estudio
que le reveló a científicos una cantidad “sorprendente” de
benzoilecgonina, un químico encontrado en la orina que
solo es producido por el cuerpo humano cuando metaboliza la cocaína,
en el Río Po al norte de Italia.
La conclusión de los investigadores es que la cocaína
es usada más de tres veces de lo que los funcionarios
pensaban anteriormente en la cuenca del Río Po.
Así mismo, la semana pasada Carmen Rosmira Sánchez,
madre de tres, trabajaba en su local de jugos en Arauca, cuando
las FARC, clasificadas como organizaciones terroristas internacionales
por la Unión Europea (UE), detonaron una bicicleta bomba
a control remoto.
Ella murió y cerca de 30 personas más resultaron
heridas, civiles en su mayoría.
Entonces, que tienen en común estas dos historias aparentemente
distintas? Para la mayoría de los colombianos, el vínculo
es fácil de ver y desafortunado, demasiado familiar.
El consumo de cocaína, en Europa y en otras partes alimenta
al terrorismo en Colombia en la forma de explosiones, masacres,
desplazamientos y destrucción ambiental.
Estos actos de horror son cometidos por
organizaciones terroristas como las FARC, el ELN y las AUC
quienes financian sus actividades
criminales por medio del tráfico ilegal internacional
de la droga.
Los colombianos entendemos que la derrota
de los grupos terroristas que operan en nuestro país está intrínsecamente
ligada al desmantelamiento de sus redes de tráfico internacional
de drogas.
Es por esto, que desde hace tres años, la administración
del Presidente Álvaro Uribe ha implementado una firme
política de seguridad democrática que ha generado
increíbles resultados en la lucha contra el narcoterrorismo.
Tan solo en los últimos 12 meses, los secuestros han reducido
en 52%, los homicidios por 18% y los actos terroristas han reducido
en un 44% y las masacres por 41%.
Hoy Colombia está en un punto de inflexión. Luego
de años de esperanzas perdidas, la gente, que en un momento
fue rehén en sus propias ciudades, ahora se mueve libremente
por el territorio nacional, la confianza ha vuelto y los prospectos
económicos del país son mejores.
Sin embargo, esto no lo podemos hacer
solos. Queremos que nuestros amigos europeos hagan su parte
para detener la demanda implacable
de cocaína que mata a tantos colombianos al financiar
el terror y la violencia cada año.
Desafortunadamente, las bolsas de cocaína vendidas en
las calles de París y Londres, no dicen que “No
se mató a colombianos” como en las latas de atún
que se venden en los supermercados europeos que tiene etiquetas
que dicen que no mataron delfines para su producción.
Claramente, el consumo es solo parte del rompecabezas del narcoterrorismo.
Otro aspecto vital es cuánta cooperación y solidaridad
recibe Colombia de la comunidad internacional para confrontar
esta amenaza terrorista. Y es en ese sentido que vemos con preocupación
el regreso de los conocidos “3 de Colombia” a Irlanda.
Durante los últimos años, bombas detonadas por
las FARC en contra de nuestros civiles se han vuelto más
mortales y más difíciles para que las autoridades
las detecten y las desarmen.
Particularmente amenazantes resultan
las infames bombas cilindro, usadas para devastar pueblos enteros
y masacrar agentes de la
policía.
Estas mejoras en los explosivos de las
FARC no se lograron por medio de una página de Internet
del Al Qaeda o de un grupo anarquista; se lograron por el directo
entrenamiento de personas
como James Monaghan, Niall Connolly and Martin McCauley.
Sabemos que miembros del IRA fueron enviados
a Colombia para entrenar a las FARC en explosivos y otros métodos terroristas,
los cuales han funcionado con el IRA en contra de los británicos
en Irlanda del Norte.
Combatientes desmovilizados de las FARC
testificaron que vieron a los 3 irlandeses en los campamentos
del grupo, entrenándolos
en técnicas de explosivos. Desde su visita a la zona desmilitarizada
de las FARC en 2001, algunas bombas han registrado nuevas características
previamente usadas por el IRA pero nunca antes vistas en Colombia,
como bombas trampa dirigidas específicamente a la policía
anti explosivos.
Hace tres años, en este mismo mes, en plena ceremonia
inaugural del Presidente Uribe, unas rondas de morteros, que
dieron contra la Casa de Nariño, tenían las mismas
características que los morteros usados por el IRA durante
sus ataques en Londres.
Los “3 de Colombia” fueron a juicio en un tribunal
independiente colombiano y se les encontró culpables de
apoyar actividades terroristas, una sentencia que conlleva 17
años en prisión.
Los miembros de la campaña “Tráiganlos a
Casa” afirmaban que los 3 no recibirían un juicio
justo en Colombia.
Como Vicepresidente, yo trabajé directamente con la gente
de la campaña de “Tráiganlos a Casa”,
incluida Caitríona Ruane, miembro de la asamblea del Sinn
Fein, y muchos otros miembros de grupos de abogados internacionales,
para asegurarnos que sus preocupaciones fueran escuchadas, asegurándolos
de la autonomía del poder judicial colombiano. El proceso
se desarrollo de manera abierta y transparente y estoy orgulloso
de que el sistema judicial colombiano funcionó.
Por su parte, los 3 abusaron de las garantías constitucionales
al manipular legal y políticamente su estado de libertad
condicional mientras esperaban que una corte apelara el fallo.
El Gobierno de Colombia se apegó al protocolo diplomático
y de seguridad al solicitar a la INTERPOL que se les agregara
a su lista de requeridos y que emitiera órdenes de arresto
en su contra.
Me preguntó el por qué del
silencio ensordecedor de todas esas organizaciones que expresaban
preocupaciones en
el pasado acerca de los derechos legales de los 3.
¿Dónde están todas las condenaciones a
la violación del estado de derecho, y la orden de arresto
internacional?
Cientos de colombianos han recibido su
muerte de manos de las FARC y de sus nuevos y “mejorados” explosivos y tácticas
no convencionales.
No puedo imaginar que la gente buena
de todas partes, especialmente aquellas que han vivido el terrorismo,
no estén con Colombia,
hombro a hombro, pidiendo que se haga justicia.
* Vicepresidente de la República de Colombia