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PORTAFOLIO
Lunes 5 de Septiembre de 2005

Uribe, algo casi excepcional en su generación, nunca fue seducido por cantos de sirena
totalitarios de derecha o izquierda; se formó en la tolerancia liberal y la democracia
representativa. Esos Consejos que tanto preocupan se probaron durante su gobernación,
sin disparar alarmas por debilitar las instituciones o la democracia representativa.
Por el contrario, se reconoció que el método (eso son los Consejos) fortalecía la
participación y cualificaba la representación.


PARTICIPACIÓN Y GOBERNABILIDAD

Por José Obdulio Gaviria*

América Latina y Colombia enfrentan dos grandes retos: uno, asegurar un orden político democrático dotado de instituciones cada vez más representativas y de mejor calidad, garantizando la creciente participación ciudadana en los procesos decisorios. Dos, avalar con una acción gubernamental eficaz y eficiente, la modernidad, la readecuación y el desarrollo sostenido de sus economías.

La gobernabilidad hace referencia a la institucionalidad estatal y a las relaciones estado-sociedad civil, es decir, al manejo de las instancias del Gobierno; pero también a las demandas sociales, a los mecanismos de legitimación política y a la estabilidad del sistema.

En los 70, muchos formaban sus ideas sobre Estado y partidos en Lenin o Mao –conspicuos representantes del despotismo-, mientras Uribe lo hacía en Rafael Uribe, en documentos de Bolívar, discursos de Gaitán o libros de Gerardo Molina. Uribe es un producto político de los Encuentros Liberales que dirigió Agudelo Villa. Lideró en Antioquia una disidencia contra el oficialismo liberal hegemónico; como Senador, se aplicó con juicio al trabajo ; además, creó una estructura dentro de su partido (el IELA) para enfrentar con denuedo dos lastres: clientelismo y politiquería. Su candidatura presidencial fue "disidente liberal", no antiliberal. Su desconfianza en la línea política y en la estructura del aparato no fue defecto sino virtud.

Lo comunal de su propuesta no es un complot contra los partidos, sino contra el enquiste clientelista que se apropia de lo público. Los Consejos Comunales no son una forma desviada de actividad parlamentaria. Son mesas de trabajo que enderezan asuntos administrativos locales. ¿Es inconveniente que un presidente dé una manito a alcaldes y gobernadores? (Además lo hace en sus "descansos", cuando otros leemos prensa y vemos Los Simpsons).

Uribe, algo casi excepcional en su generación, nunca fue seducido por cantos de sirena totalitarios de derecha o izquierda; se formó en la tolerancia liberal y la democracia representativa. Esos Consejos que tanto preocupan se probaron durante su gobernación, sin disparar alarmas por debilitar las instituciones o la democracia representativa. Por el contrario, se reconoció que el método (eso son los Consejos) fortalecía la participación y cualificaba la representación.

El debate ‘Participación-Representación’ no se inventó en Colombia en 1991. Es algo más antiguo, como lo demuestra un ensayo de André Singer. En el siglo XVIII, Rousseau postulaba que, derrocadas las testas coronadas, renacería una democracia directa como la de la antigua Grecia. Soñaba ver ágoras repletas y gente buscando expresar opiniones y ejercer cargos públicos. Pero gravitaba una duda razonable que ya Montesquieu había expresado así: ¿cómo construir regímenes como los de la antigüedad, en Estados prósperos y extensos como los europeos del siglo XVIII? La solución, curiosamente, no llegó de Europa sino de América. Madison, genio organizador de la primera república moderna, los Estados Unidos, diseñó el sistema representativo. Cincuenta años después de Madison, Tocqueville observó que en América la aparente dicotomía era, más bien, complementariedad: participación directa de todos (incluidos niños y mujeres, cosa que asombró al aristócrata francés) en los asuntos locales, y representación democrática en cuerpos colegiados (La democracia en América). Los Consejos Comunales le dan la oportunidad a los partidos de reconstituirse, relegitimarse y cualificar la futura representación. Son ejercicios de democracia para reeducar los partidos y reposicionar el sistema de representación.

* Asesor Presidencial

 
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