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REPARACIÓN DE LAS VÍCTIMAS
Cerrar las Heridas

Por Eduardo Pizarro Leongómez*

Breve respuesta a inquietudessobre la tarea de la CNRR.

En su columna en El Espectador (‘La verdad verdad’, del 9 de octubre del 2005), Daniel García-Peña emplaza a la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) a llevar a cabo una reparación integral y proporcional al daño causado a todas las víctimas del conflicto armado en Colombia. En el mismo sentido se pronunció el ex magistrado José Gregorio Hernández, en su columna en El Siglo (‘¿Reparación?’, del 8 de octubre del 2005).

La opinión mesurada y responsable de dos de los colombianos más respetados en el país por su compromiso sin tacha a favor de la paz y la democracia me obliga a responder a sus inquietudes.

Las víctimas tienen derecho, según las normas internacionales y la Ley de Justicia y Paz, a la verdad, a la justicia y a la reparación. Me voy a limitar, por razones de espacio, a esta última, pidiéndole al país un compás de espera mientras la CNRR diseña sus políticas y delimita las prioridades a corto, mediano y largo plazo. Esta será nuestra principal tarea en los próximos días.

No es cierto que la CNRR les vaya a ofrecer a las víctimas una reparación puramente simbólica, aun cuando esta sea de enorme importancia. Como afirma el editorial del diario EL TIEMPO (del 8 de octubre del 2005), la búsqueda de los restos de los desaparecidos para que sus familiares puedan darles sepultura y llevar a cabo el duelo es una tarea central e ineludible, como lo muestran las dolorosas experiencias de Chile, Argentina y Uruguay. Igualmente, el conocimiento de los hechos acaecidos y la sanción moral y judicial de los responsables de crímenes atroces, quienes deben pedir perdón por sus acciones, constituye otra dimensión ineludible de la reparación simbólica.

Pero la CNRR va a ir más allá. Sin caer en fáciles posturas populistas ofreciendo maná del cielo, debemos actuar en varios frentes. Por una parte, en la reparación individual. Esta estará a cargo de la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía y de los Tribunales Superiores de Distrito Judicial, los cuales deberán restituir los bienes apropiados de manera indebida por los actores armados ilegales y, además, deberán imponer sanciones pecuniarias a favor de las víctimas. Estas podrán denunciar en las Comisiones Regionales para la Restitución de Bienes –cuya creación vamos a impulsar en breve– los bienes expropiados.

Por otra parte, la CNRR impulsará la reparación colectiva en dos dimensiones. De un lado, la reparación comunitaria, la cual ya está en curso. La Red de Solidaridad Social ha reconstruido 6.000 casas (además, de puestos de salud, escuelas y casas de la cultura) en 127 municipios destruidos por la guerrilla o los paramilitares.

La CNRR tiene la voluntad de llevar a cabo en las regiones que más han sufrido el azote de la violencia (vía masacres o asesinatos selectivos sistemáticos), diversas acciones de reparación comunitaria. Además, de acuerdo con los recursos que podamos reunir en el Fondo Nacional de Reparación, impulsaremos una reparación global.

Deseamos que todas las víctimas de la violencia disfruten, al menos, de los bienes colectivos que ofrece el Estado: salud subsidiada, educación pública, formación técnica. Pero, queremos ir más allá. Para ello es necesario conseguir los fondos. Cuando un país ha sufrido tanto dolor como Colombia, nada es suficiente.

En los próximos meses vamos a luchar para que sean los victimarios quienes, fundamentalmente, alimenten el Fondo. Igualmente, vamos a exigir un compromiso del Estado para asignar recursos del presupuesto nacional, así como de la cooperación internacional.

La idea guía de la CNRR es la de contribuir a cerrar las heridas y crear un clima para la reconciliación nacional. Es decir, cortar los ciclos perversos de venganzas interminables que afectan a muchas naciones tras el fin de los conflictos armados.

*Miembro de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación

 
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