ESTRATEGIA DEL AVESTRUZ
Por Jorge H. Botero*
China ha crecido a una tasa media superior
al 9% anual durante más
de 20 años, un desempeño que no tiene antecedentes
desde que se cuenta con mediciones adecuadas del ejercicio económico
de los países. Ese espectacular resultado se debe a su inserción
exitosa en la economía mundial: la suma de sus exportaciones
e importaciones de bienes y servicios como proporción del
PIB es del 75%; tres veces más, en promedio, que los Estados
Unidos, Rusia, la Unión Europea o la India.
Al integrarse a la economía mundial, China genera un incremento
gigantesco en la oferta laboral que, combinada con el aporte realizado
por Rusia y la India, se traduce en la duplicación acelerada
de la mano de obra disponible. Como, además, en términos
relativos, aporta poco capital, no es extraño que la participación
de los trabajadores en la distribución del ingreso en muchos
países haya caído sustancialmente en beneficio de
los tenedores del capital, y que los salarios reales en el resto
del mundo crezcan a tasas por debajo de las que fueron usuales
durante el periodo de post- guerra. En los Estados Unidos, por
ejemplo, la remuneración del capital fue el año pasado
la más alta desde 1980. Ironías del destino: estos
adversos resultados derivan del impacto que produce un país,
que si bien en sus relaciones con el exterior practica el capitalismo,
sigue gobernado por un partido comunista cuyo propósito
es la redención del proletariado.
La gigantesca oferta china de bienes de consumo,
incluidos productos de alta tecnología y manufacturas livianas como las que Colombia
produce y exporta, ha deprimido los precios, sin duda en beneficio
de los consumidores pero creando una amenaza gravísima sobre
la estabilidad de los sectores productivos de muchos países.
En el sector de los textiles y el vestuario el impacto es aún
más dramático como consecuencia del fin, al cierre
del año pasado, del sistema de restricciones cuantitativas
contenido en el Acuerdo Multifibras. Se calcula que en breve lapso
China tendría la mitad del mercado global. Lo que ha ocurrido
en meses recientes es clara señal de que el pronóstico
está en vías de cumplirse. La otra cara de la moneda
consiste en que la sustentación de su frenético dinamismo
China demanda enormes cantidades de energía y materias primas,
tanto agrícolas como minerales. Por eso estamos en un ciclo
prolongado de precios altos del petróleo y el cobre, lo cual
genera altos beneficios a Venezuela y Chile, por ejemplo.
El efecto conjunto de los impactos que China
produce en los precios mundiales -depresión en los bienes de consumo; incremento
en los de materias primas- es hacia la baja, lo cual explica que
las tasas de inflación sean moderadas en casi todas partes,
y que también lo sean las tasas interés, todo lo cual
ayuda a que exista suficiente liquidez para respaldar las tasas actuales
de crecimiento de la economía mundial.
No sería buena estrategia para Colombia la que utiliza el
avestruz: hundir la cabeza en la tierra para no ver lo que ocurre
a su alrededor, o, lo que es lo mismo, creer que nuestro problema
deriva, exclusivamente, del contrabando y el lavado de dinero. De
cara a las realidades que el protagonismo mundial de China representa,
es importante persistir en los esfuerzos en pro de la ampliación
de las reservas petroleras lo cual, en última instancia, proviene
del azar. Pero también es menester reducir los riesgos de
que se nos desplace de un mercado tan importante como el de los Estados
Unidos. Desde esta óptica lograr un buen TLC resulta crucial.
Digo yo.
*Ministro de Comercio, Industria y Turismo