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LA LEY FORESTAL, UN BUEN REGALO DE NAVIDAD

Por Andrés Felipe Arias*

Una ocupación lícita y amiga del medio ambiente en 25 millones de hectáreas.

Colombia tiene 25 millones de hectáreas aptas para la reforestación comercial. Sólo hemos sembrado 210.000. El resto está dedicado a ganadería extensiva. Una lástima, si tenemos en cuenta que 5 hectáreas de reforestación comercial generan un empleo directo y varios indirectos (hay zonas donde la ganadería extensiva sólo genera un empleo directo cada 200 hectáreas).

La situación es más triste aún si nos comparamos con otros países. Mientras Chile, con sólo 5 millones de hectáreas aptas para la reforestación comercial, exportó en el 2004 productos maderables por 2.400 millones de dólares, Colombia sólo exportó 61 millones de dólares.

¿Se imaginan las posibilidades de generación de empleo y riqueza para el campo si la reforestación comercial creciera dinámicamente? ¿Se imaginan qué tan diferentes serían las condiciones de vida de los que habitan en esas 25 millones de hectáreas? ¿Se imaginan el beneficio ambiental para nuestro país si esas 25 millones de hectáreas estuviesen sembradas por árboles y no dedicadas a la ganadería extensiva? Sería otra Colombia.

Pero, entonces, ¿por qué no crece este sector?

No es por falta de incentivos. La reforma tributaria del 2002 (Ley 789) y la Ley del Plan de Desarrollo (Ley 812) crearon importantes exenciones tributarias para la reforestación comercial y las actividades conexas de aserrío. También se mantiene el certificado de incentivo forestal (CIF) orientado a compensar parte de los costos de siembra y mantenimiento en que incurren los reforestadores comerciales. El año entrante, el CIF cuenta con 19.600 millones de pesos.

Tampoco se puede atribuir el estancamiento del sector a falta de mercados. Colombia cuenta con una enorme diversidad de especies forestales de alto valor comercial y con una posición geográfica inigualable para incursionar en los mercados internacionales de productos forestales. Aunque hoy sólo participamos con el 0,3 por ciento de los mercados mundiales de madera y papel, nuestra participación debería ser mucho más alta si tuviéramos producción para vender. Pero, además, la FAO estima que para el 2010 habrá un déficit mundial de producción de madera de 140 millones de metros cúbicos.

El estancamiento del sector forestal comercial se debe al desorden institucional y a la inestabilidad jurídica que padecían todas las personas que querían invertir en el sector. La falta de garantías sobre su derecho a aprovechar comercialmente los bosques que sembraban es lo que explica que de las 25 millones de hectáreas aptas para reforestación comercial que tiene Colombia, se hayan sembrado menos del 1 por ciento.

Pero esto ya cambió. En días pasados, el Congreso de la República aprobó una Ley Forestal que garantiza el derecho al aprovechamiento comercial de los bosques sembrados por cualquier persona. Así de sencillo. La Ley Forestal ha creado la estabilidad jurídica y la confianza que tanta falta hacían para que el sector reforestador colombiano empezara a crecer rápida y dinámicamente. Pero la Ley tiene una virtud adicional: endurece la normatividad que protege nuestro bosque natural.

Así las cosas, la Ley Forestal es un paso enorme para nuestro país. Equivale a una nueva seguridad jurídica para el sector de reforestación comercial y a una mayor protección para el bosque natural. Lo primero está interrelacionado con lo segundo, pues la nueva seguridad jurídica se materializará en más árboles sembrados, más empleo, mejores condiciones de vida para nuestros campesinos, menor presión sobre el bosque natural y, por supuesto, en mayores beneficios ambientales para nuestros hijos. Es decir, la Ley Forestal es el mejor regalo de Navidad para Colombia: una futura ocupación lícita, pacífica y ambientalmente amigable en 25 millones de hectáreas.

* Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural
Enero 10 de 2006

 
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