EL DESCALABRO FISCAL
Por Jorge H Botero*
Culminada, luego de extenuantes jornadas,
la negociación
del TLC con los Estados Unidos, viene ahora un debate político,
que ojalá sea de altura, sobre sus implicaciones para el
futuro del país. Uno de los elementos de ese debate tiene
que ver con el supuesto deterioro de los ingresos fiscales que
su puesta en marcha habría de generar.
Es apenas obvio que la reducción de los aranceles que se
aplican al 40% de las importaciones del país (medidas por
país de compra), ocasione una contracción de los
ingresos tributarios. Eso lo corroboran todos los estudios de impacto
del TLC, aún cuando la magnitud estimada varía. La
desgravación ocasionaría una caída del recaudo
de aranceles cercana a los US$350 millones, según el estudio
de Martín y Ramírez, del Banco de la República,
y de US$590 millones, según el estudio del DNP; para Jesús
Botero, del CIDE de la Universidad de Antioquia, sería de
US$250 millones, modelando una mejora en la competitividad como
resultado del TLC.
Esos estimativos se basan en el comercio
proyectado. Pero un análisis
de las cifras de recaudos tributarios de 2004, último año
disponible, permite intuir que el impacto de la desgravación
podría ser aún inferior. De un recaudo de US$1.060
millones por aranceles, las importaciones provenientes de Estados
Unidos pagaron US$220 millones, que representan el 21%; esto obedece
a que el 77% de las importaciones corresponde a bienes con aranceles
implícitos iguales o inferiores al 5%. Puesto que el impacto
a corto plazo lo originan los productos que quedaron en la canasta
de desgravación inmediata, la reducción en el primer
año sería de US$120 millones, tomando sólo
los bienes industriales; el resto del impacto se diluye entre 5
y 10 años.
Pero el análisis del impacto tributario del TLC no se puede
quedar ahí, pues los efectos fiscales del Tratado son múltiples.
Adoptando las medidas complementarias necesarias, la evidencia
empírica y los modelos de impacto muestran que es razonable
esperar mayor crecimiento económico, incremento de la competitividad,
mejora en la percepción de riesgo por parte de los mercados
financieros internacionales, mayor inversión, desarrollo
de nuevos sectores de exportación y aumento del comercio.
Todos estos factores inciden en el balance tributario del gobierno.
El problema es que las herramientas disponibles
no permiten modelar todos esos efectos. Sin embargo, los ejercicios
disponibles indican
claramente que la economía se moverá en la dirección
mencionada, de forma que la caída arancelaria puede ser
compensada con otros ingresos del gobierno. Así, Martín
y Ramírez diseñaron un escenario en el que se eliminan
no sólo las barreras arancelarias sino las no arancelarias
y suponen que hay un aumento exógeno de la inversión
real de un 10%; en este caso, el ingreso tributario neto -menos
ingresos arancelarios y más ingresos por otros impuestos-
arroja un saldo positivo de US$14 millones. Jesús Botero
en su estimación del impacto fiscal toma en consideración
los otros ingresos tributarios que genera la mayor actividad económica
derivada del incremento en el comercio, los mayores flujos de inversión
extranjera y el aumento de la productividad; el resultado neto
que obtiene es un incremento de los ingresos tributarios del gobierno
en cerca de US$330 millones.
Por último, es bueno tener en cuenta que en la medida en
que los países avanzan en su proceso de desarrollo, los
tributos al comercio exterior son progresivamente desplazados por
gravámenes a la actividad económica interna. No hay
razones para pensar que Colombia será la excepción.
* Ministro de Comercio, Industria y Turismo
Febrero 28 de 2006