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EL REFERENDO TIENE VIDA

Por Jorge H. Botero*
Cabal salud (Diciembre 13 de 2003)

Las autoridades electorales se encuentran próximas a decidir sobre el resultado del Referendo votado el 26 de octubre.

No es esta una cuestión trivial. Por el contrario, se trata de determinar el alcance exacto del veredicto popular expresado en las urnas por más de seis millones de colombianos sobre la moralización del quehacer político, la corrección de severas inequidades en el sistema pensional y la adopción de medidas que contribuyan a la solución de los graves desequilibrios que afectan las finanzas públicas.

Según la Constitución, su reforma por la vía del Referendo "requiere el voto afirmativo de más de la mitad de los sufragantes, y que el número de estos exceda de la cuarta parte del total de ciudadanos que integran el censo electoral". Sabemos con certeza absoluta que el primero de estos requisitos se cumplió: sin excepción alguna, todas las preguntas fueron votadas a favor por más del 90 por ciento de los sufragantes. Sin embargo, muy pocas de ellas remontaron el "umbral" con respecto al censo electoral aprobado días antes de los comicios. Hoy sabemos que ese ejercicio tuvo graves errores. Veamos:

El censo electoral consiste en el registro de las personas en capacidad de ejercer el derecho del sufragio. Tal vez no sea necesaria una argumentación compleja para sostener que las personas fallecidas no pueden votar y que, por lo tanto, deben ser eliminadas del censo electoral. Tampoco para que este sea depurado con la lista de quienes hacen parte de la Fuerza Publica, que está integrada por militares y policías, dado que, por orden de la Constitución, no pueden votar. En último término, es claro que quienes por sentencia judicial han perdido sus derechos políticos -el más importante de los cuales consiste en elegir y ser elegido- deben ser excluidos del censo electoral.

El Código Electoral no dice de modo expreso que del censo también deben ser excluidas las personas que, teniendo derecho a votar, no pudieron hacerlo porque la Registraduría no les entregó, antes de los comicios, la cédula de ciudadanía. De acuerdo con información suministrada por las autoridades electorales, que por mandato constitucional son independientes del Gobierno, en esta situación se encontraban 604.900 personas. ¿Debe procederse también a su exclusión? Sin duda alguna. Según la Corte Constitucional, la cedulación "constituye un servicio público que se cumple mediante la emisión y entrega de la cédula", y como a falta de esta no es posible votar, es forzoso concluir que las cédulas no entregadas antes de la votación del Referendo tienen que ser sustraídas del censo electoral.

La decisión que en los próximos días adoptarán las autoridades electorales tiene, pues, singular importancia. Quedarían aprobadas las preguntas que se refieren a la muerte civil de los corruptos; la supresión de las suplencias y la adopción del voto público en el Congreso, así como la eliminación de los privilegios pensionales. Esto es lo que la mayoría del pueblo respaldó con su voto.

Algunos se han apresurado a decretar el fracaso del Referendo mientras que el Gobierno ha guardado discreto silencio. Para bien de Colombia, confío en que un conocido refrán tenga cabal cumplimiento: "Los muertos que vos matasteis gozan de cabal salud".

*Ministro de Comercio, Industria y Turismo

 
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