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CHOQUE DE CIVILIZACIONES

Por Jorge H. Botero*

En el siglo XX tiene lugar el apogeo y colapso de dos grandes ideologías, fascismo y comunismo, que llevaron a la Humanidad a movilizaciones políticas hasta entonces ignotas y a dos guerras de carácter planetario antes de su colapso final; la primera en 1945, luego de su estruendosa derrota militar; la segunda, a fines de los ochentas, como consecuencia de su ineficacia económica y carácter despótico. Pero el fin de esta gran batalla de las ideas, no ha traído, como algunos lo creyeron, “El Fin de la Historia”; la definitiva resolución de los conflictos y la instauración de una civilización universal basada en criterios liberales y democráticos.

Bien por el contrario, como lo ha demostrado Samuel Huntington, el escenario actual, que habrá de mantenerse por el futuro previsible, es de “Choque de Civilizaciones”, ese vasto conjunto de factores de identidad, que no obedecen, como en el caso de las ideologías, al trabajo de unos cuantos intelectuales, sino a la sedimentación de tradiciones lingüísticas, culturales y religiosas, cuyas fuentes se hunden en la noche de los tiempos.

Ahora los grandes protagonistas de la política internacional, si bien son formalmente los Estados y los organismos multilaterales, en el fondo son las civilizaciones. El Islam, representado por un conjunto de estados árabes del Medio Oriente y el Asia. La civilización China, que se expande con éxito por muchas regiones del continente gracias al prestigio que deriva del éxito económico de la China posterior a Mao. La civilización ortodoxa que resurge con ímpetu en Rusia y los países eslavos de Europa Oriental. Las civilizaciones japonesa e hindú. Los pueblos del África Ecuatorial que si bien se hallan divididos en múltiples etnias comparten una civilización común. América Latina, que como consecuencia del mestizaje de los colonizadores europeos con los pueblos nativos y los negros traídos como esclavos del África, tiene una personalidad histórica singular. Y, por último, la llamada “Civilización Occidental”, que integran un conjunto de países europeos, los Estados Unidos, en este continente, y Australia y Nueva Zelanda en Oceanía.

Este renacimiento de las civilizaciones explica la dinámica de buena parte de los conflictos internacionales de la actualidad. El desmantelamiento de Yugoslavia, Checoslovaquia o la Unión Soviética, la reunificación de Alemania, la insoluble guerra en Palestina o la invasión de Irak por los Estados Unidos, por ejemplo, no podrían ser entendidos bajo las categorías conceptuales del siglo pasado. Igualmente, los conflictos internos resultantes de factores étnicos, como los que ocurren en Bolivia entre las mayorías indígenas y las minorías blancas, o entre sunitas y chiítas en el mundo árabe, sólo adquieren sentido bajo criterios culturales.

Los grandes temas de debate en la agenda internacional de esta época -derechos humanos, proliferación de armas nucleares, migraciones, terrorismo, desarrollo económico- dan lugar a tomas de posición en el seno de la comunidad internacional, tanto como en la política doméstica, que sólo son comprensibles como episodios del choque de civilizaciones. Mientras que antaño los amigos eran los que pensaban igual, ahora nos identificamos con los que son como nosotros, no importa que eventualmente piensen distinto.

Un último y crucial asunto. Hasta los albores de la Segunda Guerra Mundial se admitía que la civilización occidental gozaba de una clara superioridad cultural y era el único camino posible hacia la modernidad tecnológica y económica. Este punto de vista ya no es aceptado casi en ninguna parte. Con realismo y humildad los líderes de Occidente, sobre todo en los Estados Unidos, deberán aceptarlo así. Puede ser el camino para una nueva era de paz en el mundo...

*Ministro de Comercio, Industria y Turismo
Noviembre 07 de 2006

 
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