LLOVIENDO SOBRE MOJADO
Por Jorge H. Botero*
Más ahora que antes de su firma, se intensificarán
las críticas sobre el TLC USA/Colombia. Se alzarán,
una vez más, voces señalando que de su entrada en
vigencia se seguirán para Colombia multitud de males, fundamentalmente
el estancamiento de la economía y el recrudecimiento de
la pobreza; se reconocerá también que habrá ganadores,
pero se dirá que ellos serán, como de costumbre,
los ricos. Con el fin de aportar elementos de juicio para este
debate, el BID ha patrocinado un reporte sobre los posibles impactos
del TLC para nuestro país, que fue encomendado a Xavier
Sala i Martín, distinguido profesor de la Universidad de
Columbia. Resumiré algunos de sus conclusiones.
“Durante las tres últimas décadas, el mundo
ha visto las tasas de pobreza caer alrededor de 2/3 y fortalecerse
el crecimiento económico, mientras los indicadores de inequidad
se reducían, quizás por primera vez en la historia.
Al mismo tiempo, se ha presentado un incremento de más del
60% en el comercio internacional”. Las cifras que el estudio
aporta demuestran que existe una fuerte relación causal
entre estos fenómenos: el comercio exterior ciertamente
estimula el crecimiento y éste, a su vez, reduce la pobreza.
Tanto o más interesante que esta constatación es
la reseña de los diversos canales que intervienen en este
resultado. Sala menciona los siguientes: 1) Especialización
del aparato productivo de acuerdo con las ventajas comparativas
que la competencia internacional hace visibles. 2) Mejoras en la
rentabilidad de las empresas como efecto de mayores economías
de escala, o de la capacidad de apropiarse con celeridad de nuevos
conocimientos tecnológicos o gerenciales. 3) Incremento
de la competitividad de sectores y cadenas productivas como efecto
de una mayor competencia. 4) Mayor disponibilidad de financiamiento
generada por flujos crecientes de inversión. 5) Modernización
de las instituciones, las políticas y el proceso político
que resulta de la necesidad de moverse en un ambiente de mayor
relación con el mundo exterior.
Interesante advertir
que todos estos elementos son de carácter
dinámico y no pueden ser recogidos en simulaciones de los
impactos sobre la actual configuración del aparato productivo.
Por el contrario, las ganancias, y, por supuesto, los costos, están
asociados a una transformación estructural de la producción
que no puede ser modelada con herramientas econométricas.
Porque costos hay,
como el profesor Sala i Martín lo señala:
grados mayores de integración económica con el mundo
son, sin duda, buenos para la sociedad en su conjunto, pero no
necesariamente para la totalidad de la población. “Esta
no es una buena razón para abstenerse de realizar las reformas,
detener el proceso de progresiva apertura al exterior o evitar
el progreso tecnológico”. Se requiere, sin embargo,
la puesta en marcha de mecanismos que compensen pérdidas
de corto plazo y faciliten la transición. Tal es el propósito
del “Programa Agro Ingreso Seguro” y el hilo conductor
del Plan Nacional de Desarrollo.
De otro lado, como
buena parte de los beneficios potenciales deben originarse de
la afluencia masiva
de nueva inversión nacional
y extranjera, preciso es ocuparse de que las reglas de juego sean
claras, estables y competitivas frente a terceros países
con los que competimos como destino de la inversión. Progresos
se han realizado en este campo, pero falta mucho trecho por recorrer.
Y en último término, hay que trabajar duro en la
integración de las distintas regiones a fin de que exista
una distribución equitativa de beneficios. En un país
tan fragmentado por factores geográficos como Colombia,
el reto es colosal en materia de infraestructura. Para atender
este justificado clamor es preciso usar intensamente la figura
de la concesión; es la única manera de avanzar sin
que las restricciones fiscales nos detengan.
*Ministro de Comercio, Industria
y Turismo
Noviembre 27 de 2006