Asalto a un aliado
Por: The Washington Post
El Presidente COLOMBIANO Álvaro Uribe
es posiblemente el mandatario democrático más popular
del mundo. Durante una visita a Washington la semana pasada, una
encuesta reveló que el índice de aprobación
de Uribe es del 80.4 por ciento-algo extraordinario para un político
que lleva casi cinco años en la presidencia. Este hecho
es fácil de explicar para los colombianos: desde el año
2002, cuando fue electo a la presidencia por primera vez, el Presidente
Uribe ha rescatado al país de su condición de estado
casi fracasado, ha duplicado el tamaño del ejército
nacional y ha logrado extender el control del gobierno a grandes
regiones del país que habían estado controladas por
grupos guerrilleros y narcotraficantes. La tasa de homicidios se
ha reducido casi el cincuenta por ciento y los secuestros han bajado
un 75 por ciento. Por primera vez en la historia del país,
malhechores acusados de masacres y otros crímenes de lesa
humanidad han sido encausados y traídos ante tribunales
de justicia, y el sistema político se está depurando
de sus aliados. La economía de mercado libre está en
plena expansión gracias a una serie de medidas que han generado
condiciones más seguras para la inversión.
En una región donde los demagogos populistas están
a la ofensiva, Uribe se destaca como un defensor de la democracia
liberal, por no mencionar un aliado incondicional de los EEUU.
De ahí lo increíble que resulta el tratamiento que
recibió el mandatario colombiano en Washington. Luego de
una reunión con la cúpula del partido Demócrata,
Uribe fue fustigado públicamente por la presidenta del Congreso
Nancy Pelosi (Demócrata por el estado de California), pero
la declaración de Pelosi no hace mención alguna de
su propia “amistosa relación” con el dictador
Sirio Bashar al-Assad. La organización no gubernamental
Human Rights Watch, uniéndose a la campaña de los
Demócratas en contra de Uribe, declaró que “hoy
en día Colombia presenta la peor crisis humanitaria y de
derechos humanos en el hemisferio occidental”—sin tener
en cuenta a Venezuela, Cuba y Haití. El ex-vicepresidente
Al Gore, proponente incansable de negociaciones directas entre
los EEUU y los gobiernos de Kim Jong Il y Mahmoud Ahmadinejad,
hace poco se negó a compartir estrado con Uribe porque,
según Gore, la trayectoria de Colombia lo preocupa de gran
manera.
¿Cómo explicar este fuerte rechazo? Los Demócratas
insisten que están preocupados (aparentemente mucho más
que los mismos colombianos) por las “revelaciones” de
que la influencia de grupos paramilitares ultraderechistas ha penetrado
a las fuerzas armadas y el Congreso colombiano. En realidad, esto
ya se sabía desde hace mucho tiempo; lo nuevo es que las
investigaciones de la Corte Suprema y la Fiscalía han producido
acusaciones y sentencias de cárcel para los políticos
y oficiales involucrados. Muchos de los implicados son del Partido
Conservador del Presidente Uribe, y el ex jefe de inteligencia
de Uribe está bajo investigación. Pero el Presidente
Uribe no está acusado de nada. Todo lo contrario. Su iniciativa
del pasado año de desmovilizar a 30,000 combatientes ultraderechistas
paramilitares abrió el camino para las actuales investigaciones,
con el apoyo y la financiación del Presidente y su gobierno.
De hecho, la mayoría de los que atacan a Uribe por el asunto
de la “parapolítica” siempre han estado en su
contra, y por motivos muy diferentes. Algunos, como el Senador
Patrick J. Leahy (Demócrata por Vermont), se oponen por
reflejo a la asistencia militar estadounidense hacia Latinoamérica.
Colombia ha recibido más de 5 mil millones de dólares
en asistencia económica y militar de las administraciones
Clinton y Bush para luchar contra el narcotráfico y la guerrilla,
y espera recibir otros 3 mil 900 millones durante los próximos
6 años. Algunos, como el Representante Sander M. Levin (Demócrata
por Michigan), están ansiosos por hundir el tratado de libre
comercio pendiente entre Colombia y los EEUU. Ahora que la administración
del Presidente Bush ha concedido casi todo lo que exigían
los Demócratas para lograr acuerdos comerciales pendientes,
los proteccionistas de línea dura se aprovechan de la supuesta “crisis” de
derechos humanos como pretexto para obstaculizar a Colombia.
También es posible que los Demócratas estén
castigando al Presidente Uribe porque este ha sido un aliado firme
del Presidente Bush, aun cuando su vecino venezolano Hugo Chávez
ha tildado al presidente norteamericano de “diablo”.
Cualquiera que sea el motivo, la campaña Demócrata
está muy desacertada. Si logran hacerle daño a Uribe
o si acaban frustrando su esfuerzo por consolidar una democracia
que forja su economía por medio del comercio libre, es posible
que los EEUU tengan que vivir sin ningún aliado Latinoamericano.
Mayo 06 de 2007