Por: Jaime Bermúdez.*
Hace pocos días la comunidad internacional
se sorprendió con
la medida adoptada por el presidente de Colombia, Álvaro
Uribe Vélez, de liberar unilateralmente a cerca de 200
guerrilleros de las Farc.
Se trata de una decisión audaz para avanzar en un posible
acuerdo humanitario, que permita la liberación de un grupo
de secuestrados en poder de la guerrilla, entre ellos Ingrid Betancourt —ex
candidata a la presidencia, con nacionalidad francesa—, tres
norteamericanos y algunos diputados del Valle del Cauca, a cambio
de la liberación de guerrilleros presos.
Esta decisión se suma a la propuesta que hace meses hicieran
Francia, Suiza y España, de llevar a cabo una reunión
entre el gobierno y las Farc, en una zona ubicada en el sur occidente
del país, bajo la veeduría de 40 miembros de la comunidad
internacional, sin presencia de la guerrilla y sin presencia del
Ejército, la cual fue aceptada por el presidente Uribe.
Algunos pretenden la liberación inmediata de las personas
secuestradas, a cambio de la libertad de los guerrilleros presos,
sin ningún tipo de condicionamiento. La experiencia colombiana
muestra que cuando se permitió la liberación de presos
sin condiciones, estos han regresado a las Farc para seguir cometiendo
secuestros o actos de terror.
Las Farc aducen que para llevar a cabo
una liberación de
secuestrados, el gobierno debe desmilitarizar al menos dos municipios
del sur occidente del país. Pero, la experiencia del país,
como consecuencia de despejes anteriores, muestra que de esa forma
se expone a la población que habita en la zona a los desmanes
de las Farc y además envía una señal ambigua
que desmotiva gravemente a la fuerza pública.
El presidente Uribe ha dicho que cualquier posibilidad de intercambio
humanitario requiere de al menos dos condiciones:
Que los guerrilleros liberados no vuelvan
a las Farc. Ello se haría efectivo si un país extranjero los acoge, como
lo ha expresado positivamente Francia, o si se amparan en el programa
de reinserción que ha favorecido a cientos de guerrilleros
que han regresado a la civilidad.
Que no exista despeje del territorio. Cada
vez que las Farc hacen una liberación de un secuestrado
por razones extorsivas, no exigen despeje alguno.
A cambio, el gobierno ofrece todas las
garantías y posibilidades.
Así lo ha hecho saber en múltiples ocasiones y a
través de diversos intermediarios. Tanto la liberación
unilateral de los guerrilleros presos como la propuesta de Francia,
Suiza y España, son un gesto en esa dirección.
Colombia es hoy un país más seguro y próspero
que hace unos pocos años. Y ello ha beneficiado a todos
los sectores por igual. Es importante que la comunidad internacional
rodee al gobierno colombiano en la tarea de preservar las libertades
ciudadanas, en exigir a las Farc que dejen de secuestrar y cesen
sus hostilidades, y en buscar alternativas creativas que procuren
la libertad de quienes están hoy cautivos, sin desatender
los principios fundamentales de la preservación institucional.
* Embajador de Colombia en Argentina
Publicado en: El Clarín, de Argentina
Martes, 19 de junio de
2007