Por: Jaime Bermúdez.*
Ayer fue un día histórico en Colombia. El país
entero salió a las calles a pedir la liberación
inmediata de los secuestrados y la entrega de los cadáveres
de los 11 diputados asesinados en cautiverio por las FARC.
Nunca antes hubo una expresión de esa magnitud, acompañada
de manifestaciones similares de la comunidad colombiana en un
sinnúmero de países del mundo, incluida la Argentina.
Como lo demuestra esta gran marcha nacional
y como lo señalan
las encuestas, Colombia entera rechaza a las FARC, el terrorismo
y el secuestro. La ciudadanía está del lado de
las instituciones democráticas.
Mientras el nivel de aprobación de grupos paramilitares
y guerrilleros no supera el 5%, el ejército y la policía
son las instituciones que cuentan con la mayor aprobación
de la opinión pública, aun por encima de la Iglesia
y de los medios de comunicación. Por eso, en Colombia
no se puede hablar de una guerra civil en la que la sociedad
está dividida en dos bandos opuestos. Claramente, los
colombianos respaldan su sistema democrático, confían
en sus instituciones y rechazan las acciones de los grupos violentos
que, financiados por el narcotráfico, ostentan un poder
de intimidación de grandes proporciones.
Con respecto al llamado acuerdo humanitario,
es decir, la posibilidad de liberar a los secuestrados en poder
de la guerrilla a cambio
de la liberación de los guerrilleros presos en las cárceles,
el presidente Alvaro Uribe ha tenido gestos unilaterales muy
significativos, como la excarcelación de 200 guerrilleros,
entre ellos Rodrigo Granda, conocido como el "canciller" de
esa agrupación. Además, aceptó públicamente
y de manera inmediata la propuesta de Francia, España
y Suiza de llevar a cabo una reunión entre el gobierno
y las FARC, bajo la veeduría de 40 miembros de la comunidad
internacional, sin presencia de la guerrilla y sin presencia
del ejército. Sin embargo, como respuesta a esos gestos
de buena voluntad, las FARC siguen asesinando y secuestrando
ciudadanos inermes.
Es fundamental que la comunidad internacional
acompañe
el clamor del pueblo colombiano y le exija al grupo terrorista
no dilatar la entrega de los cuerpos de los 11 diputados a sus
familiares y facilitar el esclarecimiento forense de los hechos.
Es igualmente esencial exigirles a las FARC que dejen de secuestrar
y cesen sus hostilidades, al tiempo que se buscan alternativas
creativas que procuren la libertad de quienes están hoy
cautivos, sin desatender los principios fundamentales de la preservación
institucional.
El país ha logrado en pocos años avanzar decididamente
en mejorar la seguridad para sus habitantes y establecer condiciones
propicias para el crecimiento de la economía, la inversión
extranjera y el turismo, entre otros. Sólo cuando la ciudadanía
se une con las instituciones legítimas del Estado es posible
derrotar al terrorismo y erradicar el secuestro de manera definitiva.
Y ése es el camino por el que está transitando
Colombia.
* Embajador de Colombia en Argentina
De la Redacción de LA NACION
Publicado
en: la Edición impresa
Viernes 6 de
julio de 2007