Uno de los factores esenciales para el éxito de las políticas
es la continuidad. La asombrosa transformación de Bogotá tuvo
que ver con buenas políticas, por supuesto, pero también
con el hecho de que dichas políticas continuaron aplicándose
durante un largo número de años comprendidos desde
la alcaldía de Andrés Pastrana hasta la segunda
de Mockus. Gracias a ello, se tuvo la oportunidad de ir refinando
las políticas y contribuir a que tuvieran impacto positivo.
A pesar de que los individuos a cargo de la administración
distrital fueron cambiando y no necesariamente eran miembros
de un mismo equipo, sí hubo un alto grado de preservación
de los ejecutivos responsables de las distintas políticas
y, lo más importante, existió una visión
compartida de la misión de la alcaldía, de los
objetivos de la ciudad y de los programas. También hubo
tiempo para hacer ensayos y corregir errores.
El TransMilenio fue un heredero directo de la Troncal de la
Caracas, mejorado gracias a las experiencias negativas de esta última.
Jaime Castro dotó a Antanas de herramientas para llevar
a cabo una transformación financiera del Distrito. Antanas
dotó a Peñalosa de recursos para hacer sus obras
monumentales y le dejó preparados muchos de los proyectos
que vino a ejecutar y una ciudadanía consciente de sus
responsabilidades y de su poder. Mockus II heredó el desafío
de hacer algo tanto o más impresionante. Tuvo la entereza
y la visión de concentrarse en resolver los problemas
financieros y políticos de la ciudad y continuar las obras
con bajo perfil.
Ahora le toca el turno a Lucho Garzón, quien fue elegido
para hacer cambios, pero sin tirarse lo que heredó. Parece
haber entendido finalmente esa importante restricción
a su mandato. Ello va a servir para que se conserve en buena
medida la continuidad.
¿De qué le sirve esta experiencia a la Nación?
En primer lugar, destaca la importancia de que haya continuidad
y de que cada gobierno construya sobre los hombros del anterior
y no necesariamente entre a acabar con lo que llevó a
cabo el anterior y a iniciar algo distinto. Si Mockus hubiera
llegado a cambiar el Estatuto de Bogotá que le dejó Jaime
Castro, y si Peñalosa hubiera archivado los planes de
TransMilenio que le dejó Mockus y si este no hubiera realizado
los esfuerzos que hizo para rellenar las arcas del Distrito y
dejarle a Lucho plata para sus proyectos, Bogotá hubiera
entrado en crisis o se hubiera detenido su progreso.
Lo que hace posible contar una historia diferente en el Distrito
es que cada uno de esos alcaldes tuvo el buen sentido de incorporar
lo que había hecho su antecesor y utilizarlo constructivamente
para sus propios fines y para los objetivos de largo plazo del
Distrito. Por eso están algunos de esos alcaldes en lugares
prominentes de la fila india para llegar a la Presidencia. Demostraron
grandeza y responsabilidad como hombres de Estado.
Colombia tuvo la oportunidad de apreciar los beneficios del
continuismo entre 1984 y 1994, pues el gobierno de Barco recogió los
programas que se habían implantado al final de la administración
Betancur y evolucionó con ellos. La administración
Gaviria los profundizó. Los equipos no eran los mismos
pero muchos de los actores principales sí lo fueron y
hubo una visión compartida durante diez años entre
los responsables de la política económica de qué se
buscaba y cómo lograrlo.
A partir de 1995 no se ha corrido con la misma suerte. La falta
de continuidad en las políticas económicas ha sido
una de las razones por las cuales la economía ha pasado
por varios ciclos y tardó tanto en recuperarse después
de la recesión. No se puede decir con certeza qué hubiera
sucedido si Gaviria hubiera sido reelegido en 1994, como hubiera
sucedido si la Constitución no lo hubiera prohibido, o
si Samper no hubiera intentado hacer una contrarreforma a partir
de 1994 y les hubiera dado continuidad a las políticas.
Lo que sí es evidente es que entre 1984 y 1994 la economía
marchó bien y se observó progreso social, y que
durante la segunda mitad de los años 90 Colombia pasó por
una de las peores épocas de su historia. ¡No se
necesita decir mucho más a favor de la continuidad!
*Asesor del Presidente de la República y consultor privado.