PIEDAD, TEN PIEDAD
Por Jorge H. Botero*
Es la súplica que dirijo a la aguerrida Senadora, quien
con tanto valor defiende sus convicciones, a propósito
del cuestionario que me formula y que debo responder en fecha
próxima. Pretende Piedad que presente proyecciones detalladas
de un conjunto de variables para los próximos 25 años
en función de los impactos que produzca la celebración
de un tratado de comercio con los Estados Unidos. Bien podría,
para salir del lío, presentar un abstruso ejercicio econométrico
para demostrar que gracias al acuerdo cuya negociación
comienza la semana entrante nos espera un futuro de ilimitado
progreso, por cuya veracidad, un cuarto de siglo adelante, será difícil
pedirme cuentas.
Prefiero decir que la ambición de calcular los efectos
de una política singular en un horizonte dilatado carece
de factibilidad. Lo cual obedece a una limitación mayor
e insuperable; no podemos saber con certeza qué nos depara
el futuro, tanto en la vida personal como en la colectiva. Como
el destino no está escrito, es posible, a los individuos
y a los pueblos, incidir, así sea de modo parcial, en
el porvenir. A las decisiones de hoy se añadirán
otras de modo que el futuro resultará de la sumatoria
de muchas acciones sin que sepamos a priori cuanto pesará cada
una de ellas.
El desempeño de la economía depende de la interacción
de múltiples causas la mayoría de las cuales escapan
a la acción de los gobiernos. No hay duda, por ejemplo,
de que el comportamiento de la nuestra es, en buena parte, una
variable dependiente de la economía mundial, y en especial
de la norteamericana. Ni siquiera con el empleo de sofisticadas
herramientas es factible realizar proyecciones detalladas a largo
plazo en ese ámbito vastísimo. Los avances científicos,
que son imprevisibles, son uno de los factores que mayor impacto
tienen en las ganancias de productividad y en el crecimiento. ¿Cuáles
serán las conquistas en las décadas que vienen?
No sabemos.
Los acuerdos de integración económica, como el
celebrado con Mercosur, tendrán impactos positivos en
el bienestar de nuestra Nación. Pero qué tanto
es función correlacionada con la solución, aún
pendiente, de la crisis pensional; o con el éxito que
tengamos en el desarrollo de la denominada “agenda interna” cuyo
propósito consiste en mejorar, de manera paulatina, nuestra
competitividad. Los elementos de este programa son múltiples.
Van desde una educación de mejor calidad a los progresos
en infraestructura; de la profundización del mercado de
capitales a la reforma de administración de Justicia para
hacerla más eficaz y predecible.
Dicho esto imagino que se levanta en
el hemiciclo senatorial un caballero de nevada cabellera que
increpa al Gobierno por
embarcar al país en un proyecto aperturista sin tener
idea de sus consecuencias, las que él calificará de
ruinosas. Al respecto anoto que si bien asignamos al herramental
econométrico un valor limitado, los estudios de que disponemos
validan la estrategia que seguimos; nuestros prospectos positivos
se fundamentan, además, en el éxito que han tenido
otros países, que abrieron sus economías. Irlanda
y España, dos de laS naciones con mayor retraso relativo
en el continente Europeo, hoy marchan en la vanguardia gracias
a que decidieron competir en los mercados externos.
Por la misma razón, Corea del Sur, que a comienzos de
los setenta tenía un PIB per cápita semejante al
de Colombia, hoy lo tiene 5 veces mayor. La diferencia tiene
que ver con los modelos de desarrollo que en su momento ambos
eligieron: el sector externo y la construcción de vivienda,
en su orden.
Piedad: no me pidas adivinar el futuro pero escucha razones
como estas.
*Ministro de Comercio, Industria y Turismo