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DESPUÉS DE UN PERIODO OSCURO, UNA MEJOR COLOMBIA

Por Luis Alberto Moreno*
Agosto 19, 2004 en The Boston Globe

Cuando Álvaro Uribe empezó su período como Presidente de Colombia hace dos años, su mandato era claro: enfrentar los desafíos que amenazaban la seguridad del país, la ley y el orden y la economía. En la mitad de su Presidencia, la mayoría de colombianos están – por primera vez en una generación – optimistas sobre su futuro. Una encuesta reciente mostró que el 78 por ciento de los colombianos aprobaron la manera como Uribe está haciendo su trabajo.

La transformación de Colombia puede ser medida en varios frentes, pero lo más importante es la reducción de la violencia y el terrorismo. Desde 2002, los homicidios han bajado en un 25 por ciento, los secuestros en un 45 por ciento y los actos terroristas han bajado en un 37 por ciento. Hoy la gente y el comercio puede moverse con mayor libertad y seguridad por todo el país.

Uribe se ha enfocado en la raíz de la violencia terrorista del país: la industria ilegal del narcotráfico, que también alimenta a la guerrilla y los paramilitares. Los cultivos ilegales de coca de Colombia se han reducido de 169.800 hectáreas en 2001 a 113.850 hectáreas al final de 2003; adicionalmente 60.000 hectáreas fueron fumigadas en el primer semestre de este año. Colombia busca cumplir el compromiso que hizo en el año 2000 para reducir en 50 por ciento los cultivos de coca en un término de cinco años.

Un Ejército más fuerte y capaz está enfrentando las organizaciones narcoterroristas, incluyendo las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, el Ejército de Liberación Nacional, y las Fuerzas de Autodefensas Unidas. Por primera vez, ellos están huyendo y más de 10 mil integrantes de estos grupos han muerto, han desertado o se han desmovilizado en los últimos dos años.

Al mismo tiempo, la administración de Uribe ha dejado la puerta abierta para negociaciones con grupos ilegales y combatientes que de manera individual deseen dejar las armas y reincorporarse a la sociedad civil. Un proceso de paz está en marcha entre el Gobierno y las Autodefensas Unidas de Colombia y un segundo proceso podría empezar, pronto con el Ejército de Liberación Nacional.

La aplicación de la ley se ha fortalecido. Un total de 36 mil soldados y 7 mil policías se han agregado a las fuerzas de seguridad de Colombia, en los últimos 24 meses y hoy existe presencia de la Policía en todos los municipios del país. El Gobierno ha extendido el programa de seguridad a personas con altos riesgos, brindando seguridad a más de cinco mil dirigentes sindicales, defensores de derechos humanos, periodistas y autoridades locales, entre otros.

La cooperación con Estados Unidos ha conducido a una reforma judicial y a un mejor desempeño en material de derechos humanos. En los últimos dos años, Estados Unidos ha entrenado más de 3500 fiscales, jueces, magistrados y abogados, y tan solo en 2003, 73 mil miembros de las Fuerzas Armadas recibieron entrenamiento en derechos humanos y Derecho Internacional Humanitario. Colombia ha extraditado más de 170 personas a Estados Unidos y ha perseguido, de manera más agresiva, a personas involucradas en lavado de dinero, tráfico de armas y tráfico de drogas.

Más allá de los asuntos de seguridad, Colombia ha puesto en marcha iniciativas para fortalecer el desarrollo social y económico, particularmente en comunidades afectadas por el tráfico de drogas y la violencia de los terroristas. Más de 45 mil hectáreas de cultivos alternativos se han sembrado y se han completado 835 proyectos de infraestructura, incluyendo carreteras y sistemas de alcantarillado, escuelas, clínicas, en comunidades aisladas a lo largo del sur de Colombia, en donde estas obras permitirán reducir la dependencia a la producción de drogas y cultivos ilícitos. Más de 1.6 millones de desplazados – personas y familias que han dejado sus hogares y comunidades por culpa de la violencia – han recibido asistencia.

A pesar de que el Gobierno se ha enfocado en seguridad y orden, también ha destinado recursos públicos para importantes iniciativas sociales. Las matrículas en la educación pública se han incrementado al pasar de 7.8 millones de niños en 2002 a 8.6 millones de niños en junio de 2004. Más de 3.4 millones de colombianos han ingresado al sistema de salud pública en los últimos dos años.

Mejorar la seguridad se ha traducido en crecimiento económico. La economía creció 4 por ciento el año pasado, el crecimiento más alto desde 1995. Cerca de 1.2 millones de empleos se han creado. Después de la renovación del ATPA en 2003, el comercio entre Estados Unidos y Colombia creció en 10 por ciento. El Producto Interno Bruto durante el primer trimester del año fue del 4.1 por ciento.

La transformación de Colombia está lejos de completarse, mientras el narcoterrorismo y la pobreza existan. En los próximos dos años, por lo menos, Colombia con el apoyo de Estados Unidos y la comunidad internacional, necesita consolidar los logros obtenidos hasta la fecha. Debemos sostener la ofensiva militar en contra de los grupos narcoterroristas, completar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos para seguir con la recuperación de nuestra economía, avanzar en las conversaciones de paz y la desmovilización de los actores ilegales, así como enfrentar los problemas humanitarios y de medio ambiente creados por el narcoterrorismo.

Con la atención de Estados Unidos puesta en Irak y la elección presidencial, es fácil para los americanos pasar por alto la transformación que tiene lugar en América Latina. Pero por primera vez, en una generación, los colombianos pueden ver el final de un período oscuro en la historia.

Ese no es un logro pequeño para nosotros, o para los intereses de Estados Unidos en el Hemisferio.

*Embajador de Colombia en los Estados Unidos.

 
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