CHINA
Por Jorge H. Botero*
300 millones de personas han salido de la pobreza absoluta en
el sudeste asiático, principalmente en China, durante los últimos
13 años. En el caso Chino esto significa que mientras en
1990 el 70% de la población tenía ingresos inferiores
a 2 dólares diarios, en 2003 la proporción se había
reducido al 45%. Un milagro que obedece, exclusivamente, a un crecimiento
económico excepcional: más del 9% anual en los últimos
20 años. El año pasado China aportó el 16%
del crecimiento mundial, sólo superada por los Estados Unidos.
Los ingredientes de la receta son fáciles de establecer:
un volcamiento sobre el comercio exterior de tales magnitudes que
entre el 2000 y el 2003 las exportaciones Chinas, como proporción
del comercio global, pasaron del 3.9 al 6%; y enormes flujos de
inversión extranjera que hoy equivalen al 40% del PIB.
Las lecciones para Colombia saltan a la vista. Si un país
con un mercado doméstico de casi 1300 millones de personas
opta por un modelo de desarrollo jalonado por su sector externo,
con cuanta mayor razón tiene que resultar adecuado para
una nación de tamaño mediano cuya población
es 30 veces menor. En contra de la tesis pesimista -“Colombia
no compite”- que algunos pocos sostienen, China, que aún
ahora padece serios problemas de infraestructura, transporte, idioma,
logística y acceso al financiamiento, con buen juicio tomó la
decisión construir su plataforma competitiva al ritmo de
su proceso de internacionalización. No tiene, pues, sentido
suspender la integración económica acordada con los
países del sur del continente, o las negociaciones en curso
con los Estados Unidos, que es el principal destino de nuestras
exportaciones, el mercado más grande del orbe y con quien
tenemos una balanza comercial superavitaria desde hace muchísimos
años, lo cual de paso demuestra que somos capaces de competir
a pesar de las falencias que registramos en tantos campos, la red
vial, por ejemplo.
Ante el recurrente argumento de que la pobreza que padecemos debe
disuadirnos de intentar una mayor inserción con el exterior,
basta anotar que China, con un ingreso per-cápita de 900
dólares, es más pobre que nosotros, que estamos en
la cota de los 2000 dólares, aunque a la vuelta de pocos
años, si triunfan los que promueven el enclaustramiento
económico, veremos pasar a la gran nación asiática
de largo. En contra de la clásica propuesta mercantilista,
según la cual las exportaciones son buenas y las importaciones
malas, China ha abierto sus mercados internos como consecuencia
de su firme propósito de ser más competitiva y de
los compromisos asumidos para obtener su ingreso a la Organización
Mundial de Comercio. Se estima que sus importaciones representarán
en el 2005 el 6% del comercio global; el doble que en el 2000.
Este acelerado dinamismo se concreta en algunos productos que Colombia
puede exportar: oleaginosas, carne, lácteos, papel, madera,
tabaco, bebidas, etc.
Las bajas tasas de ahorro doméstico y la escasez de la
inversión foránea -confinada al 3% del PIB- constituyen
un obstáculo formidable para el crecimiento de nuestro país
que los chinos han resuelto con éxito indudable. La fórmula
incluye un ingrediente básico: estabilidad en las reglas
de juego, propósito central de un proyecto de ley al que
el gobierno continúa buscando respaldo parlamentario a pesar
de los tropiezos que la iniciativa ha tenido.
Pero no todo es bueno: las disparidades regionales se acentúan
y la transición de la agricultura hacia una economía
de mercado quizás va demasiado rápido. Lo primero
debe ser atendido en la “agenda interna”; lo segundo,
requiere manejo cuidadoso de los cronogramas de desgravación
y los mecanismos de salvaguardia.
*Ministro de Comercio, Industria y Turismo.