“…CAMINO AL ANDAR”
Por Jorge H. Botero*
Según una percepción popular generalizada mientras
las unidades productivas son la que generan valor, los agentes
financieros nada añaden pero se apropian de una porción
de lo que otros con enormes esfuerzos han obtenido. En contra de
esta afirmación simplista la experiencia demuestra que un
sistema financiero bien desarrollado es un componente esencial
del crecimiento y predictor adecuado del desempeño económico.
En la actualidad se considera óptimo tener un sistema financiero
integrado por dos canales. Uno intermediado o bancario que sirve
para suministrar recursos de capital de trabajo a las empresas
y crédito a las familias para sus necesidades de consumo
o adquisición de bienes durables, la vivienda, fundamentalmente.
Otro no intermediado en el que a través de la emisión
de acciones y títulos de deuda los empresarios acceden de
modo directo al ahorro financiero con el fin de atender sus requerimientos
de inversión; o cubren ciertas contingencias como las que
gravitan sobre el tipo de cambio o el precio de ciertos bienes
básicos.
Que carezcamos de un mercado no intermediado sólido contribuye
a explicar la excesiva concentración del crédito
provisto por los bancos, como lo demuestra el hecho de que sólo
5.000 usuarios reciban casi el 70% del crédito comercial
disponible; o el riesgo que para la estabilidad de la banca genera
el financiar necesidades de largo plazo con recursos captados a
la vista y, a lo sumo, 6 meses. En este contexto vale la pena destacar
que Bancoldex ha abierto una línea de crédito por
$1.5 billones, con plazos de hasta 12 años y 3 de gracia,
para financiar la modernización de las pymes. El mensaje
es clarísimo para las empresas grandes: acudan por los fondos
que necesitan para este fin a sus accionistas o al mercado de capitales.
Útil como debe ser esta decisión es obvio que se
requieren también medidas estructurales. A esta categoría
pertenece la ley del mercado de valores que avanza bien en el Congreso.
Este mercado requiere, en sus distintas modalidades, reglas de
juego e instituciones adoptadas por la autoridad pública
para que pueda funcionar con eficiencia y seguridad, que es lo
que la propuesta gubernamental pretende. Es conveniente, por ejemplo,
la idea de establecer un registro de las personas que actúan
profesionalmente en el mercado y que se las someta a exámenes
periódicos de idoneidad; en fin de cuentas de sus decisiones
equivocadas o venales pueden derivarse graves perjuicios colectivos.
Creemos valiosa la propuesta de crear un tipo nuevo de agente profesional
en el mercado de valores, las “cámaras de riesgo central
de contraparte”, que sirven para movilizar garantías
de conjuntos amplios de intermediarios de modo que pueda tenerse
a priori la certeza de que todas las operaciones en el mercado
público serán liquidadas plena y oportunamente.
Las reglas para el funcionamiento de las sociedades que emiten
valores en el mercado público contenidas en la ley nos pondrían
a tono con las que rigen en países más avanzados:
sus juntas directivas deben tener no menos del 25% de directores
independientes; los comités de auditoría serían
obligatorios y estarían integrados únicamente por
tales directores los cuales deben aprobar previamente los estados
financieros. Por último, conviene señalar que el
eje de los modernos mercados de valores es la utilización
de sistemas de registro electrónico que permiten su funcionamiento
de modo desmaterializado. Para consolidar este avance jurídico
fundamental se estipula que “la anotación en cuenta
será constitutiva del respectivo derecho”.
Poco a poco, pues, Colombia avanza en su agenda interna y mejora
su competitividad. Como en el verso de Machado “…se
hace camino al andar”.
*Ministro de Comercio, Industria y Turismo