BUENAS NOTICIAS
Por Jorge H. Botero*
Suele asumirse que el buen columnista es aquel
que despliega una capacidad analítica superior para demostrar
que algo funciona mal, o que alguien, usualmente en el gobierno,
se equivoca de cabo a rabo; dar buenas noticias es contrario a
las convenciones propias del género. Tal vez la temporada
navideña haga tolerable que cuente algunas buenas noticias.
Al comienzo del gobierno actual se planteaban
retos interesantes en el campo financiero. Entre ellos cómo
afrontar la crónica falta de acceso al crédito institucional
que padecen las micro, pequeñas y medianas empresas; qué hacer
con el Instituto de Fomento Industrial, el que a pesar de los esfuerzos
de la administración precedente continuaba sumido en la
crisis; y cómo reestructurar la banca de redescuento, en
especial el Banco de Comercio Exterior, para que cumpliera un papel
relevante en la movilización del ahorro financiero complementando
las tareas propias de la banca comercial o de primer piso. Revisemos
las decisiones tomadas y los resultados que se han obtenido en
estos dos años largos.
La sabiduría convencional postula que
los empresarios de menor tamaño no acuden a los bancos en
demanda de financiamiento porque el interés del mercado
es superior a sus posibilidades; por este motivo suele creerse
que la solución correcta consiste en subsidiar la tasa de
interés. Este diagnóstico es incorrecto. En el amplio
mercado informal, que, por cierto, funciona con gran fluidez, se
pagan por los empresarios de este segmento tasas que exceden significativamente
las del mercado institucional. El problema es otro, como ya otros
países, especialmente en el Asia, lo tienen aprendido: falta
de garantías. Por este motivo, se tomó la decisión
de fortalecer la credibilidad de las que expide el Fondo Nacional
de Garantías, una entidad pública creada años
atrás para compartir riesgos de cartera con el sistema financiero,
sometiéndola a la vigilancia de la Superintendencia Bancaria.
Esta decisión tuvo un impacto notable. Mientras en Septiembre
de 2002 las garantías vigentes sumaban $431.536 millones,
dos años después su valor había crecido en
un 134% en beneficio de 185.390 pequeños empresarios.
Sólo para resolver fallas de mercado se
justifica que el Estado tenga intermediarios financieros. Supeditar
los estrictos criterios que deben aplicarse en la asignación
de préstamos a consideraciones de mal entendido beneficio
social genera riesgos y tentaciones enormes que suelen terminar
en crisis financieras, o en costosas operaciones de rescate con
cargo a fondos públicos. A una operación de esta índole
estaba condenado el IFI a fines del 2002. Entonces se decidió disolverlo
previa cesión de sus activos de buena calidad a Bancoldex.
Todos los ahorradores recibieron oportunamente sus acreencias y
el gobierno ha tenido tiempo para diluir las pérdidas que
se hicieron explícitas.
La recepción por Bancoldex de unas
carteras que no estaban vinculadas al comercio exterior y el
desaparecimiento del IFI, crearon la coyuntura para redefinir
su misión institucional. El Banco es ahora una institución
de desarrollo, no exclusivamente de comercio exterior, que suministra
recursos a las pymes, a plazos mayores que los de antes, por
la vía del redescuento con el fin de ayudarlas a realizar
las transformaciones que las hagan progresar en competitividad
y productividad. Tal es objetivo de la línea de $1.5 billones
que acaba de poner a disposición de sus clientes. Ofrecer
préstamos con plazos de hasta 12 años de plazo
y 3 de gracia es una innovación que impactará positivamente
la situación de las pymes que la utilicen. Por primera
vez en la historia del Banco no hay un cupo para grandes empresas.
El mensaje para ellas es clarísimo: acudan a sus socios
o al mercado de capitales.
Moraleja: Se puede hacer banca social ceñidos a la ortodoxia financiera.
*Ministro de Comercio, Industria y Turismo
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