PASO ADELANTE
Por Jorge H. Botero *
Después de largas negociaciones se logró culminar,
conjuntamente con Venezuela y Ecuador, un tratado para profundizar
el intercambio comercial con los países que integran el
Mercosur. Vamos así en camino de realizar un anhelo plasmado
en el Preámbulo de la Constitución: “La integración
de la comunidad latinoamericana”, a lo cual también
contribuyen la Asociación Latinoamericana de Integración
-ALADI-, los varios acuerdos de alcance parcial suscritos bajo
su alero, la Comunidad Andina de Naciones, y el G-3, que es el
mecanismo de integración que nos une con Venezuela y México.
El Acuerdo Can-Mercosur ha entrado en vigencia
provisionalmente mediante decreto gubernamental pero debe ser
sometido a consideración
del Congreso en la legislatura que se inicia el 16 de marzo. Será esta
una significativa oportunidad para que sus integrantes examinen
una estrategia que se ha venido desarrollando con base en un mandato
clarísimo de jerarquía constitucional: “El
Estado promoverá la internacionalización de las relaciones
políticas, económicas, sociales y ecológicas
sobre bases de equidad, reciprocidad y conveniencia nacional”.
Tómese atenta nota del mandato. Debemos abrirnos al mundo
en todos los campos, incluido, desde luego, el económico,
sólo que debemos hacerlo respetando principios que son obvios,
y que el Congreso debe examinar en cada caso.
Ha también de advertirse que el Estatuto Superior habla
de “internacionalización de las relaciones… económicas” y
no de la “promoción de las exportaciones” y
su complemento natural “la sustitución de importaciones”,
modelos económicos ya obsoletos que conducen a afirmar que
exportar es bueno pero importar es malo. La verdad es que para
exportar con éxito productos de valor agregado suele requerirse
importar materias primas; y que la razón primordial para
exportar es tener divisas suficientes para comprar en el exterior,
de contado o acudiendo al crédito, todo aquello que no producimos.
Por eso en el largo plazo la balanza comercial tiende al equilibro.
Requerimos, qué duda cabe, exportar más, pero para
hacerlo es menester optimizar nuestras ventajas comparativas abriéndonos
gradual y selectivamente ante el mundo.
Un proteccionismo generalizado e intemporal
del mercado doméstico
conduce a cegar una fuente importante del crecimiento. Para demostrarlo
basta señalar que las economías que han logrado tasas
de crecimiento sostenidas por largos periodos son abiertas: la
sumatoria de sus exportaciones e importaciones como proporción
de la producción interna es superior a la de Colombia.
Por fortuna, los empresarios, a través de sus gremios,
comparten este punto de vista, como lo demuestra su firme respaldo
a las negociaciones concluidas con Mercosur. Por supuesto esa posición,
sobre todo tratándose de Brasil y Argentina, cuyos aparatos
productivos se asemejan a los nuestros y con ellos compiten, se
explica por la calidad de los acuerdos logrados. Destaco varios
de sus elementos.
Su asimetría a favor nuestro. La desgravación general
de Brasil ocurrirá en 8 años, la de Argentina en
10 y la de Colombia en 12; y mientras ambos países nos conceden
una desgravación inmediata del 30% del arancel, nosotros
apenas les damos una ventaja del 15%. La cláusula de salvaguardia
general podrá dispararse cuando existan amenazas graves
sobre la producción nacional; su vigencia será indefinida
a menos que se decida sustituirla, una vez terminado el periodo
de transición, por otra de naturaleza cambiaria para evitar
el riesgo de devaluaciones competitivas que tanto distorsionan
el comercio. Para nuestro sector farmacéutico, que puede
ser uno de los sectores de mayor dinamismo exportador a los mercados
del sur, se pactaron mecanismos para facilitar su acceso.
Colombia requiere ampliar su canasta exportadora
y el volumen de sus exportaciones. El acuerdo con nuestros vecinos
australes
debe servir para movernos en la dirección correcta.
*Ministro de Comercio, Industria y Turismo
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