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PREMIO COMPARTIR AL MAESTRO
Agosto 29 de 2002 (Bogotá D.C).


Mi reconocimiento entusiasta a la Fundación Compartir, por sus 23 años dedicados a construir Nación y tejido social, por comprender mejor que nadie, que el maestro es la pieza clave de esa tarea patriótica.

Con el premio Compartir, el país le reconoce al maestro el puesto central que en toda sociedad, bien ordenada y progresista, ocupan quienes se dedican a enseñar.

Colombia no podrá llegar a recuperar su vocación de sociedad pacífica y justa, mientras no se reivindique la condición social y profesional del docente.

Ello supone retos: recuperar el modelo de maestro abnegado, éticamente comprometido con su función social de formador de buenos ciudadanos, portador de valores. Y dignificar la condición social, estimular su creatividad.

El buen maestro es quien esculpe en el alma temprano del niño los principios axiales de la convivencia: respeto por el otro y por la diferencia. Nunca querer causar daño a los demás ni al colectivo, como principio elemental de la ética. Solidaridad hacia los semejantes, armonía con la naturaleza.

Un buen maestro estimula el amor por la transparencia en el obrar privado y público y suscita en el niño el disfrute del conocimiento y el goce estético. Pero también moldea en él la disciplina y la lealtad a la norma, como presupuesto del orden para la libertad.

Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, debiera ser el paradigma para los maestros de Colombia. La huella profunda que imprimió en la mente de nuestro fundador, hizo que el Libertador se propusiera la ambiciosa meta, consagrada como norma constitucional en 1821, de desterrar el analfabetismo para el año de 1840.

Nuestros maestros tienen hoy la responsabilidad de imprimir en el corazón de los colombianos los referentes éticos de la Nación. Tienen, en sus manos, la semilla de una comunidad nacional unida y sin fracturas. Para ello necesitamos un maestro abnegado, capaz de realizar el milagro educativo en medio de condiciones adversas y de escasez de recursos, dispuesto a enseñar en la sede de la Acción comunal, en el salón parroquial, en el alero del templo o en la selva, si fuere necesario.

La suerte de Colombia depende de una gran revolución educativa, que supere las actitudes de confrontación y nos ponga a todos de un mismo lado: que convierta a cada maestro en un multiplicador de la solución pacífica de los conflictos y de la cultura de la transparencia, que haga de los maestros unos guías de la lectura y de la tertulia que alimentan el conocimiento. En fin, soñemos con que los maestros se conviertan en cruzados de una política educativa y que los enaltezca más y más, dignifique más y más.

¿Por qué no concertamos con ellos formas de colaboración, tales como la contratación de servicios educativos con las asociaciones sindicales y civiles de los docentes? Para dar el tránsito de un sindicalismo –en el magisterio- reivindicativo, confrontacional con los gobiernos –no un sindicalismo participativo-, con mayores responsabilidades con la comunidad y mayores responsabilidades con la Nación.

Los 20 maestros nominados por sus creativas propuestas de solución a problemas del aula de clase, representan a la rica diversidad de nuestra Nación multiétnica y pluricultural. Ustedes queridas maestras y queridos maestros, personifican el paradigma del docente que descubre en su labor cotidiana el cumplimiento de una sagrada misión: construir un ser humano mejor, un colombiano de paz.

Que bueno que dentro de pocos meses, la señora Ministra de Educación (Cecilia María Vélez) pueda empezar con ustedes un programa que tendrá que llevarnos en este cuatrienio a avanzar sustancialmente en cobertura y en calidad.

Añoro que dentro de pocos meses, la señora Ministra de Educación, pueda anunciar a los colombianos que ya se dieron los pasos fundamentales de reorganización y de dotación de recursos para la revolución del Icetex y que parte de ese crecimiento se dedique a capacitar a las maestras y a los maestros de la Patria en matemáticas, en ciencias básicas, en español, en historia.

Cuando veía –los que tenemos el privilegio de asistir esta noche- los vídeos de ustedes decía: ¡qué bueno, con esta creatividad los maestros de la Patria, poder disponer de esos recursos! Los queremos mucho.

La Patria tiene que aprender a valorar todos los días más a sus maestros, a quererlos más, a respetarlos más, a protegerlos más.

La Fundación Compartir, liderada por su presidente, ciudadano ejemplar y empresario altruista, Pedro Gómez Barrero, ofrece esta noche a ustedes, queridos maestros de la Patria, un aliciente que se han convertido en una institución de la Nación, para que ustedes sigan siendo maestros ejemplares, para que todos los días, ustedes con su ejemplo hagan que la Patria tenga más y más maestros ejemplares.

Con ello, don Simón Rodríguez, el mentor de El Libertador, estará orgulloso de todos ustedes.
Irma María, con usted esta noche, nace una esperanza para su tierra. Esa esperanza se le anticipó al nacimiento de su criaturita, nace otra gran esperanza para todos sus compatriotas. Usted, esta noche, representa a todos aquellos que con usted fueron nominados y a esos miles y miles de maestros de la Patria.

Por su conducto y exaltando todo lo que usted representa y lo que representa Compartir, un saludo de afecto, de esperanza, de compromiso a quienes tienen la mejor manera de hacer Patria, ustedes los maestros.

Muchas gracias.

 
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