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CLAUSURA CURSO DE ALTOS ESTUDIOS MILITARES
DE LAS FUERZAS MILITARES
Noviembre 26 de 2002 (Bogotá, Cundinamarca)

Compatriotas:

Quiero reflexionar con ustedes sobre la política de Seguridad Democrática en la cual la Nación tiene tanta esperanza, cuya ejecutora principal es la Fuerza Pública que ha ganado tanto prestigio y tanto afecto del pueblo colombiano.

La concepción de Seguridad Democrática ha sido moldeada con base en la rica consulta ciudadana, con todos los actores de las comunidades regionales, locales y barriales, que han expresado su clamor y brindado sugerencias.

Es una política que empezó construyendo las mayorías nacionales y que avanza construyendo un gran consenso nacional que dependerá para su sostenibilidad de la eficacia y el acierto.

En muchas ocasiones la hemos expresado y estamos en un momento en el cual a cada segundo la tenemos que repetir e implorar su ejecución. Ustedes respetados académicos y expertos militares son los llamados a enriquecerla con su aporte, con sus conocimientos en tan delicados terrenos científicos.

La Seguridad Democrática se diferencia claramente de otras concepciones de seguridad, profesadas por regímenes autoritarios que buscaban la hegemonía ideológica y la exclusión política. Se distancia también de una concepción elitista.

La Seguridad Democrática tiene como esencia ser instrumento combatible, compatible con los derechos y libertades fundamentales del ser humano y ve en ellos su fin justificador.

Seguridad para todos los colombianos sin discriminación. Para que no desplacen a los campesinos de sus parcelas, no secuestren a los empresarios, a los jubilados y a los taxistas, no amedrenten a los periodistas, se respete la misión de los obispos. Para que los sindicalistas ejerzan libremente su acción, los dirigentes políticos se desplacen sin temores, los defensores de derechos humanos se apliquen a su labor sin amenazas.

Esa política implica una clara conciencia: la de que todos los soldados, policías, miembros de la rama judicial y, en general, los servidores públicos de la Patria, representan al pueblo y se deben a él.

La Seguridad Democrática supone, por tanto, el derecho a que cada colombiano conciba libremente sus ideas, las exprese libremente.

La Seguridad Democrática es para que bajo el cielo de la Patria florezca una gama amplia de expresiones del pensamiento, para que la Patria esté poseída por el pluralismo.

La acción antidemocrática, el terrorismo, la destrucción de los bienes materiales del pueblo, el asesinato y el secuestro tienen que ser perseguidos todo día con más ardentía por la Fuerza Pública, con las herramientas que le entregan la Constitución y la Ley.

El Estado colombiano con su larga tradición democrática, la Fuerza Pública colombiana con su larga tradición de respeto a la Constitución, su receptividad a la crítica, su determinación de mejoramiento continuo, configuran Estado y Fuerza Pública un conjunto de garantías para la democracia que nos lleva a la conclusión de que quien en presencia de estas garantías atente contra el orden democrático, procede de manera terrorista.

Por eso nuestro Estado cuando ejerce su fuerza legítima para contener a los violentos, reducirlos y proteger a los ciudadanos, lo hace para proteger la democracia, para proteger ese estado de cosas que la Constitución y la Fuerza Pública garantizan a fin de que los ciudadanos puedan disfrutar de la plenitud de las garantías democráticas.

Esa Seguridad Democrática es impracticable sin el presupuesto constitucional de la solidaridad ciudadana hacia la autoridad, hacia la Fuerza Publica. Solidaridad que supone el deber de colaborar positivamente con la Fuerza Pública.

La masiva respuesta cooperante de la población se está expresando dentro del marco institucional, y en forma generosa y voluntaria.

Cada soldado y policía debe ser un pedagogo para persuadir al ciudadano a fin de que el ciudadano coopere con su Fuerza Pública, la quiera, confíe en ella, le ayude y que el ciudadano esté inspirado en ese principio que es la solidaridad, fundamental para la convivencia, fundamental para la creciente consolidación en la integración profunda del pueblo colombiano y esencial en el texto de nuestra Constitución.

El ejemplo del rescate del señor Arzobispo de Zipaquirá y el cura párroco de Pacho, muestra el compromiso de la Fuerza Publica y el entusiasmo del pueblo para cooperar con su Fuerza Publica.

En Colombia defender al Estado es defender al pueblo. La democracia que el Estado defiende es la garantía que el pueblo reclama. Entonces derrotar el secuestro y el terror es, ni más ni menos, que defender al pueblo.

Cada vez que hay un secuestro se afecta profundamente la confianza de los inversionistas, se dispersan los capitales, se pierden fuentes de empleo. Cuando la Seguridad Democrática derrota a los secuestradores está defendiendo al pueblo y las garantías sociales básicas, los derechos sociales como el derecho al trabajo.

La Seguridad Democrática no es para defender un grupo social o un individuo, no tiene connotaciones elitistas, no es para defender a los ostentadores de riqueza. La Seguridad Democrática es para defender a todo el pueblo colombiano. Para que el empresario invierta con confianza, el trabajador se sienta protegido y el sindicalista tenga confianza en las instituciones democráticas.

Otro tema de reflexión en este acto es el del liderazgo de la Fuerza Armada. Sin liderazgo en la Fuerza Armada, Colombia no recuperará la confianza de los ciudadanos en el nivel de seguridad.

Requerimos que cada uno de ustedes sea un gran líder al interior de su fuerza y en la relación de su fuerza con la comunidad.

Al despuntar del sol de cada mañana, comprometa cada uno de ustedes en su interior todas sus energías para proceder con liderazgo. Ese liderazgo necesita preparación permanente de lo cual ustedes están dando un gran ejemplo como se acredita con esta graduación.

Ese liderazgo para tener credibilidad necesita arrestos, gana, energía e iniciativa, de lo cual la Fuerza Pública está dando un ejemplo con sacrificios que todos los días enlutan hogares de soldados, policías y oficiales de la Patria.

Ese liderazgo para que sea beneficiario de la confianza y de la credibilidad ciudadana necesita honradez.

Hace pocos días el papá de un suboficial asesinado por el terror me decía: ¿si valdrá la pena el sacrificio de mi hijo cuando en el país hay tanta corrupción?

Cada uno de ustedes, graduandos comprometidos con el liderazgo, tiene que ser un enclave de honradez y tiene que ser un forjador de honradez y tiene que ser un factor que le exija transparencia a las costumbres del Estado colombiano.

Esta programación de la Escuela Superior de Guerra se ha propuesto impartir una formación integral a los oficiales de nuestras fuerzas para que ejerzan eficazmente ese liderazgo.

Una oficialidad instruida, estudiosa, garantiza seguir avanzando para que nuestras fuerzas mantengan su condición de institución que merece, como lo reiteran los sondeos de opinión, que merece un profundo afecto y la credibilidad del pueblo colombiano.

Sun Tzu decía en ese estudio tan importante “El arte de la guerra”, que es de vital importancia para el Estado el dominio de la vida y de la muerte. Lo que ustedes vienen estudiando es fundamental para poder dominar la muerte a favor de la vida de los colombianos. Lo que ustedes vienen estudiando es el camino hacia la supervivencia o hacia la pérdida de la organización democrática. Para protegerla necesitamos la aplicación eficaz de sus conocimientos.

Ustedes han estudiado el papel incontrovertible del liderazgo en el éxito militar.
En uno de sus ensayos sobre historia política Maquiavelo introdujo el debate al plantear ejemplos históricos de buenos ejércitos guiados por malos generales o buenos generales guiando tropas indisciplinadas e inexpertas.

El liderazgo de ustedes supone virtudes: inteligencia, ánimo despierto, honradez, desapego a las recompensas materiales, entrega hasta el sacrificio.

Habrán repasado ustedes en los cursos de historia los mil ejemplos que ilustran el papel del caudillo de tropas. Alejandro, el primero.

Plutarco narra una escena de la vida de Alejandro, que aún resuena como ejemplo para los líderes militares: escasos de agua y mortificados por la sed, algunos soldados llenaron un casco y le dijeron –bebe, y vive tú. Como todos sus soldados tenían la vista fija en la bebida, la devolvió, dando las gracias: “si yo solo bebiere, dijo, ustedes desfallecerían todavía más”. Los soldados, viendo su templanza y grandeza de ánimo, gritaron que los condujese con toda confianza porque ni se cansarían, ni tendrían sed, ni se acordarían que eran mortales, mientras tuvieran un general como él.

Esa tarea corresponde a ustedes, que están avanzando hacia los destinos superiores de la Fuerza.

El libertador Bolívar arriesgó su vida, pasando a nado, con los brazos atados, el caudaloso Orinoco, para demostrar a sus hombres hasta dónde llegaba su decisión de arrostrar los peligros. Uribe Uribe, al frente de diez valientes, atravesó el puente de Peralonso en medio de una lluvia de balas. “Estos carajos creen que yo tengo almacén de ropa” fue su comentario cuando vio saco y sombrero agujereados.

Clausewitz, a quien ustedes han estudiado a fondo en sus diferentes cursos y en los que hoy culminan, el que declaró que el conocimiento de los asuntos militares no es la principal cualidad de un dirigente de la guerra, sino que es más importante contar con una mentalidad superior, extraordinaria y con fuerza de carácter. Liderazgo, fuerza de carácter, mentalidad superior son características de la oficialidad que requiere la Patria en esta coyuntura crucial.

Oficiales de la Patria: expreso a ustedes una felicitación calurosa en este día de grado, al igual que a los civiles que cumplieron con dedicación el ciclo académico. Una de las virtudes que más debemos apreciar de la institución militar es su consagración a la disciplina del estudio.

En nuestro medio, tal vez ninguna otra profesión atiende de manera tan juiciosa la capacitación de sus miembros y estos cursos que clausuramos son prueba de ello.

Que importante palpar diariamente la disciplina y la organización de la Fuerza Pública de la Patria.

Hace pocos días tuve oportunidad de conocer las bases del plan estratégico para el período que estamos emprendiendo y simplemente tuve que decir a sus comandantes y a la señora Ministra, felicitaciones.

Ustedes todos los días demuestran más el profesionalismo de nuestras fuerzas.

Y que importante haber entregado los diplomas hoy a un conjunto de civiles que aman y admiran la institución armada y que están dispuestas a servirla y a apoyarla como una manera eficaz de servir a la Patria, de vivir la Patria, de hacer de la vida de cada uno de nosotros un algo útil para la Patria.

En esa tarea de capacitación la Escuela Superior de Guerra brilla por su determinación de aplicarse al desarrollo de las diversas áreas del saber, integrando a su currículo la formación ética, la capacitación científico técnica, la estrategia táctica y logística. Sigue la Escuela los pasos de nuestro glorioso héroe Francisco José de Caldas, quien, sin abandonar la ciencia, se consagró a servir a la independencia formando los primeros ingenieros militares de la América hispana, aquellos que sirvieron con patriotismo bajo las órdenes de Bolívar, Santander, Sucre y Córdova.

Particularmente exalto el trabajo del mayor Pablo Federico Przychodny Jaramillo, del capitán de corbeta de la Armada Nacional, Gustavo Adolfo Ángel Sanín, y de la Fuerza Aérea, mayor Jaime Fernando Medina Rojas, seleccionados como graduados de honor en el curso del Estado Mayor 2002.

Son un ejemplo que todos debemos imitar.

Llamo en esta ceremonia de graduación a todos los integrantes del Ejército, de la Policía, de la Armada, de la Fuerza Aérea para que sigan el ejemplo que ustedes han dado en dedicación al estudio y adquieran todos en la Patria las cinco grandes cualidades de los soldados, de las que habla la sabiduría oriental: sabiduría, sinceridad, benevolencia, coraje y disciplina.

La Patria tiene toda la esperanza en su Fuerza Pública y la Fuerza Pública no va a defraudar la Patria.

A todos, muchas gracias.

 
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