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CELEBRACIÓN DE LOS 200 AÑOS DEL OBSERVATORIO ASTRONÓMICO
Agosto 20 de 2003 ( Bogotá– Cundinamarca)

Señoras y señores:

Acudo a este recinto con respeto y veneración. Estamos reunidos en uno de los más encumbrados altares de la Patria.

Hace poco vio la luz un libro del profesor Samuel Jaramillo, en el que se reconstruye el diario del sabio y héroe Francisco José de Caldas. Jaramillo, hablando del 20 de julio de 1810, es decir del Grito de Independencia, transcribe unas palabras sobrecogedoras, escritas por el Sabio, poco después del acontecimiento histórico: “preparamos todo trabajo y nos preparamos bajo el disimulo bienhechor del Observatorio Astronómico”.

En este sitio, Torres, Carbonell, los Lozano, Caldas y tantos otros héroes, planearon la independencia de la Patria.

Colombia tiene que recuperar el legado de la Expedición Botánica, uno de cuyos frentes fue la investigación astronómica.

¿Cómo podemos seguir subvalorando la memoria egregia de su fundador, José Celestino Mutis, de sus discípulos Sinforoso Mutis, Francisco Antonio Zea, Francisco José de Caldas, Pedro Fermín de Vargas, Enrique Umaña, Eloy Valenzuela, José Maria Cabal, en fin, el recuerdo de todos aquellos trabajadores de la ciencia que, además, optaron, unánimes, por la militancia en las ideas de la libertad y la igualdad?

A pocos países los cobija, como a nosotros, tanta gloria y sabiduría en su momento fundacional. Y es obligación de quienes estamos en tareas públicas, de quienes están en la academia o en los medios de comunicación, rescatar este ejemplo para la memoria colectiva.

La Expedición Botánica fue una idea luminosa de Mutis. La propuso en 1764, en carta que dirigió al emperador Carlos III. Intentaba convencerlo de crear una “expedición destinada a producir honores a la Nación, utilidad al público, extensión al comercio, ventajas a las ciencias, nuevos fondos al Erario real, y gloria inmortal a vuestra majestad”.

Hemos insistido ante el país, que los servidores públicos tenemos que modificar nuestro ritmo y nuestros resultados. Que tenemos que duplicar velocidades oficiales de respuesta a las inquietudes y angustias de nuestros compatriotas. Que los problemas se agravan con sorprendente rapidez y las soluciones llegan con descorazonadora tardanza. Hemos hecho un llamado a todos los funcionarios para que produzcamos resultados con mayor celeridad. Que Colombia tiene que ajustar el acelerador de lo público para responder a nuestro pueblo. Que requerimos más acciones eficaces.

Pues bien: el arzobispo Virrey Caballero y Góngora, dio un ejemplo de cómo enfrentar los deberes de la función pública. En 1784, 20 años después de la propuesta de Mutis, sin consultas y deliberaciones, decidió darle vida a la idea de Mutis, contra la opinión timorata de quienes, ayer como hoy, han visto un peligro en toda innovación.

En este sitio que era el solar de la sede de la expedición, escogido por Mutis y Humboldt como primer Observatorio Astronómico de América, se aplicaron nuestros antepasados al estudio sistemático, a la búsqueda del conocimiento, a la planeación de las empresas mineras, a la elaboración de la cartografía. En fin, a trabajar y producir resultados por el progreso y el desarrollo.

Hay otro ejemplo allí para los colombianos de hoy. El propio Mutis escribió que su oficina era “tan bien ordenada y servida al fin del año como al principio; en que diariamente se trabajan las horas que permiten la claridad, las once o las doce según las estaciones del año; en que se guarda un profundo silencio y cada oficial, atento a su labor, no escucha otra voz que la de su director”.

¡Qué reto el de la Universidad Nacional! A través del Observatorio Astronómico, la Universidad es heredera directa de los sabios Mutis y Caldas. Por esa vía, llega a su acervo científico toda la ilustración borbónica de finales del siglo XVIII.

Con la Expedición y el Observatorio, la Universidad puede reivindicar como propios la investigación botánica de Mutis, los descubrimientos científicos de Humboldt y Bonpland, las observaciones y escritos de Caldas. La Universidad Nacional de Colombia, está inscrita en la historia universal de la ciencia y el pensamiento.

Esta conmemoración lo demuestra, al programar el excelente “Curso internacional de Historia de la Ciencia, 200 años de viajeros, mapas y astronomía en el Nuevo Mundo”. Esa actividad es un ejemplo en que hay amplitud de miras en la Universidad. Repasé el contenido de los cursos y lamenté no poder ser uno de sus aplicados alumnos. Quienes asistan, entenderán la imbricación entre ciencia y política.

Seguramente, todo hará dejar en claro que no es posible entender la tarea científica de Humboldt, sin su militancia política renovadora. O, se verá, cómo el Nuevo Mundo fue el terreno de exploración y avance científico de la cúpula intelectual europea. O, podrán profundizar, con el profesor Jorge Arias de Greiff, en el pensamiento y la obra de Mutis y Caldas, representantes de la ciencia y la modernidad.

Ellos, revolucionarios con las ideas, dirigen desde la historia, un mensaje a la comunidad académica de nuestro siglo: el pensamiento, el conocimiento científico no se pueden estancar, la Universidad tiene que estar en su vanguardia.

Hemos propuesto al país trabajar con siete herramientas de equidad. La primera de ellas, la Revolución Educativa. ¿Por qué? Porque esa Revolución Educativa es lo que fundamentalmente nos permitirá avanzar en productividad, en competitividad, en ingresos y en equidad.

Esa Revolución Educativa la hemos desagregado en cinco elementos básicos y en dos compañías esenciales. Esos cinco elementos son la cobertura, la calidad, la pertinencia, la formación técnica y la investigación. Y las dos compañías fundamentales: la cultura y el deporte.

Nosotros no deberíamos tener tanta preocupación por la cobertura, pero la situación del país lo exige. Ustedes saben, distinguidos directivos y profesores, todavía cómo estamos de atraso en cobertura universitaria y los problemas que tenemos en cobertura para educación básica.

Nos hemos propuesto hacer todos los esfuerzos para que en este cuatrienio creemos millón y medio de cupos en educación básica y 400 mil cupos universitarios. Hemos completado, hasta la fecha, 480 mil en básica y 35 mil en la universitaria.

Los esfuerzos por delante son inmensos, esperamos que sean aprobados los puntos del referendo que buscan fortalecer la educación. Por ejemplo, que al eliminar las contralorías locales que, salvo pocas excepciones solo han servido para la politiquería, esos dineros que hoy representan casi 200 mil millones al año, vayan a educación.

Que al reorientar las regalías, para que el Fondo Nacional de Regalías no se maneje con criterio de asignación politiquera, sino que se ponga al servicio de las variables fundamentales del desarrollo, se dedique un 56 por ciento como mínimo durante los próximos 10 años a la educación.

Tenemos inmensos problemas con la calidad, con la pertinencia. El SENA viene trabajando en un tarea de crecer sustancialmente el número de aprendices, a partir de una gran concertación con la empresa privada a ver cómo en su nivel damos un ejemplo de pertinencia. Logramos pasar de 26 mil aprendices del año pasado a cerca de 80 mil de hoy.

Esa entidad tiene que hacer el tránsito de 5 millones de horas lectivas de enseñanza del año pasado, a 8 millones este año y a 16 millones en el año 2006. Además, de cada 100 pesos de gastos de funcionamiento se tiene que rebajar a 60.

Tenemos inmensas dificultades presupuestales que no nos han permitido financiar los esfuerzos investigativos como quisiéramos hacer, pero el entusiasmo de la Ministra (de Educación, Cecilia María Vélez), del Director de Planeación (Santiago Montenegro), van logrando resultados muy superiores a los esfuerzos presupuestales y hemos comprometido mayores recursos del SENA para apoyar los programas de investigación.

La reforma tributaria trajo nuevos incentivos a los productos de la investigación colombiana.

Por donde quiera que recorro el país se clama por la presencia de la universidad pública. Cualquier pequeño municipio hoy, quiere tener o la Universidad Nacional o la Universidad del Valle del Cauca o la Universidad de Cartagena o la Universidad del Atlántico o la Universidad del Magdalena o la Universidad de Antioquia. Acudo al Amazonas, con la Ministra de Educación y hay un reclamo muy sentido para que la Universidad Nacional crezca su presencia. Lo mismo ocurre en San Andrés.

Ustedes, apreciados directivos de la Universidad tiene un gran reto, el reto de multiplicar sus esfuerzos, de hacer una pequeña revolución de grandes resultados para que la universidad le pueda llegar con los métodos modernos, con la revolución de las comunicaciones, con el internet y con los nuevos procesos académicos, de manera masiva, a todas las regiones de la Patria.

Me parece ilusionante lo que han propuesto, un esquema semejante a estudios generales en algunas regiones de Colombia que permitirían una absorción masiva de sus bachilleres para después ir especializándolos en sus respectivas áreas, así deban ir a otro sitio o deban hacerlo a través de la formación a distancia con el apoyo del computador, si la Universidad no pudiere hacerlo presencialmente en esa misma región. Sobre eso hay muy, muy positivas expectativas en todo el país.

Urgimos a la universidad, pero le respetamos profundamente su autonomía. Nosotros necesitamos una Universidad con una presencia muy vigorosa en toda la Patria, para responder al anhelo de miles y miles de bachilleres que no quieren frustrarse. Necesitamos una Universidad que responda a la ampliación y a la calidad y que lo tiene que hacer en medio de un Estado que no es capaz de proporcionarle recursos en la misma cantidad que necesita la ampliación de sus servicios. Pero respetamos profundamente la Universidad.

Quiero repetir que nuestra lucha por la Seguridad Democrática es una lucha fundada en el pluralismo, no es para recorrer en nuestro país la doctrina de la seguridad nacional que tantos desastres hizo en América Latina, en nombre del la cual se utilizó la seguridad para perseguir la disidencia.

Nosotros queremos el pensamiento disidente, nosotros comprendemos que la labor de la Universidad es ser una Universidad deliberante, es ser una Universidad crítica. Es ser la caja de resonancia donde se escuchen y se reciban los problemas de la sociedad, se procesen y se replique a la sociedad con iluminación de resultados.

Nosotros queremos y necesitamos en Colombia esta Universidad crítica, esta Universidad deliberante, esta Universidad pluralista. Si la Universidad no es crítica, si la Universidad no es deliberante, la Universidad no puede ser científica. Los extremismos de todas las pelambres le han hecho igual daño a la libertad de cátedra que es un presupuesto esencial de la investigación universitaria.

Eso sí, nuestro compromiso es que el pluralismo, que la investigación, que la crítica se de dentro del respeto entre todos y para todos los actores. Que Colombia pueda crecer la crítica y fortalecer el pluralismo pero simultáneamente derrotar la violencia.

Cuando convoco a los colombianos a que me ayuden a derrotar el terrorismo y todas las expresiones de violencia, lo estoy haciendo con una proposición del alma de evitar que Colombia tenga terrorismo de Estado.

Lo que nos garantiza a nosotros el apoyo de la ciudadanía a la Seguridad Democrática, es que esa Seguridad Democrática sea a favor de pluralismo, que esa Seguridad Democrática sea eficaz y que esa Seguridad Democrática abrace en su vocación y en sus resultados los derechos humanos.

Esa es la garantía que quiero ofrecerle a la universidad porque hoy, al conmemorar estos 200 años del Observatorio, puesto desde ya hace muchas décadas bajo las manos y bajo la rectoría de la Universidad Nacional, venimos también a decir que la Universidad Nacional tiene nuevos y muy grandes compromisos con Colombia, cuyas juventudes, en todas las esquinas de la Patria esperan que de algún modo les llegue la Universidad Nacional de Colombia.

A todos, muchas felicitaciones y muchas gracias.

 
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