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CEREMONIA DE ASCENSO DE LA ARMADA NACIONAL
Diciembre 05 de 2003 (Cartagena – Bolívar)

Compatriotas:

Nos reunimos hoy en este campo de la Escuela Almirante Padilla para presenciar el ascenso de un grupo de los integrantes que han perseverado con devoción en procura de asumir mayores responsabilidades. Y qué tamaña responsabilidad: la de derrotar el terrorismo para devolver totalmente la fe al pueblo.

Durante esta semana se ha presentado –también- relevo en posiciones de comando de la Fuerza Pública. Han salido quienes cumplieron su tarea, varios de ellos entre la gratitud ciudadana y el gesto afectuoso de los soldados y policía. Han llegado al mando soldados, policías, marinos íntegros, competentes y resueltos.

A quienes ahora dirigen las Fuerzas, corresponde demostrar con resultados que en Colombia el terrorismo será extinguido. El país no quiere apaciguamiento ni dilación ni argumentos para justificar inacción o fracasos ni teorías para explicar la permanencia de los terroristas. El país sólo quiere la derrota del terrorismo, el dominio de la convivencia y la victoria de la democracia. Esa voz clamorosa de la opinión tenemos que escucharla, tomarla como una orden y cumplirla.

Entre las muchas cualidades que requiere un miembro de la Fuerza Pública, cualquiera sea su grado, hay algunas que debo resaltar: limpieza del alma, capacidad gerencial y de liderazgo, austeridad, disposición a trabajar en equipo, buena comunicación, vocación de victoria, combatividad y volcamiento a las calles y a los campos.

LIMPIEZA DEL ALMA

El momento histórico ha creado a nuestra institución armada el bello reto de proceder con la eficacia necesaria para derrotar el terrorismo y con toda la transparencia para que brille el imperio de los derechos humanos.

Quienes portan las armas de la República, no pueden incurrir en colusión con los delincuentes ni por omisión ni por acción. La limpieza del alma, la rectitud, debe estar presente en la acción armada, en la conducta personal, el manejo de los bienes públicos, la relación con la ciudadanía. En fin, en todos los actos de servicio y por fuera del servicio.

La confianza ciudadana la seguiremos cimentando con la decisión de los integrantes de la Fuerza Pública de la Patria de despreciar el dinero mal habido, proceda del narcotráfico o de otras fuentes ilegítimas con que se nutre el terrorismo.

CAPACIDAD GERENCIAL Y DE LIDERAZGO

Cada uno de ustedes tiene que ser un gerente y un líder. Un gerente en el buen manejo de los recursos, en el convencimiento de que la eficiencia es la combinación de la mayor eficacia y el menor costo.

Un gerente para contribuir en la reforma administrativa que aún hace falta en el conjunto de organismos adscritos al Ministerio de Defensa, para obtener superiores logros de eficiencia.

Un líder en la visión nítida de una Colombia sin violencia, sin droga, sin terrorismo, sin secuestro, con equidad, con prosperidad, amable, que les depare felicidad a sus hijos.

AUSTERIDAD

La austeridad y el decoro constituyen un valor fundamental en la familia, la comunidad y la Nación.

Nuestros compatriotas hacen un esfuerzo enorme para ajustar el presupuesto de la institución armada. Ese esfuerzo se ve recompensado con eficacia y austeridad. Debemos tener férrea conciencia contra el derroche, del patrimonio del Ministerio de Defensa surge la paz de Colombia, la remuneración de ustedes y el pago de las pensiones y de la seguridad social. Este patrimonio debemos manejarlo con todo esmero, con severa austeridad. Por eso debemos concebir y aplicar las reformas necesarias que ahorren recursos.

Demos un ejemplo a los países que nos ayudan, con nuestra vocación de multiplicar el rendimiento de los recursos. Seamos conscientes que nuestra victoria depende de crecientes esfuerzos de nuestra parte y no del capricho de condicionarlo todo a más y más presupuesto. Que las oficinas y las reuniones sociales demuestren el sello decoroso de la austeridad.

DISPOSICIÓN A TRABAJAR EN EQUIPO

El mundo actual es de mayor interdependencia. Nada es posible desde la individualidad, todo demanda formación de equipos. Cada vez que se integra un equipo surgen diferencias, son inevitables. Siempre tenemos la posibilidad de administrar esas diferencias de modo creativo, con el propósito de que todas contribuyan al éxito de la tarea.

Si no sabemos manejar las diferencias, fracasamos. Mientras más sólida sea la integración de los equipos, mejor será el acceso a los recursos, más rápida la respuesta, menor el costo, superior la productividad, se ahorra en angustias y se aumentan los motivos de regocijo.

El trabajo en equipo tiene que ser en lo interno y en lo internacional. Quienes nos ayudan en la comunidad internacional tienen que responder por sus acciones ante sus normas y su pueblo. Para que nos ayuden, debemos permitirles compartir con nosotros el cómo y el por qué. Para que nos den asistencia, deben saber cómo se utilizará y poder anticipar las consecuencias.

BUENA COMUNICACIÓN

Todo integrante de la Fuerza Pública de la Patria está obligado a ser un buen comunicador. La comunicación es necesaria al interior y al exterior de la institución.

Al interior, entre superiores y subalternos y viceversa. Las reglas de la disciplina y la jerarquía que imperan en la organización armada, en apariencia son opuestas a la comunicación de abajo hacia arriba. Digo en apariencia, porque en la realidad ese diálogo se requiere para enriquecer el juicio de quienes desempeñan el mando. Y cuando se da en un ambiente constructivo, en lugar de afectar el orden, lo consolida.

Los fracasos y dificultades deben comunicarse al exterior en tiempo oportuno y sin distorsiones. La ciudadanía perdona el error pero no el ocultamiento.

El mejor comunicador es quien escucha. Hay que escuchar al campesino y al citadino y responder con prontitud a sus demandas para que confíen en las Fuerzas. Los integrantes de las Fuerzas de la Patria deben persuadir al pueblo sobre la bondad de su tarea. Predicar lo no hecho es dañino, pero predicar lo hecho es esencial.

VOCACIÓN DE VICTORIA

El terrorismo que nos golpea no se puede perpetuar. Tenemos que derrotarlo y con urgencia. La vocación y el ánimo de victoria son necesarios y procedentes.

Necesarios porque si nos proponemos derrotar el terrorismo, lo lograremos. Pero en la duda nuestra, el terrorismo se mantendrá. El propósito de victoria es procedente porque nunca un Estado Democrático que observe y respete al pueblo y a las leyes ha sido derrotado por la delincuencia.

Procedente porque la Seguridad Democrática ha demostrado sus beneficios para todos los colombianos y las diferentes expresiones del pensamiento político. El ánimo de victoria procede en esta hora en que la Patria está resuelta a acabar con el terrorismo, a las buenas o a las malas.

COMBATIVIDAD

No debe haber un momento sin combate hasta que consagremos la victoria. Los uniformes y las armas de la institución tienen que ser un símbolo vivo de agresividad contra el terrorismo. En lugar de consentir a los terroristas, combatirlos hasta el exterminio de semejante plaga.

Los integrantes de la Fuerza Pública de la Patria, sus cadetes, tienen que estar en la permanente iniciativa. Con nuestra combatividad el terrorismo pasará de la arrogancia al desespero, la descomposición y la final desintegración.

La cautela no puede frenar la acción ni la acción puede ser temeraria. La estrategia debe definirse sin miedo y el riesgo tiene que asumirse con planeación. Requerimos más riesgo que cálculo, pero siempre con talento para convertir la feracidad de nuestros hombres en la felicidad de la Patria.

VOLCAMIENTO A LA CALLE Y A LOS CAMPOS

La victoria no se esculpe en las oficinas, se logra en las calles y en los campos. Que los integrantes de la Fuerza Pública de la Patria no se agolpen en las oficinas de los edificios oficiales. Que se vuelquen a las calles y a los campos a acompañar al pueblo y a liberarlo de la pesadilla del terrorismo.

Necesitamos que los resultados sean mayores que el tamaño de la institución armada. Que cada uno de ustedes, que cada soldado, que cada policía, que cada marino, que cada infante, sea un comandante antiterrorista, un recolector de información, un procesador de inteligencia, un organizador de la comunidad, un triunfador frente a la delincuencia. Que cada ciudadano civil esté organizado para apoyar a la Fuerza Pública.

Confieso a ustedes que este día he sentido henchirse a mi corazón de patriotismo. Esta mañana al entregar los diplomas a los nuevos graduados en la Escuela José María Córdova de Bogotá, al entregar las insignias de los oficiales de alta graduación que han ascendido, al consagrar como Almirante Pleno de la República al Almirante Mauricio Soto Gómez, al estrechar la mano de los papás y de las mamás de aquellos muchachos en el medio día de hoy en Cali, en la Escuela Marco Fidel Suárez, cuando alternaban allí con los varones niñas ejemplares en su valor civil y en su responsabilidad, que abrazaron la misión de la Fuerza Aérea, al vivir semejantes emociones con sus padres, al ver que esas familias entregan a sus hijos a la más noble tarea de la Patria: la derrota del terrorismo y la victoria de la democracia.

Y esta noche, en este campo simbólico de la Escuela Naval, al presenciar el éxito de las mujeres de la Patria que han ingresado a la institución armada, su ejemplo, al entregar la espada a este puñado de jóvenes que son ejemplo para Colombia, qué compromiso tan grande al sentir al sentir la fortaleza de su alma al estrechar sus manos, al ver su mirada sin tuyedad, al observar el ceño fruncido en señal de responsabilidad y de compromiso con Colombia. Qué responsabilidad tan grande.

Siento agrandada la vocación de querer a Colombia. ¡Qué ejemplo nos dan las mamás y los papás de estos muchachos!, han venido esta noche a reiterar una vez más su voluntad de entregarlos a la Patria, a acompañarlos en este momento en que empiezan a dejar las aulas de la Escuela y a volcarse a las calles y a los campos a combatir el terrorismo.

En nombre de todas las mamás y de todos los papás de Colombia, quiero decir a las mamás y a los papás de quienes hoy han ascendido, que no tenemos palabras para expresarles nuestra gratitud por su vocación de sacrificio, por su abnegación. Por eso de saber combinar el amor filiado con el amor supremo de la Patria.

¡Un aplauso agradecido de nuestra alma a los papás y a las mamás!

Con la generación que hemos graduado hoy en Colombia, que se tenga fino el terrorismo y que se tenga fino la corrupción y la politiquería. Esta generación transparente, que corre todos los riesgos físicos para salvar la tranquilidad de la conciencia de la Patria, no puede acompañar su sacrificio con politiquería y con corrupción y con terrorismo.

El esfuerzo de ustedes, jóvenes que hoy ascienden, tiene que acompañarse de una Patria que los sepulte para derrotar el terrorismo, de una Patria que compense su acción con la voluntad resulta de derrotar la corrupción, de una Patria que sea capaz de construir mayor equidad.

Vengo esta noche a decir que la generación de ustedes es la generación del quiebre. Ustedes no han recibido las espadas ni han hecho su esfuerzo aquí para que todo siga igual, sino para cambiarlo. Tenemos plena confianza que su valor, su fiereza que es amor a Colombia, se traducirá en la derrota de los terroristas y en la recuperación de la paz de Colombia.

Que hechos tan bellos hemos constatado esta noche. El Almirante Lemmetre entregando la espada a dos nietos suyos que han recibido hoy su ascenso. Se transmite ese valor y ese patriotismo de generación quedarán grabadas en las mentes de quienes asistimos a esta ceremonia y confieso que en mi mente y en mi corazón esa escena, del Almirante Lemmetre abrazando a sus nietos y yo que tuve la fortuna de estar ahí cerquitica de ellos, oírles contestar a ellos, simplemente con la parquedad del soldado.

Gracias Almirante, cuando en su corazón debían tener un sentimiento derretido de amor por el abuelo. Muchas gracias Almirante por ese ejemplo.

Vamos a construir en Colombia una gran familia de democracia, con un jardín esplendoroso de flores de todos los colores de la ideología, con debate fraterno, sin corrupción y sin politiquería, con fiereza para derrotar el terrorismo y vamos a derrotar ese terrorismo.

Infantes: que las nuevas generaciones vislumbren la felicidad que llegará a esta gran Nación y que tengan motivos diarios para honrar y querer a su Fuerza Pública. Que los pequeños que forman la Patria que empieza a llegar al uso de razón, puedan vivir felices con el sacrifico de quienes hoy se gradúan.

Que todos construyamos Patria, que los sacrificios de los de ayer, que los sacrificios de los que ahora actúan, ayuden a que Colombia tenga siglos de felicidad para los que habrán de venir.

Muchas gracias.

 
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