AÑO 2003

Enero

Febrero

Marzo

Abril

Mayo

Junio

Julio

Agosto

Septiembre

Octubre

Noviembre

Diciembre

 

ALMUERZO OFRECIDO POR EL PRESIDENTE DE CHILE EN HONOR AL PRESIDENTE DE COLOMBIA
Diciembre 09 de 2003 (Santiago de Chile – Chile)

Señor Presidente:

Es difícil en el ejercicio de los mandatos democráticos comprometerse con las tesis de los historiadores, pero uno de ellos, agudo, quien escudriñó como el que más el periplo del Libertador Bolívar, al contar su viaje al sur deja en claro que El Libertador intervino en Perú porque allí no estaba consolidada la independencia. Que hubo de llegar al Alto Perú, hoy Bolivia, a fundar esa Nación sobre la base del horizonte de libertad para las comunidades indígenas y que con Bernardo O’Higgins siempre hubo gran amistad, mutua confianza, mutuo respeto.

El Libertador lo incorporó al grupo de los libertadores de la Gran Colombia. En esa correspondencia bellísima pusieron bases plenamente vigentes, como aquella que sin pacto social no hay reposo doméstico. En las circunstancias de hoy, la relación entre O’Higgins y Bolívar es de gran importancia, porque tuvieron preocupaciones comunes, luchas comunes, pero respeto recíproco. Cada uno aceptó que el otro estaba cumpliendo bien su tarea. Cada uno aceptó que la lucha del otro era suficiente para la independencia de su Patria, y por eso no intervinieron.

Necesitamos desarrollar en nuestra América esos principios. Los objetivos y las luchas comunes con profundo respeto, con la aceptación de que aquellos provenientes del origen democrático hacen bien su tarea, que la sola circunstancia del origen democrático impide cualquier asomo de injerencia ajena.

Esa independencia que nos legaron O’Higgins y Bolívar, en nuestras dos patrias se afianzó con el imperio de la ley. Difícil encontrar en el continente tanta adhesión al imperio de la ley como la que se da en la tradición de nuestras dos patrias.

Por allá pasó ello, para dedicarse finalmente acá. Allá tomó las primeras impresiones para lo que debería ser el ordenamiento jurídico interno. Aquí las perfeccionó. Y desde aquí ha iluminado juristas por generaciones de generaciones para preservar el estado de leyes, el sometimiento del capricho del gobernante al imperio de la ley.

En nuestras naciones es imposible cumplir a cabalidad con postulados ideológicos por una razón: porque la ideología tiene un componente altamente subjetivo, en ocasiones caprichoso, bastante dogmático y, para la convivencia de los pueblos, tiene que ser sometida a la ley. Ese sometimiento de la ideología a la ley es lo que garantiza el trabajo democrático conciliado, es lo que garantiza la edificación de los consensos. Y esos consensos no se podrían obtener si no fuera porque el mandato de la ley, la necesaria obediencia a la ley, obliga a que cada quien ceda parte de su desacuerdo para que finalmente el acuerdo lo imponga la ley.

La tradición de nuestras dos naciones es una tradición más de respeto a la ley que de imposiciones ideológicas. Eso explica dos fenómenos: el tránsito de Chile a la democracia, su regreso a ella; la estabilidad de sus instituciones, la seguridad de sus inversiones, su prosperidad económica, fertilizada en el jardín del pluralismo democrático.

Eso explica el camino que se ha venido abriendo Colombia. El del orden a partir de una autoridad reglada por la ley, con toda la firmeza para enfrentar el terrorismo y con toda la determinación para avivar la democracia.

Allá queremos hacer otro tránsito. El tránsito del Estado disuelto al rescate del orden democrático. El tránsito de la prevalencia de los terroristas al imperio total del orden legal. El tránsito de la lucha al margen de la Constitución, al debate democrático fraterno en el marco de la Constitución.

Eso lo acredita el proceso vivido en este último año y medio de lucha frontal contra el terrorismo y de garantías plenas a todas las expresiones de la democracia. Siempre habían existido, pero más en la forma que en la eficacia. Y los últimos procesos electorales las pusieron patéticamente en la eficacia. Garantías eficaces tienen hoy todas las expresiones del pensamiento político colombiano. Allá los únicos que hoy no pueden tener garantías son los terroristas.

Cuánto agradezco, señor Presidente, que un Gobierno cimentado sobre la recuperación de los derechos humanos, la reconciliación democrática, animado por las ideas socialistas que usted ha profesado, nos haya respaldado con esa solidaridad, con esa entereza con que usted lo ha hecho en todos los escenarios.

En la memoria de todos los colombianos y en la mía, estará siempre viva su intervención en frente del Grupo de Río en Cusco (Perú), su intervención en Europa, su intervención en los Estados Unidos, cuando todavía era temprano, cuando no podíamos mostrar los resultados democráticos que ahora acreditamos con hechos, cuando nuestra seguridad en lo democrática estaba por verse. Usted creyó en ella, confió en nosotros y su voz de campeón de la democracia se hizo sentir ante tan importantes interlocutores.

Vengo a Chile a rendir nuestro testimonio de admiración a esta gran Nación, a esta gran democracia, a esta gran convivencia y a expresar personalmente nuestra gratitud a usted, señor Presidente. Apoyar el planteamiento teórico de Seguridad Democrática de alguien mano dura como yo, no es fácil para alguien proveniente de las entrañas del socialismo como usted.

Y la manera que tengo de agradecerle y de compensarlo, señor Presidente, es con mi adhesión sin limitaciones a la democracia, a las libertades públicas, para que en Colombia se proscriba el terrorismo a fin de que florezcan todas las expresiones de la democracia.

El señor Presidente del Senado me decía hace poco que lo preocupa que los latinoamericanos miremos a Chile como Chile y no como parte de América Latina. En ese diálogo amable hube de rectificarlo. Mis compatriotas han visto esta gran nación en su decurso histórico, en la actualidad y de cara al futuro, como nación estrella sobresaliente de América Latina. Una cosa es lo ordinario y ahí no está Chile. Otra cosa es lo sobresaliente y ahí siempre ha estado Chile.

Y cómo necesitamos que se alimenten nuestras democracias. A mí me parece de gran importancia que cuando ustedes regresan a la democracia, afianza la confianza de la inversión. Me parece de gran importancia que el socialismo chileno haya tenido en cuenta el mandato dialéctico de Hegel, para entender el signo de los tiempos.

Me parece de gran importancia esta tarea de conciliación que ustedes han logrado para el bien de Chile, ejemplar para Colombia. Ustedes han puesto muy en alto. Aquí las ideas sociales no toman la forma de populismo de odio de clases, sino de mensaje y de compromiso de solidaridad.

El socialismo que usted encarna, señor Presidente Lagos, es una garantía para la empresa privada, porque la prosperidad permanente de la empresa privada depende de su capacidad de profundizar en los resultados de solidaridad. Creo que ese tiene que ser el camino de América Latina. Economías estatales predominantes no son hoy las soluciones. Empresa privada marginal, tampoco lo es. Necesitamos Estados garantes de los social, empresas privadas con pleno desarrollo y también con pleno compromiso en la equidad. Y lo que viene logrando Chile en ese camino es aleccionante.

Nosotros hemos querido mirar muchos aspectos que nos marcan caminos. Hace apenas 10 años adoptamos los fondos de pensiones. En las crisis latinoamericanas ustedes demostraron que tuvieron la visión de construir capital interno, ahorro doméstico, para liberarse de las crisis de los movimientos del capital en la región.

Ustedes han demostrado que se puede construir equidad sin encerrarse, nacionalismo sin xenofobia. Han demostrado un gran pragmatismo de apertura al mundo y de buen cuidado para proteger sus sectores sensibles. Qué bueno confirmar todo eso en Chile.

Esta visita, Presidente, ha sido muy grata. Le decía yo esta mañana a la Canciller que cada conversación con usted es como recibir una cátedra de viviencias, de conceptos, de ejercicio práctico, además de ideas turbulentas en un marco sereno, como lo necesita la totalidad de nuestra América Latina.

Y grata, Presidente, por haber vuelto a estar cerca de los lugares de Neruda y de Gabriela Mistral. Mi generación en mi Patria se conmovió con toda esa producción, con todos esos acontecimientos.

Quiero agradecer inmensamente la confianza de todos ustedes en Colombia, hacer todos los votos por la prosperidad de nuestras dos patrias y decir cómo termina uno de los versos de Neruda, que ‘en nuestros dos países nace el país del sueño’.

Muchas gracias.

 
CONTÁCTENOS
MAPA DEL SITIO
| Quejas y Reclamos | Web Master |
Linea de Quejas y Reclamos 018000-913666

COPYRIGHT © 2006 PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA