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ANIVERSARIO 185 DEL EJÉRCITO
Agosto 06 de 2004 (Bogotá – Cundinamarca)

Compatriotas:

Nos reunimos hoy en este lugar emblemático de la Patria para celebrar un nuevo aniversario del Ejército Nacional, para expresar toda nuestra solidaridad con el Ejército de la Patria, para condecorar a algunos de sus integrantes por sus méritos, por su valor, para agradecer a las familias de todos los soldados de la Patria su abnegación, su sacrificio, su apoyo a ese inmenso servicio a Colombia que presta nuestro Ejército.

Hoy, muchos compatriotas tienen la mente puesta en su Ejército, ven en su Ejército un camino formidable para que Colombia recupere plenamente el imperio de las instituciones democráticas. Para que en Colombia, los asaltantes de toda pelambre, cedan definitivamente el terreno a la convivencia, a la vida del trabajo honrado, para que nadie intente justicia por sus propias manos. Para que sólo prevalezca la justicia del Estado, la justicia de la democracia, que es la justicia legítima del pueblo, que es la única justicia que el pueblo acepta y que la entiende ajustada a los designios del Creador para la convivencia de los seres humanos.

Han recibido hoy las diferentes condecoraciones el sargento viceprimero José Abdón Sepúlveda Durán, Dilia Aurora Oliveros y la especialista Carmen Arévalo Vargas, la medalla Antonio Nariño.

La medalla José María Córdoba, ha sido conferida al Procurador General de la Nación, doctor Edgardo José Maya Villazón y al General, Comandante de la Fuerza Aérea, Edgar Lesmes Abad, al sargento primero Eleazar Rodríguez Santos, a los soldados profesionales Albeiro Romero Sánchez, Luis Daniel Peña, José Alonso Triana y Florián Arístides Moreno.

La medalla por Servicios Distinguidos en Orden Público al teniente Juan Fernando Algarra, al subteniente Junior Camilo Ladino, al sargento segundo José Elías Tobar, a los soldados profesionales Carlos Julio Cobos y Hugo Javier Puerres.

La medalla Militar al Valor la ha recibido el capitán Jaime Trujillo Buitrago, el sargento viceprimero Mauricio Celis Grosso, el cabo tercero Luis Antonio Fajardo, los soldados profesionales Juan Diego Aguirre Gómez, Hedimberg Herrera Cuyares, Henry Díaz Villarreal.

El distintivo de Heridos en Acción, la teniente Isabel Pérez Salazar. Qué acciones heroicas las que ellos han cumplido por esta Patria, qué exposición tan grande al sacrificio. Y también los soldados profesionales Guberney Fuentes, Adrian Jesús Ariaño, William Valencia, Carlos Tabares y Luis Alejandro Medina. Unas felicitaciones desde el fondo del alma por su valor, por los servicios prestados a esta Patria.

Permítanme hacer unas reflexiones.

Le preguntaba yo –y le he preguntado en varias ocasiones– al general Carlos Alberto Ospina Ovalle, comandante General de la Fuerzas Militares, por su larga y fructífera experiencia en la vida de las Fuerzas. Él, escaso de palabras, consagrado toda la vida a dirigir las operaciones, pero no a distancia, a estar en el campo guiando, protegiendo, aconsejando y acompañando a sus soldados, me decía, en la escasez de sus palabras, que ahora, en esta etapa fundamental de su vida militar, ha visto una gran consolidación del Ejército, de todas las Fuerzas, con espíritu total de emprender las acciones necesarias para recuperarle la paz y la tranquilidad a los colombianos.

Eso se advierte en el territorio. Todos los días hay más actos heroicos de nuestras Fuerzas. Me decía él que, en algún momento de vida, años antes, cuando lo veían operando, tomando la iniciativa, con la agresividad necesaria para defender a la Constitución, algunos compañeros lo miraban burlonamente, creían que ese no era el camino y que hoy, en cambio, todo el mundo en la Fuerza quiere estar adelante, distinguirse por su iniciativa, brillar por su heroicidad.

¡Qué bueno, qué bueno constatar esto, qué esperanzador para la Patria!

Colombia siente amor por sus Fuerzas Militares. Los campesinos de Colombia, con quienes tengo la circunstancia grata de conversar permanentemente, todos reclaman la presencia de la Fuerza Pública. Le dicen a uno: ‘Presidente, necesitamos la Fuerza Pública y que nos acompañe permanentemente. No queremos tener que vivir aquí, sometidos, por guerrilla o por paramilitares o por diferentes expresiones del narcotráfico’. Hay un reclamo en toda la Patria por la Fuerza Pública y la reclaman con afecto, la reclaman con patriotismo, la reclaman con convicción institucional.

Ese amor del pueblo hay que cultivarlo. Por eso vengo, en nombre de la Nación, a expresar al Ejército toda la gratitud de un pueblo que ama a sus instituciones porque es un pueblo que ha sufrido cuando las instituciones están ausentes o son débiles o cuando las instituciones están cadentes de compromiso.

Cultivemos ese amor. Que el campesino, el obrero, el empresario, el periodista, el líder sindical, que todos sientan razones para amar a la Fuerza Pública, para encontrar en la Fuerza Pública la expresión del Estado, que protege en la práctica los derechos de todos los ciudadanos.

Ustedes han hecho un gran esfuerzo para tratar cada día mejor al campesino, al obrero, al compatriota casual, interlocutor en la calle. Aumentemos ese esfuerzo, que no da lidia realizarlo. Que desde el más joven de los soldados hasta el oficial de más alta graduación, siempre depare trato lleno de afecto a cualquier colombiano con quien tenga oportunidad de interlocutar, a construir confianza –creciente confianza– con nuestros compatriotas.

Hagamos esta tarea tan difícil con amor, como la hacen los héroes del Ejército de la Patria que han sufrido heridas, mutilaciones.

Cuando los visito en los diferentes batallones y brigadas, aquí en el batallón de sanidad, cuando me corresponde imponerles las condecoraciones, les pregunto: ‘¿cómo va en sus heridas, cuándo le van a colocar la mano, el pie, la pierna?, en ninguna hay respuesta de amargura. A pesar de que tengan un inmenso dolor interior, todos contestan: ‘bien, Presidente, me están atendiendo bien, me estoy reponiendo. Espero la prótesis para dentro de unos días’. No tienen amargura por el sacrificio al cual se expusieron, por el precio que pagaron por servir a la Patria, por el proceso de recuperación de sus heridas, por la mutilación sufrida en su propia fisonomía. ¡Qué ejemplo de amor por Colombia, qué ejemplo de amor por el trabajo difícil!

Desde este legendario lugar de la Patria, invito nuevamente a todos los integrantes de las diferentes fuerzas a que cumplamos esta tarea con amor, con infinito amor, con amor total por Colombia. Que los campesinos sientan que su Ejército tiene hoy un amor por Colombia, un amor que no se conocía por Colombia. Transmitámoslo. Hagámoslo sentir en la agresividad y en la transparencia, en el trato afectuoso, en la comunicación llena de calidez con nuestros compatriotas en todas las regiones.

Anoche tuve la oportunidad de reunirme con Amnistía Internacional, primero, y después con unas Ong. Por supuesto, los voceros de estas Ong presentaban reclamos por mis intervenciones, y yo también les presentaba discrepancias por muchas de sus aseveraciones.

Pero, ¿saben qué fue importante?, les expresé: ‘cualquier cosa que ustedes piensen del Gobierno, cualquier cosa que piensen o digan del Presidente de la República, no altera la decisión del Estado, no altera la decisión del Gobierno, no altera el compromiso de la Fuerza Pública de protegerlos a todos’.

Hay que enaltecer esta democracia. Renovemos hoy nuestro compromiso de proteger al sindicalista y al empresario, nuestro compromiso de proteger a la comunidad indígena o a la comunidad afrocolombiana, nuestro compromiso de proteger al habitante urbano de la zona de riesgo.

Que en la Patria no se sigan presentando asesinatos como el del líder kankuamo, Freddy Antonio Arias Arias, de la Sierra Nevada de Santa Marta. ¡Qué tragedia! Era el coordinador de la organización indígena kankuama, hermano del Gobernador. Hace algunos años, los sicarios también habían asesinado a su padre.

Necesitamos incrementar nuestros esfuerzos para que esto no suceda más en la Patria colombiana. Han mejorado los índices de seguridad, pero debemos tener en cuenta que, a medida que se reduzca el homicidio, más sensible es un homicidio. Debemos tener en cuenta que, a medida que se reduzcan los actos terroristas, más duro golpea un acto terrorista. Debemos considerar que, a medida que se reduzca el secuestro, más nos golpea un secuestro. Por eso, nosotros no nos podemos conformar con las estadísticas.

Los soldados de la Patria, sus comandantes, en mi caso, como Presidente, no podemos decirle a una familia, golpeada por el asesinato o el secuestro de un ser querido, que las cifras han mejorado. Lo que necesitamos es proteger efectivamente a todas las familias de la Patria para que no haya asesinatos, para que no haya secuestros.

Qué bueno que avancemos en esta Seguridad Democrática, que es democrática porque es para todos los colombianos. Que se sienta protegido el indígena, que se sienta protegido el colombiano de las comunidades negras, que se sientan protegidos los defensores de derechos humanos. No importa su crítica, no importa el grado de su crítica a la institución armada, al Gobierno, al Presidente de la República. Eso enaltece nuestra tarea, eso une a Colombia.

Qué bueno saber que hay una Fuerza Pública para proteger por igual al político más crítico del Presidente y al político más amigo del Gobierno, eso enaltece la democracia, eso consolida más nuestra Fuerza Pública, eso honra a este Ejército de la Patria.

Qué bueno que los historiadores, dentro de unos años, puedan decir que en otros países la contención y la derrota del terrorismo se hizo con instituciones que apelaron a la guerra sucia y que Colombia marcó la diferencia, que en Colombia se vio una eficacia como resultado de la voluntad política, de la agresividad y de la transparencia.

Necesitamos mezclar eso: voluntad política para derrotar el terrorismo, agresividad para vivir permanentemente en la iniciativa y transparencia para garantizar el calificativo democrático de nuestra política de seguridad.

Eso une a Colombia en el presente. Eso finalmente deja sin razón alguna al terrorismo. Eso conduce al pueblo a exigirle a los violentos: ‘No más.’ Eso integra al pueblo con sus instituciones. Eso permite, más temprano que tarde, la reconciliación total del pueblo. Eso nos facilita que las diferencias ideológicas, políticas, programáticas, las manejemos sin antagonismos insuperables.

Eso nos ayuda a que haya debate, pero debate fraterno. Debate, no en procura de maltratar a la contraparte, sino de buscar, a partir del debate, una solución para el pueblo. Eso nos ayuda a tener una Colombia unida, una Colombia sin exclusiones, una Colombia sin odios, una Colombia en permanente debate, pero en debate fraterno, en debate creativo de soluciones.

Voluntad política, iniciativa con agresividad y con tenacidad, transparencia: es el trípode sobre el cual tenemos que avanzar.

Hemos progresado muchísimo. Hay que contarle al mundo las horas de estudio que ustedes dedican a los derechos humanos. Hay que contarle al mundo cómo, allí donde hay un soldado de la Patria, hay un compromiso con los derechos humanos. Y avancemos. Avancemos en ese apego a una institución fundamental de la democracia y de la convivencia, que son los derechos humanos. Que nadie pueda decir que un soldado o un policía de la Patria están en connivencia con los mal llamados grupos paramilitares. Que nadie pueda decir que un soldado o un policía de la Patria están en connivencia con el narcotráfico. Que nadie pueda decir que un soldado o un policía de la Patria tienen una posición débil u omisiva frente a la guerrilla.

Transparencia. Esta Patria ha corrido el riesgo de despedazarse. Esta Patria ha corrido el riesgo de que, del Estado, solamente queden los símbolos y que el Estado quede disperso, reemplazado por grupos terroristas, que han pretendido ejercer y enseñorear el poder real en una u otra región.

La misión más grande de la Fuerza Pública hoy es recuperar el imperio del Estado democrático de Colombia en todo el territorio.

Hace una semana, visité la comuna nororiental de mi ciudad, en Medellín, y encontré una ciudadanía pobre, pero digna, una ciudadanía reunida nuevamente con su Fuerza Pública, con sus instituciones. Una ciudadanía harta de narcotráfico, harta de guerrilla, asqueada de grupos paramilitares. Una ciudadanía dispuesta a colaborar permanentemente con las instituciones democráticas para recuperar su imperio. Que eso se repita en toda Colombia y esa tarea es de ustedes, los soldados de la Patria.

Tienen una misión ustedes, bellísima y muy grande, una tarea inmensa. Cuando el pueblo colombiano despierta, cuando el pueblo colombiano anoche, hoy tiene que pensar en Dios, en la Virgen María y en su Ejército. ¿Por qué? Porque es la única manera de conseguir la convivencia, de conseguir la tranquilidad.

Muchas felicitaciones al Ejército, a usted, General Carreño, a todos los oficiales y suboficiales, a todos ustedes, soldados de mi Patria. Que cada día, por su lucha, por su disposición, por su sacrificio, por su amor infinito, por ese amor que no imaginábamos en su extensión a Colombia, este país amanezca con un porvenir más brillante, con un porvenir más tranquilo, con una democracia más actuante, con mejores posibilidades de construir justicia social dentro de la convivencia.

Gracias, Ejército de la Patria. Hemos hecho mucho por su sacrificio, falta mucho. La Patria aplaude y reconoce su sacrificio y la Patria ve en su sacrificio, la única garantía para su futuro.

A los papás de los soldados asesinados, a las esposas, a los hijos de los soldados, de los oficiales, de los suboficiales asesinados, la gratitud inmensa, infinita, de una Nación que entiende esa heroicidad, de una Nación que sabe que el dolor de esas familias está sembrando la felicidad de las generaciones de la Patria que hoy crecen y de aquellas que habrán de venir.

A los papás de ustedes, soldados, como a mí, no nos ha tocado un día de tranquilidad total en nuestra Patria. Pero sabemos que, con el sacrificio de ustedes, las generaciones que vienen detrás van a poder vivir felices, felices, en Colombia.

Muchas gracias al Ejército de la Patria.

 
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