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PRESENTACIÓN DE LA ESCUELA MIXTA LUIS CARLOS GALÁN
Agosto 18 de 2004 (Bogotá – Cundinamarca)


Compatriotas:

Estábamos en pleno movimiento estudiantil de los años 70 y quienes discurríamos en la universidad pública vimos, con asombro y con inmensa ilusión, no solamente la llegada de Luis Carlos Galán al Ministerio de Educación, sino sus atrevidas propuestas.

César Pardo, en la Universidad Nacional y otros muchos, en diferentes universidades, asistíamos al proceso de cogobierno convocado por el recientemente nombrado Ministro de Educación.

Eso obedecía, no a la agitación de una bandera de efectos inmediatos, sino a toda una concepción de la relación entre la educación y la sociedad, de la relación entre la universidad, el Estado y la sociedad.

Recuerdo que cuando el Luis Carlos Galán instaló aquel proceso, los colombianos entendimos claramente que la universidad era la caja de resonancia de los problemas sociales, el laboratorio experimental para procesarlos y para devolverle a la sociedad respuestas que se constituyeran en soluciones.

Esa era la filosofía subyacente a tan audaz propuesta. Fue efímera en el tiempo, porque las tendencias predominantes del movimiento estudiantil no la comprendieron. El radicalismo evitó que aquel experimento produjera las consecuencias venturosas que estaba llamado a producir para la sociedad colombiana.

El radicalismo demostró que no quería introducirle ajuste a la sociedad ni que estaba interesado en la revolución institucional, en el acercamiento de actores tan importantes como la sociedad, la universidad y el Estado, sino que estaba dedicado a una política en la práctica anárquica y cuyo único fundamento teórico era la ilusión de que cambiaría totalmente el Estado, el modelo de producción y las relaciones sociales de propiedad.

Cómo cobra vigencia en la Colombia de hoy, que requiere hacer de la universidad el gran factor de política social y científica para mejorar la competitividad de la sociedad colombiana, su ingreso y por supuesto, para mejorar la distribución del ingreso, las tesis que por entonces agitó Luis Carlos Galán.

Cuando sucedieron los luctuosos hechos de aquel 18 de agosto, el país se aprestaba a la primera consulta popular en el liberalismo. Avanzábamos en una campaña de gran importancia. Recuerdo sus dos intervenciones, la una en Cartagena y la siguiente en la Convención Nacional del Partido Liberal. Emprendimos el camino de la consulta, se hizo la unión con el Nuevo Liberalismo, que él había fundado y que dirigía con tanto acierto.

En una conversación, en el Congreso de Colombia, me había dicho que de realizarse esa unidad, la primera visita que haría a un sector del oficialismo sería al sector democrático del liberalismo de Antioquia, que yo lideraba. Y se cumplió. Fue un bellísimo evento, allí concurrieron sectores intelectuales que habían acompañado al Nuevo Liberalismo. Concurrieron sectores populares urbanos de Medellín y de las diferentes regiones del departamento que seguían las orientaciones del sector democrático.

En una conversación que jamás olvidaré, me invitó a participar en el movimiento que apoyaba su precandidatura en la consulta. Le reiteré que estaba acompañando a Ernesto Samper Pizano, otro aspirante liberal que también participaba en esa consulta.

Y después de deliberar mucho sobre el alcance de la consulta, con el doctor Galán, concluimos que para poder recuperar plenamente el espíritu liberal la consulta no podía arrastrar ciegamente a los electores. Que era necesario abrir espacios concordantes con la razón de ser de esa consulta y permitir que la gente acudiese libremente a escoger el precandidato de sus preferencias.

Aquel 18 de agosto nos tomó en plena campaña. Muchos de sus amigos, encabezados por el entonces senador Germán Marulanda, habían ingresado al directorio del sector democrático que yo dirigía y allí realizaban en plena libertad la campaña proselitista a favor de la candidatura de Luis Carlos Galán. Yo encabezaba dentro del directorio la defensa de la candidatura de Ernesto Samper y la emulación procedía fraternamente. Creo que estábamos avanzando en una campaña, que de haberse podido culminar, habría sido ejemplar.

Tuve después una corta conversación con el entonces candidato, César Gaviria, quien no encontró la manera de que continuara esa campaña como se había venido orientando hasta la muerte de Luis Carlos Galán.

Qué importante esa corta experiencia, ese diálogo con él, esa manera de entender el espíritu liberal, el espíritu de la agitación política como pedagogía, de la asunción no de posiciones sino de tesis.

Qué importante esos diálogos con él, que nos ayudaron a hacer mucha claridad sobre cómo colectividades como ésta, en ningún momento podían ser conducidas con actitudes cerradas, con actitudes de dogma. Cómo había que permitir en todos los momentos la práctica del libre examen.

En el Congreso de Colombia, quienes llegamos allí a través del oficialismo liberal por un camino diferente al Nuevo Liberalismo, conocimos en Luis Carlos Galán la transparencia, el estudio y la verticalidad. Me parece verlo presentar un día sus juiciosas tesis sobre la necesidad de agregarle valor a las exportaciones de carbón. Otro día, sus aportes al proceso de descentralización. Sus diferentes proyectos de reforma constitucional, varios de los cuales fueron recogidos por el Gobierno del Presidente Gaviria y hacen parte de la Constitución de 1991.

Qué liderazgo tan integral. Completo, como dirían en mi comarca. Esa capacidad de estudio, de actualización permanente, ese sentido para ver dialécticamente las tesis de la política. La transparencia y la verticalidad. Y quiero destacar esa verticalidad.

Es muy fácil ser vertical cuando la verticalidad no implica riesgos. Es muy fácil ser vertical cuando la verticalidad no implica generación de oposición. La verticalidad de Luis Carlos Galán fue la real verticalidad. Ninguna amenaza, ningún riesgo, ninguna crítica lo hizo desistir de lo que le proponía al país. Nos enseñó que el terrorismo, por rico, arrogante y sólido que parezca, siempre es deleznable cuando se le enfrenta con un Estado transparente y con una sociedad que tiene convicción de legitimidad de instituciones.

Su voz fue la única en un momento en el que el terrorismo del narcotráfico parecía campeón. Fue la única para señalarle a Colombia un camino de recuperación total del imperio institucional del Estado.

Era vertical en favor de la recuperación de la institucionalidad. Cómo cobra de vigencia ese pensamiento, esa actitud, esa expresión del carácter. Y su discurso estaba complementado siempre por profundas convicciones sociales. Ahora que Maruja Pachón nos traía la comparación de la relación entre la Seguridad Democrática y la política social, con las dos ruedas de la carreta, venía a mi memoria el gran esfuerzo de Luis Carlos Galán por la educación.

Nada más importante para producir un impacto en la distribución del ingreso, en el mejoramiento del acceso de los colombianos a la propiedad, para construir un país de propietarios, una sociedad de predominio de clase media, transparente, democrática, que la revolución educativa.

Tenemos que avanzar en ese esfuerzo y en los cinco grandes puntos de la revolución educativa: la cobertura, la calidad, la pertinencia, la capacitación técnica y el esfuerzo de ciencia y la tecnología. Las limitaciones son muchas, las dificultades presupuestales enormes, pero con persistencia, la revolución educativa, incluso antes que ser un problema de financiación, se convertirá en una vía refinanciación del Estado Colombiano.

Creo, Ministra de Educación (Cecilia María Vélez), que uno de nuestros homenajes a la memoria de Luis Carlos Galán es avanzar en la revolución educativa. Si esta Nación en el 2006 se acerca en la plena cobertura en educación básica, si para ello este Gobierno puede cumplir la meta de crear millón y medio de cupos escolares, si habremos avanzado en calidad, en facilidades de acceso a la universidad, si podemos cumplir la meta de que el SENA, que en el 2002 capacitaba por año millón cien mil estudiantes, en el 2006 esté capacitando por año cuatro millones, con un alto porcentaje de formación titulada, si podemos cumplir esas metas, iremos avanzando bastante en ese sueño de Luis Carlos Galán que fue la revolución educativa.

Quiero agradecer inmensamente a Maruja Pachón su comprensión y su decisión de contribuir a la reforma del Estado. Desde el primer momento, cuando en compañía de la Ministra le presentamos nuestra idea de reformar un gran porcentaje de instituciones del Estado, encontramos su apertura, su disponibilidad.

Después de esa gran tarea en la capacitación democrática de los colombianos, cumplida por el Instituto Luis Carlos Galán, la Corporación Mixta de Educación para la Democracia Galán que hoy nace, es fruto también de la reforma administrativa y de la muy valiosa cooperación con esa reforma administrativa del equipo del Instituto, encabezado por la ex ministra Maruja Pachón.

Qué bueno que esta Corporación Mixta haga ahora un nuevo esfuerzo en educación para la democracia, en un momento en que la Nación necesita desprenderse definitivamente del fantasma del paramilitarismo, del fantasma de la guerrilla, del fantasma del narcotráfico y abrazar, como único camino, el camino de la institucionalidad democrática.

La capacitación para la democracia es un eslabón esencial en la revolución educativa. La revolución educativa no sólo mejora la competitividad, la productividad, el ingreso, la redistribución, sino que también, con complementos como el de la Escuela Mixta Luis Carlos Galán, tendrá que mejorar el desempeño de los colombianos en las instituciones democráticas. Tendrá que acelerar la recuperación plena del imperio de las instituciones.

Muchas felicitaciones, doctora Maruja, a usted y a todo el equipo que la acompaña en semejante esfuerzo, útil y necesario para la democracia. Cuente con todo el apoyo que esté al alcance en las instituciones oficiales. El país espera con alborozo la presencia de ustedes en todas las regiones de la Patria.

Otro homenaje, el más sencillo, el más elemental, el más intimo que podemos rendir a la memoria de Luis Carlos Galán, es pedir a Dios que nos ayude a hacer un ejercicio gubernamental más transparente, más democrático, que contribuya a tener una Nación sin exclusiones, sin odios. Una Nación con debate fraterno, pero con debate sin contradicciones insuperables, con debate creador.

Que avancemos con una forma de operar del Estado más transparente, que haga que la ciudadanía gane más confianza en ese Estado. Confianza, que es el presupuesto de la recuperación de las instituciones.

Credibilidad. He llegado a pensar que en el evento de tener que poner en orden de prioridades la Seguridad Democrática y la credibilidad, pondría primero la credibilidad.

Solamente con credibilidad popular en las instituciones es posible avanzar en la Seguridad Democrática. Hacerla sostenible, llevarla a producir la consecuencia final de la reconciliación total y la consecuencia final del sometimiento de todos los colombianos, de la adhesión de todos los colombianos a las instituciones.

Esa credibilidad tiene un nombre que la ejemplifica: la transparencia y la verticalidad de Luis Carlos Galán. Que nos ayude desde el cielo para que esa transparencia y esa verticalidad pernee en algo nuestros seres, a las mujeres y a los hombres de la Patria, y especialmente a quienes tienen las mayores responsabilidades en nuestras instituciones.

Muchas gracias, doctora Maruja.

 
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