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CONMEMORACIÓN DE LOS 90 AÑOS DEL CONSEJO DE ESTADO
Imposición de la Orden de Boyacá y la Orden de la Justicia
Diciembre 01 de 2004 (Bogotá – Cundinamarca)

Compatriotas:

Exalto los méritos de la altísima institución a la cual la Constitución, en elaborada y compleja definición de funciones, ha encomendado ser una de las máximas instancias, y órgano límite de la administración de la justicia.

El Consejo de Estado, ha decidido que la efeméride de su creación tenga como referencia el año 1914, cuando el constituyente derivado le dio forma definitiva a su actual estructura. Así debe ser, y el Consejo de Estado demuestra con ello el rigor con que se ciñe en todas sus determinaciones a la letra de la ley y a los hechos históricos.

Es importante que las nuevas generaciones de juristas, politólogos y estudiosos de nuestra historia, conozcan el papel de Colombia para formular y moldear una institución que, con el paso de los años, fueron acogiendo la mayoría de los países del mundo, a medida que se constituyeron como Estados de Derecho.

El Gobierno como depositario del poder ejecutivo, la Institución Consejo de Estado en su forma primigenia y la Orden de Boyacá, son tres creaciones del Libertador Simón Bolívar.

En 1817, los reductos patriotas sobrevivientes de la reconquista española, concentraron sus fuerzas en una pequeña aldea situada en la angostura del Orinoco, constituyeron un gobierno provisional bajo la guía de Simón Bolívar. Es uno de los momentos históricos de mayor contraste entre la escasez de medios materiales y la abundancia de ideas y de fuerza moral.

Bolívar y la pléyade de grandes hombres que lo acompañaron, materializaron en Angostura las ideas revolucionarias del liberalismo, a partir del cual germinaba el Estado de Derecho, empeñados en vivir la democracia y la libertad.

El Gobierno de Colombia, fundado por Simón Bolívar y que existe desde entonces, sin solución de continuidad, viene, pues, a exaltar al Consejo de Estado cuya creación fue también su idea, y le impone la Orden de Boyacá, otro legado del Libertador, quien la instituyó después del triunfo, para honrar a los héroes de la gran gesta de la Independencia y a los grandes servidores de la Patria.

El Libertador concibió el Consejo de Estado como un cuerpo superior de la estructura del Estado, como una reunión de sabios y prohombres. Al terminar su primer gran discurso de Angostura, el de 1817, pronunció estas palabras –a las cuales ya hizo mención el Presidente del Consejo, esta mañana–.

Dijo El Libertador: “la instalación de un cuerpo tan respetable y digno de confianza del pueblo es una época fausta para la Nación. El Gobierno que, en medio de tantas catástrofes y aislado entre tantos escollos, no contaba antes con ningún apoyo, tendrá ahora por guía una congregación de ilustres militares, magistrados, jueces y administradores, y se hallará en lo futuro protegido, no sólo de una fuerza efectiva, sino sostenido de la primera de todas las fuerzas, que es la opinión pública. La consideración popular, que sabrá inspirar el Consejo de Estado, será el más firme escudo del Gobierno”.

Concebía El Libertador los pilares modernos del Estado de Derecho, su legitimidad fundada en la participación de la opinión pública, en la aceptación de la opinión pública, que solamente se da cuando se comprueba que el Ejecutivo ejerce sus funciones sometido a los controles que el mismo ordenamiento jurídico ha creado.

Los avatares del siglo XIX fueron dándole forma a la institución, hasta llegar a la Constitución de 1886, que diseñó un cuerpo judicial y de consulta como el que hoy tenemos. En 1905 los constituyentes suspendieron su existencia, pero un gran debate nacional hizo que se añoraran sus luces y su aporte a la seguridad jurídica nacional.

Hernando Holguín y Caro, en su Informe al Congreso en 1912, sintetizaron de esta manera el sentimiento nacional:

“Desde que se suprimió el Consejo de Estado, nuestros cuerpos legislativos han venido dando tumbos para llenar el vacío, creado en hora de ofuscación y de desdicha para la Patria; se han creado y abolido y vuelto a fundar, no sabemos cuántas entidades y cuántos empleos de abogados consultores y de abogados en los ministerios, y hasta se ha apelado, cosa que sorprende, al sistema de contratos para encontrar individuos de reconocida competencia técnica en asuntos jurídicos, que asesoren a los ministros en materia de trascendencia para el país y preparen proyectos de ley que faciliten al Gobierno la iniciativa parlamentaria”.

¿Qué más podríamos agregar a las palabras de Holguín? Es evidente que son inseparables la idea de una vigencia tranquila, pacífica y fluida de las instituciones de la democracia colombiana, con la existencia del Consejo de Estado, según el modelo de Bolívar, complementado por los constituyentes del 86 y que reestableció el Congreso en septiembre de 1914.

Este Gobierno, en particular, no tiene sino reconocimiento con el Consejo de Estado, como institución, y con cada uno de sus magistrados.

Colombia no podría avanzar en una política de derrota del terrorismo, con todo el vigor de la Fuerza Pública y del Ejecutivo para tomar la iniciativa, si no hubiera una legitimidad de opinión, y esa legitimidad sólo se da con la presencia de instituciones de control como el Consejo de Estado.

El Consejo, a través de sus conceptos como organismo consultor, emitidos por la Sala de Consulta y Servicio Civil, ha orientado nuestros pasos en la difícil pero trascendental tarea de modernizar la estructura estatal, crear una gran y eficiente carrera administrativa y llenar de transparencia y garantía la contratación estatal, desde las instancias locales hasta la nacional.

Es encomiable la cooperación del Consejo de Estado con las otras ramas del poder, para determinar políticas que permitan el acceso expedito de todos los colombianos a la administración de justicia.

El Consejo de Estado ha sido infatigable en el trabajo de crear y recrear cada día el Estado Social de Derecho, en predicar la armonía, en defender la independencia de la justicia, en hacer más ágil su trabajo y en superar las trabas que hoy nos impiden que tengamos el ideal de una justicia pronta y cumplida.

El Gobierno, con la cooperación de las Cortes, ha presentado al Congreso de la República un proyecto de reforma a la Ley Estatutaria de la Justicia. Se busca accesibilidad, oportunidad y calidad, cualidades indispensables para garantizar los derechos y libertades de los ciudadanos.

Esperamos que el debate democrático de la representación nacional, nos entregue a los colombianos una legislación que desjudicialice materias que pueden ser atendidas administrativamente de manera satisfactoria; que facilite la pronta y ágil resolución de conflictos tanto en la jurisdicción ordinaria como en la contencioso administrativa, que involucran montos pequeños e importantes para las partes, que descongestione la rama judicial a través de programas especiales y dé una mayor flexibilidad en la organización interna del Consejo de Estado y la Corte Suprema de Justicia, que mejore el sistema de información estadística como herramienta en la toma de decisiones y fortalezca la casación como herramienta para unificar la jurisprudencia.

Confiamos, en el mes de enero, presentar al debate de los colombianos una reforma constitucional que incluya otros puntos que ha venido reclamando la justicia colombiana, teniendo muy buen cuidado con preservar la esencia de las instituciones sociales de la Constitución de 1991.

Respetados Magistrados: me honra entregar la condecoración que merece ser llevada por cada uno de ustedes, por su esfuerzo al servicio de la Patria.

Saludo la decisión de los magistrados actuales, para honrar también a quienes los precedieron en la dura brega judicial, otorgando la “Orden de la Justicia”. Me uno a ustedes en la exaltación de los méritos de tantos grandes de la judicatura, cuyos nombres son sinónimo de sabiduría, estudio y ponderación, en cuyos textos y jurisprudencias formamos y moldeamos nuestro criterio jurídico.

Saludo a Aydeé Anzola Linares, Jorge Enrique Arboleda Valencia, Rafael Tafur Herrán, Luis Carlos Sáchica, Carlos Restrepo Piedrahita, Alfonso Ángel de La Torre, Jacobo Pérez Escobar, Álvaro Lecompte Luna, Carlos Galindo Pinilla, José Ignacio Narváez García, Guillermo González Charry, Juan Benavides Padrón, Diego Younes Moreno, Humberto Mora Osejo, Carlos Betancur Jaramillo, César Hoyos Salazar.

Hoy, al entregar la Orden de Boyacá al Consejo de Estado y al entregar a ustedes la Orden de la Justicia, simplemente decimos a Colombia: la construcción de normas, la interpretación del derecho, la formulación de jurisprudencia que en la brega del Consejo de Estado se ha dado con el esmerado y patriótico esfuerzo de ustedes, ha traído calma y reposo a la República.

Muchas felicitaciones. La gratitud inmensa de la Nación entera, distinguidos ex Magistrados. Y la gratitud inmensa de la Nación entera, a la institución que concibiera El Libertador en 1817 y a la que hoy le celebramos 90 años, del último periodo de formal existencia.

Muchas gracias.

 
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