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SALUDO AL CUERPO DIPLOMATICO ACREDITADO EN COLOMBIA
Enero 22 de 2004 (Bogotá – Cundinamarca)

Compatriotas:

Quiero agradecer inmensamente la presencia de ustedes en esta mañana de enero, agradecer su visita, sus deseos tan sinceros para que esta Patria colombiana salga adelante. Agradecer las generosas palabras que acabamos de escuchar del excelentísimo Nuncio (Monseñor Beniamino Stella) en representación del todos ustedes.

Agradecer a la comunidad internacional que ustedes representan, el apoyo permanente dado a Colombia. Con todos tenemos inmensos motivos de gratitud.

Si me pusiera a asignar, específicamente, el motivo de gratitud a cada uno en particular haría interminable esta intervención. La iglesia, la comunidad religiosa, ha jugado un gran papel para tratar que avancen procesos de paz o acuerdos humanitarios.

Los países de América nos han dado un gran apoyo en diferentes iniciativas o en el Plan Colombia o en la decisión de los países del Grupo del Río o en las acciones de países vecinos, inmensamente positivas para Colombia.

Los países europeos nos han ayudado muchísimo con pasos tan importantes como la declaración de Londres o el esfuerzo de la Unión Europea para seguir avanzado con los Laboratorios de Paz en nuestro país.

Los diferentes organismos internacionales acreditados en Colombia, han puesto particular esmero para mostrar avances concretos en sus tareas.

Aquello que no se ha podido lograr no es por falta de cooperación de ustedes, es porque las circunstancias no han querido recibir la venturosa colaboración de todos ustedes.

Por ejemplo, ustedes han hecho grandes esfuerzos para lograr que empiece un proceso de paz con el Eln, si no ha empezado no es por culpa de ustedes. A ustedes lo único que hay que hacer es expresarles en toda la dimensión la gratitud por el esfuerzo. Particularmente quiero agradecer a ustedes, su comprensión a la política de Seguridad Democrática.

Mi candidatura, el advenimiento de este Gobierno, suscitaron y siguen suscitando bastante controversia internacional y el Cuerpo Diplomático acreditado en Colombia ha tenido siempre una actitud muy constructiva, una actitud muy comprensiva para asimilar, para entender esa política de Seguridad Democrática.

Hace un año tuve la oportunidad de exponerla en extenso ante ustedes en este mismo acto. Pensando en nuestro encuentro esta mañana, me hacía la reflexión que ya no la puedo presentar como una construcción teórica, que tengo por responder por sus resultados. Falta mucho. Los problemas por resolver son mayores que los resueltos, pero creo que la hemos aplicado con coherencia entre la prédica y la práctica.

La denominamos Democrática para proteger a todos los colombianos, independientemente de su estatus social, económico o de su orientación política. Hemos hecho un gran esfuerzo para defender por igual al empresario que al líder sindical, al dueño de tierra que al trabajador campesino, al dirigente político afecto a las ideas del Gobierno, que al dirigente político de la oposición.

Mirando cifras para la reunión que tuve anoche con el Embajador Patten, el Comisario Europeo, encontramos que ha habido un muy importante descenso en el asesinato de sindicalistas, falta mucho. Quisiera decir ante ustedes y ante el mundo que no han asesinado uno solo y en esa tarea vamos a seguir. Y hay un punto importante allí: la justicia y la Fuerza Pública están sensibilizados que esos casos no pueden quedar en la impunidad.

Aspiro, en materias tan sensibles para la construcción democrática, poder dar mejores cuentas en cada momento de avance del Gobierno.

Hemos puesto también particular énfasis en la protección de los profesores, en la protección de los periodistas. El descenso de asesinatos de colombianos profesores y de colombianos periodistas es importante, pero nosotros no estamos conformes, aquí hay que acabar el asesinato.

Un Gobierno democrático que quiere la restauración, el orden, justamente para que no haya imposiciones de ilegitimidad, sino el imperio de la ley que es la garantía de la convivencia, no puede estar contento porque haya disminuido el asesinato de periodistas o de profesores cuando todavía asesinan periodistas y profesores. Lo que queremos es llegar a cero asesinatos.

Nos aplicamos en el proceso electoral del año pasado, a hacer sentir en la práctica las garantías democráticas, el Gobierno vio en ese momento un gran momento para legitimar las instituciones democráticas de Colombia. Una gran oportunidad para demostrar que las garantías políticas de Colombia no son normas declarativas de la Constitución ni frases comunes de los discursos, sino realidades de la práctica colombiana, por eso, hicimos todos los esfuerzos para que todos los candidatos a alcaldías, a gobernaciones, a asambleas y a consejos, sintieran la plenitud de la protección eficaz del Estado.

Colombia, sus instituciones democráticas, pueden mirar con tranquilidad al mundo y decir que el proceso electoral de octubre del año pasado pasó de las garantías retóricas a las garantías efectivas. Que fueron protegidos por igual los candidatos cuyos puntos de vista coincidan con los del Gobierno y los candidatos cuyos puntos de vista antagonizaban o antagonizan con los del Gobierno.

El Gobierno corrió el riesgo de enfrentar un referendo. Ustedes presenciaron cómo se utilizaron los espacios de la televisión, de la prensa, de la radio. Cómo hubo plenas garantías para opositores al texto o abstencionistas. Cómo se expresa la paradoja de que un Gobierno signado de ser un Gobierno de ‘mano dura’, no controla los organismos electorales y frente a ellos no tiene más recurso que la denuncia pública; pero finalmente eso honra la democracia.

Creo que los hechos me permiten decir: falta mucho, pero la Seguridad Democrática es el camino correcto que debemos seguir recorriendo, haciendo ajustes, todos los días, como requieren estos procesos.

El problema nuestro es de marca mayor. En Irlanda del Norte los terroristas armados eran docenas, lo mismo la ETA española, las antiguas guerrillas centroamericanas y sudamericanas vivieron de limosna, de donaciones que recibían la comunidad internacional, especialmente. Los grupos violentos de Colombia son excesivamente ricos, producto de recursos de ellos mismos, originados en la droga y en el secuestro. Y numéricamente la comparación solamente expresándola en sus cifras, revela la magnitud del problema. Mientras en Irlanda o en España eran docenas, cuando este Gobierno empezó había aproximadamente 30 mil ciudadanos en armas contra las instituciones, contra el derecho.

Este problema no se va a resolver fácilmente, necesita continuidad, y esa continuidad necesita legitimidad en la política y para que esa política sea legítima y la legitimidad la mide el respaldo popular a la política, esa Seguridad tiene que ser transparente para merecer la denominación de democrática.

Por eso, yo no tengo dificultades ni lo hago con alarde, en repetir nuestra adhesión a los derechos humanos por convicciones democráticas y prácticas. Sin respeto a los derechos humanos es imposible darle sostenibilidad en el tiempo a esta política que requiere tiempo, dada la dimensión del problema terrorista en Colombia.

Y esa legitimidad y esa sostenibilidad requiere que los colombianos se den cuenta que esa política es para el bien de todos, por eso hay que hacer crecientes esfuerzos para que avancemos en el área social, para que avancemos en el área económica, para que los colombianos empiecen a establecer una relación de causa – efecto entre el avance de la Seguridad Democrática y el mejoramiento del universo económico y del universo social. A propósito, hemos avanzado, pero falta mucho.

Si comparamos la población ocupada en los primeros meses del año 2002, con la ocupada por esta fecha, millón 200 mil colombianos han encontrado empleo; pero mire, solamente para mantener la cifra de desempleo en su mismo nivel, el país tiene que crear 500 mil nuevos empleos por año. El impacto en las cifras solo se da a partir de una creación de empleo que supere esa línea de los 500 mil, porque todavía crece muchísimo como no ocurre en muchos de los países que ustedes representan, la población y por ende los ciudadanos que van llegando a la edad de pertenecer a franja de la población económicamente activa. Y todavía tenemos un problema de informalidad enorme, que apenas empieza a dar señales por lo menos de estancarlo, de estabilizarlo, para que posteriormente empiece a retroceder.

Señales como la reducción de tres puntos en el subempleo. Pero de ese millón 200 mil empleos creados, apenas hay en el sector formal unos 400 mil. Entonces, el Gobierno tiene que estar pendiente de lo que avanza y mucho más pendiente de lo que falta, pero notamos ánimo inversionista. La inversión privada volvió a pasar del 7 al 14 por ciento en el país. A 30 de noviembre, la importación de bienes de capital había crecido en un 18 por ciento, sin contabilizar transporte.

Planeación Nacional y el Ministerio de Hacienda, en las proyecciones macroeconómicas, calcularon un crecimiento económico del dos, con lo que pasó en el último trimestre, sino es del cuatro está por ahí cerquita. Porque en el primer trimestre del año pasado fue de 3.87 (por ciento), en el segundo 3.2 (por ciento), en el tercero 4.17 (por ciento). Si no tuviéramos el problema de la droga el crecimiento habría sido mucho mayor, por que el crecimiento de la economía lícita está afectado en sus resultados por el decrecimiento de la economía ilícita.

En la contabilidad macroeconómica de Colombia, de indicadores como el crecimiento, infortunadamente se ha incluido la evolución de la droga.

Entonces, la agricultura crece en 196 mil hectáreas, más de un cinco por ciento; pero cuando se le descuenta el decrecimiento de droga el crecimiento neto, que finalmente aparece, es alrededor del tres, o menos. Ahí seguimos viendo nuevos campos donde la droga produce una inmensa perturbación.

Yo no veo manera de hacer política social sin crecimiento, porque el país con un Estado quebrado –como el que encontramos y que sigue convaleciente en lo fiscal, que falta mucho para resolver el problema fiscal-, con un déficit fiscal en 2002, en el Gobierno Nacional central, del 5.3 (por ciento), con un nivel de endeudamiento superior al 50 por ciento sobre el PIB que compromete el 40 por ciento del presupuesto para servir deuda y con un economía privada sin confianza, es un país que no está en condiciones de resolver el problema social.

Por eso, aquí necesitamos que la economía crezca, sino ¿qué vamos a repartir? La vieja tesis del reparto está totalmente superada por los hechos de Colombia.

Mi conclusión elemental en ese tema es que, si no ponemos esta economía a crecer velozmente, si no recuperamos plenamente la confianza de los inversionistas, nos quedamos sin qué repartir; porque lo que hay es un desastre para todo el mundo.

Seguimos trabajando con las Siete Herramientas de Equidad.

En educación, hemos avanzado en 500 mil cupos escolares, pero hay un millón y medio de niños sin acceso a la educación básica. El Gobierno no puede quedarse en lo logrado, tiene que hacer un gran esfuerzo a favor de ese millón y medio de niños que todavía nos falta por escolarizar.

El Sena, al inicio de este Gobierno tenía millón 70 mil estudiantes, el 31 de diciembre terminó con 2 millones 250 mil estudiantes, hubo un gran crecimiento, pero la meta mínima que necesita Colombia es que en el año 2006 tenga 4 millones de estudiante, lo cual exige un enorme esfuerzo.

En educación universitaria no hemos podido avanzar tanto como hubiéramos querido. Cifras preliminares que he conocido me muestran que el año pasado no avanzamos en más de 60 mil nuevos cupos, eso es muy poco. Tenemos fe que este año crezcamos más y que la revolución de las comunicaciones nos ayude a que se ofrezca en Colombia más y mejores programas de educación a distancia, apoyada por Internet y los sistemas asimilables de comunicaciones.

En la Protección Social también hemos avanzado, pero falta mucho. El año pasado vinculamos un millón 200 mil nuevos colombianos al régimen subsidiado de salud, parte por el crecimiento normal y parte porque corregimos un factor de corrupción, que era la multiafiliación. Pero necesitamos llegar en este Gobierno a 3 millones y todavía no será suficiente.

El esfuerzo del año pasado fue enorme, los resultados inmensos para las posibilidades del Estado, muy pequeños para las necesidades de la comunidad.

Hemos lanzado con todo entusiasmo el programa de atención a los ancianos pobres, pero estamos financiando 142 mil, son 600 mil ancianos pobres en Colombia.

Muchas personas me dijeron: ‘Presidente ¿y por qué apenas empezó con 142 mi?’, casi no conseguimos el dinero para poder empezar con 142 mil y lo que queremos es pagarle a esos 142 mil y ver cómo logramos crecer el año entrante con 15 mil y dejar la economía en una senda de crecimiento que le permita a los futuros gobierno llegar a una cobertura total de ese flagelo tan grave, que es la tercera edad indigente y desatendida.

Con Bienestar Familiar hemos avanzado mucho. Tenemos 6 millones de niños en los diferentes programas, pero el nuevo programa que es el de los desayunos infantiles ha logrado ya 322 mil niños, este año en julio debe llegar a 500 mil pero tenemos que encontrar 59 mil millones adicionales, para poder llegar el año entrante a un millón, y todavía queremos cortos.

Estamos financiado 340 mil Familias en Acción, un programa muy bien recibido en la base popular de la Nación. El programa lo lanzó el Presidente Pastrana, nosotros lo compartimos plenamente, dimos ‘hay que continuarlo’, pero teníamos que darle credibilidad pagándole a la gente cumplidamente. Entonces tuvimos que decir: ‘no podemos ampliar más la cobertura, dediquémonos a pagarle a estas familias cumplidamente.

Como ven, en ese programa social uno encuentra unos esfuerzos que le cuestan mucho al Estado, unos resultados importantes para el Estado pero pequeños en relación con las necesidades de la comunidad. Tenemos que seguir con todo entusiasmo buscando, buscando soluciones.

Aspiro a que en los próximos días podamos dar un paso para la afiliación masiva de los trabajadores independientes de la Patria al régimen subsidiado de salud. Se están dando los últimos detalles al decreto entre los ministerios de Hacienda y Protección.

Se ha trabajado mucho en la economía solidaria en todo el país, que es la tercera herramienta de equidad.

Se tomó la decisión que los subsidios al sector agropecuario, fundamentalmente vayan a grupos asociativos campesinos. Tengo mucha fe en que los Laboratorios de Paz nos ayuden en eso, como nos deben ayudar con otro tema muy importante, el de las Familias Guardabosques.

Hace un año se las anuncié, ya tenemos 20 mil. Las primeras 3.500 surgieron en el Putumayo, familias que antiguamente estaban en el tema de la droga, hoy son guardabosques y están recibiendo del Estado 5 millones de pesos al año. Mucho más que el ingreso de un ventero callejero de Bogotá, pero ¿ustedes saben cuántas familias aspiran llegar al programa Guardabosques en zonas de drogas? 50 mil familias. Y con mucha dificultad hemos llegado a 20 mil.

Anoche le decía al Embajador Patten: ¡qué bueno, qué bueno que la Unión Europea nos ayude para canalizar parte de los recursos de los Laboratorios de Paz hacia las Familias de Guardabosques que residen en esos Laboratorios de Paz, el Macizo Colombiano!

Nosotros no podemos dejar que el Macizo Colombiano, que es la fábrica de aguas de la Nación, que es la estrella fluvial de la Nación, siga siendo destruido por la droga, pero hay que darle una alternativa a esas comunidades mayoritariamente indígenas. Ningún sitio más indicado para el programa Guardabosques que el Macizo Colombiano, que las comunidades indígenas abandonen la droga, nosotros la destruimos y que hagan el compromiso con el Estado de cuidar los terrenos libres de droga, y cuidar la recuperación del bosque que es la protección de la fábrica de agua del Macizo Colombiano, y que reciban la remuneración de Familias Guardabosques.

En el programa País de Propietarios hemos avanzado muchísimo, pero miren lo que ocurre, les narro esta anécdota.

Ese programa en la parte de microcrédito ha crecido un 57 por ciento, en este Gobierno se han beneficiado del programa 700 mil ciudadanos o usuarios de microcrédito, y hace algunos meses asistí a una reunión de microempresarios con el Ministro de Desarrollo y todos los que estaban allí reclamaban, me dijo el Ministro: ‘Presidente, pero si esto tiene un crecimiento formidable, ¿por qué reclaman?, mire el crecimiento del Banco de la Mujer en Cali. Cuando este Gobierno empezó el Banco de la Mujer de Cali tenía 40 mil clientes y una cartera de 40 mil millones, hoy gracias al programa tiene 80 mil clientes y una cartera de 100 mil millones’. Y le dije al Ministro: porque a estas reuniones no vienen los que recibieron el microcrédito, sino los que no lo han recibido, que son la inmensa mayoría.

Eso explica porqué el afán del Gobierno de vivir en contacto con la base comunitaria de la Nación, porque este país le ha dedicado mucho tiempo a dialogar con el terrorismo, la mejor manera de evitar que crezca el terrorismo es dedicarle todo el tiempo a dialogar con la base popular de la Nación y a procurar resolverle problemas.

Nada, nada hay que me haga más falta a mi en mi alma, que el diálogo permanente con la base popular de la Nación. Nada hay que me emocione más la conciencia de colombianos, que encontrarme con mis compatriotas de la base popular en un Consejo Comunitario.

Este país no puede seguir haciendo interlocutores institucionales a los armados, a los terroristas. Aquí el principal deber es hacer interlocutores de las instituciones a los dueños de ellas, los sectores más vulnerables de la Nación. Y eso se convierte en una crítica constructiva permanente al Gobierno.

Los gobiernos encerrados entre estas paredes no ven los problemas. Y me encierro en un salón de estos y los ministros me presentan en Power Point los logros de sus ministerios y digo: ‘qué maravilla, cómo va todo de bien’ y el Power Point engatusa. Ese es un invento de los comunicadores que anestesia, hipnotiza, encanta. Otra cosa es salir uno a la calle a ver la problemática ciudadana, y eso obliga a los gobiernos a responderle a la gente y es lo que, en un país con estos problemas, quienes estamos en el Gobierno tenemos que entregar hasta la última gotica de energía buscando cómo le respondemos a la gente.

Esa tarea hay que seguirla, pero miren cómo falta para entregarle soluciones a gente, uno hace una cosita y faltan mil. Con constancia y con patriotismo y con la ayuda de todos ustedes, yo creo que salimos adelante.

Me han preguntado muchos de ustedes, me han hecho dos preguntas: ‘¿usted por qué llama terroristas a los grupos violentos, y si usted los llama terroristas como puede negociar con ellos?’

Cuando leo la legislación inglesa o la española o la alemana, para no citar sino estas tres, encuentro que ellas definen como terrorismo la violencia o la simple amenaza de uso de violencia por razones ideológicas, políticas o religiosas. Y esa definición está basada en el supuesto de que hay una democracia operante que permite un espacio de expresión a todas las ideas, a todas las vertientes del pensamiento. Entonces transporto eso a mi Patria colombiana y digo aquí estamos haciendo dos grandes esfuerzos: un esfuerzo para que esta democracia sea operante, para que nadie pueda decir: ‘me cercenaron los derechos democráticos’ y un esfuerzo para que esta democracia defienda la gente con esquemas institucionales.

Eso nos conduce a que no haya terrorismo de Estado. Y en la ausencia del terrorismo de Estado y en el imperio de la democracia, la violencia contra las instituciones y contra la ciudadanía no se puede calificar sino de terrorismo, porque pierde cualquier capacidad de explicarse.

Y la segunda pregunta: ‘¿cómo, si los califica de terroristas, puede negociar con ellos?, por eso el Gobierno ha sido insistente en el cese de hostilidades. Cuando me posesioné, el Presidente Andrés Pastrana me decía que tenía un proceso de paz con las autodefensas a través de la iglesia y uno con el Eln a través de Cuba, que yo qué opinaba, y le dije: sigámoslo, qué bueno.

Me reuní con la iglesia y del proceso con las autodefensas, le dije: la exigencia de este Gobierno es el cese de hostilidades, porque eso es lo que suspende la actividad violenta terrorista y lo que le da credibilidad al proceso y legitimidad.

Quiero, porque se el interés de todos ustedes de ayudar en esos procesos de paz, este Gobierno ve con urgencia la necesidad del cese de hostilidad, pero sin afán, la desmovilización y el desarme. Se lo repetí hace poco a Felipe Torres del Eln. Le dije: Felipe, el proceso de paz empieza con un cese de hostilidades y me dijo: ‘¿entonces nos van a obligar a desarmarnos?’, y dije: no, empecemos con un cese de hostilidades, que la gente crea en el proceso, que sea un proceso sin sangre para que demostremos que estamos utilizando una sola arma, la argumental. Y de ahí para adelante todo el plazo que se requiera para llegar al desarme y para llegar a la desmovilización.

Creo que eso abre un espacio importante. Y no obstante que esa propuesta la vengo lanzando desde mi condición de candidato a la Presidencia, hay que repetirla y no hay un momento más importante para repetirla que esta reunión con todos ustedes, por el afán de todos ustedes en ayudar a buscar procesos de reconciliación en Colombia.

Alguien me decía: ‘¿cuál es el objetivo del proceso de paz con los paramilitares?’ Muy claro: que en este país no haya sino una manera de defenderse, la institucional. Desmontar cualquier mecanismo no institucional de defensa, ese es un objetivo, clarísimo. Eliminarle a Colombia mecanismos ilegítimos de defensa y sustituirlos por la única defensa que para la sociedad cabe en la democracia, que es la institucional.

Aspiro que se den nuevos pasos en ese proceso, que le den amplia credibilidad a la opinión nacional e internacional, que consolidado el cese de hostilidades sea sucedido por un paso de concentración en áreas específicas, para facilitar la vigilancia nacional e internacional.

Con algunos de ustedes siento que tengo una división de trabajo, porque ustedes siempre me hablan del diálogo y yo siempre les hablo de la Seguridad Democrática. Sigan ustedes hablando del diálogo y yo sigo con el ejército y la policía en la Seguridad Democrática. Que el diálogo con la buena fe y el espíritu de ustedes algún día se dará. La seguridad aplicada democráticamente conduce a ese diálogo.

Mi propósito no es el aniquilamiento de la gente, mi propósito es la seguridad de la gente.

Nosotros no tenemos aquí ánimo de tierra arrasada, sino ánimo de que no sigan arrasando a Colombia. Nosotros no tenemos ánimo jactancioso de vencedores, el único triunfo que yo quisiera es que mi Patria pueda vivir con felicidad. En el recorrido de mi generación no hemos tenido un día de paz, yo no quiero eso para las generaciones que vienen.

El padre de familia cuando se va a morir hace el inventario de su vida, lo llama examen y si dejó los hijos educados con buen ejemplo y con una dotacioncita en lo básico, se muere tranquilo. En Colombia mientras no haya paz, el padre de familia, por buen padre de familia que haya sido no se puede morir tranquilo.

Mi generación no ha podido vivir tranquila. Mi afán es que mi generación, que no ha podido vivir tranquila, pueda morir tranquilamente y para que mi generación pueda morir tranquilamente tiene que dejarle un país diferente a los que vienen. Y los que vienen no sufran lo que ha sufrido mi generación. Ese es el sentimiento que subyace a la política de Seguridad Democrática.

Mi inmensa gratitud a todos ustedes. Además, se lo complejo que es para muchos de ustedes ser diplomáticos en Colombia, con un Presidente controvertido internacionalmente, terco, deliberante, que le echa discursos duros a las ong’s, yo se todo, me pongo en el pellejo de ustedes y me imagino las dificultades que tienen muchas veces para darle explicaciones a sus gobierno y a sus comunidades.

Pero para que ustedes puedan mitigar las preocupaciones que tantas veces les causo, sepan esto: yo odio el terrorismo, pero quiero más la democracia.

A todos, a sus familias, a sus gobiernos, a sus pueblos, que este 2004 sea feliz como lo necesita el mundo entero.

Muchas gracias.

 
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