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ENTREGA DE LA ORDEN DE SAN CARLOS EN GRAN COLLAR
AL PRESIDENTE VICENTE FOX

Mayo 30 de 2004 (Ciudad de México – México)


Señor Presidente Fox:

Al entregar a usted la Orden de San Carlos en el grado de Gran Collar, hago el homenaje merecido al líder de un gran pueblo del cual los colombianos nos sentimos hermanos.

Los pueblos de México y Colombia tienen un alma colectiva gemela, utiliza los mismos giros lingüísticos, canta las mismas canciones y lee a los autores colombianos y mexicanos como si fuesen hijos de una misma Patria: Barba Jacob y Fuentes, García Márquez, Mutis y Rulfo.

Nos unen la historia épica de los pueblos precolombinos, la larga Colonia que nos ata indisolublemente a España y la gesta emancipadora inspirada por dos grandes de América: Manuel Hidalgo y Antonio Nariño.

Hoy ambas naciones disfrutan plenamente la democracia y luchan por el crecimiento y el desarrollo social. Avanzan por la senda de la revolución democrática, que parte de la defensa de los derechos del pueblo, particularmente de la vida y la libertad y se concreta en la garantía de acceso a los bienes del progreso: educación, nutrición, servicio universal de salud, techo, crédito y una infraestructura pública que iguale a los ciudadanos en los derechos económicos básicos.

Nuestros pueblos miran el futuro con esperanza. En lo interno, tenemos que dejar sentadas las bases de una presencia dinámica, altiva, orgullosa en el escenario internacional. La excelencia de nuestro capital humano, la alta calidad de nuestros productos, la productividad que estamos ganando con los avances de nuestras políticas educativas, nos abren amplios caminos para estar en el escenario mundial con el espíritu de los triunfadores.

Presidente Fox: Colombia tiene el propósito indeclinable de avanzar por la senda de un capitalismo social, con nuevos empresarios surgidos de todos los sectores de la sociedad, llenos de entusiasmo y respaldados por una sociedad que aprecia la iniciativa privada, la rodea de garantías y seguridades y la exalta como la mejor vía para lograr el bienestar colectivo.

Estamos construyendo un modelo en el que los trabajadores destierren el discurso agitacional que tanto daño hizo a Latinoamérica, porque sólo exaltaba la pasión sin avizorar el porvenir, sembraba el odio y negaba finalmente la reivindicación.

Ahora los trabajadores están comprometiendo paso a paso, en grandes saltos con la sociedad pluralista, del debate permanente sin acidez, de la sociedad, de la multiplicidad de ideas diferentes, pero todas expresadas y confrontadas con fraternidad. De la sociedad sin exclusiones, de la sociedad sin odios.

Los trabajadores están comprometiendo ahorros y esfuerzos como capital de empresas que con su empeño se salvan como fuentes de empleo.

Nuestra presencia en los escenarios de la negociación de los nuevos términos del comercio internacional, incluye la asistencia y aporte solidario de los representantes del trabajo, del capital, de las fuerzas políticas, del conjunto de la sociedad civil.

Ese conjunto de fuerzas, Presidente Fox, sigue trabajando esforzadamente y enfrenta con energía la amenaza terrorista, que se alimenta del inmundo comercio de la droga. Agradecemos a la comunidad internacional, al pueblo mexicano, a su Gobierno que usted preside, la solidaridad con el pueblo y el gobierno de Colombia para derrotar el terrorismo y el flagelo que lo alimenta: la droga.

Colombia no podía quedarse sola enfrentando al crimen organizado que, bajo la fachada de la reivindicación política, sumió en el dolor y la desesperanza a las comunidades campesinas y a las barriadas de las grandes ciudades.

Muchas gracias, Presidente, por ayudarnos a poner en evidencia en el concierto mundial, que los violentos de Colombia son simplemente terroristas que hacen una guerra contra el pueblo y se convierten en el más riesgoso desafío a la democracia.

El crimen organizado, que actúa bajo siglas que intentan que se les confunda con organizaciones políticas, no merece que se le otorguen trincheras de propaganda. La complacencia ante el terrorismo, termina convirtiendo al complaciente en su próxima víctima.

Las decisiones de su Gobierno nos permiten mostrar ante la comunidad internacional unos pasos lógicos y acertados, que ayudan enormemente a Colombia para que se cierren en todo el mundo las ventajas propagandísticas del terrorismo.

México ha venido perfeccionando su relación comercial con el mundo, ha avanzando mucho en el libre comercio, es el país –como usted lo recordaba esta mañana- con mayor cantidad de acuerdos de comercio. Colombia empieza a recorrer esa senda. Llegó la hora, Presidente, para que nuestros dos pueblos conviertan su hermandad étnica, política y cultural, en sociedad económica, en integración, en intercambio de productos, inversión recíproca y libre tránsito de nuestros conciudadanos por la gran patria latinoamericana.

Presidente, agradezco inmensamente el Águila Azteca, lo llevaré siempre en el corazón, en el compromiso.

El Collar de San Carlos es una expresión de nuestro pueblo agradecido con esta gran Nación, con su Gobierno.

Esta semana sí que nos despierta gratitud con México. Usted convocó y condujo, con eficacia gerencial la cumbre de Guadalajara. Allí se pasó de la república que le tira cortinas de humo a los grandes problemas, al examen descarnado de los grandes problemas.

Se dijo que necesitamos el multilateralismo, que el mundo de hoy, en ausencia del multilateralismo, sería presa de la ley de la selva. Que requerimos el multilateralismo en todas sus expresiones, pero hay que revisarlo, actualizarlo, mejorarlo.

Usted nos permitió decir lo que muchos sentíamos y nos atrevíamos, que ese multilateralismo hay que revisarlo en el Fondo Monetario, no para que sea complaciente y permisivo, con acciones de malos gobiernos, sino para que convierta el propósito de la estabilidad macroeconómica en la realidad de la estabilidad social, para que revise los techos fiscales para que nuestros países puedan realizar todas las inversiones que se requieren en competitividad, en generación de nuevas empresas y de nuevos empresarios.

La amenaza hoy al capitalismo no surge de las viejas tesis que lo confrontaron, surge de su incapacidad de generar nuevas empresas y nuevos empresarios, de darle a cada ciudadano la oportunidad de ser empresario y en eso tiene que trabajar el multilateralismo.

El multilateralismo tiene que entender que requerimos espacio fiscal y financiero para las grandes obras del Continente. Los bancos multilaterales tienen que entender que requerimos financiar la equidad, que no podemos permitir que los créditos para financiar la equidad, los derechos básicos de nuestros ciudadanos, deban seguir la suerte de las volatilidades del mercado. Todo eso nos permitió ser expresado en la cumbre de Guadalajara.

Si hay un país que siente la necesidad del multilateralismo en el área de la seguridad es Colombia, afectada por 50 mil terroristas y 100 mil hectáreas de droga que los financia, pero ese multilateralismo no puede ser de sesgos ideológicos, no puede ser de retórica, tiene que ser práctico para prevenir, para solucionar.

Cuando los problemas no encuentran oportunamente solución en el multilateralismo, empiezan a recorrer el camino aciago y travieso del bilateralismo o de las imposiciones unilaterales.

Y nos queda un gran compromiso de Guadalajara: la cohesión social. No basta con la democracia, los países del Continente hicieron el tránsito de las dictaduras militaristas, a las democracias que vienen ganando en pluralidad, pero la legitimación de esas democracias depende de la capacidad de practicarlas en lo representativo y en lo participativo y lo participativo tiene que conectar lo político con la igualdad de oportunidades en lo económico y en lo social.

Hoy, el desafío democrático no se origina en amenazas militares ni en probabilidades de golpes de Estado sino en falta de legitimidad o de apoyo popular a las instituciones por la incapacidad de las instituciones de construir justicia social.

Esta mañana, Presidente, bajo su conducción gerencial, hemos tenido la oportunidad de repasar temas bilaterales de gran importancia: compromiso operativo y eficaz contra la droga, sin retórica. El examen del G – 3. El avance ilusionante en el crecimiento de los volúmenes de comercio entre México y Colombia. En la confianza de los inversionistas para invertir allá, para invertir acá.

Nos hemos propuesto, Presidente, seguir su tesis: la necesidad de un producto para atender el mercado interno, debe resolverse primero trayéndolo de un país amigo, de un país socio, antes que acudir a tercero. ¡Qué buena pauta esa para ampliar con tranquilidad nuestras relaciones de comercio!

Y qué bueno poderle llevar al Continente la noticia de que vamos a unirnos más en lo físico. Ustedes nos han dado el visto bueno del ingreso de Colombia al Plan Panamá – Puebla, nos han recibido con alborozo y aspiramos que sus declaraciones de esta mañana hagan eco en todos los países hermanos de Centroamérica.

Y tan pronto se notifique la admisión oficial de Colombia en el grupo Panamá – Puebla, empezaremos tres acciones. La primera: gestionar los recursos de crédito con el Banco de Japón, con el Banco Mundial o con el Banco Interamericano para la construcción de la carretera costanera entre Colombia y Panamá.

Allí sigue separado el Continente, no hablaremos más del Tapón del Darién para no desafiar los nobles interese ecologistas, pero sí la construiremos por la costa, por donde se viene dando un curso lento de comunicación entre las comunidades. Colombia asume la responsabilidad de construir el tramo que a ella le corresponde.

Ya hemos terminado el estudio de las opciones ecológicas para la interconexión eléctrica, la problemática energética se erige en la barrera que, si no resolvemos, habrá de frenar el crecimiento económico en la próxima década. De ahí la importancia de que conectemos nuestras políticas energéticas, de que conectemos las dos Américas con la línea de transmisión de energía. Colombia se propone construirla hasta la frontera y también con los gasoductos o las alternativas de transporte del gas.

Presidente, esta condecoración me compromete con la tradición democrática de nuestros dos pueblos. La libertad tiene un significado ético. El significado ético de ejercerla en procura del bien colectivo, lo cual exige que la búsqueda del bien individual no afecte ese bien colectivo.

Cada vez que recuerde esta ocasión, lo recordaré a usted, al lado de uno de los patricios de esta gran Nación, de Juárez, cuyo discurso alimenta el concepto moderno del contenido ético de la libertad: el derecho propio llega hasta donde empieza el derecho ajeno.

Alcemos esta copa, Presidente, por nuestras naciones, por nuestros pueblos. Por la bella paradoja de México, el celo en la soberanía y al atrevimiento en la apertura.

Muchas gracias. ¡Salud!

 
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