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ENCUENTRO CON COMPATRIOTAS RAIZALES
Mayo 31 de 2004 (San Andrés – Archipiélago de San Andrés y Providencia)

Compatriotas:

El diálogo siempre genera ilusiones y muchas veces trae decepciones. Esta Patria nuestra ha creado el mal hábito de dialogar con los violentos –que nunca quieren dialogar- y de negarse a dialogar con las gentes de bien, que siempre reclaman diálogo.

En estos 22 meses de Gobierno hemos hecho el esfuerzo de un diálogo permanente con los compatriotas, diálogo que como lo acaba de decir el pastor Howard Robinson, lo hemos adelantado con inmenso cariño para sembrar un antecedente, para cambiar un hábito, para que la Nación piense más en promover el diálogo entre todos aquellos que vivimos pacíficamente, que con nuestro ejercicio cotidiano queremos honrar la Constitución y dejar atrás el hábito de querer dialogar simplemente con los delincuentes.

El diálogo es lo primero que se necesita en una relación. Una relación lo primero que requiere es un canal de comunicación, el diálogo tiene que ser creativo, sin dogmatismos, uno no puede tener posiciones fundamentalistas en el diálogo, tiene que estar abierto a identificar los intereses de los actores del diálogos, los propios, en este caso los intereses de ustedes, todos los superiores intereses de la Nación.

El diálogo necesita buscar opciones, no se puede quedar en el ‘tome o deje’, no se puede quedar en la contradicción antagónica, no se puede quedar en el enfrentamiento destructor, tiene que ser explorador de opciones.

Cuando en el diálogo se definen opciones, para honrar ese diálogo hay que cumplir con las opciones definidas, de lo contrario el diálogo pierde credibilidad. Por supuesto esas opciones que se definen, que son los compromisos que se adquieren y que se deben cumplir, tienen que ser opciones posibles, porque uno de los hechos que ha causado decepciones en el diálogo, es que en el furor del diálogo o en el afán de superarlo, se hacen promesas que nunca se cumplen y entonces, finalmente, sobreviene la decepción y se pierde la credibilidad.

En el diálogo con todos los compatriotas en estos 22 meses de Gobierno, hemos procurado estimular el afán por Colombia, por resolverle problemas pero sin convertir ese ejercicio en una fuente de demagogia. Hemos procurado llegar a conclusiones que nos permitan combinar el afán y la ambición de resolver problemas, con una buena dosis de realismo, para no incurrir en la ilusión imposible que afecte ese diálogo.

Vamos a suponer que este es el extremo del realismo en extremo, el que dice: nada se puede, nada se puede, que se las tiran de ser tan realistas que todo lo niegan. Y éste otro, es el extremo de los que creen que todo se puede, ya rayan en la ilusión, entonces aquí se incurrir en la promesa demagógica que no se cumple y se pierde credibilidad.

Vamos a bregar a situarnos por el centro, para avanzar con entusiasmo y no quedarnos allá en ese realismo que no deja avanzar, pero sin llegar allí, para ano afectar la credibilidad.

Esta Nación, hay que procurar construirla con democracia pluralista. La democracia pluralista implica respeto a toda la diversidad de opciones, el problema es que muchos interpretan el pluralismo, como el derecho al radicalismo y eso hace inmenso daño.

Muchos interpretan el pluralismo como una oportunidad para el enfrentamiento antagónico. Si así entendemos el pluralismo, el pluralismo no nos deja avanzar en Colombia. El pluralismo hay que entenderlo como la posibilidad de que bajo el cielo de la Patria germinen todas las ideas, que todas se discutan, pero sin antagonismos, sin acidez, con la menor agresividad, sin proponerlas destructivamente, que se discutan todas las ideas, pero amable, solidaria, fraterna, creativamente.

Por eso he dicho: construyamos una Nación en permanente debate fraterno, emulación de ideas, pero con fraternidad. Eso es bien importante: una Nación sin exclusiones pero también sin odios. Para la cohesión social de ésta Nación es muy importante que todos aportemos para que no haya ciudadanos excluidos, pero que todos nos preparemos para que no florezca el odio, que tanto daño ha hecho en el discurrir de ésta Nación.

A mi me preocupa enormemente el Archipiélago, lo que acabamos de oír de ustedes tiene un gran peso. La preocupación por sus hijos, preocupación por la tierra de sus hijos, es la preocupación que tenemos que tener por los hijos de todos y los que habrán de venir, por las nuevas generaciones de ésta gran Nación.

Creo que hay una serie de errores acumulados. Esta mañana me fui a trotar para volver a ver las calles, cómo había eso de aseo hoy, no estaba bien, me mostraban, por allí un pavimento destruido, por allí donde hace unos años abrieron para un acueducto, un alcantarillado y dejaron eso simplemente tapado con tierra y algo de balasto, no pusieron su base, no pusieron pavimento. Me ha impresionado mucho el daño que se hizo permitiendo que las construcciones se montaran sobre el mar.

Esto sería muy distintos si todas las construcciones hubieran tenido que tener una distancia al mar como la que se presenta en el hotel Isleño, tal vez ese es el único que muestra una, que se respetó una distancia al mar. Y ese frente no debería tener calle, debería tener solamente naturaleza para ustedes y para los turistas, que son fuente de ingreso.

Este Gobierno le ha tocado una situación bien difícil. Mi Dios sabe como hace las cosas, si a las ganas de uno le sumara plata, uno no sabe. Nos dio muchas ganas, pero un presupuesto delgadito. Tengan la certeza que en lo que falta de éste Gobierno vamos a seguir haciendo un gran esfuerzo con toda la honradez para dejar un caminito avanzando en el Archipiélago.

Al mis compañeros de Gobierno se van a referir al tema de esas obras que es motivo de permanente preocupación en la Presidencia: el aeropuerto, las vías, el acueducto, el hotel, el hospital, el turismo, lo miramos también.

En fin, me es muy grato este diálogo con ustedes, vamos a ponerlo en éste punto: procuremos que salga algo constructivo. En el ejercicio del diálogo se impone la paciencia porque para situarse en éste punto, donde haya compromisos que no lleguen a ser demagogia, las cosas se dan muy lentamente, entonces por eso hay que ser muy reiterativo y ser muy paciente.

Este ejercicio tiene un símbolo, ésta Nación ha tenido, en sectores de la clase dirigente, una inclinación de cobardía para prestarse siempre, al diálogo con los armados y una debilidad para negarse siempre, al diálogo con quienes viven al amparo de la Constitución. Reorientemos eso.

Muchas gracias.

 
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