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XIII CONGRESO COLOMBIANO DE PUBLICIDAD
Octubre 6 de 2004 (Cartagena de Indias – Bolívar)

Compatriotas:

Quiero saludarlos muy afectuosamente. Me gusta mucho oír a Nora Sanín expresar que se les ha recuperado bastante la confianza en el sector, la convocatoria a estos eventos para reunirse, examinar los temas específicos de su área y los generales de la Patria, con una visión de largo plazo.

Quiero saludar a ese ilustre compatriota, ejemplo en tantas expresiones de la vida, humanista, campeón: Juan B. Fernández.

Necesita la actividad de ustedes el medio propicio en dos expresiones: las libertades públicas y el vigor de la economía.

La tradición colombiana era bien desafecta a las políticas de seguridad porque se les asociaba con la restricción de las libertades públicas. Estábamos guiados por un concepto de civilidad, a mi juicio deformado, que le daba a una propuesta de seguridad una connotación de restricción de las libertades públicas. Nosotros hemos trabajado para recuperar la confianza en Colombia, la búsqueda de la seguridad, la recuperación de la economía, la transparencia y la búsqueda de la cohesión social.

Esa búsqueda de la seguridad la hemos trabajado bajo el lema de Seguridad Democrática. ¿Por qué Seguridad Democrática? Porque tiene que ser un concepto consecuente con una práctica de seguridad para todos, de seguridad para aquellos que profesan ideas afectas al Gobierno y para aquellos que piensan de manera diferente a cómo se piensa en el Gobierno. De seguridad para los dirigentes gremiales, para los dirigentes sindicales, de seguridad para todos los colombianos.

Construir una sociedad pluralista requiere que el concepto de seguridad esté por encima de la divergencia política, implica que las instituciones de seguridad estén por encima de la divergencia política.

A América Latina la recorrió la teoría de la Seguridad Nacional que se utilizó simplemente para invocar el poder del Estado a fin de de perseguir a los disidentes.

Justamente, para establecer los linderos entre lo que fue la búsqueda de seguridad en aquella época y lo que tiene que ser la búsqueda de seguridad en la nuestra, es que hemos venido trabajando la seguridad en su acepción democrática.

Falta mucho recorrido pero con una firme determinación de recuperar la seguridad, de derrotar el terrorismo y de fortalecer la democracia, el país tiene que ganar. Mientras nos reunimos en este bello Teatro Heredia de Cartagena, más de 20 mil soldados de la Patria se debaten en la selva colombiana, expuestos a todos los riesgos, en medio de todas las incomodidades y dificultades, para restablecer la seguridad para todos sus compatriotas. Ese medio propicio para ustedes, que es el pleno goce de las libertades, lo queremos cuidar con toda la delicadeza en la aplicación de esta política de seguridad.

Nosotros entendemos que la protesta cabe en el orden. Nosotros entendemos que esa seguridad y ese orden, para devolverles la credibilidad a los colombianos en sus instituciones, tienen que ser tan eficaces como transparentes. La agresividad de nuestra Fuerza Pública para recuperar la seguridad tiene que ir de la mano de la transparencia y los derechos humanos.

Quiero reiterar ante ustedes todo el compromiso con el rescate de la seguridad y todo el compromiso con el respeto total a las libertades públicas.

El tema de la recuperación de la economía es otro fundamental para hacer que ese medio sea propicio. Estamos empeñados en esa tarea, nuestro objetivo con toda devoción, es que la economía colombiana se ponga a crecer sobre el 5 por ciento de manera permanente. Lo requerimos para poder derrotar la pobreza, lo requerimos para poder derrotar los altos índices de desempleo, lo requerimos para el bienestar de todos nuestros compatriotas.

Hemos hecho el compromiso de reducir la pobreza en un índice superior al del crecimiento económico. Es imposible sin un crecimiento económico acelerado, avanzar en la derrota de la pobreza. No hay con qué financiar la derrota de la pobreza si no apoyamos esa estrategia en un crecimiento económico acelerado.

El país, entre los años 60 y 1980, creció alrededor del 4.5 por ciento. Entre 1980 y el año 2002, en promedio creció al 2 por ciento. Entre 1994 y el año 2000, el desempleo general pasó de 7.5 a casi el 20 por ciento y el desempleo de los jefes de hogar del 4 al 10 por ciento.

Hemos logrado bajar el desempleo en tres puntos, pero sigue muy alto. Tenemos que acentuar todas las acciones para acelerar el crecimiento de la economía a fin de poder reducir ese desempleo.

Por supuesto estamos trabajando en un marco fiscal muy difícil: un déficit fiscal muy alto, un endeudamiento muy alto, un servicio de deuda muy alto. Déficits fiscales del 4.2 por ciento, con endeudamientos del 54 por ciento del PIB y servicios de deuda que comprometen el 40 por ciento del presupuesto de cada año, integran un cuadro difícil de manejar en las finanzas públicas, pero lo tenemos que superar.

Para esa estabilidad fiscal hemos venido trabajando el aumento de los ingresos del Estado, la reducción de costos discrecionales como los costos burocráticos del Estado, la sostenibilidad de las empresas del Estado, la confianza de inversión en Colombia.

En efecto, para poder aumentar los ingresos del Estado hemos debido acudir a varias reformas tributarias y la tarea estructural no está completa, por eso hay que persistir en un tema tan difícil pero tan necesario.

Hemos aumentado el impuesto de renta y hemos revivido el impuesto de patrimonio, pero también hemos introducido unos incentivos bien importantes para estimular el crecimiento de la economía. Diría que en la concepción estructural de la parte tributaria que hemos venido trabajando, juega un papel esencial esta orientación: una tributación relativamente alta y costosa para quienes no quieran crecer y una tributación con estímulos para quienes quieran crecer.

La deducción tributaria del 30 por ciento a las inversiones generadoras de renta, se constituye en un gran aliciente para crecer. Las cifras acompañan a ser optimistas.

A pesar de todas nuestras dificultades, la inversión está creciendo por encima del 18 por ciento. La adquisición de bienes de capital en el sector industrial este año, supera el 25 por ciento. Las reuniones con inversionistas nacionales y extranjeros que realizamos permanentemente, dan la sensación de que hay gran ánimo para invertir en Colombia.

Sin desconocer todas las dificultades, asistiendo a una reunión de inversionistas la semana pasada en Nueva York, me hacía esta reflexión: por épocas ha habido interés en invertir en Colombia en el carbón, por épocas hemos percibido interés de invertir en telecomunicaciones para asociarse con Telecom, por épocas para invertir en petróleo, por épocas desinterés total. Ahora encontramos un interés general para invertir en Colombia y en todos los sectores.

Alguien se atrevió a decir en esa reunión, la semana pasada, que Colombia está de moda. Pero eso hay que cuidarlo, la tarea hay que estarla mirando con toda delicadeza e identificar lo que nos falta para poder seguir adelante y en el tema tributario nos faltan esfuerzos.

Por supuesto, comprendo que si hay unos estímulos que se requieren, son aquellos estímulos relacionados con la libertad de prensa, con la libertad e información. Por eso, expreso toda la disposición de examinar, con ustedes, las propuestas del Gobierno en materia tributaria que cursan en el Congreso de la República, porque para nosotros es caro y esencial que el país, en ninguna de las acciones oficiales, obstaculice la libertad de medios.

Hemos hecho un gran esfuerzo para ampliar la base. En renta hemos incorporado más de 300 mil contribuyentes, aspiro que al finalizar el año 2006 Colombia haya pasado de 500 mil contribuyentes que teníamos en el 2002, a 2 millones.

Tomamos la decisión de que todas las personas vinculadas a la DIAN (Dirección de Impuestos Nacionales) tengan que vincularse por concurso de méritos, nadie por recomendación política. Estamos avanzando en un programa de modernización de la DIAN de gran importancia, que se llama el Programa Muisca. Confío que, en febrero del año entrante, cuando los colombianos empiecen a presentar la declaración de renta, gracias al Programa Muisca, puedan empezar a presentar esa declaración de renta a través del computador.

Hemos hecho un gran esfuerzo para reducir los gastos discrecionales del Estado. Hemos tenido que aumentar los gastos de seguridad y tenemos unos que no controlamos, como los de pensiones. De allí la importancia de insistir en esa reforma que estamos tramitando en el Congreso.

Se han reformado 142 empresas del Estado. La antigua Telecom estaba perdiendo medio billón al año, se aprestaba a decirle al Ministerio de Hacienda: ‘págueme las pensiones que no tengo con qué’. Afortunadamente, con las utilidades de este año, la nueva Telecom alcanza a pagar totalmente la factura pensional de la vieja Telecom y a invertir alrededor de 250 mil millones (de pesos).

El SENA, con los mismos recursos de las cotizaciones, gracias a la reforma, sin un peso del Presupuesto Nacional, adicional a esas cotizaciones, ha pasado de formar millón 100 mil colombianos a formar este año 2 millones 600 mil colombianos. Aspiramos que en el año 2006 esté formando 4 millones de colombianos. Pero la entidad ha sido desburocratizada profundamente, ha suspendido inversiones en construcciones, empieza a trabajar hoy con la conectividad y además ha hecho un gran uso de recursos de formación que se ofrecen en toda la Patria por parte del sector privado.

Nos falta muchísimo en materia de reformas, no obstante haber reformado 142 empresas del estado. Estamos empezando la durísima tarea de la reestructuración de los hospitales públicos. Esta mañana, algunos periodistas de Bogotá me preguntaban por la marcha de los estudiantes provenientes de Bucaramanga, les dije: hombre, la protesta cabe en el orden. Yo no estuve de acuerdo con los motivos de la marcha de los indígenas del Cauca, pero hicimos un compromiso, ellos se comprometieron a no obstruir las vías, a no afectar la tranquilidad de los ciudadanos y el Gobierno respetó totalmente esa marcha, la Fuerza Pública los protegió.

Los muchachos de Bucaramanga están marchando en protesta por la situación de los hospitales públicos. Si yo tuviera su edad, con el entusiasmo con que ejercía la política en esa época, seguramente los estaría acompañando en esa marcha. Y tienen toda la razón, pero necesitamos una reflexión: nada ganamos simplemente con asignarles recursos presupuestales a los hospitales públicos, si no se reforman. Hospitales con 37 salarios al año son insostenibles.

Nuestra tesis no es una tesis de privatización a ultranza, lo público se requiere por razones comunitarias, lo público se requiere por razones de equidad social, lo público se requiere para defender a la comunidad frente a fallas del mercado. Lo público lo requiere una sociedad con desequilibrios y pobreza como la sociedad colombiana, pero lo público tiene que ser sostenible.

Entonces, vamos a emprender esa tarea de reformar los hospitales públicos. Con la aprobación del presupuesto de la Nación y con la adición presupuestal, vamos a invertir en los hospitales públicos, entre este mes de octubre y marzo del año entrante, alrededor de 400 mil millones de pesos, pero necesitamos que los hospitales públicos se reformen. Porque nada gana el país si el Gobierno, por calmar una protesta, gira unos dineros a los hospitales públicos, estos no se reforman y la crisis reaparece al cabo de pocos meses.

Ha sido nuestra tesis con Ecopetrol: tuvimos que sostener durante dos años ese conflicto laboral en Ecopetrol. Le dije muchas veces al sindicato: si no reformamos el esquema laboral de Ecopetrol, si no reformamos el esquema pensional de Ecopetrol, en un país que además sufre una declinación de producción petrolera y que todavía no ha encontrado cómo va a sustituir esa producción, cómo va a garantizar la autosuficiencia, excedentes exportables, Ecopetrol va pasar de ser una garantía para el Presupuesto Nacional a convertirse en una carga tormentosa para el Presupuesto Nacional. La sostenibilidad del Estado es fundamental.

Me veo en la obligación de recordar a mis compatriotas estos temas porque un Gobierno que ha venido insistiendo en el aumento de recursos, le tiene que decir a los ciudadanos que esos recursos no son para dilapidarlos en entidades burocráticas, que estamos con un compromiso profundo para reformar todo lo que haya que reformar del Estado colombiano. Hemos reformado 142 empresas del Estado, pero la tarea apenas comienza. Cuando pienso en lo que tenemos que hacer en los hospitales públicos, en las clínicas del Seguro Social, veo una tarea inmensa enfrente de nosotros.

Repito pues toda mi voluntad de examinar con ustedes el tema tributario.

El TLC

Es tan grave vivir en el empirismo puro como dejarse llevar del fundamentalismo ideológico. El empirismo puro, al cual no subyace una visión filosófica, sociológica y política de la vida y de la comunidad, es un riesgo inmenso, es una fuerza sin dirección.

El fundamentalismo, la posesión esquemática, rígida, es una amenaza al disenso y a las buenas opciones.

Nosotros necesitamos tener una dirección para la sociedad colombiana, pero también necesitamos una dosis muy importante de pragmatismo. Queremos ayudar a que Colombia sea todos los días una sociedad más pluralista, en permanente debate, pero en debate sin antagonismos fundamentalistas, en debate fraterno, en debate creativo, en debate que permita la síntesis de los contrarios, el hallazgo de las opciones.

Y esa concepción, elemental para la sociedad colombiana, nos obliga a trabajar por el bienestar, del cual hablaba Juan B. Y ese bienestar recogiere trabajar mucho sobre la economía interna, donde tenemos millones de ciudadanos excluidos, que en la medida que logremos incorporarlos, simplemente al conjunto de consumidores, se encargan de reactivar enormemente la economía.

Pero no podemos aislarnos del mundo. Ninguna economía hoy quiere estar cerrada. Aquellas tendencias que en el pasado se inspiraron en Cuba, en China y en Vietnam y que hoy quisieran ver una economía colombiana cerrada, deberían revisar que las economías que más se quieren abrir son la cubana, la china, la vietnamita. Si no existiera la Ley Burton – Helms, que le pone talanqueras a tanta inversión en Cuba, Cuba estaría convertida en uno de los mayores destinos de inversión privada internacional. Ni que hablar de qué ha pasado en China con la economía, con la apertura, con la inversión, a pesar de estar gobernado por los epígonos de Mao Tse Tung.

Y los vietnamitas, antes que reestablecer relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, sin curar todavía las heridas de la guerra, desesperadamente buscaban inversión norteamericana en Vietnam.

Nosotros necesitamos abrir mercados, atraer inversión. Eso es fundamental.

Colombia conoce que le va bien cuándo tiene posibilidades de acceso al mercado de Estados Unidos o de Europa y le va mal cuando se restringen esas posibilidades. Fue muy difícil sustituir al ATPA, lo logramos con el ATPDEA, casi no logramos la proclamación a finales del año 2002 y su duración es muy limitada, termina el 31 de diciembre del año 2006, muy corta duración.

El ALCA lo vemos hoy muy lejano. Le pregunto a mis compatriotas: ¿qué nos puede pasar si termina el ATPDEA y no tenemos el ALCA? Algunos me dicen: ‘Presidente, que nos renueven y nos prolonguen el Atpdea’. Les contesto: no tenemos seguridad de ello. Y hemos oído voces en los Estados Unidos que dicen: ‘¿por qué si tenemos tratados de comercio con otros países con muchas dificultades y con mucha pobreza, por qué a los países andinos les tenemos prolongar un tratamiento de concesiones unilaterales sin hacer tratado? Y además, esos tratamientos de concesiones unilaterales son muy precarios, no generan suficiente confianza inversionista’.

Cuando logramos la aprobación de la ATPDEA, le dije a los inversionistas: bueno, es hora de invertir en Colombia para exportar a Estados Unidos. Y me dijeron: ‘no tenemos certeza, porque eso apenas dura dos o cuatro años. En cambio un Tratado de Comercio da toda la certeza para poder invertir’.

Quiero llamar la atención sobre la necesidad de tener ese Tratado, equitativo por supuesto, es la única manera cómo funciona.

Algunos me decían: ‘¿y por qué en lugar de negociar con los Estados Unidos no negociábamos con América del Sur? Ya lo hicimos. Nosotros emprendimos y culminamos la negociación de la Comunidad Andina y MERCOSUR, logramos un gran consenso entre todos los sectores de la Patria que acudieron a acompañarnos en esa negociación. Para poner en vigencia ese Tratado, falta un acuerdo sobre soya, entre Venezuela y Paraguay. Lo que compete a Colombia está perfeccionado.

Creo que eso nos da una gran posibilidad hacia América del Sur y una gran autoridad política para buscar el tratado con los Estados Unidos.

Estamos trabajando dos etapas con la Unión Europa. Primero, una extensión por 10 años del Sistema General de Preferencias y segundo, la negociación de la Unión Europea y la Comunidad Andina.

Claro que estos tratados suscitan preocupaciones. El tema de la propiedad intelectual. Allí hay una válida preocupación de ustedes, el tema de los derechos de autor. En lo que se refiere a medicamentos y agroquímicos, logramos avanzar muchísimo con nuestros decretos de finales de año 2002.

Viene un tema de propiedad intelectual bien particular, que es el tema de las comunicaciones, de los anunciadores, de la producción, de mercadeo. Ese, como los otros temas, queremos manejarlos muy de consenso con ustedes. El Gobierno preparó bien un equipo de negociadores, ese equipo, si se le compara con la experiencia, es mucho mejor preparado que la experiencia que han tenido. Están trabajando con un esquema muy creativo de opciones.

Y hemos venido buscando mejorar el consenso nacional con todos los sectores de la producción y de los servicios, con las fuerzas políticas representadas en el Congreso, con las regiones.

En la última ronda en Puerto Rico, la asistencia colombiana fue inmensa. En la oficina de al lado de las negociaciones, ha habido permanentemente una delegación muy nutrida de todos los sectores de la Patria. Quiero ofrecerles a ustedes toda la vocación de concertación para que las cláusulas que refieren a este sector y que habrán de consignarse en el TLC, sean unas cláusulas equitativas, que den a ustedes oportunidades y no creen mayores dificultades de las que ustedes han tenido que sortear en tanto años difíciles de la Patria.

Veo que eso bien manejado nos puede ayudar a que crezca mucho más esta economía y que podemos ir cumpliendo las metas de derrota de la pobreza y de disminución del desempleo.

Un compromiso de nuestros negociadores en Lima, les impide estar aquí con ustedes esta semana. Pero en nombre de ellos, del Ministro de Comercio (Jorge Humberto Botero), de nuestro de nuestro Director del Equipo Negociador, quiero reiterar el compromiso de estar en permanente ejercicio de examen de opciones con ustedes, para que aquello que finalmente se acuerde sea totalmente conveniente a los superiores intereses de la Patria y del sector de ustedes.

Quisiera no extender más estas palabras y escucharles algún comentario, preocupación, inquietud, sobre todos estos temas, en un momento de inquietudes nacionales, pero en un bonito momento.

Una Patria que empieza nuevamente a tener crecimientos de la economía altos, crecimientos de la inversión altos, que empieza a recuperar el ingreso de los trabajadores a la seguridad social, es una Patria que esta en un momento, de pronto, menos difícil que los que ha padecido. Y si no nos han abatido el ánimo en momentos más difíciles, menos ahora, doctora Nora. Como dicen en las tierras de sus ancestros: en peores esquinas nos encontró la noche.

Les ofrezco la palabra. Muchas gracias.

 
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