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100 AÑOS DE POSTOBÓN
Octubre 14 de 2004 (Bogotá - Cundinamarca)

Compatriotas:

Hace 100, una simbiosis de circunstancias económicas favorables, casualidades increíbles y la existencia de hombres indicados, en el momento y lugar oportunos, dieron origen a una empresa como Postobón, principal fabricante de gaseosas en la Patria.

Cuenta don Lisandro Ochoa, en Cosas Viejas de la Villa de la Candelaria, que estando don Gabriel Posada Villa en la casa de baños ‘El Edén’, vio en el corredor unas máquinas desarmadas y preguntó al propietario, para qué servían y por pura curiosidad cuánto valían. Le respondieron “que eran para fabricar y embotellar bebidas y que valían tres mil pesos”. Posada, medio en broma, ofreció mil. Arango, el propietario, sin discusión, aceptó la oferta. Don Gabriel no tomó la cosa en serio, pero al otro día apareció alguien, con un recado, cobrándole los mil pesos y pidiéndole que retirara las máquinas porque estorbaban. No le quedó otro remedio que pagar y asociarse con el boticario don Valerio Tobón, buscarle sitio a las máquinas, limpiarlas y comenzar a producir el Jarabe Cramer. Así nació Posada y Tobón que con el tiempo fue Postobón.

Es el ejemplo de una industria que se impone en un mercado cautivado por la calidad, la innovación y la empatía entre los empresarios y consumidores.

Postobón es la demostración fehaciente de la capacidad de los colombianos para competir arrolladoramente en el mundo, lo que en el caso de las gaseosas colombianas, mereció que el Presidente Fidel Castro expresara públicamente su admiración por un industrial que, a puro pulso, había logrado imponerse en el mercado interior, frente a las más extensas multinacionales.

Doctor Carlos Ardila: impongo la Orden Nacional al Mérito en Grado Cruz de Plata a una empresa de la cual es usted líder, alma y nervio. Los jóvenes que hoy se preparan para enfrentar un destino difícil, deben estudiar el caso extraordinario de Postobón, de su conducción, del trabajo mancomunado de miles de hombres y mujeres, que han hecho de esta organización el escenario de realización personal, en el que todos tienen derecho a progresar y a avanzar desde la base hasta las más altas responsabilidades.

Postobón es la demostración de que Colombia es terreno fértil para la existencia de una empresa privada vigorosa. Empresa privada cuyo crecimiento tenemos que motivar para que las grandes masas de compatriotas sumidos en la informalidad y en la miseria puedan reivindicarse, para que puedan disfrutar del derecho a convertir su esfuerzo, su sacrificio en una empresa mediana, pequeña, grande, eficiente, que a todos dé oportunidades.

Felicitaciones doctor Ardila por este centenario. Felicitaciones a toda la familia Postobón, a los trabajadores y directivos que han logrado esta gesta de 100 años.

Felicitaciones por la labor social de esta empresa, ejemplo de una relación armoniosa entre empresarios y trabajadores, una empresa que en los momentos difíciles de Coltejer ha venido a convertirse en el factor de seguridad y de tranquilidad para los miles de jubilados de la textilera.

No puedo dejar de reiterar esta noche, en el centenario de Postobón, todo nuestro compromiso con la empresa privada colombiana.

A ratos, cuando en el país se trata de imponer obstáculos al crecimiento de la empresa privada, me pregunto: ¿por qué aquellas economías que otrora, no hace muchos años, se abrazaban con el fundamentalismo marxista están hoy abiertas a la empresa privada, ansiosas ofreciendo estímulos a la empresa privada, creando toda clase de atractivos y nosotros somos timoratos? Hay veces que nos parecería ser defensores vergonzantes de la empresa privada cuando las economías de orientación política, aparentemente diferente a la nuestra, viven con los brazos abiertos para la empresa privada.

Es inseparable en la Colombia de hoy el crecimiento de la empresa privada con la inversión social. En los años 70, en América Latina asistimos a la controversia entre el crecimiento o la distribución, pero ¿qué ha pasado? Las circunstancias han llevado a cerrar esa controversia. Hoy es imposible financiar la distribución, financiar la equidad si no crece vigorosamente la empresa privada.

Colombia es un caso clarísimo de que la miseria no se le debe a la empresa privada sino a la ausencia de empresa privada. La violencia, las dificultades, desmotivaron el crecimiento de la empresa privada cuando crecía nuestra población. Eran desalojados los campesinos, se aumentaban los cinturones de miseria en estas ciudades y nuestros compatriotas no tenían más remedio que debatirse en la miseria de la informalidad, justamente por falta de condiciones para el crecimiento de la empresa privada.

Tenemos que ser muy cuidadosos en las políticas estructurales, de visión de largo y mediano plazo y en las coyunturales. La Seguridad Democrática no puede tener vacilación. Los años de inseguridad han coincidido con el crecimiento del desempleo, con el crecimiento de la pobreza, con el crecimiento del déficit, con el crecimiento del endeudamiento. Los años de inseguridad han coincidido con los menores crecimientos de la economía y, por ende, con los mayores crecimientos de la miseria.

Y tenemos que ser muy cuidadosos en crear un entorno macroeconómico favorable a la confianza de los inversionistas. Y tenemos que ser muy cuidadosos en anticipar que solamente dispondremos de recursos para poder sacar adelante a las grandes masas empobrecidas de la Nación, en la medida que haya un vigoroso crecimiento de nuestra economía privada.

Cuando el desempleo entre 1994 y el año 2000 pasó del 7.5 a casi el 20 por ciento y en ese mismo período el desempleo de jefes de hogar pasó del 4 al 10 por ciento, parecería imposible frenar esa carrera. Gracias a la empresa privada, a pesar de que el Estado ha tenido que disminuir inversiones por el déficit fiscal, a pesar de los grandes esfuerzos en la lucha contra la inseguridad, el terrorismo y la droga, gracias a la empresa privada, hemos logrado frenar ese crecimiento del desempleo; generar en los últimos 25 meses, millón 200 mil empleos; volver a reactivar la seguridad social, ver que los trabajadores se afilian de nuevo a las cajas de compensación, a los sistemas pensionales, a los sistemas contributivos de salud.

Si no fuera por la empresa privada, el desempleo habría seguido su ritmo ascendente. Es muy alto tenerlo en el 13, pero si trabajamos con confianza en la empresa privada, podemos rebajarlo como lo exigen las grandes mayorías colombianas.

En la coyuntura hay que poner muchísimo cuidado. Que hagan un sacrificio los sectores privilegiados de pensiones es de gran importancia para garantizar el pago de las pensiones de los pobres y para poder dar confianza en Colombia a toda la inversión y aprovechar el momento.

Hay que aprovechar el momento y hacer las reformas que nos faltan. No nos podemos equivocar en lo tributario. Lo tributario tiene que medir la necesidad fiscal, tiene que medir la necesidad de equidad, pero también tiene que ser cuidadoso para construir confianza inversionista.

Por eso, en nombre de la equidad, no podemos incurrir en un discurso de impuesto de patrimonio o de renta que produzca unos resultados de bloqueo al crecimiento de la inversión. Por eso, en nombre de la equidad, no podemos frenar ampliaciones de bases de contribuyentes en aquellos impuestos, que al decir de muchos son regresivos, cuando lo regresivo es no disponer de los recursos para poder hacer inversión social.

Colombia vive un momento importante de confianza por parte de los inversionistas. En algún momento habíamos advertido confianza internacional para invertir en un renglón de la economía colombiana. O en el petróleo, en otros años en el carbón, en otros años para asociarse con Telecom o para comprar un banco. Lo que hoy observamos es un ambiente general de inversión en Colombia. En el dicho coloquial de mi terruño, Colombia parecería estar de moda, pero tenemos que ser muy cuidadosos para que Colombia esté de verdad de moda durante mucho, mucho rato, para que Colombia pueda generar empleo y disponer de los recursos para la inversión social.

Quiero rendirle a usted mi más sentido homenaje, doctor Carlos Ardila, por su ejemplo de empresarismo social, por su ejemplo de persistencia en Colombia, por su ejemplo de solidaridad.

Cuando converso con los sindicalistas de la industria textil, con los pensionados de Coltejer, allí ya no existe el discurso de odio de clases, allí existe una actitud y un discurso de reconocimiento a la tarea de un empresario que ha forjado empresa con el lema de la Constitución colombiana: “empresa privada como función social”.

Cuando añoramos una Patria en debate democrático, sin antagonismos insuperables, una Patria fraterna, una Patria sin exclusiones, pero una Patria sin odios de clases, es importante saber con quién la tenemos que construir.

Con su ejemplo, con su tarea empresarial, en la medida en que muchos colombianos imiten ese ejemplo y esa tarea empresarial, así podremos construir esa Patria.

Sería distinta la suerte de esos miles de trabajadores y de esos miles de pensionados, si no hubiera estado usted, con su criterio demócrata, cristiano y creativo, al frente de tan loable esfuerzo.

Muchas felicitaciones. Muchas gracias.

 
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