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REUNIÓN DE CANCILLERES Y MINISTROS DE MINAS Y ENERGÍA DEL SICA
Diciembre 09 de 2005 (Medellín – Antioquia)

Compatriotas:

Quiero saludarlos de todo corazón. Agradecer inmensamente la presencia de ustedes hoy en Medellín, agradecer su apertura y su generosidad, su visión para que Colombia pueda, como miembro que se ha venido integrando paulatinamente al Plan Panamá – Puebla, cumplir la tarea de vincular esa bella Centroamérica con Suramérica.

Cuenta la historia que a finales del siglo decimonónico, alguien, que años más tarde se convirtió en uno de los Presidentes mejor recordados y más realizadores de Colombia, el señor General Rafael Reyes, tuvo que partir de urgencia, comisionado por un gobierno de la época, a sofocar una sublevación en Panamá. Con cuántas dificultades se desplazó de Popayán y de Cali a la ciudad de Buenaventura, construyó embarcaciones y finalmente remontó el Istmo, para ubicarse ya no en el Pacífico sino en el Caribe y poder atender los problemas que habían surgido en Colombia.

La ciudad había sido incendiada, no había una autoridad que impusiera disciplina, el pueblo panameño, como buen pueblo del Caribe, detrás de cuya alegría hay un gran sentimiento de disciplina, demandaba que el Gobierno central de Colombia impusiera disciplina e impusiera orden. Bastante alarmado por la magnitud del incendio, por la impunidad, por la incapacidad de poner presos a los incendiarios, el General Reyes empezó a trabajar. Advirtió que si Colombia no ejercía autoridad, ese reclamo de autoridad y orden de los panameños, iba a contribuir a la separación definitiva.

Se acusa al General Reyes porque, capturados los responsables del incendio, cuando no existía la pena de muerte, se ordenó el fusilamiento. Él lo explicó ante la historia que había sido una decisión necesaria, para garantizar la unidad nacional. Pero aquello fue inevitable. Colombia sumida en las guerras y en el desorden, Colombia sumida en una falta de autoridad, cuyo vacío lo llenaban la anarquía y la confrontación parroquial, fue creando las condiciones para que finalmente, en 1903, se sesgara la independencia de la hermana Panamá. Cuenta la historia que mientras en Panamá ebullía el ánimo independentista, nuestros mandatarios aquí leían novelas francesas, con gran deleite y total paciencia.

Hay que mirar con muchísimo cuidado estos acontecimientos de la historia para proyectar el futuro. Finalmente vivimos un siglo de coqueteos insinceros, vivimos un siglo donde salvábamos las reglas de cortesía, pero no nos uníamos en el fondo. Tuve el privilegio de asistir en noviembre de 2003, como Presidente de los colombianos, a la celebración del primer centenario de la Independencia de Panamá. Rescatamos el acta. Qué bellísima acta de independencia. Un acta sin odios, un acta que no parecía un acta de independencia, sino un acta en la cual un hermano menor le declara al hermano mayor que ya no necesita depender de él porque ha llegado a la madurez. Un acta que dejó construidos todos los caminos de la hermandad, de la integración fraterna. Yo diría que si hay algún documento, después de las diferentes cartas del Libertador, que se anticipó a la necesidad de la unidad, es ese documento del acta de independencia de Panamá. Hay que leerlo y meditar sobre él. Es un hermano que se declara llegado a la madurez, que procede a decretarse y a declararse maduro, sin intemperancias, sin desafíos, simplemente buscando su porvenir.

Aquel día perdimos la cabeza. Cali apenas era un caserío. Bogotá continuaba entre tertulias literarias y chismes políticos. Medellín apenas veía levantar las primeras chimeneas de sus industrias. Aquel día perdimos la cabeza. Yo diría que no se independizó el hermano menor, sino que se nos fue el hermano mayor. El que de pronto estaba llamado a llevarnos de la mano.

Pero la fraternidad de los pueblos va superando todas las dificultades. Ese noviembre de 2003 fue una bellísima oportunidad para recordar la fraternidad que se nos legó en esa acta de independencia. Y la verdad es que hemos pasado del elogio mutuo, del coqueteo y de las reglas de cortesía, a una sincera vocación de integración.

Qué bueno que hoy se pueda dar un paso trascendental en esta ciudad de Medellín, esta ciudad que, con su Alcalde y su Gobernador a la cabeza, nos ha acogido con tanto entusiasmo. Claro que el Gobernador les queda debiendo para la tertulia de la noche el poema completo de Rubén Darío y los poemas completos de los poetas nuestros que él cito, y que se constituyeron en un gran puente literario entre Centroamérica y los nuestros.

Llegan ustedes, muy apreciados delegados, a tener una nueva reunión en una ciudad que, por sus condiciones de vecindad con Centroamérica, es la líder colombiana en el interés de la integración.

La política de relaciones exteriores de este Gobierno ha querido que la unidad de Colombia con Centroamérica sea una unidad total, que no se quede en el discurso, que trascienda la lisonja, que sea una unidad integral, una unidad material, una unidad de visión política, una unidad de valores democráticos, una unidad de lucha por la tranquilidad de todos nuestros pueblos.

Con la señora Canciller, al principio de esta administración, les planteamos a ustedes que Colombia fuera admitida en el Plan Panamá – Puebla. Consideramos que Centroamérica se convierte hoy en uno de los ejemplos más importantes de integración en el mundo. Yo veo cómo funciona la integración centroamericana. La visión política, la defensa de los valores democráticos, la decisión sin titubeo frente al terrorismo, que es ejemplar. Una decisión sin vacilaciones. Si algo admiro de ustedes, mis compatriotas centroamericanos, es que ustedes en el discurso no le han hecho concesiones al terrorismo. Ustedes son naturales aliados nuestros en la lucha contra el terrorismo, porque ustedes son un ejemplo de definición en esa materia. Ustedes no tienen declives en esa lucha. Qué importante.

¿Cómo nos han acompañado? Yo recuerdo cómo se reunieron los presidentes centroamericanos, al principio de este Gobierno, cuando sufrimos el ataque demencial del terrorismo contra el Club El Nogal de Bogotá. Cómo nos acompañaron en una reunión en Ciudad de Panamá. Cómo nos acompañaron con su liderazgo en la Organización de Estados Americanos, para que la Organización de Estados Americanos no tuviera vacilaciones de la necesidad de la condena al terrorismo. Cómo hemos trabajado juntos en tareas tan importantes como la que ahora ejercemos frente a la Unión Europea, para tener un arancel justo que no castigue nuestras exportaciones de banano. Cómo hemos trabajado juntos para superar la crisis del café. Y habría un sin número de acciones para mencionar que nos han venido uniendo y de qué manera.

La decisión que ustedes generosamente adoptaron de acoger a Colombia cómo miembro observador, es un primer paso. Facilita la integración de Centroamérica, a través del Plan Panamá – Puebla, con Suramérica. La verdad es que Suramérica no puede pensar en unos linderos al interior de la unión suramericana, sino que tiene que buscar la unión con todo el continente. Y ustedes han dado ejemplo al ir extendiendo los linderos del Plan Panamá – Puebla hacia Colombia, en busca de Suramérica. Esto tiene mucho sentido, pues, como una integración total de las Américas.

Y para que la integración deje de ser retórica, antes que proponer los procedimientos formales, propusimos las prioridades. Por eso, en los últimos 40 meses, con ustedes hemos trabajado para que en el 2008 tengamos la línea de interconexión eléctrica. Para que rápidamente empiece a haber una provisión de gas, no necesariamente desde Colombia, que tiene muy poco, la gran posibilidad es Venezuela, a Centroamérica, utilizando un gasoducto que se construya por Colombia, o poniendo en marcha el sistema de gas comprimido en barcazas especiales. Qué bueno que rápidamente le podamos decir al mundo: ya tenemos la interconexión eléctrica, ya tenemos la interconexión gasífera.

El tema energético apunta a convertirse en un gran obstáculo del desempeño de la economía mundial. El tema energético hoy no se puede tratar como un tema cerrado en la economía nacional. Es un tema neurálgico, es un tema de la mayor sensibilidad para el desarrollo de las economías y requiere integraciones.

Nosotros estamos buscando participar de la integración suramericana. Ya tenemos varios puntos de integración energética con Venezuela. Se definió que la empresa venezolana del Estado (Pdvsa), construya el gasoducto entre La Guajira colombiana y el Golfo de Maracaibo.

Paradójicamente, Colombia, que tiene muy pocas reservas, debe suministrarle gas en los primeros años al occidente de Venezuela, porque Venezuela tiene sus reservas en el centro-oriente y todavía no tiene debidamente conectado el occidente. Ese gasoducto, en una etapa posterior, serviría para que Venezuela provea de gas a Colombia.

Y es una primera etapa de lo que tiene que ser el gasoducto que, atravesando la Costa norte colombiana, comunique a Venezuela con el Plan Panamá – Puebla. Y Venezuela ha venido avanzando en la integración energética con el Brasil.

Nosotros además hemos ofrecido a la hermana República Bolivariana de Venezuela, la posibilidad de construir un sistema de conducción de petróleo, de gas, o un poliducto, atravesando todo el territorio colombiano al Pacífico, que entraría a complementar toda la oferta de servicios del Canal de Panamá.

Estamos hoy construyendo la segunda línea de interconexión con el Ecuador, y en el Ecuador ya hay una interconexión con el Perú. La idea es integrar toda esta región suramericana con las líneas de transmisión de energía y con las tuberías del gas. Y eso encuentra, en la línea de transmisión de Colombia a Panamá, como componente muy importante de lo que es el Plan Panamá – Puebla – Colombia – Suramérica, encuentra un gran brazo de extensión. La integración energética es un imperativo. De lo contrario se nos estacan estas economías.

A mí me preocupa mucho constatar lo siguiente: algunos países, por pagar la canasta energética, están corriendo el riesgo de no poder cumplir las Metas sociales del Milenio. Por eso en la última Asamblea de Naciones Unidas, me permití decir que debíamos adelantar esfuerzos adicionales. Celebro la iniciativa de México, que vio un apoyo que está dando el Banco Interamericano – necesitamos que participen Canadá y Estados Unidos muy resueltamente-, para ayudar a los hermanos centroamericanos a superar el problema de suministro de energéticos.

Temo mucho que se vuelva realidad el riesgo de que por pagar la canasta energética, algunos países no puedan cumplir con las Metas sociales del Milenio. Y para evitar ese riesgo necesitamos esa gran acción integradora y necesitamos iniciativas como la mexicana. Que también tenemos en el continente otra iniciativa que es la venezolana. Y necesitamos que poco a poco, gradualmente, esas iniciativas, una trabajando en una región y otra trabajando en otra región, nos ayuden a todos a superar limitaciones en la provisión de energéticos.

Tenemos otros horizontes de gran importancia, como son los biocombustibles, Centroamérica, Colombia, tienen condiciones excepcionales para producir biocombustibles. Hace pocos días me decía el señor presidente Pacheco, de Costa Rica, que Costa Rica ya está produciendo biodiesel. Colombia, como se los explicará el Ministro de Minas, ya ha empezado a producir alcohol carburante. Aquí se produjeron las normas jurídicas para exigir un porcentaje de mezcla de alcohol a los combustibles fósiles. Este Gobierno introdujo los incentivos tributarios, las normas técnicas. Hoy estamos produciendo alrededor de 250 mil litros diarios, pero aspiramos que al final de febrero estemos produciendo un millón 70 mil litros diarios de alcohol carburante, y que esto desate la instalación de nuevas plantas en el país. Centroamérica tiene todas las posibilidades.

A manera de seguir el ejemplo de Costa Rica, aquí estamos terminando el año con cerca de 300 mil hectáreas de palma africana. Toda Centroamérica tiene condiciones de suelo, de lluvias, de luminosidad, óptimas para la palma africana. Colombia puede pasar de 300 mil hectáreas de palma africana a seis millones. La gran revolución malaya basada en la palma africana, también nos indica que ya se agotó el territorio malayo para palma y que las grandes potencialidades están en nuestros países. Ahí tenemos una gran posibilidad para que integradamente desarrollemos el biodiesel.

El presidente del Brasil nos ha dicho que Brasil, en 10 años, aspira a atender todas las necesidades internas con biodisel y alcoholes carburantes, y exportar toda la producción de petróleo. Qué gran reto. Gran reto en el que nos debemos inspirar.

Yo creo que tenemos que dar pasos ya, para exigirles a todos los fabricantes y a todos los ensambladores de automotores, con unas fechas perentorias que se tienen que adaptar, para que podamos hacer mezclas crecientes de alcohol carburante y de biodiesel. Esas industrias las podemos desarrollar si trabajamos conjuntamente, si intercambiamos experiencias. Las experiencias de Colombia estamos dispuestos a compartirlas con todos ustedes y necesitamos alimentarnos de las experiencias de ustedes. Y necesitamos trabajar conjuntamente con el Banco Interamericano para desarrollar en nuestros países todas las plantas de producción de biocombustibles. Ahí tenemos otro gran reto.

El tema de la carretera. La carretera es otra necesidad. A uno le preguntan en diferentes partes del continente: bueno, ¿pero por qué podemos ir en un vehículo de Alaska a Panamá o de Colombia a Tierra del Fuego, y no podemos pasar de Suramérica a Centroamérica, no podemos transitar de Colombia a Panamá?

Allí hay muchos temas, que no vale la pena referirse a cada uno de ellos. El tema necesita un tratamiento fraterno. No es un tema para hacer imputaciones, es un tema para construir opciones. Nosotros, que hemos tenido el privilegio de una magnífica relación con el Gobierno de Panamá, al que admiramos, apoyamos, resaltamos como un Gobierno que enaltece el continente, sabemos que no es un tema del Gobierno de Panamá. Es un tema de opinión pública.

Por eso creemos que, de manera muy delicada, muy prudente, debemos crear un ambiente de opinión que favorezca la carretera. En el momento que se dé ese ambiente de opinión para sacar adelante la carretera, se habrá removido el gran obstáculo para el Gobierno.

En los Estados democráticos, los gobiernos finalmente son unos gobiernos cuya gobernabilidad no depende de las instituciones jurídicas, sino en última instancia del pueblo. Los politólogos deberían estudiar cómo todos los días la gobernabilidad depende más del elemento participativo de la opinión, que del elemento representativo institucional.

En estos Estados de opinión, decisiones tan sensibles, no se pueden hacer en contra de los sentimientos de la opinión. Mi invitación es a que hagamos un trabajo prudente, permanente, eficaz, para que el hermano pueblo panameño en algún momento, ojalá más temprano que tarde, dé el visto bueno, el asentimiento, para poder construir la carretera.

Se dice que hay un problema de narcotráfico. Es cierto. Aquí lo estamos derrotando. La falta de carretera no lo ataja. La falta de carretera ataja la gente de bien. Para el narcotráfico, mejor no tener carreteras, porque mientras ellos van por la selva, por el mar y por los aires, la autoridad tendría que ir por la carretera. Hoy hay en la selva, en el mar y en el espacio aéreo, vía para el narcotráfico, pero no hay carretera para la autoridad. Ese es un punto bien importante para que lo examine la opinión pública de nuestro país y la opinión pública panameña y la comunidad internacional afecta a los temas del medio ambiente.

El tema del terrorismo. Lo mismo. Los bandidos del terrorismo, para el tráfico de armas, no requieren de carreteras. Quien requiere de carreteras es la autoridad. Si tenemos carretera para el tráfico de la autoridad, es más difícil para los traficantes de armas.

El tema ecológico del Darién. Ese es un santuario ecológico de gran importancia, que lo hemos vuelto distante de las comunidades científicas, universitarias, del turismo ecológico, de la opinión. Parece que estuviera en otro planeta, no tan cercano a nosotros. En la medida que se abra la vía de comunicación, que los universitarios, los científicos, los turistas, puedan visitar ese bello santuario ecológico, en esa misma medida habrá más sentido de pertenencia por él. A más sentido de pertenencia, más responsabilidad para cuidarlo. Un santuario lejano es un amor a distancia, que se corre todo el riesgo de que pierda el encanto. Un santuario cercano es una bella flor a la que todos los días se le hecha una gotica de agua y una notica de fertilizante, y se le reverdece y se le dan más bellos colores.

Yo temo que el día que se abra esa carretera sea tarde. Y las generaciones de entonces encuentren que el santuario ecológico, sobre el que se tanto se habló durante tanto tiempo, se acabó. Si anticipamos la decisión y abrimos esa carretera, el mundo percibirá ese santuario, lo traerá de lo trascendente a lo inmanente, lo traerá de lo abstracto y lejano a lo perceptible. Y el mundo aprenderá a reconocer más lo que significa ese santuario, a quererlo.

Si los medios de comunicación nos ayudan, persuasivamente, si se hace un gran diálogo, en el cual nos pudieran apoyar el BID, los ambientalistas, con los directores de medios de comunicación, es posible crear un ambiente de opinión, para que en algún momento el Gobierno de la hermana República de Panamá pueda empezar a reflexionar sobre el tema y podamos hacer la carretera, que es un factor tan importante para la integración.

Es un tema que en esta instancia, a mi juicio, y lo digo con todo el respeto y la fraternidad, no es un tema de Gobierno sino un tema de opinión pública. Porque la tarea en los gobiernos es buscar a ver cómo la opinión pública hace una reflexión y llega a la conclusión de decirles a los gobiernos: hagan la carretera, que la necesitamos.

Yo pido una reflexión de cada uno de ustedes. Delante del presidente Torrijos, les dije a unos distinguidos comunicadores de Panamá que me preguntaron por la carretera: Hombre, déjenla hacer, que la pueda gozar nuestra generación. ¿La van a hacer ya después de que nosotros estemos muertos, acabados? Anticipen eso un poquito, a ver si la generación nuestra la puede ver, a ver si en lugar de que haya un tránsito de traficantes de droga, de traficantes de armas por el Darién, lo que podemos lograr es un tránsito de turistas, investigadores, una gran presencia de turismo ecológico.

Hay que buscar, pues, por ese difícil pero también excitante camino de la opinión pública, una luz verde para poder hacer esa carretera.

La integración de todas las Américas es una razón de ser para la integración de Colombia al Plan Panamá-Puebla. La integración entre Centroamérica y Suramérica es una razón de ser para esta integración. La necesidad de la integración energética es un imperativo para poder superar las amenazas de crisis energética, que pueden paralizar el buen desempeño de las economías y pueden llevar a muchos de nuestros pueblos a gastarse los recursos de las Metas del Milenio, que son las metas sociales, en la adquisición de energéticos.

La transmisión de energía, cuya instalación inicial debe estar para el 2008, el transporte de gas, el desarrollo de otros energéticos, de los alternativos, de los biocombustibles, son todos desafíos para esta integración.

Ojalá puedan gozar esta ciudad de Medellín, tan bella, y que a la noche puedan mirar las luces de Navidad que son sobresalientes en el mundo entero, gozar la calidad, la hospitalidad, la calidez de los antioqueños, de los medellinenses, y que, al regresar a sus países, vayan contentos de la experiencia de esta reunión del Plan Panamá-Puebla, aquí en la ciudad de Medellín.

Quiero agradecer muchísimo al doctor Fabio Valencia Cossio, comisionado por la señora Canciller y por la Presidencia de la República, para representar a Colombia ante ustedes. Y sé que con el tino de él, con el buen juicio político de él, se irán creando condiciones para poder avanzar.

Sepan, muy apreciados delegados, que Colombia lo único que quiere es una integración constructiva, que tiene que ser ventajosa para todos. Un juego integracionista donde todos ganemos.

Bienvenidos y muchas gracias.

 
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