AÑO 2006

Enero

Febrero

Marzo

Abril

Mayo

Junio

Julio

Agosto

Septiembre

Octubre

Noviembre

Diciembre

 

FORO DE ALTO NIVEL “CONSTRUYENDO UNA COMUNIDAD ANDINA
DE CIUDADANOS Y CIUDADANAS”

Abril 24 de 2006 (Medellín – Antioquia)

Compatriotas:

Quiero saludarlos muy afectuosamente y agradecer la feliz iniciativa de la Secretaría General de la Comunidad Andina, dirigida por Allan Wagner Tizó y el alcalde de Medellín, Sergio Fajardo, para que este foro se lleve a cabo en nuestra ciudad de Medellín.

Creo que es muy importante, en el proceso de integrar la Comunidad, en el proceso de convertir los temas lejanos de la integración en temas al alcance de los ciudadanos.

Tendría aquí una serie de puntos:

  • ¿Es el TLC una aspiración ideológica o un camino de erradicación de pobreza?
  • ¿Se excluye el impulso a la economía interna con la búsqueda de nuevos mercados?
  • ¿Se excluye la necesidad de vincular las grandes masas excluidas a las corrientes dinámicas de la economía, con la apertura de nuevos mercados?
  • ¿Qué le pasó a Colombia con el APTA?
  • ¿Cómo es el paso del APTA al APTDEA?
  • ¿Qué nos hizo pensar hace 4 años en ese tránsito que era necesario negociar un acuerdo?
  • ¿Es el acuerdo con los Estados Unidos un acuerdo de imposición, un acuerdo ideal, un acuerdo con equidad?
  • ¿Tiene los Estados Unidos margen político para imponer acuerdos, simplemente a su gusto?
  • ¿Es suficiente con los sistemas unilaterales de preferencias como el APTDEA?
  • ¿Estimulan la inversión? o al contrario ¿los inversionistas por temor a que esas preferencias no se prorrogan en el tiempo, se abstienen de invertir?
  • ¿Son todos los productos que necesitamos exportar, están todos incluidos en las preferencias unilaterales como el APTDEA?
  • ¿Este acuerdo con los Estados Unidos es suficiente o necesitamos otros acuerdos?
  • ¿Tenemos que hacer el acuerdo con la Unión Europea o podemos seguir aspirando a que nos renueven con incertidumbre, periodo tras periodo, el sistema de preferencias que nos ha concedido la Unión Europea?
  • ¿Tenemos que llegar al acuerdo con Centro América o podemos, simplemente, esperar que saquen nuestras mercancías del mercado Centroamericano y que las reemplacen otras fuentes de exportación a Centro América?
  • ¿Se ha negociado el TLC con la previa autorización de la Comunidad Andina?
  • ¿Se ajusta el TLC a la normatividad Andina?
  • ¿Cuál es el impacto en Venezuela?
  • ¿Cuál es el impacto en Bolivia?
  • ¿Qué ha pasado con los medicamentos?
  • ¿Cumplimos la interpretación constitucional –que muchos hacen- de haber avanzado primero buscando la integración hacia Suramérica, con lo logrado en este Gobierno del acuerdo Comunidad Andina – MERCOSUR?

Es importante hacernos todas estas preguntas y caben muchísimas otras. En fin, surgen cantidades de interrogantes de la mayor importancia, se los traigo a manera de menú.

¿Quienes de los aquí presentes son comunicadores? Bueno, yo no me iba a atrever a desarrollarles todo este menú a manera de un monólogo, se volvería una cátedra pasiva, insoportable.

Dicho el menú, tienen la palabra, para escuchar sus preguntas, sus comentarios, ojalá sobre este menú, que no es restrictivo, no es un listado taxativo, es un listado enunciativo, pero sí es muy importante para poder, en algo, contribuir en este gran Foro que tiene lugar en nuestra ciudad de Medellín, que en lo posible nos ajustemos a este menú, que lo he pensado mucho porque es posible que en él quepan todas las inquietudes que hoy gravitan en las mentes de nuestros ciudadanos sobre la Comunidad Andina, su presente, su futuro y los acuerdos de integración con otras economías.

No me vayan a poner ahora simplemente en la noticia política, porque el tema trasciende la noticia política, el tema es muy de fondo y por eso me permití introducir el foro –que quiero tener unos minutos con ustedes- con un temario bastante amplio.

Gloria Granda, Agencia de Noticias ANSA de Italia, en Lima – Perú: Mi pregunta no puede escapar a la noticia, no lo voy a comprometer más, simplemente ha habido –como mencionó el Embajador Wagner- unas declaraciones del presidente Evo Morales. Ha hecho un planteamiento para que el presidente Hugo Chávez reconsidere su posición, pero también ha pedido a Perú y a Colombia que suspendan, por ahora, el tema del TLC. ¿Qué opinión le merece?, ¿usted cree que eso es un paso que congela un poco esta escalada de declaraciones que poco bien le hacen al proceso de integración?

Presidente de la República: Pues usted va a quedar muy frustrada con mi respuesta y me voy a arriesgar a que usted diga que no le respondí, pero creo que el tema hay que mirarlo de mucho fondo.

Primero, en la Comunidad Andina, a principios de los 90, se tomó la decisión de avanzar con un criterio de región abierta. Eso, por ejemplo, llevó a que algún país andino como Bolivia, tomara la decisión de integrarse como miembro observador a MERCOSUR. Llevó a que Venezuela y Colombia suscribieran el G-3 con México. Llevó a otros países de la Comunidad Andina a suscribir acuerdos con terceros, con países de mercados diferentes a la Comunidad Andina. Eso es bien importante tenerlo en cuenta.

Si usted mira hoy la balanza entre Colombia y Bolivia, encontrará que Colombia le compra a Bolivia más o menos 170 millones de dólares al año, le vende 30 ó 40.

Una de las explicaciones sobre el profundo déficit en esa balanza para Colombia, es que Bolivia, desde que ingresó como miembro observador a MERCOSUR, le compra a MERCOSUR mucha manufactura que le podría comparar a Colombia y no lo hace. Sin embargo, Colombia nunca ha protestado por esto.

Colombia le compra a Bolivia 170 millones de dólares, aproximadamente. La mayor parte de esas compras se dan en soya, en sus diferentes modalidades.

A lo largo de la negociación con los Estados Unidos fuimos cuidadosos de los intereses de Bolivia y de los intereses andinos, al punto que lo que hemos negociado no maltrata la legislación andina. Por eso el tema es un tema que hay que tratarlo con mucho fondo y no simplemente, con declaraciones efectistas en periodos electorales.

La negociación que hemos hecho, en ningún momento afecta la legislación andina. Pusimos el buen cuidado de conseguir unos periodos razonables de desgravación -5y 10 años- en el aceite crudo de soya y en el aceite refinado de soya. El gobierno de Bolivia dice que su temor es porque hay desgravación inmediata del fríjol de soya y de la torta de soya. Eso representa, a penas, el 25 por ciento de lo que Colombia le compra en oleaginosas a Bolivia.

Nuestros empresarios han dicho –y se lo repitieron en mi presencia al presidente Evo Morales, en un diálogo de cinco horas, en la ciudad de La Paz- que a ellos les queda imposible ponerse a traer fríjol de soya o torta de soya de los Estados Unidos a Colombia para moler ese fríjol aquí, extraer el aceite y reemplazar el aceite crudo o refinado que se trae de Bolivia. Ese es un punto que hay que tener en cuenta y que es mucho más profundo que el efectismo político, en vísperas electorales.

El otro punto que hay que tener en cuenta, es que entre los costos de producción de Bolivia y el precio de venta de sus oleaginosas a Colombia, hay una diferencia del 125 por ciento. O sea que Bolivia tiene un gran margen para ser más competitiva en Colombia.

¿Por qué le tienen temor a unas importaciones diferidas de los Estados Unidos cuando tienen un margen muy amplio para reducir sus precios en Colombia sin afectar su negocio?

Otro punto muy importante: si usted va hoy a Venezuela y compra soya de Bolivia, la encuentra más barata en Venezuela que en Colombia. La soya de Bolivia vale menos en el mercado de Venezuela que en el mercado de Colombia. ¿Por qué?: porque Colombia ha tenido puritanismo con la Comunidad Andina y no ha permitido que se importe soya con cero arancel de otro país diferente a Bolivia.

En cambio, la hermana República de Venezuela recibe soya de Paraguay sin arancel. Entonces la soya de Paraguay le compite, en el mercado de Venezuela a la de Bolivia y obliga a la de Bolivia a rebajar el precio en el mercado de Venezuela. Si le dieran el mismo precio al mercado de Colombia, no tendrían porqué temerle al tema de los Estados Unidos.

A mi me parece muy grave desconceptuar el tema del TLC por razones ideológicas sin sustentar e ignorar que en el fondo hay unas diferencias de nuestras economías que hay que respetar en el proceso común de erradicar la pobreza.

Tan válido es que Bolivia quiera cambiar las condiciones para vender gas, como que Colombia quiera entrar al mercado de Estados Unidos. Ambas decisiones apuntan al propósito de cada gobierno de erradicar la pobreza.

Y ahí empiezan a aparecer diferencias muy grandes. Una economía petrolera o una economía de gas y de hidrocarburos, no necesita acuerdos de comercio para vender esos productos. Una economía de manufactura mediana como la Colombia, de productos agrícolas muy competidos, sí necesita esos acuerdos de comercio para vender sus productos.

Los países productores de hidrocarburos pueden vociferar contra el TLC, pueden oponerse con razones ideológicas sin sustentación material porque ellos están tranquilos, ellos tienen su petróleo y su gas para venderlo en los mercados internacionales. Se los arrebatan, la gente hace fila para comprárselos. Nosotros no. Nosotros tenemos que disputar mucho los mercados para vender esta manufactura, para vender estos productos agrícolas.

Es que detrás de esta discusión hay realidades como esta: la hermana Bolivia tiene más o menos 8 millones de habitantes y 70 teras de gas, reservas probadas. Colombia tiene 43 millones de habitantes y 7 teras de gas. Venezuela tiene 170 teras de gas, reservas probadas. Eso pone de presente realidades que muestran profundas diferencias entre las posibilidades de una economía y las posibilidades de las otras.

A mi me parece que es injusto obligar a Colombia, que no tiene sino la décima parte de las reservas de gas de Bolivia, que no tiene sino una mínima parte de las reservas de gas de Venezuela. A mi me parece injusto obligar a Colombia, que tiene una producción declinante de 520, 530 mil barriles de petróleo al día, cuando la hermana Venezuela tiene una producción creciente de 3 millones 200 mil barriles de petróleo al día. Me parece injusto que con esas diferencias, que le quiera obligar a Colombia a que no entre al mercado más grande del mundo.

Yo me formé en esta ciudad en la universidad pública y no propiamente en la época escolástica. Mis dos primeros años de derecho fueron años de marxismo. En esa época a nosotros no nos dejaban ver el futuro del capitalismo, el horizonte del mundo nos lo mostraban entre escenarios de un socialismo soviético, un socialismo cubano o un socialismo chino.

Mi generación, que estudió en los años 70 en la universidad pública, no tuvo posibilidades de anticipar lo que pasó poco tiempo después: la caída del muro de Berlín. Yo todavía me asombro de que Mao Tse Tung hubiera sido sucedido por Deng Xiao Ping.

Pero también me asombra que el mundo socialista no hubiera entendido a tiempo el proceso evolucionista, inducido, generado a través de los estudios de Hegel. El más práctico que lo comprendió fue Deng Xiao Ping, cuando dijo: “el socialismo tiene que ser evolucionista no lo podemos estancar en unos dogmas para que condenen a nuestra gente a padecer el hambre. Hay que combinar la economía socialista con la economía de mercado, para que los socialistas chinos puedan mejorar el nivel de vida, ser ricos”. Y dijo con gran pragmatismo: “no importa que el gato sea pardo, blanco o negro, lo importante es que cace ratones”.

Pues bien, ¿qué le ha pasado a la China?: lleva muchos años captando 67 mil millones de dólares de inversión extranjera directa al año. Ha sustraído ya de la pobreza 400 millones de habitantes. Crecimientos sostenidos del 11 y 9 por ciento.

Y se disputa, todos los días, para entrar al mercado de Estados Unidos y al mercado de Europa.

¿Y nosotros con esta pobreza nos vamos a privar?

Entonces los chinos entrando a Estados Unidos, los vietnamitas entrando a Estados Unidos y a nosotros, pequeñas disputas parroquiales de la ideología, ¿nos van a privar de entrar a esos mercados?

Recuerdo, en una pasantía académica en una universidad de los Estados Unidos –no hace mucho, en el año 91-, una misión vietnamita visitó esa universidad, yo asistí a esa visita y me sorprendió porque les escuché decir que lo que querían era: abrir relaciones comerciales con Estados Unidos, captar inversión norteamericana a Vietnam y poder vender los productos vietnamitas en el mercado de Estados Unidos.

Me dije: ¿el Vietnam de Ho Chi Min?, ¿el Vietnam que derrotó a los Estados Unidos?, ¿el Vietnam de un socialismo consolidado por las armas, aprestigiado por la victoria militar más importante que se pueda reivindicar como el haber sacado de su territorio a japoneses, franceses y a norteamericanos?, ¿con las heridas todavía si cicatrizarse y aquí hay una misión comercial de Vietnam pidiendo entrar al mercado de Estados Unidos? Eso lo traigo a cuento para que iluminen las discusiones de hoy. Los países del mayor furor socialista, aspiran todos entrar al mercado de Estados Unidos.

¿Nos van a privar a nosotros, que no tenemos petróleo ni gas en cantidades suficientes, de buscar ese mercado para vender más de nuestros productos, generar empleo y contribuir a erradicar la pobreza? ¡De ninguna manera!

Ahora, pienso que en la medida que un país como Colombia pueda crecer su economía a través de estos mercados, eso le ayuda a toda la Comunidad Andina porque entonces los colombianos vamos a tener más posibilidades de comprarle a la Comunidad Andina.

Cuando se hizo el G-3 con México, hubo críticas parecidas. Dijeron: ‘ahora van a desviar comercio hacia México, van a afectar la Comunidad Andina’. En principio hubo una desviación, pero han crecido tanto las exportaciones a México que eso nos ha dado mayor capacidad para comprarle más productos a otros países andinos.

El gobierno de Venezuela dice que algunos empresarios se le han quejado porque Colombia le va a comprar a Estados Unidos. Los estudios más rigurosos muestran que en el peor de los casos, no habría una desviación de comercio superior al 15 por ciento, transitoria porque, finalmente, en la medida en que esta economía nuestra crezca por poder ingresar al mercado de Estados Unidos, eso nos da más capacidad adquisitiva para comprarle más a la hermana República de Venezuela.

Si nosotros podemos, gracias al TLC, financiar una agenda de competitividad e infraestructura, como la que viene proponiendo este Gobierno ¿cuánto más acero, cuánto más hierro, cuánto más petroquímica le tendremos que comprar a la hermana República de Venezuela?

Y se ha ignorado otro tema: que sin terceros mercados corremos el riesgo de ahogarnos en la abundancia de algunos sectores productivos. Por ejemplo, nos mantenemos ahogados en el arroz. Ecuador es autosuficiente, excedentario. Perú, produce. Bolivia, produce. Venezuela entre la producción interna y lo que importa es excedentario en arroz. Nosotros en Colombia tenemos 300, 400 mil hectáreas sembradas en arroz.

Vaya a ver las dificultades en la comunidad Andina, que lo diga el Embajador Wagner, su Secretario General. Cada uno trata de colocar en el mercado del vecino sus excedentes de arroz y el problema es que ese producto no tiene terceros mercados. En cambio si hay otros productos que pueden correr el mismo riesgo de la saturación en el mercado andino y que podemos evitar ese riesgo a través de tener mercados.

Yo suelo citar el tema de cárnicos y lácteos con la hermana República Bolivariana de Venezuela. Colombia, por regla general es abastecedor de Venezuela, excepcionalmente cuando ellos han tenido un buen inventario y aquí ha habido algunas dificultades, nos han abastecido. Entonces, nos hemos ayudado mutuamente porque ha coincidido la escasez en el uno, con la abundancia en el otro.

¿Qué pasa cuando excedentes en ambos, que es muy probable? Aquí ser recupera el hato, gracias a la Seguridad Democrática; el Presidente Chavez está haciendo grandes esfuerzos por crecer el hato venezolana, además le compra carne y leche a Suramérica. ¿Qué va a pasar el día que los dos mercados estén saturados y que no tengamos terceros mercados para vender?

Entonces por eso esto es muy importante que se examine más allá de los afanes electorales. Esto es muy importante que se examine más allá de las declaraciones ideológicas. A mi me parece bien esa reunión y todas las que convoquen, pero es muy importante que se sienten cancilleres, ministros, equipos técnicos, a poner números a esto, a estudiar cuidadosamente –con el aporte de todos- lo que ha ocurrido y lo que puede pasar.

Esto necesita un nuevo estudio muy cuidadoso que va a llevar a la conclusión de que se ha respetado la normatividad andina y que esto que hemos negociado, Perú y Colombia, a todos nos puede beneficiar. Hay que llegar a ese estudio.

Me preguntará usted: ‘¿y entonces Colombia va a suspender la negociación con Estados Unidos?’ Colombia es un país serio, nosotros no hemos estado 22 meses negociando y peleando con ellos por jugar. Lo que debemos encontrar es que haya entendimientos en la Comunidad Andina.

-Si me hacen otra pregunta, igualmente política, le respondo con una respuesta igualmente larga-.

Zenaida Solís, de la revista Caretas y de Radio 1160 del Perú: Yo quiero tomar una de sus preguntas del menú que dio usted. ¿Se ha negociado el TLC con la autorización de la Comunidad Andina? Entre las primeras declaraciones del presidente Chávez, dijo que le parecía muy injusto que países como Perú y Colombia tomaran la decisión de negociar el TLC sin que los demás, sin que los miembros de la Comunidad Andina, lo supieran. ¿Esta usted en capacidad de decir que eso no era cierto?

Presidente de la República: Hágame el favor señor Embajador Wagner o señor ministro Botero, cuéntenle a este respetable auditorio qué autorización se tramitó previamente para esta negociación.

Jorge Humberto Botero, ministro de Comercio: Antes del comienzo de las negociaciones en una cumbre presidencial realizada en Quito, se expidió la resolución, la decisión 598. Esa decisión autoriza las negociaciones con terceros países, sean ellos de la región latinoamericana o de cualquier otro lugar del mundo, con el afán expreso en esa decisión de que en lo deseable deberían ser negociaciones comunes o comunitarias, es decir de grupos de países o individuales.

En esa decisión se pusieron unas condiciones que son las siguientes: en primer lugar los países tendrían que comprometerse, al adelantar esas negociaciones, a cumplir la normativa comunitaria. Pues bien, un documento de la Secretaría de la Comunidad Andina, que se encuentra disponible en el portal de la Secretaría, demuestra a cabalidad que los tratados celebrados por Colombia y Perú cumplieron ese requisito.

En segundo lugar, se exige a los países mantener un adecuado intercambio de información, con el fin de recoger las sensibilidades de los distintos países. La hermana República de Venezuela expresó, y esto es muy interesante, exclusivamente sensibilidad por el tema de los licores. No expuso otras sensibilidades cuando fue objeto de consulta. Pues bien, esas sensibilidades fueron atendidas, no sólo por que eran preocupaciones de Venezuela, sino por que también nuestro propio sector productivo de licores nos demandaba una desgravación lenta para los productos de licores. De modo tal que los licores quedaran desgravados en el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos en la canasta de desgravación mas lenta, que es la de 10 años.

Pero en un prurito de buena fe, el equipo negociador colombiano se percató, como es bastante obvio, que las sensibilidades de Venezuela no se agotaban en los licores, que quizás los licores no eran su sensibilidad más importante, como en efecto no lo es, porque el volumen de los licores que exportan a Colombia o a los países de la Comunidad Andina que estaban en la negociación, es verdaderamente marginal. Y que en realidad las sensibilidades de Venezuela, así no lo hubiese dicho, están en la petroquímica, en la siderurgia y en el sector automotriz. En todos esos sectores los compromisos de desgravación que hicimos son en las canastas más lentas del proceso de liberación paulatina del comercio con los Estados Unidos.

La República de Bolivia, a su vez, expresó sensibilidad sobre la soya. El señor Presidente a dado respuesta cabal a esas inquietudes, pero sí me lo permite, y sin yo querer emular con él en la longitud de las respuestas, diré brevemente lo siguiente: Colombia es el único país andino que ha mantenido rigurosamente un elevado arancel protector en beneficio de Bolivia, al tiempo que ha garantizado rigurosamente el acceso a la soya y sus derivados a la República de Bolivia sin arancel.

Esa circunstancia es la que explica, como el presidente Uribe lo señalaba, la paradoja de que la soya boliviana y sus distintos derivados en la cadena de agregación de valor, el precio es mucho más alto en Colombia que en Venezuela, que en Perú y, oh, paradoja, que incluso en Bolivia.

De modo que cuando a Colombia se le reprocha haber hecho una negociación que ciertamente buscó equilibrar los intereses de Bolivia con los propios intereses de Colombia, aun cuando ciertamente exponiendo Bolivia a algún grado de competencia en el corto plazo, pues lo que hay que decir con relación a la crítica que se nos formula a ese respecto, es que si ha habido algún país andino solidario de Bolivia, ha sido Colombia. Por eso nos sorprende tanto los reproches que ahora recibimos.

En resumen: la decisión 598 autoriza esas negociaciones, la Secretaría ha certificado que cabalmente cumplimos con los requisitos, he señalado algunos de los requisitos, y esos requisitos fueron cabalmente cumplidos.

Zuliena Alaina, de la Asociación Nacional de Periodistas de Perú: Algo muy concreto, hemos escuchado el tema de las bondades del TLC para Colombia pero a su criterio, ¿qué pierde o qué estaría sacrificando Colombia con la firma de este TLC?

Presidente de la República: El TLC no es una panacea, ni es un acuerdo ideal. Este es un acuerdo de dos partes, y la situación política en los Estados Unidos no es fácil. Si aquí llueve, allá no escampa. Uno tiene que mirar también lo que ha pasado allá. Allá hay muchas dificultades para negociar y para aprobar estos tratados.

Yo quiero contarles a ustedes que para el Gobierno que presido no fue fácil que Estados Unidos entrara a aceptar esta negociación. Cuando le propusimos esta negociación hace cerca de tres años y medio, casi cuatro años, este Gobierno la propuso a los pocos meses de haberse instalado, y se instaló el 7 de agosto del 2002, el Gobierno de Estados Unidos primero dijo que no, que había que hacer el ALCA. Nosotros le dijimos: mire, el ALCA tiene muchas dificultades ideológicas. Además es injusto que quieran someter a todo el mundo al mismo tratamiento.

Brasil, por ejemplo, no tendrá afán del ALCA, porque Brasil tiene muchos mercados. Colombia tiene muy pocos mercados. Colombia sí necesita entrar al mercado de Estados Unidos. Mientras Brasil coloca entre MERCOSUR, Estados Unidos y Europa el 40 por ciento de sus exportaciones, y el 60 por ciento en mercados muy diversos, Colombia es un país de muy pocos mercados.

Se lo dije al Gobierno de Estados Unidos: ustedes tienen que mirar las diferencias de unas economías con las otras. Además esto no puede ser una integración por razones ideológicas de mercado. El fin no es el mercado. El fin es crear una sociedad democrática, equitativa, sin pobreza, una sociedad con niveles altos de empleo, empleo estable, bien remunerado, de empleo digno.

No fue fácil que los Estados Unidos aceptaran entrar a hacer esta negociación, porque ellos estaban con la obsesión del ALCA. Y es una negociación que allá también tiene muchas dificultades y muchos opositores. Ustedes saben que en la Cámara de Estados Unidos apenas por dos votos se aprobó la ratificación del Tratado con Centroamérica.

Productos en los cuales aquí hay preocupación. Hay preocupaciones en el arroz, hay preocupaciones en la avicultura. Le cito el caso del arroz. Ya le expliqué cómo estos países nuestros son excedentarios y no hay terceros mercados. Nosotros en Colombia tenemos dificultades del arroz, porque entra mucho arroz de Ecuador y de Venezuela, Comunidad Andina, y lo respetamos. Pero la negociación es una negociación que desgrava el arroz a 19 años. Y en esa desgravación paulatina, el arroz norteamericano puede ser competitivo solamente cuando el arancel haya bajado del 80 al 33 por ciento. Y eso sucederá apenas en el año 14, en el año 15.

Además, hay un mecanismo ahí de subasta para que los arroceros colombianos participen en las importaciones del contingente de los Estados Unidos con los arroceros norteamericanos.

Hemos tomado la decisión de proteger unos productos con subsidios, bien sea subsidios al precio, bien sea subsidios para que se reconviertan, bien sea subsidios para que lleguen a ser más competitivos.

Ese proyecto de ley que se está concertando con sectores como los arroceros, lo llamamos Agro: Ingreso Seguro. Y lo tiene que hacer todo país del mundo. Incluso aquí el Gobierno se ha visto entre extremos. Algunos dijeron: hombre, no hagan TLC que van a sacrificar el arroz. Y otros dijeron: Háganlo, y sacrifiquen el arroz. Nosotros tomamos la decisión de hacer el TLC sin sacrificar el arroz. Lo vamos a apoyar con subsidios y hoy tengo críticos que dicen, por ahí escriben los analistas económicos: ¿cómo se van a gastar ese platal en subsidios agrícolas?

Yo me he comprometido a que vamos a pagar unos subsidios agrícolas. ¿Por qué? Por muchas razones y le voy a dar dos: Cuando los analistas económicos dicen: un país como Irlanda cuando se integró a la economía europea, sacrificó sectores, dejó que desaparecieran, y es un país hoy con un altísimo nivel de empleo, un altísimo nivel de ingreso per cápita, es un país que va muy bien, la situación con nosotros es incomparable. Aquel es un país de 3 millones y medio, nosotros tenemos 43 millones de habitantes. Aquel es un país pequeño, éste es un país de 1 millón 164 mil kilómetros. Dejar sacrificar un pequeño sector en un pequeño país que está recibiendo tanta inversión, puede no ser problema. Pero aquí no es fácil entrar a sustituir 300 ó 400 mil hectáreas de arroz. Por eso hay que protegerlo.

Y la razón de fondo: el horizonte de seguridad alimentaria en el largo plazo. Aquellos que me dicen: deje que se acabe el arroz, yo les contesto: ¿y qué le puede pasar a Colombia el día que no pueda traer arroz barato de Venezuela, que no pueda traer arroz barato del Ecuador y que tampoco llegue arroz barato de Estados Unidos, y que no haya suficiente producción de arroz aquí? Afectaríamos sensiblemente la seguridad alimentaria.

Entonces por razones sociales de seguridad alimentaria, nosotros vamos a hacer un esfuerzo fiscal con algunos productos agropecuarios. En el caso avícola también tenemos dificultades, pero esas dificultades se dan hoy con la gripa aviar, que en Colombia no ha habido brotes del grado preocupante de gripa aviar. Sin embargo, hoy no nos dejan enviar nuestros pollos a Venezuela. Y eso es lo que no sale en los titulares de prensa.

Por eso a mí me preocupa mucho que en lugar de estar hermanadamente manejando estos problemas, nos dejemos llevar a unos enfrentamientos de discursos, en los cuales Colombia no va a caer. Hoy nosotros no podemos exportar pollos a Venezuela so pretexto de la gripa aviar, que aquí no hay. Hoy nosotros no podemos exportar pollos al Ecuador.

Usted sabe lo que ha pasado en el mundo con el consumo de la industria avícola, por el temor de la gente a la gripa aviar. Y eso ha deprimido mucho los precios. Entonces hay depresión en los precios y hay nerviosismo en nuestros productores y hay temor de que con los precios tan bajos, en el mercado de Estados Unidos, de los cuartos sazonados de pollos, eso nos pueda hacer una competencia grave. Ahí estamos estudiando medidas a ver cómo defendemos esta industria avícola.

Colombia no ha ocultado ninguno de los problemas, pero le quiero decir esto: el Tratado en su conjunto beneficia al conjunto de la economía colombiana, y en cada sector, incluido el agrícola, tiene un resultado neto favorable. No obstante que al interior del sector agrícola hay productos con dificultades, el balance para el sector avícola es muy favorable.

Federico Aguilar, del periódico La Tuerca: Yo antes de hacerle la pregunta, quiero aprovechar…

Presidente de la República: Siquiera con este problemita que yo tengo con Semana, me aparece ahora a ayudarme La Tuerca.

Federico Aguilar: No, pero vea, quiero aprovechar, la vida es de oportunidades, y hoy están aquí presentes mi tocayo Federico Restrepo, director de Planeación, está nuestro querido Alcalde, el doctor Fajardo, está el señor Presidente de la República, pero también candidato a la reelección, y estoy yo, a quien en el barrio me dicen el Alcalde de Naranjal. Y usted me dijo ahora a la entrada que si el alcalde le pedía ayuda a la Presidencia de la República para la renovación urbana de Naranjal, usted estaba dispuesto a ayudarnos. Entonces, ahí le tiro la cuña, porque ahí estamos reunidos aquí. Pero la pregunta que yo quería hacerle, y hágame algún comentario sobre Naranjal.

Presidente de la República: Embajador Allan Wagner. Mire, usted excusará, pero en esta tierra no hay uno solo bobito. Vea, como utiliza el hombre la oportunidad.

Federico Aguilar: Presidente, pero vea, ahora el presidente regional decía esta frase: nada justifica quebrar o romper el sueño de Simón Bolívar, hablando de ideologías y hablando de Chávez. Nada justifica quebrar o romper el sueño de Simón Bolívar, dándole un golpe a la Comunidad Andina. A usted esa frase, ¿qué comentario le merece?

Presidente de la República: A ver, hombre, primero que todo es bien importante esto: la ciudad de Medellín ha tomado la delantera en el país en unos programas que el mismo alcalde llama macroproyectos de vivienda social. Y acabamos de adjudicar 2.400, 2.450 subsidios de vivienda para ese macroproyecto.

¿Qué es? No dejar que la vivienda social se desintegre en un proyectito pequeño por allí, otro pequeño por allí, otro pequeño por allí, sino hacer grandes proyectos, en este caso promovidos por la autoridad municipal, que convocan a constructores, a los dueños de la tierra, a todo el mundo. Y eso ayuda porque se consigue suficiente tierra a precios razonables, sobre todo en unas ciudades que tienen tanta escasez, y ayuda porque esos proyectos grandes tienen disminución de costos, allí hay economías de escala, y en esos proyectos grandes se pueden poner de más terrenos para los servicios de la comunidad, para el espacio público, para las escuelas, el centro de salud, los salones comunales, los senderos peatonales, la ciclorruta, las canchas deportivas.

Queremos proponer estos modelos como modelos que deben replicarse en todo el país.

Hace cuatro años, en la primera reforma tributaria de este Gobierno, se incluyó un artículo que le da exención de impuestos a los proyectos de renovación urbana. Si el alcalde de Medellín promueve un proyecto de renovación urbana en El Naranjal, todos los propietarios de las actuales edificaciones nos aportan a este proyecto, los ingresos que ellos perciban posteriormente, cuando se desarrolle la renovación, son ingresos por los cuales no tendrán que pagar impuestos nacionales.

Allí hay una gran ayuda, para el evento que ustedes tomen en Medellín la decisión de adelantar esos proyectos de renovación urbana.

La otra idea que estamos estimulando es la siguiente: ayudar a financiar estos proyectos con recursos de Findeter. Entonces, bien sea la entidad municipal o los constructores o los aportantes de los terrenos que quieran entrar en esos proyectos de financiación urbana y que necesiten recursos, el Gobierno tiene abierta la posibilidad de la línea de crédito de Findeter. Pueden contar con ella.

El otro tema: El Libertador tuvo una visión de largo plazo en la historia, de una integración amplísima. En esas bellísimas cartas en las cuales él reiteró la necesidad de reunir el Congreso Anfictiónico en el Istmo, él siempre habló de una integración una visión muy, muy amplia. Y yo creo que su afán por la reivindicación de los sectores pobres, que lo puso de presente en la Independencia de Bolivia, en aquella época con el nombre del Alto Perú, y que se reflejó en ese bellísimo texto de la Constitución de Bolivia que él mismo redactó, es el que nos tiene que estimular hoy a buscar los caminos que nos permitan redimir la pobreza.

Si Bolivia puede honrar la aspiración de El Libertador, con su gas y con sus hidrocarburos para redimir la pobreza allá, magnífico. Si Colombia la puede honrar buscando más mercados para vender nuestras manufacturas, para vender nuestros productos agrícolas, magnífico. Yo creo que la gran frustración del sueño de El Libertador es cuando estos países no hacen esfuerzo para derrotar la pobreza. Y nosotros no hemos tenido objetivo distinto, en la búsqueda del mercado más grande del mundo, que es el mercado de los Estados Unidos, que encontrar oportunidades para nuestros trabajadores, que encontrar ingresos para nuestra economía, para poder derrotar la pobreza.

Y a propósito, hay que hacerle llegar un mensaje a los trabajadores: este Gobierno ha creado un millón 700 mil empleos en el sector privado, un millón 700 mil empleos, eso se cuenta. Que estamos con un desempleo muy alto, sí, pero es que llegamos a tener desempleos del 20 hace poco, venimos de regreso. Por fortuna este país, en medio de semejante crisis, tomó de nuevo el camino de generar empleo. Y en eso han ayudado muchísimo, en la generación de ese millón 700 mil empleos, las exportaciones de estos años a los Estados Unidos, las que no queremos que se suspendan, ni dejen de crecer, porque que acabe el 31 de diciembre de este año el ATPDEA y no tengamos el TLC.

Nosotros le exportamos a los Estados Unidos el año pasado alrededor de ocho, nueve mil millones. Quítele 3.500, 4 mil, hay 5 mil de petróleo, y hay más o menos 4 ó 5 mil de exportaciones no tradicionales, que crecen muy dinámicamente y que son altamente generadoras de empleo. Yo no veo alternativas para reemplazar ese mercado. Y cuánto le ayuda eso a la economía andina en general, cuánto le ayuda la capacidad adquisitiva. Si en Colombia se genera empleo, cuánto ayuda eso a que los colombianos compren productos de la hermana Venezuela o de la hermana Bolivia.

Y hay otro elemento muy favorable para los trabajadores, con el deseo de que usted lo publique en La Tuerca. Se lo voy a decir: en el Tratado hay una norma poco conocida, el pequeño debate ideológico no lo ha dejado conocer, que dice que si uno de los países dignatarios del Tratado viola los derechos de los trabajadores, el otro país puede tomar, aplicar sanciones, como la de no recibir sus productos.

Por ejemplo, si los Estados Unidos llegaren a violar los derechos de sus trabajadores, nosotros podemos tomar represalias frenando que vengan productos norteamericanos.

Si nosotros violamos los derechos laborales de nuestros trabajadores, los prestacionales, si no somos efectivos en la defensa de la vida de los líderes sindicales, si exportamos productos producidos por trabajo ilegal de niños, Estados Unidos nos puede frenar lo que exportamos allá.

El Tratado aparece como un nuevo mecanismo de defensa de los derechos de los trabajadores. Los derechos de los trabajadores hoy los defiende la Constitución, los defiende la ley, los pactos colectivos, las convenciones colectivas, el Ministerio de Trabajo, los jueces de la República, y el Tratado se convierte en un elemento adicional para defender los derechos de los trabajadores.

Los sindicatos colombianos saben que nosotros vamos a tener que dar una gran batalla en la Cámara de los Estados Unidos para que nos aprueben el TLC, porque allá se ataca mucho a Colombia por el asesinato de líderes sindicales en Colombia. Pero para claridad de los lectores de La Tuerca, cuando empezó este Gobierno en Colombia asesinaban 165 líderes sindicales por año. El año pasado todavía asesinaron, asesinaron 12.

La Seguridad Democrática ha tenido especial interés en la protección de los líderes sindicales, en la protección de los periodistas, que hoy se sienten más libres en Colombia, y en la protección de los alcaldes, en la protección de los gobernadores, en la protección de los luchadores políticos de oposición.

El Tratado nos da oportunidad de generar empleo, digno, estable, con afiliación a la seguridad social, y se convierte en un acuerdo jurídico que garantiza la protección efectiva de los derechos de los trabajadores.

En virtud del Tratado, el Ministerio de Protección ya está poniendo en movimiento una gran actividad para visitar 5 mil empresas en Colombia este año, y verificar que estén al día, que estén cumpliendo con las normas salariales, prestacionales y de afiliación a la seguridad social.

Me parece que es algo que tiene que hacer Colombia, cualquiera sea el próximo Gobierno. Por ejemplo, comprometer todos los estudiantes universitarios en esa tarea con el Ministerio de Trabajo para visitar todas las empresas del país, y garantizar que se cumplan todas las normas en favor de los trabajadores. El Tratado es un buen paso en esa dirección. Me preocupa que no se hable de ese tema: cómo defiende el Tratado el empleo y cómo protege el Tratado los derechos de los trabajadores. Sí que estaría contento Bolívar, leyendo esa cláusula de protección de los derechos de los trabajadores.

¿Cómo se habrá sentido Bolívar de triste de ver que estos países echan mucho discurso y no resuelven el problema de miseria? ¿Cómo se habrá sentido de triste Bolívar de ver que estos países tienen mucho discurso social y cero resultados sociales? ¿Cómo estará de triste Bolívar de ver que aquí, en lugar de darles educación a los niñitos, todavía los dejamos participar en trabajos de manera ilegal?

Pues bien, el Tratado se convierte en otro elemento muy importante para reivindicar a nuestros trabajadores, para reivindicar a nuestros niñitos, para que estudien, para que nos obliguen a llegar a plena cobertura escolar, en lugar de permitir que los niñitos estén abandonando el aparato escolar, trabajando en actividades que no les son permitidas y creándoles a sus familias tristezas y a ellos mismos desesperanzas.

Julio Penagos, de la Asociación de Corresponsales de Prensa (Acoprensa): Señor Presidente, también para el doctor Botero. Bueno, toda la agenda del TLC, aprobación en Senado y Cámara de Estados Unidos, aprobación en Colombia, Corte Constitucional, es claro que el primero de enero del 2007 no está listo. ¿Se garantiza la retroactividad del Atpdea y sobre todo ese universo de productos, como el textil–confección que sólo coloca el 1 por ciento del mercado de este sector en Estados Unidos?

Presidente de la República: Déjeme yo le anticipo, con un criterio político, al señor ministro Botero. Yo creo que las circunstancias nos van a obligar a todos a agilizar la aprobación. Desde aquí hago un llamado al Congreso de Estados Unidos, a todas las bancadas del Congreso norteamericano, para que piensen cómo agilizar la aprobación del Tratado, porque me parece muy grave que esto se siga dilatando.

Yo sé que si el Tratado se aprueba rápidamente, empieza a mostrar sus bondades, se empieza a tranquilizar la discusión al interior de la región andina. Lo peor para la Comunidad Andina es el estancamiento del proceso.

Los Estados Unidos tienen que comparecer ahora en este momento, y agilizar el proceso de aprobación del Tratado. Es mi llamado al Congreso de Estados Unidos.

Antes de considerar opciones para el evento de que no se haya perfeccionado el Tratado el 31 de diciembre de este año, cuando vence el Atpdea, permítame hoy, pidiéndole a usted, ofreciéndole excusas por ello, no considerar el escenario de que el 31 de diciembre no se haya aprobado, sino al contrario: urgir al Congreso de Estados Unidos para que tramite rápidamente esta ratificación, porque si el Tratado se aprueba y se ve el crecimiento de estas economías y el crecimiento en el empleo, yo creo que eso ayuda a superar la discusión.

César Laserna, de Noticias Aliadas de Perú: Usted ha hablado de protección de derechos. Hoy también se ha hablado de que las políticas públicas tienen que mirar una vez más a los ciudadanos, a las personas. Y la integración nos lleva a pensar automáticamente también en las tensiones que viven nuestras fronteras. En el caso de Colombia con Ecuador, existen tensiones diarias y hay situaciones de ciudadanos que a diario salen de Colombia y han solicitado asilo a Ecuador. ¿Su Gobierno que tiene pensado para solucionar este problema?

Presidente de la República: No, nosotros estamos haciendo un gran esfuerzo para derrotar el terrorismo. Esas no son tensiones entre gobiernos. Esas dos tensiones que han provocado unos terroristas, negociantes de coca. Por eso hay que enfrentarlos con toda la decisión y derrotarlos. Y la decisión de enfrentarlos hay que mantenerla hasta el día que ellos recapaciten y tomen la decisión de negociar. Nosotros aquí tenemos tanta firmeza para derrotar el terrorismo como disposición para negociar.

Esta ciudad de Medellín acaba de ser escenario de un hecho que el país no soñaba con él: una reunión de líderes del Eln, la segunda guerrilla con la sociedad civil.

Éste, el Presidente que más ha combatido la guerrilla, éste, el Presidente más odiado por la guerrilla, es el mismo que les dio sus salvoconductos para que pudieran realizar esas reuniones. Pero hay que tener toda la determinación.

Esa frontera hay que mirarla como una frontera donde hoy se quieren guarecer traficantes de droga, que quieren que se les siga reconociendo con el noble título de luchadores políticos. Son terroristas financiados por la droga. Por eso, eso no puede tener claudicaciones, hay que enfrentarlos con toda decisión.

Hace pocos días a mí me llamaron del Ministerio de Defensa muy asustados, que porque unos aviones ecuatorianos habían cruzado la frontera con Colombia y habían sobrevolado el espacio aéreo colombiano. Y me enteré que esos aviones estaban patrullando allí, porque la guerrilla colombiana, narcotraficante, se pasaba al Ecuador. Entonces dije: yo no voy a reaccionar airadamente contra el Gobierno del Ecuador, ni más faltaba. Tienen todo el derecho de bombardear esos bandidos.

Y entonces cuando se esperaba, cuando se esperaba que hubiera una reacción furiosa de mi parte contra el Gobierno del Ecuador, yo lo que hice fue llamar al Presidente del Ecuador y le dije: vea, Presidente, comprendemos el problema que estos bandidos le causan al hermano pueblo ecuatoriano. Comprendemos que ustedes tienen que tomar acciones en esa frontera, el Gobierno de Colombia no tiene ninguna protesta, esto lo resolvemos amistosamente.

Javier Barrios, de la Red de Radio de Fe y Alegría de Venezuela: Por lo que usted nos ha explicado, nos ha detallado, las bondades, los beneficios del Tratado de Libre Comercio para Colombia, viendo esos beneficios, viendo esas ventajas, ¿está vigente la integración de la Comunidad Andina, vale la pena salvar a la Comunidad de Naciones?

Presidente de la República: Totalmente, totalmente. ¿Sabe cuál es mi repuesta, cuando el presidente Chávez ha anunciado que Venezuela se va a retirar? Nosotros para salvar la Comunidad Andina persistiremos en el diálogo paciente. Aquí no va haber, no nos vamos a dejar llevar de afanes electorales para que en esta víspera electoral respondamos de manera agresiva, de ninguna manera. Nosotros tenemos muy presentes los imperativos de la integración, y por eso nuestra única respuesta es la disposición perseverante al diálogo paciente. Transmítalo allá. ¿O le digo a La Tuerca que haga una edición en Venezuela.

Javier Barrios: El Gobierno de Venezuela ha mostrado su preocupación por el tema de las medicinas genéricas.

Presidente de la República: Qué buen tema, qué buen tema. ¿Sabe por qué me emociona el tema? Aquí está uno que me acompañó en esa época, el doctor Juan Alfredo Pinto. Yo estuve ocho años en el Congreso de Colombia trabajando la seguridad social, hasta que se aprobó la Ley 100, que introdujo en Colombia en 1993 la posibilidad al uso de genéricos. Tuvo eso un gran líder de entonces, el fallecido ministro Juan Luis Londoño de La Cuesta, que siempre nos hace más y más falta.

Colombia es un país muy, muy favorecido en genéricos. Un alto porcentaje del suministro de medicamentos se atiende en Colombia con genéricos. El tratado no afecta los medicamentos genéricos. Bien importante reiterarlo aquí. Los medicamentos genéricos se pueden producir, siempre y cuando el medicamento base, a partir del cual surge el genérico, ya haya superado el período de protección de la patente. Eso existe desde mucho antes del tratado en la legislación general de comercio en el mundo, eso no cambia, Colombia puede seguir suministrando medicamentos genéricos en las mismas condiciones legales anteriores al tratado.

Eso es muy importante, y es muy importante también decir lo siguiente: la salud pública no se afecta. Por ejemplo, si se descubre un nuevo medicamento y ese medicamento está en Colombia en un periodo de protección y aparece una epidemia y entonces ese caso de salud pública obliga a utilizar ese medicamento, el país en ese momento puede romper el período de protección, comprarle ese medicamento a terceros o producirlo en Colombia. Eso es muy importante. Quedan a salvo la salud pública y los medicamentos genéricos.

Yo entré personalmente a la mesa de trabajo donde se negociaba el tema de propiedad intelectual, y he firmado una nota preparada por el ministro Botero, que será una declaración unilateral del Gobierno de Colombia anexa al tratado, para que los interpretes del futuro conozcan mi experiencia.

Entré como Presidente de la República a esa comisión y allí verifiqué lo que hoy certificó ante este foro, que queda certificado por escrito ante la historia: el tratado no afecta los medicamentos genéricos y el tratado no afecta la salud pública. Más aún, ganamos en algunos aspectos. Hay una figura que se llama el agotamiento, que obliga a un país productor de medicamentos a registrarlo en el otro país dentro de un tiempo limitado, definido. De lo contrario, si excede ese tiempo no se le respeta el derecho al registro.

¿Qué ha pasado históricamente? Los países industrializados descubren un nuevo medicamento y lo traen a nuestros países 30 ó 40 años después, y se los tenemos que proteger. ¿Qué logramos ahora? Que después de hecho el primer registro, tengan plazo de cinco años, como máximo, para registrarlo acá. Si no, no se les protege.

Ahora, la crítica: ¿que por qué no seis meses? Yo habría estado de acuerdo. Si habría sido mejor seis meses, un año, que cinco años, eso lo peleamos mucho con Estados Unidos. Es que negociar no es fácil, ellos tienen muchas presiones también de sus sindicatos, de su Congreso, etcétera, pero logramos cinco años. Yo creo que es muy bueno.

Y había otras pretensiones de Estados Unidos. Por ejemplo, el linkage. Yo también soy un aprendiz de esos temas. Esa figura yo no la conocía, estoy haciendo un curso apresurado de actualización. Pero me explicaron en el proceso de negociación los riesgos de introducir esa figura, porque obligaba al país a que coincidiera en una misma institución del Estado la competencia de patentes con la competencia de registro de medicamento. Eso se evitó para bien de nosotros.

Y se pretendieron cosas como estas, que Colombia no aceptó. Es que es más importante esta discusión que simplemente dejarnos trabar en una pelea política, sin razón. Miren, nos exigían y Colombia no aceptó, es que esta fue una negociación con dignidad, esta fue una negociación con energía. En algún momento creyeron aquí que ellos nos iban a imponer que cuando llegara un producto a registrarse, la respectiva entidad colombiana tuviera la obligación de notificar a cada uno de los que tenían protección en un producto semejante. Eso habría sido un desastre, nosotros no aceptamos eso, dijimos simplemente: habrá una notificación general.

En algún momento se interpretó que, para perjuicio de la salud de Colombia, nosotros íbamos aceptar que se cambiara el procedimiento de registro de medicamentos en Colombia. No lo aceptamos.

Yo personalmente le pregunté a la señora que dirige el equipo de negociación de propiedad intelectual de los Estados Unidos, en la reunión que he mencionado: señora, dígame, ¿nosotros tenemos que cambiar en virtud de este tratado el procedimiento de registro de protección de datos de prueba? Y me dijo -ahí estaba el Ministro Botero-: no lo tienen que cambiar. Y entonces eso lo he certificado en la declaración unilateral anexa al tratado, que he firmado.

Es muy importante decirle a la Comunidad Andina: los países que hemos firmado el tratado no tenemos ningún perjuicio en materia de medicamentos, y además lo que hemos firmado no obliga ni mucho menos perjudica a los otros países andinos.

He ahí la importancia de esta discusión, porque hay temas bien sensibles como el tema de cultura, el tema de los medicamentos, temas bien sensibles como el tema ambiental. En todos esos capítulos salimos bien librados.

Hace pocos días repasaba yo el capítulo de telecomunicaciones. Al principio nos exigieron a nosotros que teníamos que vender las empresas estatales, y ésta donde estamos, bien sensible, porque estatal. Esta es una empresa industrial y comercial del Estado de propiedad de la ciudad de Medellín. Por la tesis norteamericana de que el Estado no puede ser al mismo tiempo dueño de empresas y regulador. Pues eso no lo aceptamos.

Es que el tratado no fue un tratado de adhesión. Fue un tratado que negociamos con toda dignidad. Es la primera vez en un tratado donde los Estados Unidos le tienen que aceptar a la contraparte normas de protección ambiental. Por ejemplo, nosotros no aceptamos, no aceptamos la obligación de patentar nuevas plantas. Todo eso pensando en los derechos de nuestra biodiversidad amazónica y andina.
Nosotros dimos una gran pelea y la ganamos, por preservar los derechos de expresiones tan importantes de la cultura como la reserva de pantalla.

Algún día le dije yo a los ministros: cuidado, que el tratado no lo hunden los políticos, pero sí la telenovelas. No vayan allá a poner esas telenovelas en contra, porque están muy enraizadas en el alma de los colombianos, y aquí se les tiene como una gran expresión de la cultura de la Patria. Pues bien, esas dudas se disiparon. La reserva que hemos tenido del 70 por ciento en horarios triple A de la semana, en la pantalla de televisión para la producción nacional, se mantuvo.

¿Qué sé cedió? Se cedió bajar del 50 al 30 por ciento en unos horarios de fines de semana. ¿Y qué nuevo se consiguió? Que si llegaren a surgir nuevas tecnologías, Colombia mantiene el derecho soberano de imponer reservas. Por ejemplo, si usted está en Colombia, es usuario de un celular y le van a mandar cine desde Washington, el Gobierno de Colombia puede decir: allí hay una cuota de pantalla para la producción colombiana, me mandan tal porcentaje de ese cine, que sea de cine colombiano.

Es la hora, ministro Botero, no duerma, explíquele al país de día y de noche y me da una ayudita para lo que viene, que este no fue un tratado de adhesión, sino un tratado donde negociamos con dignidad, y esa es la mejor respuesta al director del periódico La Tuerca. Si aquí hubiéramos hecho un tratado por adhesión, a mí me daría pena como Presidente de Colombia que me recordaran la epopeya de El Libertador. Pero hoy ante la memoria de El Libertador puedo responder, con toda dignidad, que este tratado lo negociamos respetando profundamente y totalmente los derechos del pueblo colombiano.

Si nosotros hubiéramos pisoteado la dignidad de la Patria para adherir a intereses norteamericanos, si nosotros hubiéramos entregado los derechos de la Patria, simplemente para aceptar imposiciones norteamericanas, no estaríamos dándoles la cara a los colombianos en este debate ni a la comunidad latinoamericana. Estaríamos escondidos.

Estamos aquí de cara al país, en todos los escenarios, mirando el pasado, el presente y el futuro de la Patria, porque fue un tratado que negociamos con dignidad, no con entreguismos, no con adhesiones a imposiciones desde afuera. Es muy importante que eso conste. Y eso se traduce en las cláusulas. Que negociamos con dignidad, ahí está la prueba de lo que pasó en la agricultura. Que negociamos con dignidad, ahí está la prueba de lo que pasó en la cultura. Que negociamos con dignidad, ahí está la prueba de lo que pasó en medicamentos. Que negociamos con dignidad, ahí está la prueba de lo que pasó en la pequeña empresa.

El doctor Juan Alfredo Pinto, uno de los colombianos a quien más respetamos, porque ha sido un permanente abanderado de la pequeña empresa, entró a la negociación con miedo, entró a la negociación con reservas, y salió de la negociación declarando que la pequeña empresa colombiana se sentía victoriosa.

Seguramente el tratado, yo lo he reconocido, no es ideal, tiene imperfecciones. Pero se negoció con dignidad, como lo muestran los resultados. Se negoció con dignidad, una prueba al canto: Colombia no se obliga a patentar plantas, por respetar los derechos de nuestra biodiversidad.

Es que ha habido mucha distorsión y mucho cuento. A mí me decían los indígenas del Cauca que estaban en contra del tratado porque íbamos a vender el Macizo Colombiano, que es la gran fábrica de aguas del país. Por Dios, ¿de dónde? Cuando lo que hemos hecho es defender los intereses de la biodiversidad colombiana.

Y en esto también han ocurrido cosas jocosas. En Neiva, en un foro muy serio, donde los huilenses reclamaban el tratado para poder desarrollar la roca fosfórica, insumo fundamental en la industria de fertilizantes, que se reactiva por el tratado, donde reclamaban el tratado para tener una aduana de Estados Unidos que certificara producción de tilapia y de otros peces en este país para mandar al mercado de los Estados Unidos, de pronto del auditorio emergió un parroquiano y me dijo: Presidente, yo tengo una venta callejera en Neiva. ¿Será que los americanos me la van a quitar? Y le dije: ¿a ti se te ocurre que va a venir un norteamericano a competirte en una venta callejera, a las 12:30 del día, con el sol canicular del Magdalena en las calles de Neiva? ¿Por qué me preguntas eso? Presidente, me habían dicho y quería estar seguro.

Otro tema bien importante para dejar lo jocoso. Por ejemplo, negociamos con dignidad para proteger la educación, y entonces aquí ha hecho carrera la tesis en algunos círculos de que nosotros entregamos las universidades públicas. Falso de toda falsedad. La semana pasada una niña me dijo: Presidente, estudio en la Universidad de Córdoba, me dicen que por el TLC va a cerrar la universidad pública y que vamos a tener que pagar 80 mil dólares al año para estudiar en la Universidad de Harvard.

Falso de toda falsedad. Este Gobierno lo que ha hecho es proteger la universidad pública. El tratado mantiene incólumes cuatro o cinco principios universitarios en Colombia. La Constitución colombiana dice que las universidades gozan de autonomía. La Ley 30 reproduce totalmente ese principio constitucional. La Ley colombiana dice que las universidades tienen que ser entidades sin ánimo de lucro. Eso se mantiene totalmente vigente en el tratado. La Ley colombiana ordena subsidiar con transferencias crecientes a la universidad pública. Eso no se afecta.

Ahí están los costos presupuestales que cada año paga el Estado colombiano. Yo soy hijo de la Universidad de Antioquia, yo soy hijo del debate de la universidad pública, la he defendido siempre, en este Gobierno ha crecido muchísimo. Me duele que ahora se quiera atacar al tratado con embustes, diciendo que el tratado va a acabar con la universidad pública colombiana. Al contrario, el tratado es una gran oportunidad para que la universidad en Colombia, pública o privada, sea más científica, más investigadora, más masiva, más responsable, más preocupada por la pertinencia.

Doctor Allan, muchas gracias. Señor Alcalde y a todos ustedes, muchas gracias.

 
CONTÁCTENOS
MAPA DEL SITIO
| Quejas y Reclamos | Web Master |
Linea de Quejas y Reclamos 018000-913666

COPYRIGHT © 2006 PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA