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FORO ‘ANTIOQUIA Y EL TRATADO DE LIBRE COMERCIO’
Organizado por el Diario El Colombiano

Abril 05 de 2006 (Medellín – Antioquia)

Compatriotas:

Quiero saludarlos muy afectuosamente, celebrar este ejercicio intelectual que ha sido una constante en la vida de El Colombiano y que ha aportado tanto al desarrollo democrático de la región y de la patria entera.

Quiero desde esta tribuna hacer un homenaje a uno de los grandes de la patria y de Antioquia, desaparecido en los últimos días, el doctor José Gutiérrez Gómez, y al ex ministro Juan Gonzalo Restrepo Londoño.

Esta mañana tuve oportunidad de visitar la familia del doctor Gutiérrez Gómez, y en los próximos días visitaré la familia del doctor Juan Gonzalo Restrepo Londoño, para testimoniar a ambas familias el aprecio nacional por estas figuras tan importantes de nuestro país.

Saludo también a la señora Ministra de Economía de El Salvador, la señora Yolanda de Gaviria, quien ha sido tan importante en la negociación del Cafta, y se nos ha dado tantas luces con el TLC.

Doctora Ana Mercedes, la interrumpí un momento a la llegada al auditorio para conversar con el doctor Luis Alberto Moreno Mejía, quien está en la Asamblea del BID, presidiéndola como Presidente del Banco, en el Brasil, y no sé si ya tienen la noticia aquí, pero es buena. De pronto quisiera dársela. Que alguno me ayudara, Alicia, a llamar al Alcalde. Y la noticia es buena: el BID acaba de aprobar que la Asamblea para conmemorar los 50 años de la institución, que deberá realizarse en el año 2009, se realizará en la ciudad de Medellín. Pienso que esa es una noticia bien importante para la ciudad.

Bueno, el TLC beneficia a todas las regiones colombianas. Voy a empezar por ese tema, por la válida preocupación de la doctora Ana Mercedes. Y beneficia a todos los sectores de la economía, a pesar de que en un sector de la economía puede haber productos con riesgos, que el Gobierno lo ha reconocido, y estamos buscándole soluciones, en el neto se beneficia todo sector de la economía y se beneficia toda región colombiana.

Por ejemplo, Santander. En mis conversaciones con los compatriotas de Santander, allí hay una preocupación por la avicultura. La avicultura se convierte en una gran actividad de generación de empleo que circunda el área metropolitana de Bucaramanga, a lo cual le estamos buscando solución.

Yo diría que los problemas que nos aparecen en el TLC, lo importante es reconocerlos y buscarles solución, y les estamos buscando solución.

Pero al examinar todo lo que es la oferta productiva de Santander, hay un gran beneficio para ese departamento. Ese departamento es productor de textiles, es productor de confecciones, es productor de joyería. Ese departamento es un departamento que va a ver en los próximos años renovada totalmente la refinería de Barrancabermeja. Es un gran productor, y lo va a ser, de todos los productos de la industria petroquímica. Es productor de mucha manufactura, zapatos. En el área del Magdalena el departamento de Santander está sembrando muchísima palma africana, y ese aceite de palma africana es un gran beneficiario del TLC. Y lo mismo el derivado más importante que tendrá la palma africana, que es el biodiesel.

Todo lo que son los combustibles biológicos, en lo cual Colombia tiene un gran futuro, quedan con acceso inmediato al mercado de los Estados Unidos. Se desgravan en la canasta que mis compañeros del Gobierno llaman la canasta de desgravación inmediata. Eso le da a un departamento como Santander enormes posibilidades: producir biodiesel en el área del río Magdalena, sacarlo al mar por el río y llevarlo al mercado de Estados Unidos.

También es muy importante en ese departamento el alcohol carburante. Hace cuatro años Colombia no producía alcohol carburante. Ahora estamos produciendo un millón 50 mil litros al día, gracias a los estímulos tributarios que se introdujeron, siendo ministro el doctor Roberto Junguito, y con el apoyo de nuestros congresistas, apoyos tan resueltos, como el que en toda hora nos dio el doctor Juan Gómez Martínez.

El mercado de azúcar se empieza a descongestionar, gracias a la producción de alcohol carburante. Eso va a ser muy importante para departamentos como Santander. Santander y Boyacá en la Hoya del Río Suárez tienen 50 mil hectáreas de caña, que han estado históricamente dedicadas a producir panela. Una crisis histórica de la panela, tremenda.

En las últimas semanas la panela ha mejorado allí más de 200 pesos el kilo, gracias a que el país ha empezado a producir alcohol carburante, a convertir unas extensiones importantes, entre 35 mil y 40 mil hectáreas, de caña del Valle del Cuaca, del Cauca y Risaralda, que estaban dedicadas al azúcar, a convertirlas para producir alcohol carburante.

Y una de las decisiones que el Gobierno ha tomado y que se está implementando, es crear una zona franca especial para la exportación de alcohol carburante, como la otra que vamos a crear para el sector de la salud, que interesa muchísimo a la ciudad de Medellín.

Entonces uno revisa la composición productiva de un departamento como Santander, y encuentra que puede ser gran beneficiario del TLC, y reconocemos el tema avícola, que lo estamos enfrentando.

Ahora, hay mucho temor porque se ha reducido muchísimo el precio de los pollos sazonados. Entonces me dice la industria avícola que con el arancel del 70 por ciento no vamos a lograr frenar esas importaciones. Ha habido una reducción muy sensible de los precios, por el temor a la gripa aviar. Estamos buscando unas soluciones aduaneras, unas soluciones portuarias.

Yo he encarado estos problemas, y le quiero dar tranquilidad a estos sectores que encontraremos con ellos y con el apoyo del Congreso y de toda la comunidad colombiana, los apoyos necesarios para que estos sectores sigan progresando en nuestra patria.

Estamos enfrentando un problema mundial de avicultura por la gripa aviar, entonces no podemos hacerle esas imputaciones ahora al TLC, tenemos que superarlo.

Veamos otros departamentos de Colombia: el Valle del Cauca, ampliamente beneficiario. Olvidemos el tema de alcohol carburante, que es de gran importancia para el Valle del Cauca.

Pensemos en el tema del azúcar. El Valle del Cauca, Colombia estaba exportando 25 mil toneladas de azúcar. El TLC nos permite exportar 75 mil toneladas de azúcar, con una tasa de crecimiento anual del 1 y medio. Una ciudad que fue la pionera en Colombia en recepción de inversión internacional, como Cali, ve en el TLC grandes posibilidades de salir adelante. Cualquier producto vallecaucano se mejora y ellos, que tienen unas expectativas como Antioquia bien importantes en obras de infraestructura, como lo vamos a ver más luego, el TLC las reta, pero también posibilita que se financien.

La Costa Caribe colombiana toda, toda, se beneficia del TLC. Estuve todo el fin de semana en Barranquilla, y constaté de manera grata que hay una gran conciencia en todos los niveles sociales sobre las bondades del TLC. Ellos lo que piden es que el país acelere, y en eso tienen toda la razón, la infraestructura de competitividad. Y dicen que lo que puede exportar Colombia a los Estados Unidos le da una gran ventaja a la Costa Caribe por su situación costanera.

Los Llanos Orientales. En los Llanos Orientales aparece la preocupación del arroz, que es otro producto. Yo tenía un capítulo de productos con dificultades para el final, pero a raíz de la preocupación válida que manifestó la doctora Ana Mercedes, los voy a ir intercalando con esta región.

El arroz. Vamos a ver: ¿la dificultad del arroz qué afecta? Llanos Orientales, afecta Tolima, afecta Huila. ¿Qué ha pasado históricamente y qué debemos hacer?

Primero: ¿cómo se negoció el TLC en el arroz? Hay un período de desgravación de 19 años. El temor de los arroceros era el siguiente: que el arancel base y la disminución de ese arancel permitieran que para el año 7 o el año 8, el arancel de arroz ya estuviera en el 30, 33 por ciento, y ellos afirman que con arancel en Colombia del 30, 33 por ciento, dados los subsidios a la producción en los Estados Unidos, ellos pueden mandarnos acá un arroz más barato.

Ese riesgo quedó aplazado hasta el año 15. La desgravación termina en el año 19, y la llegada de un arancel del 30, 33, sería en el año 15.

En estos procesos de desgravación con períodos de transición, las personas que dirigen las negociaciones llaman contingente la cantidad que desde el año cero se puede enviar al otro país con cero arancel. Para esos contingentes de arroz y de pollos, que podemos importar de Estados Unidos desde el año cero, tanto los arroceros como los avicultores van a participar en las subastas arancelarias, lo cual les da unos ingresos, y con esos ingresos pueden ayudarle muchísimo a sus dos sectores.

En el caso avícola también hay una revisión en el año 9. Los avicultores me han dicho: no se logra nada. Yo creo que es un buen paso, porque obliga a los dos países a sentarse a revisar qué ha pasado. Y yo creo que si en el año 9 vemos que hay problemas sociales, derivados de la aplicación del Tratado al tema avícola, es una razón suficientemente poderosa, de peso, para pedir en el año 9 que se revise ese proceso de desgravación.

Volvamos al arroz. Históricamente es un producto que ha sufrido mucho, por importaciones de Tailanda, de otros países, y por las importaciones andinas. Ecuador es un país excedentario en arroz, también Venezuela. Y nosotros, por Comunidad Andina, no podemos decirle al Ecuador: no nos mande arroz. De Venezuela nos entra mucho, legalmente y también mucho arroz de contrabando. Eso ha afectado mucho a nuestros productores de arroz.

Yo creo que el daño se los ha causado a ellos es el arroz de nuestros vecinos, y el riesgo del TLC es un riesgo lejano. ¿Qué proponemos nosotros? En la Ley Agro: Ingreso Seguro, que cualquier inquietud de ustedes posteriormente, con mucho gusto, la ampliamos un poquito, se apoya a los arroceros, no solamente frente a riesgos derivados del TLC, sino frente a depresiones del precio, derivadas de la Comunidad Andina. Ellos nunca habían tenido ese apoyo.

Algunos colombianos me han dicho que ese apoyo es injusto. Ponen el caso, como ejemplo de Irlanda, que dejó morir algunos sectores de la economía, en los cuales consideraban que no había competitividad, para darle curso a la integración con la economía global. Es muy distinto. Ese es un país pequeño, con poco número de habitantes. Para nosotros sustituir 300 - 400 mil hectáreas de arroz es muy difícil. Hay regiones que han tenido en el arroz el único producto. Además han hecho esfuerzos de productividad muy altos. Por eso el examen del tema tiene que ser muy equilibrado. El llano de Ibagué tiene la más alta productividad de arroz en el mundo.

Y yo veo que es necesario otro elemento para garantizarles esos apoyos del presupuesto nacional: la seguridad alimentaria.

Hay que mirar todos los escenarios que se pueden presentar a futuro. Yo le temería mucho a un escenario en el cual Ecuador no nos pueda mandar arroz barato, Venezuela no nos pueda mandar arroz barato y Estados Unidos tenga que desmontar los subsidios a la producción y ya no nos pueda mandar arroz barato.

En la reunión de Hong Kong de la ronda de Doha, los países industrializados aceptaron desmontar los subsidios a las exportaciones agrícolas en el año 2013. Ahora sigue la discusión del desmonte de los subsidios de producción. Entonces el país tiene que ser cuidadoso en eso, preservar nuestra industria arrocera. Yo soy partidario de que no amplíen el área sembrada en arroz, pero que el área que da unos niveles de productividad elevados se mantenga y se mantenga con apoyo del fisco nacional.

Es muy importante, desde todas las regiones de Colombia, darles esa señal a los arroceros. Y además asumir el compromiso con mucha convicción. Yo tengo ese elemento adicional de convicción para asumir el compromiso, que es la necesidad de preservar la seguridad alimentaria, ante las hipótesis no descartables de que se desmonten subsidios a la producción de esos productos en países como Estados Unidos, y que nos nieguen la posibilidad de comprar esos productos a muy bajo precio.

Volvamos a los Llanos Orientales. Entonces ahí hay un riesgo en el arroz, pero tienen grandes beneficios en otros productos. Tienen grandes beneficios en palma africana, en biodiesel. La junta directiva de un ingenio del Valle del Cauca me decía que piensan sembrar 10 mil hectáreas de caña para producir etanol, con destinación exclusiva a exportar al mercado de Estados Unidos desde los Llanos Orientales. Y que lo van a hacer con nuestra nueva figura de zona franca, que de acuerdo con la ley que aprobó el Congreso en diciembre, ya las zonas francas quedan, diría yo que sin riesgo ante la Organización Mundial del Comercio, y con una tarifa de renta sumamente competitiva, que quedó en el 15 por ciento.

En todo eso los Llanos Orientales tienen mucha, mucha posibilidad. Este año Colombia ha de tener la primera planta de biodiesel, y oigan qué ha pasado en la parte tributaria. Con el ministro Junguito se le dio exención de IVA y de impuesto global al combustible, a los combustibles biológicos. Además exención a los cultivos de tardío rendimiento, donde está la palma africana, la madera, en lo cual tiene gran competitividad el Llano. El caucho, en lo cual tiene gran competitividad el Llano. El cacao, que en la ladera de la cordillera oriental, en las estribaciones de la cordillera oriental en el Llano, está creciendo bastante, como está creciendo en toda Colombia.

Yo entonces veo muchas posibilidades para estas regiones de la Patria. Y si a eso le suman que desde allá puedan exportar combustibles biológicos producidos en zonas francas, con tarifa de renta del 15 por ciento, yo creo que tienen mucho futuro.

Este año va Colombia a empezar a producir alcohol carburante a partir de yuca. Hay un hectariaje en los Llanos Orientales y otro hectariaje en el departamento del Cesar. Sí, todos requieren infraestructura. Por ejemplo, los Llanos requieren la navegabilidad del río Meta, que les da una gran posibilidad de sacar su producción por el Orinoco al Caribe. Es una constante la necesidad de infraestructura de competitividad en todo el país.

El Tolima. Tolima es muy sensible al tema del arroz. En el Huila. Pero oigan lo que me ocurrió en un foro reciente en el Huila. Nosotros estamos trabajando la Visión 2019, la visión de largo plazo que compromete al país, trabajada democráticamente, para que todos aquellos ciudadanos que participen en su elaboración se entusiasmen a participar en su aplicación. Y le hemos pedido a cada departamento que haga su propio capítulo. Confiamos que Antioquia haga su capítulo, el anexo Antioquia Visión 2019.

Y empezamos a ver las bases que está construyendo el Huila. Y dijeron: bueno, actividades productivas del Huila a desarrollar en los próximos años: turismo, es el que más se beneficia con un tratado de esta naturaleza por el jalonamiento de la inversión, que jalona primero todo ese turismo de negocios y después el turismo recreativo. Menciona el Huila la explotación de la roca fosfórica. La necesidad de una agricultura más competitiva le da en una gran oportunidad al desarrollo la roca fosfórica en el Huila.

Cafés especiales. El Huila y Nariño son los grandes productores de cafés especiales en Colombia. Su café tiene una alta prima en el mercado internacional. Hemos procurado beneficiarlo muchísimo con la promoción de las Tiendas Juan Valdez y con las bases de política cafetera que también creamos con el ministro Junguito. El ministro Junguito lideró dos acciones cafeteras del Gobierno, al principio de la administración: la primera, un compromiso con la Federación: señores, el Gobierno ayuda pero ustedes desarrollan las Tiendas Juan Valdez, apoyan la renovación cafetera. Ustedes trabajan con el Gobierno para que en los soqueos de café, haya maíz y haya fríjol. Y se tomó una segunda decisión de gran importancia: por primera vez en Colombia, el 94 por ciento del precio externo del café va directamente al productor. La contribución que se retiene para la Federación es del 6 por ciento. Eso está ayudando muchísimo.

En el TLC se salva la marca, el origen y la mezcla. Eso es muy bueno para la caficultura colombiana. Porque yo le veía muchos riesgos a la caficultora colombiana, el riesgo de que el mundo empezaba a reconocer no la marca Juan Valdez ni la marca Café de Colombia, sino la marca Starbucks. Se estaban cambiando las marcas de país por las marcas de comercializadoras. Eso es muy grave. Con lo que hemos hecho yo creo que se recupera la tendencia de recuperar la marca de país, la marca del país productor, y eso lo fortalece muchísimo el TLC.

El Huila tiene 70 mil hectáreas de café, casi todas con cafés especiales. Y entonces ellos siguieron hablando de los productos a desarrollar en el Huila en los próximos años, y trajeron la tilapia. Pero queremos convertir al Huila en el gran exportador de tilapia y necesitamos una aduana de Estados Unidos en el Huila. Decía: eso requiere TLC. Ayer me confirmaban unos concejales de Neiva que ya el Huila está exportando tilapia. Y en esa reunión omitieron el arroz. A mí me sorprendió muchísimo, pero yo les traje el tema y les dije: los felicito por ver todo este potencial de productos que se van a beneficiar del TLC, y tengan la certeza de que el Gobierno no va a abandonar el tema del arroz.

El Tolima. Ibagué es la ciudad con más alto nivel de desempleo. Para Ibagué es fundamental la salvación de la cadena algodón-textil-confección. Todo eso requiere el TLC. El Gobierno ha venido pagando subsidios anuales del orden de 80 mil, 100 mil millones para la producción de algodón. Creemos que una industria textil y de confección fuerte, a lo cual contribuye mucho el TLC, necesita también que esa industria no dependa exclusivamente de algodón importado, sino que haya un alto porcentaje de algodón de producción nacional. Porque las importaciones de algodón también generan muchos riesgos: oscilaciones del cambio internacional, de la tasa de cambio, el riesgo de la cotización internacional, etcétera.

La producción nacional, para encadenarla con una industria importadora tan importante, se requiere. El Tolima ha sentido el apoyo en subsidios a la producción algodonera, y ahora el Gobierno Nacional está construyendo, como principio de estas obras de infraestructura, de competitividad, el distrito de riego del Triángulo del Tolima, que nos va a costar alrededor de 350 mil millones, y que les va a ayudar mucho en producción de algodón. El algodón en tierras de ambiente seco, con riego, produce la mayor productividad, y para eso es excelente el Triángulo del Tolima. Además aprovechar la laboriosidad agrícola de los compatriotas del Tolima, para producir en esos nuevos distritos de riego todas esas hortalizas que, por ejemplo, está exportando el Perú a los Estados Unidos, con muchísimo éxito. Intensivas en generación de empleo.

Entonces enseguida está la industria textil, FibraTolima, una empresa que estaba quebrada, que empieza a resurgir, se ha hecho un gran esfuerzo para sacarla adelante, tenían una negociación con Fabricato-Tejicóndor, no sé si la hicieron o no. Está confirmada. Yo creo que en ausencia del TLC, quién sabe si esa negociación se hubiera hecho. En ausencia del TLC me parece muy difícil haberle encontrado novios a FibraTolima para sacar la empresa adelante. Y FibraTolima es el gran apoyo a la industria de confección de Ibagué, que es el gran motor para sacar adelante esa ciudad con tal alto nivel de desempleo.

En fin, uno podría recorrer toda la Patria y encontrar que todas las regiones de Colombia se favorecen, reconociendo que hay temas que tenemos que enfrentar, que traen riesgos, como el tema avícola y el tema arrocero.

El primer tema con que yo quería empezar hoy es el tema del Atpa– Atpdea. Para este país es muy difícil pasar del Atpa al Atpdea. La administración Pastrana hizo un gran esfuerzo y la administración nuestra tuvo que empezar con muchos esfuerzos en esa materia. Yo creí que bastaba con la aprobación, después vino una fase que los Estados Unidos llaman de proclamación, que exigió hacer muchos ajustes internos en Colombia.

Me refiero al primer semestre de este Gobierno, que es el segundo semestre de 2002. Desde entonces nosotros vimos muchísimas dificultades para una nueva renovación, y el Gobierno pensó lo siguiente: si ha habido tanta dificultad para pasar del Atpa al Atpdea, es muy difícil que haya renovación en el 2006. Si países como El Salvador (a ustedes, ministras, se les acaban las preferencias en el 2007, que tienen soldados en Irak, nosotros no), ven enormes dificultades para que Estados Unidos les prorrogue las preferencias que vencen el 2007 (una de las razones que ha tenido El Salvador para hacer el Cafta, el TLC centroamericano), si países como República Dominicana, que se le vencen las preferencias en el 2008, advierten que no ven posibilidades de prorrogarlas, y por eso ya tienen un TLC con los Estados Unidos, la situación para nosotros es más difícil, porque las preferencias nuestras vencen el 31 de diciembre de este año.

Entonces desde el 2002 empezamos a trabajar pensando que el gobierno que eligiera Colombia en el 2006, iría a tener un grave problema al extinguirse esas preferencias unilaterales de los Estados Unidos de la Atpdea.

El Atpedea ha sido muy bueno, pero tiene limitaciones, limitaciones propias de todas las preferencias unilaterales. Primero, los economistas dicen: ¿por qué Colombia no aprovecha bien el Atpdea, no se exporta todo lo que se pudiera exportar? ¿Cuál es la razón principal? No se invierte todo lo que habría que invertir ¿Y por qué no se invierte todo lo que habría que invertir? Porque el inversionista dice: temo hacer estas inversiones, porque no tengo seguridad de contar con el mercado de Estados Unidos más allá del 31 de diciembre de 2006.

Entonces no se aprovechan debidamente las posibilidades porque no hay inversión. Y no hay inversión porque las posibilidades son unas posibilidades efímeras, que generan mucha desconfianza.

Y no todos los productos tienen espacio en el Atpdea. Cito, por ejemplo, leche y cárnicos, que sí tienen todo el espacio en el TLC, siempre y cuando superemos problemas como el problema de aftosa.

Ahí hay dos limitaciones de los sistemas de preferencias unilaterales, porque muchos colombianos decían: bueno, en lugar de negociar, prorroguemos las preferencias unilaterales. A riesgo de estar equivocado, desde el principio del Gobierno nosotros hemos visto imposibilidad de prórroga e inconvenientes de que sigamos trabajando solamente con preferencias unilaterales.

Más aún, creo que el lenguaje político colombiano tiene que ser muy prudente, porque yo no creo que uno en la política colombiana pueda combinar una agitación anti-norteamericana y al mismo tiempo un pedido de extensión de las preferencias unilaterales. Uno no puede decir aquí: fuera gringos, y enseguida ir allá a decirles: extiéndanos las preferencias unilaterales. A mí me ha preocupado ese componente del discurso político colombiano.

Y el tema no ha sido fácil. Cuando uno revisa la historia de los intentos de Colombia de tratado con Estados Unidos, desde el tratado que firmó el presidente López Pumarejo, creo que fue en 1935, que después por circunstancias de la guerra no se aplicó pero que es un tratado visionario, encuentra que hubo intentos que fueron intentos aislados de ministros que no consiguieron el consenso al interior de los gobiernos.

Lo primero que nosotros hicimos fue convencernos al interior del Gobierno que eso se necesitaba. No seguir haciendo lo que había pasado en muchos momentos de Colombia, que eso no salía adelante porque era una idea de un ministro o de parte del equipo de un gobierno, que no comprometía a todo el gobierno. Allí hubo que hacer un gran esfuerzo.

Después convencer a los Estados Unidos que negociara. El presidente Bush y el Secretario de Comercio de Estados Unidos nos dijeron: miren, Estados Unidos no puede hacer estos tratados. Nosotros estamos esperando el ALCA. Y además Colombia no está preparada.

Tomamos mucho tiempo para demostrarles que Colombia sí estaba preparada. Yo les dije: miren, el ALCA está generando en el continente una carga ideológica que no deja ver el fondo del ALCA. Y esa carga ideológica lo puede aplazar indefinidamente, y hay países como Colombia que necesitan este mercado de Estados Unidos.

Hicimos este raciocinio ante el Gobierno norteamericano en repetidas ocasiones: si esperamos el ALCA nunca va a llegar o nos va a llegar tarde, porque Brasil no tiene el mismo afán que Colombia de negociar el TLC, ni lo tienen otros países de la región. Hay que reconocer que las economías diferentes, tienen diferentes afanes.

El Brasil tiene menos afán de negociar el TLC que nosotros. ¿Por qué? Esto me lo han dicho tanto el ex presidente Cardoso como el presidente Lula. A diferencia de Colombia, Brasil y otros países de la región tienen una economía exportadora con muchísimos mercados. Las exportaciones nuestras están concentradas en pocos mercados.

Uno ve los mercados de Brasil o los de Chile y dice: los gobiernos de Brasil y Chile si pierden un mercado eso no les perturba el sueño. Nosotros, con el riesgo de que uno de nuestros mercados tome una decisión política que nos afecte, vivimos totalmente intranquilos. Hay una diferencia bien importante en estas economías. El ex presidente Cardoso y el presidente Lula me decían: Brasil a Estados Unidos, MERCOSUR y Europa sólo exporta el 40 por ciento. El 60 por ciento restante de exportaciones lo envía a otros mercados. Eso demuestra la diversificación en los mercados brasileros de exportación.

Chile también los tiene ampliamente diversificados. Nosotros, no. También la composición de la oferta productiva de cada país trae afanes. Yo le he dicho al presidente Chávez: Presidente, tú, vendiendo petróleo, no tienes afán de un TLC. El petróleo te lo arrebatan. ¿Qué hace una economía manufacturera como la colombiana, de manufactura media, tan competida en el mundo? Necesita esos mercados. Y le he dicho: es una comparación muy difícil, Presidente. ¿Qué vas a necesitar tú TLC con petróleo? ¿En cambio qué hago yo con mis parientes de Titiribí, Antioquia, que necesitan vender bocadillos en el mercado de Estados Unidos y requieren TLC?

La verdad es que hay que mirar muy cuidadosamente qué produce cada economía. El Brasil no necesita acuerdo de comercio para enviarle toda la soya a China, que se la absorbe toda. Chile no necesita acuerdo de comercio para venderle a China el cobre, níquel. Nosotros producimos unas pequeñas cantidades de níquel.

Entonces es muy bueno, en el examen político del tema, mirar que no toda la región tiene el mismo afán, porque la semana pasada en la Universidad del Valle del Cauca un profesor decía: ¿ustedes por qué prefirieron negociar con los Estados Unidos en compañía de Perú y Ecuador, y no hacerlo como bloque latinoamericano?

Le di esas razones. Son muy respetables las razones del Brasil y de otros países de la región para no hacer TLC, pero nosotros lo requerimos. Y nosotros no podemos dejar que nuestras exportaciones a Estados Unidos se marchiten, que se anule toda la posibilidad de crecimiento, mientras se resuelven las disputas ideológicas que giran alrededor del ALCA.

Entonces eso lo conecto con otra objeción. La objeción de que primero estaba el bloque latinoamericano. Otra razón para decir por qué estamos haciendo el TLC, ante esa objeción. Hace cuatro años en Colombia no había decisión de un acuerdo con MERCOSUR. Nosotros ya hicimos el acuerdo. Hoy está perfeccionado el acuerdo Comunidad Andina – MERCOSUR. Eso debe eliminar la objeción política que algunos esgrimieron, en el sentido de que habíamos incumplido la norma constitucional que ordena darle prelación a los acuerdos con Suramérica. El Gobierno fue cuidadoso en eso, y por eso al inicio de la administración nos propusimos sacar adelante el acuerdo CAN – MERCOSUR, que parecía un imposible. La Ley ratificatoria la aprobó el Congreso y está para la revisión de la Corte Constitucional.

Sin embargo, lo pusimos en práctica desde que se cerró el Acuerdo, aún sin la ratificación del Congreso, porque hay un mecanismo, un instrumento, de la ALADI, que es la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, que nos permite poner en marcha, sin completar la formalización, estos acuerdos en la región.

Y viene el tema de la Comunidad Andina. A mí me parece que el mejor aporte lo puede hacer el ex ministro Roberto Junguito, que tiene unas cifras sobre lo que le convendrá a la Comunidad Andina en su conjunto el TLC.

Hablaba yo con el presidente Chávez y él me decía: tengo la queja de unos empresarios bolivianos que dicen que le van a vender menos soya a Colombia. Nosotros le dijimos al presidente Evo Morales lo siguiente: para proteger a Bolivia, y de acuerdo con Bolivia, se definió lo de la soya de esta manera: queda liberado de inmediato el fríjol de soya y la torta. Muy difícil de importar de Estados Unidos. Yo no creo que una cosa de tanto volumen, tan costosa en flete hoy, como es el fríjol de soya, lo vayamos a traer de Estados Unidos para molerlo y producir aceite aquí. Queda en canasta de 5 años y de 10 años el aceite crudo y el aceite refinado, en perjuicio de sectores industriales de Colombia.

Yo creí que eso había salido bien con Bolivia. Y el reclamo que hace ahora el Gobierno de Bolivia es que al permitir comprarle fríjol y torta a Estados Unidos, eso se va a moler en Colombia, y que ese aceite que se produzca moliendo el fríjol, va a reemplazar aceite que le compramos a Bolivia. Nuestros industriales dicen que es imposible. Pero le dimos a Bolivia garantías. Le dijimos: Colombia apoya cualquier acuerdo político de ustedes con Estados Unidos sobre la materia.
Le dijimos a Bolivia: estamos dispuestos a que Bancoldex apoye los productores bolivianos para venderle a Colombia. Estamos dispuestos a encontrar todos los acuerdos entre los industriales colombianos y los productores bolivianos de soya.

Hay que tener en cuenta esto: la Comunidad Andina, a principios de los años 90, tomó la decisión de ser una comunidad abierta, no cerrada. Eso es muy importante, porque la Comunidad Andina no le ha prohibido a unos países suyos ser miembros de MERCOSUR, y los que estamos adelantando lo del TLC lo hemos hecho con toda la autorización de la Comunidad Andina.

En virtud de que la Comunidad Andina tomó la decisión de ser una comunidad abierta, Bolivia se incorporó como miembro observador a MERCOSUR, y las cifras son elocuentes. Nosotros le compramos alrededor de 178 millones de dólares a Bolivia al año, y ellos nos compran, ¿cuánto? Unos 40 millones. Es una balanza muy descompensada en contra de Colombia. Hay mucho producto manufacturero colombiano que podríamos vender en Bolivia. ¿Por qué no lo vendemos en Bolivia? Por que ellos le compran a MERCOSUR. Y Colombia nunca se ha quejado de eso.

El presidente Chávez me decía: los empresarios venezolanos creen que las ventas de Venezuela a Colombia se van a afectar por las compras de Colombia a Estados Unidos. Los estudios indican que solamente el 15 por ciento de lo que exporta Venezuela a Colombia, podría ser competido con productos que nos vendiera Estados Unidos. Y yo le decía al presidente Chávez: en Colombia los empresarios se quejan que con las decisiones tomadas por Venezuela, para permitir que lleguen productos de otros países con cero arancel o la decisión de Venezuela de no estar solamente en el acuerdo Comunidad Andina – MERCOSUR si no de ser ya miembro de MERCOSUR, puede desplazar mucho producto colombiano del mercado de Venezuela.

Va a ser más difícil para nuestros exportadores en Venezuela tener que competir en todas las tiendas de Venezuela en productos de MERCOSUR o de otros países. Inclusive en la soya hay esto: la soya boliviana es mucho mas barata en Venezuela que en Colombia. ¿Por qué? Porque Venezuela permite que llegue allí soya de Paraguay, con cero arancel, que le compite en precios a la boliviana. Como Colombia no ha permitido eso, la soya boliviana en Colombia es más cara. Si aquí hubiéramos hecho lo mismo que Venezuela, decir: pueden traer también soya de Paraguay con cero arancel, seguramente eso habría obligado a la soya de Bolivia a tener en Colombia un precio tan bajo como el que se ofrece en Venezuela.

Mi idea es la siguiente: este Tratado en su conjunto beneficia la Comunidad Andina. Yo creo que es muy importante un diálogo de nuestros empresarios con los empresarios venezolanos y con los empresarios bolivianos. ¿Por qué? Si la economía colombiana crece, en virtud de lo que le pueda vender a Estados Unidos, la economía colombiana va a tener más capacidad adquisitiva para comprarle más a Venezuela y para comprarle más a Bolivia.

Cuando la economía venezolana crece en virtud del precio del petróleo y aumenta su capacidad adquisitiva, Colombia le vende más a Venezuela. Pienso que además tener terceros mercados nos ayuda, ojalá tuviéramos un tercer mercado para el arroz, el problema es que no lo tenemos, porque vivimos inundados entre nosotros.

Pero he citado un ejemplo muy elemental: cárnicos y lácteos. Generalmente Colombia es el mayor exportador a Venezuela, pero también ha habido períodos que, por algunas razones, nos ha entrado carne de Venezuela o ganado en pie. Entonces, nuestro inventario se ha diezmado para atender faltantes en Venezuela, y excepcionalmente nosotros también nos hemos comido su inventario para atender faltantes en Colombia.

¿Qué pasa? Uno no puede descartar este escenario: Venezuela está importando de Suramérica. Entonces allí va a tener la carne colombiana que competir con la carne suramericana, con la carne de Argentina, de Uruguay en el mercado venezolano, de Paraguay. Y Venezuela también esta recuperando su hato. Puede llegar un momento en que nosotros tengamos excedentes de carne y leche y Venezuela también. Y que en Venezuela no solamente sea por incremento de su producción sino por importaciones de Suramérica. Requerimos terceros países, para no ahogarnos en la Comunidad Andina.

El ministro Junguito tiene unas cifras, que es muy importante que las veamos, que muestran como si bien hay algunos porcentajes de lo que se llama desviación de comercio (hombre, si Venezuela es miembro de MERCOSUR, es posible que parte de lo que le compre a Colombia se lo compre a MERCOSUR, ahí hay una desviación de comercio), también las evidencias han demostrado que, más importante que eso, de mucho más peso que esas desviaciones de comercio, es el crecimiento de las economías que se refleja en mayor comercio al interior de la Comunidad Andina y mayor comercio hacia fuera de la Comunidad Andina.

Eso trae unos beneficios que superan ampliamente el riesgo en porcentajes más pequeños de desviación de comercio. Yo creo que estos son los temas que hay que discutir con la Comunidad Andina, porque en su conjunto esto nos ayuda a todos.

Yo creo que Bolivia, una vez que salga del referendo para cambiar su Constitución y resuelvan ese problema político, yo creo que Bolivia entrará a negociar el TLC con Estados Unidos. Y lo que queremos es que, tarde que temprano, entre toda la Comunidad Andina. Pero no nos podemos quedar así. Nosotros hemos empezado con El Salvador, y aquí esta la señora Ministra de Economía, con Guatemala y con Honduras, a negociar un tratado de comercio Colombia con estos tres hermanos centroamericanos.

Los países centroamericanos han firmado el Cafta que es su TLC con Estados Unidos, está ratificado por el Congreso de Estados Unidos y por todos los congresos centroamericanos, a excepción de Costa Rica, e implementado. Me decía el Presidente de El Salvador, hace dos días, que ya empiezan a recibir en El Salvador inversiones, gracias al Cafta. ¿Qué preocupación tenemos en Centroamérica y acá? Que el comercio entre nosotros se pierda, porque al hacer ellos el acuerdo con Estados Unidos y con otros países, nosotros también, y no hacerlo entre Comunidad Andina y Centroamérica, nos demos la espalda.

¿Qué hemos propuesto nosotros y nos lo han aceptado estos tres hermanos centroamericanos? Apresurar nuestra negociación, con unas cláusulas sociales que tengan dos componentes. Primero, aceptar lo que los técnicos llaman las asimetrías de las producciones. Si Colombia tiene unos sectores más fuertes que los salvadoreños, Colombia le reconoce esa asimetría, en aras de la equidad. Esos tratados tienen que tener unas cláusulas que compensen los desbalances de las economías, y adicionalmente que esa cláusula social imponga a los países centroamericanos y a Colombia la obligación de ir alcanzando unas metas sociales muy exigentes, como son las metas sociales del Milenio.

Nosotros necesitamos negociar también con Europa. Europa también nos ha dado preferencias unilaterales. El año pasado logramos que renovaran esas preferencias por 10 años. Ya está corriendo el primer año. Y mantenemos muchas dificultades con Europa. Las recientes dificultades con el banano, etcétera. Tenemos que negociar con Europa. Les hemos pedido a nuestros hermanos andinos: sentémonos todos con Europa. Ahí vuelven a aparecer los tiempos que cada uno tiene para su evolución económica. Los de Colombia son muy exigentes, muy delicados.

Por eso nos tendremos que sentar a negociar con Europa cuanto antes. El ideal sería en compañía de todos los países andinos. De lo contrario lo tenemos que hacer con quienes buenamente quieran negociar con Europa. Porque para nuestra economía es muy grave que vayan pasando estos 10 años de preferencias unilaterales con Europa, y que no consolidemos un acuerdo con Europa. Sobre todo una Europa ampliada ahora que se constituye en el mercado más importante del mundo.

Con China, ahí aparecen diferencias de las economías. La canasta exportable a China nuestra es muy crítica. A diferencia de Brasil que le manda gran cantidades de soya o de Chile que le manda gran cantidades de níquel o de cobre, nosotros no tenemos mucho que venderle a China. Al contrario, nuestra producción manufacturera puede ser arrasada por la producción china. A mí mostraban allá una nevera altísima. Dije: ¿cuánto vale? Dijeron: 150 dólares. Dije: vale más el surtido que la nevera. ¿Cómo competimos nosotros con esas neveras?

Entonces lo que hemos pensado es estimular los acuerdos de inversión con China. Nosotros no tenemos aquí unos sesgos ideológicos sino una manera de mirar la economía con sentido práctico. Necesitamos con unos, unos acuerdos de comercio. Con China unos acuerdos de inversión, que, gracias a la diligente actividad de la doctora Noemí Sanín, ya tenemos un acuerdo de protección de inversiones con España, el primero que ha firmado Colombia y que empieza eso a abrirnos camino para acuerdos de inversión.

Y he escuchado también en la crítica este argumento: Colombia con un 48 por ciento de la población en la pobreza, no puede irse a competir con Estados Unidos, sino que tiene que activar su economía interna, para que los sectores económicamente excluidos, al quedar incluidos, resuelvan problemática de reivindicación social, adquieran capacidad adquisitiva y ayuden a expandir la economía interna de Colombia.

Eso es válido pero no se excluye con el TLC. Un gran potencial que tiene la economía de un país con tanta pobreza, es incorporar a las corrientes dinámicas de la economía los sectores pobres, con lo cual resuelve problemas sociales muy agudos y adicionalmente garantiza un mercado muy superior para el crecimiento de la producción.

Hasta ahí yo estoy de acuerdo con los críticos. Lo que no estoy de acuerdo es que para hacer eso, se nieguen los TLC. Al contrario, pienso que para incorporar los sectores pobres, históricamente excluidos, a las corrientes dinámicas de la economía, se necesitan mercados de exportación que atraigan inversiones.

Esos mercados de exportación atraen inversiones, que no se dan en ausencia de esos mercados. Y sin esas inversiones es prácticamente imposible mantener un ritmo de actividad en la economía interna que permita vincular los sectores históricamente excluidos a las corrientes dinámicas de la economía.

Yo pediría que se hiciera una reflexión sobre ese tema: cómo en lugar de seguir poniendo como excluyentes las estrategias de dinamización de la economía interna, con la otra, con la estrategia de la dinamización de la integración de Colombia a la economía global, en lugar de ponerlas como caminos excluyentes, hay que ponerlas como caminos convergentes.

Un mercado importante de exportación es un factor de atracción de inversión, que es un imperativo necesario para poder redimir sectores pobres históricamente excluidos.

Se tiene también la preocupación por las obras de infraestructura. Yo la comparto, pero veo que el TLC y las obras de infraestructura constituyen un círculo virtuoso. El TLC obliga a Colombia a que las haga, el TLC las necesita para la competitividad, y además abre posibilidades de financiamiento.

Venimos discutiendo en todas las regiones de Colombia el conjunto de obras de infraestructura de competitividad. Uno de mis críticos decía: ¿y Uribe cómo propone eso, si eso no se va a hacer, no hay plata? Yo diría que lo grave es no proponerlo. Lo grave es no tomar la decisión de empezar a hacer esas obras. Esas obras no se van a hacer en un gobierno. Pero se necesitan gobiernos que las discutan con todo el país, que las ordenen, las prioricen y empiecen a buscarle financiación.

No hay lugar mejor en Colombia para hacer esta afirmación: si uno espera tener toda la plata junta, nunca hace las grandes obras. Yo no invoco aquí sino el testimonio del doctor Juan Gómez. Si, cuando él era Ministro, que yo tenía el honor de ser Gobernador de Antioquia, no hubiéramos tomado la decisión de hacer el túnel Fernando Gómez Martinez, con aportes de todos, que acabamos de concluir, esperando a tener la plata junta, todavía no habríamos juntado la plata ni habríamos empezado la obra. Cualquiera de las grandes obras de Antioquia.

Y estos TLC, que las exige, abren posibilidades de financiación. Hace pocos días me dijo el Ministro de Transporte: vienen los japoneses a revisar la financiación de La Línea. Hace cuatro años yo le expresé a mis compañeros de Gobierno: empecemos La Línea. Que no hay plata, que vale doscientos y tantos millones de dólares. Dije: empecemos con unos pesos a hacer el túnel básico. Y hoy tenemos 2.400 metros perforados en La Línea. Eso va bien. Si hubiéramos esperado tener toda esa financiación, aún no hubiéramos empezado la construcción de La Línea.

Entonces me dice el Ministro de Transporte, hace 15, 20 días: viene la misión del Banco del Japón. Le dije: no los vaya a llevar a la oficina a mostrarles un power point. Los tipos se me aburren. Venir a Colombia a mostrarles un power point. Si ha de ser eso, mándeselos por internet. Móntelos en un helicóptero y llévelos a La Línea y éntrelos allá donde esta la excavación. Salieron felices los tipos. Dijeron: cuenten con la financiación.

Un crédito japonés de 40 años para La Línea. Y me dijeron: dos razones, primero que Colombia la está haciendo, se atrevieron a empezar. Y segundo, que con el mercado de Estados Unidos esperamos que haya un crecimiento de la economía colombiana que haga posible el pago de estos créditos.

Estos mercados nos abren las fuentes de financiación para obras de infraestructura. No las va a hacer un gobierno, necesitan muchos mandatarios en línea. ¿Cuántos gobernadores, cuántos alcaldes, cuantos presidentes requerimos para el Tren Metropolitano? ¿Para el aeropuerto José María Córdova? Pueda ser que ahora se hagan más rápido, pero necesitan gobiernos que pongan eso en un punto de no retorno.

Yo veo pues que en lugar de darnos miedo por la falta de esas obras, tenemos que hacerlas, sabemos que se requieren para la competitividad, pero debemos entender que el TLC nos ayuda a financiarlas.

Entre los temas difíciles está el de propiedad intelectual. Yo asistí personalmente, en compañía del ex presidente Pastrana, hoy Embajador, a la Comisión de Negociación de Propiedad Intelectual, y yo creo que despejamos las dudas. De manera muy elemental. No se afecta la salud pública. Queda claro que si hay un problema de salud pública y se requiere utilizar unos medicamentos que estén en protección por período de patentes o de registro, el país puede importarlos de cualquier parte sin arancel. Puede producirlos en el país, sin tener que respetar los períodos de protección de las patentes o de los registros. No se afecta la salud pública.

Segundo, no se afectan los genéricos. Con los genéricos continuará ocurriendo lo que siempre ha ocurrido. Mientras el producto inicial esté en período de protección, no se permiten genéricos. Terminada la protección, se permiten genéricos.

Tercero, temas muy técnicos como el ‘linkage’ quedaron resueltos favorablemente. No quiero referirme al tema.

Cuarto: se tenía el temor de que la manera como Colombia hace el registro de datos de prueba en substancias bases de medicamentos, tuviera que modificarse en contra de Colombia. Yo le pregunté directamente a los negociadores norteamericanos: ¿tenemos nosotros que modificar la manera como hoy venimos haciendo el proceso de la protección de datos de prueba? Y me dijeron: no.

Hay otra figura que se llama el agotamiento que introdujimos ahí, que es buena. Hoy descubren una nueva sustancia, que es medicinas. O ya la desarrollan en un medicamento, lo patentan en otro país o lo registran en otro país. Se pueden demorar 40 años, 50 años. Se podrían demorar 40 ó 50 años, lo que quisieran, para traerlo a Colombia, y Colombia les tendría que dar un período de protección.

Se introduce la figura del agotamiento, que dice: les damos período de protección en el registro, siempre y cuando lo registren en Colombia por tarde dentro de los cinco años siguientes, a partir del primer registro en cualquier país del mundo. Entonces medicamentos que nos podíamos demorar muchos años para tenerlos en Colombia, ahora hay que tenerlos aquí por tarde en cinco años.

La crítica ahora es que cinco años es mucho, el ideal habría sido un año, seis meses, no pudimos. Pero yo creo que haber avanzado en incorporar esa figura del agotamiento, es bueno.

El tratado no es perfecto, no es un tratado ideal, es muy difícil. Mire: si aquí llueve, allá no escampa. Con cada congresista de los Estados Unidos con quien uno habla, ellos no tienen en sí un tema ideológico, sino los productos de su Estado. Y hay una dificultad para el voto por los productos de su Estado. Entonces no es fácil esa negociación con ellos.

Yo confío mucho en el decreto para que hospitales, clínicas, en Antioquia, en Bogotá, en cualquier parte del país, pero por lo que veo en desarrollos que se tienen hasta ahora, ese decreto de zonas francas favorecería mucho la salud en Antioquia, en Bogotá, en Cali, creo que al Quindío también están viniendo pacientes del extranjero.

Y los sectores sociales y laborales deberían ver en el Tratado un gran factor de protección (y con esto termino), por lo siguiente: el Tratado obliga a que cada país cumpla con las obligaciones laborales, de seguridad social y de protección efectiva a los derechos de los trabajadores.

Entonces nosotros tenemos una protección hasta hoy para los trabajadores en nuestra Constitución, en los acuerdos de la OIT, en las convenciones y pactos colectivos. Ahora adicionalmente la vamos a tener en el Tratado.

Si Estados Unidos viola los derechos de sus trabajadores, Colombia podría decir: esa violación de derecho de trabajadores me autoriza a prohibir o a gravar estos productos que vienen de Estados Unidos. Y al revés.

Por ejemplo, en este Gobierno se ha disminuido mucho el asesinato de líderes sindicales, gracias a la Seguridad Democrática, a pesar de lo que falta. Colombia tuvo años de asesinar 165 dirigentes sindicales, el año pasado todavía asesinaron 12. Uno debería no contentarse sino el día que haya cero asesinatos, pero yo creo que hay un trecho al pasar de 165 a 12.

Y uno de los problemas que tenemos para la ratificación en el Congreso de Estados Unidos, es que todavía falta más protección efectiva a los líderes sindicales, y que hay impunidad. Entonces eso va a obligar a nuestra Fiscalía y al Gobierno a trabajar más eficazmente para superar la impunidad y para darles protección efectiva a los líderes sindicales.

Por eso nosotros necesitamos que los sectores trabajadores miren esos aspectos, porque son muy importantes. Y creo que el debate político no ha dejado ver esos aspectos tan relevantes.

Al reiterarle toda mi gratitud a El Colombiano, a su directora la doctora Ana Mercedes, al doctor Enrique Gómez, presidente de la Fundación Pensamiento Siglo XXI, y a todos ustedes, si hubiera unos minutos, doctora Ana Mercedes, si hubiera algún comentario, alguna preocupación, alguna pregunta, con el mayor gusto buscaría atenderla.

Muchas gracias.

 
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