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CONVERSATORIO SOBRE EL TRATADO DE LIBRE COMERCIO CON ESTADOS UNIDOS
Organizado por la Universidad Autónoma de Santander

Abril 18 de 2006 (Bucaramanga – Santander)

Compatriotas:

Me honra mucho llegar a esta universidad esta noche. He tenido el privilegio en varias ocasiones de mi vida de visitarla, comparto plenamente su filosofía: una universidad creada para la cátedra libre, dentro del orden y dentro de la libertad. Una universidad creada para rechazar la exclusión, para rechazar la imposición. Una universidad creada para la ciencia y para el orden.

Es tan grave confundir el orden con la cátedra confesional, como confundir la libertad de cátedra con la anarquía. Por eso esta universidad se sitúa en el punto del equilibrio democrático que demanda la Nación.

Agradezco inmensamente la posibilidad de tener este diálogo sobre un tema de tanta trascendencia para la vida del país como el TLC, con una comunidad universitaria tan importante en toda la Patria.

He escuchado atentamente las palabras del señor rector y del doctor Gómez Gómez, uno de los patricios más respetables de Colombia. Llevaré esta hojita donde he escrito una de las frases que acabamos de escucharle: estar en contra del TLC, es favorecer el atraso nacional.

He procurado realizar una tarea de diálogo con mis compatriotas, especialmente con las comunidades académicas, sobre este tema, y no había encontrado una frase tan contundente, una fotografía tan clara sobre este tema.

Acabamos de escuchar las bellísimas citas del maestro Darío Echandía y del ex presidente Alberto Lleras Camargo, el uno manifestando que la tarea importante, casi única que debería cumplir el Gobierno, era la educativa, y el otro, indicando que para pasar de una montonera a una Nación consciente, se requiere un proceso educativo permanente.

Quería introducir esta charla contándoles a ustedes, desde la perspectiva del Gobierno, cómo fue el tránsito de ese sistema unilateral de preferencias arancelarias, que se llamaba el Atpa, al Atpdea, que hoy rige. Las dificultades que para ello tuvimos en el 2002. Cómo desde ese momento vimos que en el 2006, cuando vencen esas preferencias unilaterales, se le crean serias dificultades a Colombia, que es necesario superar a través del TLC.

Quería contarles, con algún detalle, los antecedentes, como el tratado de 1935 del presidente López Pumarejo, que finalmente no se practicó porque la guerra lo interfirió todo.

Contarles cómo fue necesario construir un propósito de gobierno para el tratado, porque esfuerzos anteriores no eran propósitos de gobierno sino de carteras ministeriales aisladas.

Contarles las dificultades que tuvimos para que Estados Unidos aceptara entrar a negociar, puesto que ellos decían que no se podían negociar estos tratados, que había que avanzar hacia el ALCA. Nuestra tesis es que economías diferentes, con ofertas productivas diferentes y con concepciones políticas diferentes, requieren tratamientos diferentes y no se les puede forzar a todas a la misma solución.

Contarles cómo nos propusimos hace cuatro años, antes de adelantar el TLC con los Estados Unidos, integrarnos más a la unión suramericana, a la comunidad suramericana. Y ya tenemos para ese efecto realizado el Tratado de la Comunidad Andina con MERCOSUR, que hace cuatro años no aparecía dentro de las prioridades nacionales.

Pero he encontrado que debo sustituir esa introducción para entrar al diálogo con ustedes, refiriéndome a un tema muy importante que ha planteado el doctor Gómez Gómez, el impacto del tratado en la universidad colombiana.

Creo que es una gran oportunidad, en ningún momento la maltrata. No la maltrata porque el tratado no afecta la norma constitucional que garantiza la autonomía de las universidades, ni la Ley 30 que la desarrolla.

El tratado no limita la discrecionalidad del Estado colombiano para regular su educación. Quien vaya a crear hoy una universidad en Colombia, tiene que cumplir con las normas vigentes, que en nada son alteradas por el tratado.

Quiero hacer contundente claridad, en frente de un auditorio de compatriotas tan importante como el que ustedes integran.

Pienso sí que el tratado da una gran oportunidad para que las universidades se esmeren en calidad, en pertinencia, para que identifiquen más y mejor, las necesidades de las sociedades para las cuales están formando a sus estudiantes. Creo que esto es un buen reto y en ningún momento se constituye en una amenaza.

¿Entraron algunos de los muchachos que estaban en la calle? ¿Sí están aquí ya? Yo no quería que se quedaran bravos allá sino que vinieran aquí a debatir, muchachos. El país necesita debate permanente, amable, tranquilo. Por eso me bajé del carro allá. Si no es porque nos estaban esperando en este auditorio, allá hubiera pedido un taburetico que me ayudara en mi tamaño y me hubiera quedado debatiendo con ustedes en la calle.

Muchachos, este es un país democrático y la democracia tiene que ser fraterna. Les doy la palabra.

Muchas gracias.

 
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