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Palabras del Presidente Uribe en la clausura de la
XIV Reunión del Círculo de Montevideo

Diciembre 16 de 2007 (Medellín - Antioquia)
 

“Mil gracias al Círculo de Montevideo por reunirse en Colombia, en Antioquia, en Medellín, en este sitio. Si nos retrotrajéramos algunos años, de pronto no había sido posible esta reunión. Muchísimas gracias, increíble.

Cuando venía esta mañana por Buenos Aires, cruzaba hacia Enciso, pasaba cerca del parque Boston y venía hacía la antigua cárcel de La Ladera, donde el Alcalde ha hecho esta magnifica biblioteca popular, una de las cinco de su administración, pensaba que estábamos en un sueño: venir acá a una reunión del Círculo de Montevideo, muchas gracias.

Muchas gracias al Gobernador, al Alcalde, por todo su entusiasmos para que esta reunión tan importante de este círculo de reflexión se pudiera llevar a cabo en nuestra ciudad.

Muchas gracias por lo que han dicho sobre Colombia. Lo que acabamos de escuchar solamente esta mañana, el reconocimiento tan generoso del Presidente Felipe González, que le dice al mundo: “vengan, no juzguen solamente desde afuera, piensen dónde estaba Colombia, dónde está”.

Muchas gracias por las palabras del Presidente (Julio María) Sanguinetti. Un motivo profundo de reflexión lo que él acaba de decir brevemente.

Algunos países de la región, para enfrentar la violencia, sacrificaron la democracia. Nosotros la enfrentamos desde la democracia. Por eso nuestra política de seguridad es Seguridad Democrática, no en vano ha sido el nombre.

Muchas gracias al Presidente (Oscar) Arias por el valor de invitarnos a la paz y por el valor de condenar las prácticas del terrorismo.

A todos muchísimas gracias.

Nosotros estamos procurando construir una bonanza de confianza en Colombia.

Tenemos carbón, muy poco petróleo, muy poco gas, no somos exportadores soya, ni de los cereales que a consecuencia de las bonanzas o de los procesos de expansión económica de China, de India, empiezan a tener hoy gran consumo en el mundo, o porque muchos países han disminuido la oferta de esos productos para poder producir combustibles biológicos.

Diría yo que las condiciones particulares de Colombia, obligan al país a construir una bonanza de confianza.

Hemos venido trabajando con unos elementos que consideramos bien importantes para las democracias latinoamericanas, y con unos objetivos de Gobierno.

La primera vez que conocí al Presidente Felipe González, yo iba para esa reunión algo acomplejado. Había sido yo Gobernador de Antioquia y salía del centro de Madrid, de un hotel, a buscar allí el edificio donde él despachaba como ex presidente del Gobierno de España.

¿Y qué le habrán dicho de mí? Ese Gobernador paramilitar, fascista, de extrema derecha. Dije: esto va a ser bien, bien difícil. Y me dijeron con mucha severidad: esa reunión es de un cuarto de hora. Fue de dos horas.

Yo, que soy hablantinoso, traté de hablarle mucho y logré por ahí siete minutos, el resto lo escuché. Pero lo escuché atentamente, oí, escuché y grabe, y dije: “eh, vamos a ver cómo aplicamos esta cátedra de dos horas”. Ese día me explicó algo que acabamos de oírle todos: la relación entre libertad y seguridad. Hermanas siamesas.

Yo le contaba que mi esfuerzo era por la Seguridad Democrática, y cómo lo enriquecí ese día, escuchando al Presidente Felipe González. Y lo he citado textualmente. Ese día me dijo: la seguridad es un valor democrático y una fuente de recursos.

Por eso, el gran esfuerzo que estamos haciendo en Colombia es para que la Seguridad Democrática se convierta en un valor de Estado que trascienda los periodos de los gobiernos. Que la Seguridad Democrática sea adherida permanentemente por las grandes mayorías colombianas.

Nos preocupa mucho algún debate polarizante en América Latina. Creemos que puede ser inocuo en resultados, pero sí dañino en relaciones.

Nosotros hemos procurado trabajar guiados por cinco elementos, que en nuestro concepto conforman una democracia moderna: la Seguridad Democrática, el respeto a las libertades, la construcción de cohesión social, el trabajo con transparencia para construir confianza y el respeto a un Estado compuesto de instituciones independientes, que cada una debe respeto a las demás, y todas deben colaborar armónicamente por los fines superiores del Estado y de la sociedad.

Hemos venido esforzados en tres objetivos de Gobierno: la Seguridad Democrática, la confianza inversionista y la cohesión social.

En mi carrera política siempre he escuchado el discurso de la justicia social. En pocas ocasiones he escuchado el discurso del compromiso con la seguridad y con la confianza inversionista. Hay que llevarlas de la mano.

El ejemplo de América Latina es bien elocuente. En los años en que en América Latina se quiso solamente trabajar por la prosperidad económica, en aquellos años del desarrollismo, tuvimos experiencias como la de periodos del Brasil, cuando la economía creció al 14 (por ciento) y el tejido social se deprimió más.

Pero después, América Latina quiso irse al otro extremo. Simplemente habló de prosperidad social e ignoró la prosperidad económica, y vimos también resultados desastrosos, discursos sociales que creaban ilusiones electorales, que todas terminaban en frustraciones colectivas derivadas de fracasos de ejercicios gubernamentales.

Nosotros creemos que hay que llevar la prosperidad social de la mano de la prosperidad económica. Que finalmente esos dos factores no pueden tener una relación asimétrica, en la cual el uno es determinante y el otro produce una acción de replica, sino que tiene que ser mutuamente dependientes.

Para nosotros es fundamental la prosperidad económica a partir de la seguridad y de la confianza inversionista que posibilitan la cohesión social, que legitima a las dos primeras. Por eso nuestra obsesión por trabajar de la mano con esos tres elementos.

He tenido en muchas ocasiones la oportunidad de explicarle el alcance de nuestro democrático de seguridad al círculo de Montevideo, que generosamente lo han avalado ante el mundo. Y hemos encontrado unos difusores de la necesidad de la seguridad en Colombia, que han comprendido y apoyado nuestro esfuerzo en materia de seguridad, son ustedes distinguidos Presidentes, integrantes del Círculo de Montevideo.

La Seguridad Democrática, que ustedes tan pacientemente en muchas ocasiones me han escuchado explicársela, está resumida hoy en la frase del Presidente Sanguinetti: “una lucha tenaz por la seguridad desde la democracia”.

Esta ciudad, solamente esta ciudad, su área metropolitana, en el año 2002, para tres millones 500 mil habitantes, tuvo 3 mil 589 asesinatos. En lo que va corrido de 2007, 886 (asesinatos). Quisiéramos cero, pero se ha avanzado sustancialmente.

Y se ha avanzado con gobernabilidad, que no es fácil. En un país con tantas dificultades, con 1.099 alcaldes elegidos por voto popular, con 32 gobernadores elegidos por voto popular, con pobreza, desempleo, inequidad, violencia, construir gobernabilidad es inmensamente difícil.

¿Cuál ha sido nuestro aporte a la construcción de gobernabilidad? Buscar coordinarnos con todos los alcaldes y gobernadores de Colombia patrióticamente, prescindiendo del origen político de su elección.

Cuando veo los progresos de Antioquia y de Medellín digo: “qué bueno que han tenido la suerte de buenos gobernantes regionales y locales, y qué bueno que en nombre de la gobernabilidad patriótica hemos podido crear con ellos un clima de cooperación”.

Yo les pediría, cuando analicen a Colombia, incluir en el análisis el tema de construcción de gobernabilidad. En las difíciles circunstancias de Colombia, creo que ha ayudado muchísimo.

Voy a prescindir del tema de la Seguridad Democrática, porque lo hemos tratado muchísimo y confío que en sus diálogos ayer con el Gobernador y con el Alcalde, pudieron mirar en detalle qué ha pasado en esta región.

Yo también soy un optimista irredento, como aquí se autodefiniera el Presidente Arias. En medio de las dificultades, el ambiente en la Patria colombiana es bueno, por donde quiera que uno la recorra.

Hemos ganado un gran intangible. Yo comprendo aquellos que se ofuscan con el Presidente de la República cuando hace anotaciones históricas, que pueden sonar a comparaciones odiosas, pero hemos ganado un gran intangible. En la Colombia de hace algunos años, muchas regiones, sus habitantes, habían perdido la fe en el Estado, sentían al Estado derrotado por el terrorismo, de diferentes orígenes, y la tendencia mayoritaria era que cada quien, en medio de la desilusión y del temor, quería hacer su Estado.

El elemento intangible que creo ha ganado Colombia en estos años, es que la ciudadanía en todas las regiones ha regresado su confianza en el Estado, en el Estado de Derecho. Creo que es bien importante, y explica un ambiente de alegría, de confianza, que se percibe en todas las regiones colombianas.

Confianza inversionista

Este país ha tenido bonazas. Cuando se separó Panamá, finalmente el Gobierno del general Pedro Nel Ospina logró una indemnización de 25 millones de dólares. Un dinero bien invertido, un gran salto de infraestructura.

Las crisis europeas nos forzaron al proceso de sustitución de importaciones y el primer centro de prosperidad industrial fue esta ciudad, lo que también habla de sus habitantes. Yo veo mi ciudad, donde he vivido toda la vida y me pregunto ¿cómo han hecho mis paisanos para crear aquí este gran centro industrial? Por un lado el mar a mil kilómetros, a 700, a 600, por otro lado a 400 (kilómetros), con unas carreteras de montaña dificilísimas, una topografía que es un obstáculo. Ahí vivió el país otra bonanza.

En varios gobiernos hubo bonanzas cafeteras. Después hubo unos descubrimientos de petróleo inusuales, en un país que ha tenido petróleo no a chorros sino a goticas, Caño Limón, Cusiana, Cupiagua.

Después se abrió la televisión a la inversión de los particulares, llegó un capital para invertirlo. Además, se abrió el servicio telefónico a la inversión de los particulares nacionales y extranjeros en el tema de la telefonía móvil, llega un capital importante, una serie de bonanzas puntuales.

Nosotros tenemos hoy un gran crecimiento de las exportaciones de carbón a un precio que nunca habíamos pensado, y eso nos está ayudando, muchísimo.

Pero diría que después de recorrer este historia, y escuchar los riesgos que ustedes advierten, si América Latina se queda simplemente en el disfrute del mejoramiento de los términos de intercambio, y no da saltos más allá, creo que la bonanza que nosotros tenemos que construir, es la bonanza de confianza.

Y ahí entra el elemento de la confianza inversionista. Hace cinco años en Colombia se invertían 12 - 15 dólares, por cada 100 que producíamos; el año antepasado 22 - 23; el pasado 24 - 25. Esta mañana me decía el Ministerio de Hacienda que la tasa de inversión este año va a terminar entre el 27 y el 28.

Nos gana un país en América Latina, donde toda la inversión la está haciendo el Estado.

La privada nuestra, en este mismo lapso, ha pasado del 6 y medio y este año puede estar en el 21.

Y es una inversión que está llegando a todos los sectores de la vida nacional. No es la inversión puntual en un pozo de petróleo, no es la inversión puntual en una mina de carbón, no es la inversión puntual para traer unos transmisores de televisión para unos canales privados, no es la inversión puntual en la telefonía celular, es una inversión general de confianza en Colombia.

A mí me sorprende gratamente. Aquí a 110 kilómetros de Medellín ¿qué íbamos a pensar con esa presencia guerrillera y paramilitar allá? Hoy con inversión extranjera se están plantando, en dos etapas, 40 mil hectáreas de bosque comercial.

Es importante mirar cómo la inversión está llegando a diferentes áreas, y eso nos ayuda muchísimo.

¿Cuáles son nuestros fundamentos para esa confianza inversionista? Primero el modelo. Nosotros reformamos el Estado, pero no lo desmantelamos.

En el examen de las últimas décadas de América Latina hay que mirar esto: se nos propuso que había que desmantelar el Estado, fue la manera caricaturesca como se interpretó el consenso de Washington. Colombia no ha estado allí.

Reforma del Estado

En nuestro Gobierno hemos reformado 415 entidades del Estado, para tener un Estado más al servicio de la comunidad, no apropiado por la politiquería, no apropiado por los excesos sindicales, un Estado garante de la cláusula social.

La primera empresa que reformamos -no le extendimos partida de defunción- fue la Empresa de Telecomunicaciones (Telecom), la última Ecopetrol.

La reforma de Ecopetrol es bien significativa en este momento de América Latina. ¿Por qué?, porque mientras muchos quieren solamente monopolios nacionales y supranacionales en las empresas de petróleo, aquí en la empresa de petróleo hemos hecho tres reformas, la última de las cuales parecía imposible: primero la reforma laboral, segundo la reforma pensional y tercero la capitalización, no la venta, la capitalización.

Si ustedes me hubiera preguntado hace cinco años “¿van a hacer la capitalización de Ecopetrol?”, les habría dicho: “de ninguna manera, los radicalismos ideológicos lo impiden”. Esos radicalismos ideológicos no dejaban que este país hiciera esas reformas.

Logramos hacer la capitalización de Ecopetrol, con otro gran significado: por ahora hemos capitalizado el 10 por ciento, esta empresa está pasando de invertir 700 millones de dólares al año a invertir 3 mil millones de dólares, lo que de pronto nos puede ayudar a defendernos de ese gran riesgo que es el petróleo.

Ese 10 por ciento lo capitalizaron exclusivamente colombianos, entraron allí 6 millones de trabajadores de los fondos de pensiones y entraron 500 mil accionistas particulares.

En la ocasión anterior, cuando más accionistas había tenido una empresa en Colombia, fue en Bavaria, hace unos años, 140 mil accionistas. Ahora entraron 500 mil colombianos a comprar acciones de Ecopetrol.

Yo le di esta interpretación: en el proceso de construcción de confianza en los países, se da muchas veces el caso de que primero adquieren confianza los extranjeros en un país que los propios nacionales. Lo que ha pasado en Ecopetrol es una muestra de confianza de los propios nacionales colombianos en nuestra Patria.

Esa reforma del Estado va trayendo vientos venturosos. La gente más comprometida con el Estado, el Estado más comprometido con la ciudadanía, un Estado de más participación ciudadana y también un gran alivio fiscal. Hasta ahora nos ha contribuido (la reforma del Estado) con un punto del PIB (Producto Interno Bruto) y vamos a continuar reformando el Estado hasta el último día de Gobierno.

A mí me sorprendía mucho. Aquí hicimos una reforma en la administración del Presidente (Cesar) Gaviria, y yo tuve el inmenso honor de liderar en el Congreso de la República la Ley de seguridad social. Creo que es una de las revoluciones de Colombia.

Esa ley partió la historia médica de Colombia en dos. Antes de esa ley aquí había hospitales para los ricos y hospitales para los pobres, después de esa ley, todos los hospitales colombianos están al alcance de todos los ciudadanos.

Pero tenemos todavía dificultades, no hemos logrado el ideal que nos propusimos. Y lo notamos en esta ciudad. Esta ciudad tiene una magnífica infraestructura de clínicas privadas, hoy al alcance de cualquier trabajador, por el esquema de seguridad social. Y era una vergüenza las clínicas del Seguro Social estatal.

En un acuerdo con el gobernador, con las universidades, las hemos reformado. Están en un proceso de reforma, y ya por ejemplo, si ustedes llegan a una de esas clínicas, observan que la atención empieza a estar al mismo nivel de las mejores clínicas de las fundaciones privadas.

Un proceso profundo de reforma al Estado en el cual vamos a continuar, sin desmantelarlo.

Pero América Latina después se fue al otro extremo, ahora han revivido el estatismo en alguna parte.

El Presidente (Felipe) Gonzalez mencionaba la frase del Presidente (de Brasil, Fernando Enrique) Cardozo: “las utopías regresivas”. Las experiencias de estatismo no fueron buenas. Cuando un estudia ese periodo brasilero entre 1930 y 1964 concluye que se empezó en el estatismo, del estatismo se pasó a los grades monopolios de riqueza, a la depresión social de las grandes mayorías y a las dictaduras.

No fue buena la experiencia del estatismo de la revolución boliviana de 1950. No fue buena la experiencia del estatismo del general Velasco Alvarado en el Perú.

El estatismo en América Latina hay que mirarlo hoy con la frase del Presidente Cardozo hoy recordado aquí por el presidente Felipe González: “es una utopía regresiva”.

Responsabilidad social

Nosotros no estamos en el estatismo, nosotros le damos todo el espacio al sector privado exigiéndole responsabilidad social. Y eso construye confianza.

Y venimos trabajando por la responsabilidad social en tres áreas.

Primero transparencia. Uno de los problemas uno de los motores generadores de dictaduras y de fenómenos políticos difíciles para nuestras sociedades en América Latina, ha sido que han encontrado el argumento de que hay un corrupción que derrotar. Por eso nosotros mantenemos todo el celo por la transparencia: transparencia en la contratación, en las concesiones, en la solución de conflictos, transparencia en todas las relaciones de los inversionistas con el Estado.

Segundo: solidaridad con las comunidades, especialmente en materia ambiental. Ayer tuvimos una bellísima experiencia. La ciudad más productora de carbón cerca de la costa norte, en el valle del Cesar. Es una región con inmensa dificultades sociales y de orden público, durante muchos años en poder de la guerrilla, en los últimos años disputándosela la guerrilla y los paramilitares, un gran potencial de carbón, gobierno anteriores visionariamente tomaron las decisiones para extraer ese carbón y beneficiar al país, la violencia había estancado el nivel de producción y cuando empieza a recuperase el nivel de producción, empiezan a urgir conflictos sociales inmensos.

Ayer tuvimos la tercera sesión del año allí, el tercer Consejo Comunitario del año, en una plaza pública, en el municipio de la Jagua (de Ibérico), epicentro de esas dificultades, con toda la comunidad presente. Los empresarios de las transnacionales de carbón, los trabajadores, el Gobierno y la comunidad en un dialogo democrático para resolver problemas.

Cada mesa de trabajo tiene un vocero escogido por la comunidad, y el Gobierno tiene que escuchar y responder, y los empresarios tienen que escuchar y responder.

Ayer les clausuraba ese Consejo Comunitario diciéndoles: “sí acepto todo lo que falta, y es difícil medir lo que llevamos, pero mucho hemos ganado con este diálogo democrático, que es lo que nos crea armonía”. Y le decía a los inversionistas: “crean en este diálogo democrático si quieren estar para rato en Colombia”. Donde juega un papel bien importante el tema ambiental

Y el tercer factor de responsabilidad social en la inversión es el de las relaciones laborales. No las queremos de capitalismo salvaje, no las queremos de odio de clases. Cómo han hecho de daño esos extremos. Las queremos fraternas.

Y las queremos participativas. Yo invito muchas veces a los sindicatos de Colombia a dejar a tras el viejo concepto de sindicalismo reivindicatorio y a trabajar el de sindicalismo participativo.

El Secretario (José Miguel) Insulza, de la OEA, antes de venir a Medellín a este foro, hace dos días estuvo en Boyacá. Allá teníamos muerta la empresa Paz del Río, la principal siderúrgica nacional. Hoy la hemos revivido, han ayudado muchas cosas. También nos ayudo el precio internacional del acero, pero fundamentalmente un acuerdo de sindicalismo participativo.

¿Qué hicimos con los tres mil trabajadores? Les propusimos: bueno, ustedes nos ayudan reduciendo unas prestaciones extralegales, para sacar esta empresa de la crisis, y ustedes van a ser copropietarios. Y vamos a escoger la junta directiva y la gerencia a través de meritocracia.

Es fácil decirlo, nos demoramos dos años y medio en una mesa de diálogo, que empezó con una confrontación verbal de extremo radicalismo y finalmente se construyó armonía.

¿A dónde hemos llegado? La empresa que tenía valor negativo, en la víspera de cerrarse, se convierte hoy en una empresa de gran prosperidad.

Ha llegado Votorantim de Brasil, ha hecho un acuerdo con los trabajadores, y va a pasar de producir 300 mil toneladas a producir más de un millón de toneladas en un año.

Hemos venido haciendo el esfuerzo a ver como vamos construyendo esquemas de participación de trabajadores.

Este país en alguna forma estaba quebrado la legislación laboral, con un sistema de contratación a través de cooperativas de trabajo asociado. Así como excesos sindicales hicieron mucho daño, tampoco se puede dejar prosperar este esquema.

Uno de nuestros principales frentes de trabajo ahora en el Congreso de la República es ponerle control a esas cooperativas de trabajo asociado, y en lugar de que eso siga creciendo, buscar cómo estimulamos los contratos sindicales de las propias organizaciones de trabajadores con las empresas, para construir ese factor de responsabilidad social y de armonía que es el de unas relaciones laborales participativas y fraternas.

Estímulos tributarios

Aquí el Presidente Arias se refería al tema tributario. Nosotros lo hemos utilizado para estimular confianza inversionista, pero allí hay algunas paradojas algunas cosas que sorprenden.

Primero ¿qué hemos hecho? Nosotros no hemos rebajado los impuestos de manera general. Hemos creado incentivos a la inversión. Hemos dicho: un país con los problemas de Colombia no puede darle el mismo tratamiento tributario a quienes invierten, y aquel que se le da a quienes no invierten.

Hemos orientado unos incentivos tributarios a estimular la inversión. Con mucho debate. La academia económica colombiana no ha creído en eso. Y miro aquí a mi buen y admirado amigo, el ex ministro Jose Antonio Ocampo. Pero nos va ayudando. Nos va ayudando.

Y miren la paradoja: hemos introducido esos instrumentos, que han ayudado mucho a estimular la inversión. Ha aumentado la carga tributaria. En este Gobierno hemos crecido la carga tributaria en varios puntos sobre el PIB.

Y cuando la sumamos toda, encontramos que ya es el 28 - 29 por ciento. Porque hay que empezar con los impuestos locales, departamentales, seguir con una serie de parafiscalidades que tiene Colombia, con la Seguridad Social, la parte a cargo de los empleadores -que la parte a cargo de los empleadores aquí es el gran porcentaje en la Seguridad Social- y después con los impuestos nacionales.

Entonces, hemos introducido unos incentivos tributarios. Nos han ayudado a que haya confianza inversionista, pero también se esta produciendo algo que negaban muchos de nuestros críticos. Hemos podido ampliar la carga tributaria.

Ahora, no estamos en el paraíso. El déficit del Gobierno Nacional Central, que estaba en el 7 y medio (por ciento), el año pasado estuvo en el 4 (por ciento), todavía muy alto. Este año puede estar en el 3.3, pero temo en los dos años que vienen, porque empieza una nueva ley de transferencias a las regiones.

Todavía el endeudamiento es muy alto. En pocos años se subió al 50 por ciento el PIB. Esta en el 28. O sea que todavía tenemos unas limitaciones muy severas, pero hay confianza inversionista.

Hemos hecho otras cosas. Aprobamos una ley de zonas económicas especiales, bien novedosa. Nos ayuda mucho. En este momento ya hay 50 proyectos registrados. Y se exigen unos requisitos de empleo: tiene que ser empleo de tiempo completo, con afiliación a la seguridad social, directo y sin intermediarios.

Confiamos que eso nos ayude.

Y la gente le pregunta a uno. ¿Qué va a pasar en el largo plazo? Se aprobó una ley que nos permite firmar pactos de estabilidad a 20 años con los inversionistas. Eso le ha contribuido también al tema de la confianza.

Ahora, tenemos limitaciones. Una limitación muy seria en infraestructura.

Hemos venido poco a poco, extendiendo el periodo de autosuficiencia en petróleo.

Yo no se, el Gobernador de pronto sabe, lo que van a valer las dobles calzadas para sacar los productos de esta ciudad al mar, o de Bogotá.

Yo veo la capital de la República, una conurbación de 7 - 8 millones de personas, una ciudad tan pujante. Digo: 2esto es un milagro”. Es que Bogotá está a 700 kilómetros del Pacífico, y hay que remontar tres cordilleras, y a mil kilómetros del Atlántico.

Estamos empezando un programa de infraestructura a ver cómo superamos este atraso, a unos costos muy altos, pero en un momento en el cual hay confianza en Colombia.

Las tasas de interés, los plazos para el país han mejorado muchísimo.

Energéticos

El tema de los energéticos. Cuando empezamos Colombia tenía una disponibilidad para autosuficiencia petrolera hasta el 2008. Colombia exploraba 10 pozos por año. Este año explora 78.

No hemos hecho grandes hallazgos, pero sí hemos logrado algo importante: de cada 100 barriles que consumimos hemos incorporado 140 a las reservas.

El Ministro de Minas se propone decir en dos semanas, por que se ha decretado la comercialización de una nueva reserva, que tenemos autosuficiencia hasta el 2016. Pero el tema petrolero sigue siendo un tema muy preocupante.

Y el tema de gas. La hermana República Bolivariana de Venezuela tiene 300 trillones de pies cúbicos de gas como reservas probadas. Bolivia tiene 70 (trillones de pies cúbicos). Colombia tiene 8. Bolivia con menos de 8 millones de habitantes, Venezuela con 26, nosotros con casi 44. Pero hay un gran entusiasmo invirtiendo en el país para buscarlo.

Estamos empezando a tener un gran desarrollo en biocombustibles. La primera vez que escuché al presidente Felipe González advertir sobre el gran riesgo, porque para la extensión del ciclo de la balanza económica mundial se derivaba de la falta de energéticos. Le conté el propósito. Hoy es una realidad.

Hoy ya estamos produciendo millón 200 mil litros de etanol al día, 200 mil de biodisel. Y hay muchos proyectos en marcha.

Este país tiene 43 millones de hectáreas en sabanas, que nos permiten un gran crecimiento del área agrícola para la seguridad alimentaria, y al mismo tiempo de la producción de fuentes agrícolas para biocombustibles.

Y eso nos permite que ese desarrollo no ponga en riesgo la selva. Un país que todavía tiene 578 mil kilómetros de selva, que es un recurso del planeta.

Allí tenemos en los biocombustibles una gran posibilidad.

Y el Ministerio de Minas ha desarrollado un mecanismo bien importante para construir las nuevas platas de generación de energía hidroeléctricas o térmicas, preferiblemente a base de carbón, mientras hay nuevos yacimientos de gas: subastas de cargo por disponibilidad. Empiezan ahora en enero. Se le va a decir a generadores colombianos e internacionales: Colombia necesita, tantos kilovatios por año.

Ustedes pueden registrar los proyectos y se le asignan aquellos proyectos, que además de cumplir todos los requisitos técnicos, jurídicos, de confiabilidad, demanden del Estado la garantía de menor costo para pagar por cada kilovatio instalado, úsese o no. Tenemos mucha fe que esas subastas van a operar.

Aquí hay un sueño que es la represa de pescadero. Lo veíamos lejano, pero la confianza en Colombia ha hecho que ya aparezcan interesados en construirla.

Hasta hoy en Colombia el sector privado no ha hecho una sola hidroeléctrica. Las ha comprado. Por eso este Gobierno no ha hecho caso al pedido de algunos, de enajenar las entidades estatales que tienen que construirlas.

En esta ciudad hay una entidad estatal, Empresas Públicas de Medellín. ¿Qué tal que no la hubiera tenido el país? Es la que ha construido la mayor parte del esfuerzo hidroeléctrico, que todavía le aporta a este país el 60 por ciento de la energía.

Ahí tenemos pues posibilidades y limitantes.

Cohesión social

En el tema de la cohesión social. Empezamos a encontrar una gran relación entre la política social y la política económica. Nosotros hemos pasado, en el Gobierno Nacional, de darle alimentación a 3 millones 300 mil niños, hoy se le entrega a 9 millones de niños.

El objetivo es llegar a 2010 con 12 millones de niños. Y además hay esfuerzos departamentales extraordinarios, como el de Mana, en Antioquia, que es ejemplar.

Este país apoyaba 60 mil ancianos. Hoy apoyamos 750 mil. La meta a 2010 es de un millón de ancianos. Todo insuficiente. Necesitaríamos llegarles a 2 millones y medio de ancianos pobres.

Este país hoy le da un apoyo alimenticio a 3 millones 400 mil jóvenes en restaurantes escolares. Eran 2 millones 200 mil. Eran 122 días. Hoy estamos llagando a 141, vamos para 180 y tenemos que llegar a 4 millones de jóvenes.

Esta mañana me informaban que las cifras de consumo de alimentos en los últimos meses son muy, muy importantes. Ahí empezamos a ver una gran sincronía entre la política social y la política económica.

El Presidente González dice que en España se puede agotar el esquema de crecimiento vía estímulo al consumo interno.

Yo creo que aquí, Presidente González, no podemos entrar en un debate fundamentalista: si exportamos o aumentamos el consumo interno. Hay que trabajar intensamente por ambos, pero todavía en un país con tanta pobreza, la posibilidad de incorporar las grandes masas excluidas se convierte en un imperativo social y en una posibilidad económica.

Nosotros, con el sector privado colombiano, con los departamentos, con los municipios, tenemos un esquema que se llama Banca de Oportunidades, para prestarles a los pobres.

A mí me decían: “llámelo banco de los pobres”. Dije: no, no, no le siga diciendo que el banco de los pobres, que el alimento de los pobres. Llámelo Banco de las Oportunidades, para los pobres que quieran oportunidades para salir adelante.

Nos propusimos un millón 800 mil microcréditos en el primer Gobierno. Era una meta inalcanzable y lo logramos. Ahora levantamos la vara: para este segundo Gobierno es de 5 millones. Y estamos permanentemente, en todos los sitios populares de Colombia, trabajando el microcrédito.

Ayer entregamos en el departamento del Cesar una serie de microcréditos. El Gobierno es promotor, tiene fondos de redescuento, Fondo de Garantías, regula, pero no ejerce monopolio.

Y le he dicho al sector privado financiero: es la mejor manera de que ustedes se reconcilien con todo el pueblo colombiano. Cuando ustedes le prestan a un riquito, el riquito les dice muchas gracias, pero el riquito no los va a querer más o menos. Le prestan a un pobre, ese pobre de pronto los odiaba, y el día que recibe ese crédito de ustedes, merma ese odio. Y dice: “voy a replantear el sentimiento frente a este sector”.

Todas las personas que recibieron ese crédito ayer, jamás habían recibido un crédito institucional. Y el 50 por ciento de ellos, pequeños empresarios. Empresarios de familia, le debían a la usura.

Ustedes no saben cuánto significa trasladar una familia de la usura al crédito institucional. Yo tengo fe que eso ha ayudado mucho a recuperar en Colombia la dinámica de los sectores populares.

Se va reflejando en algunas cifras. Se ha bajado la pobreza en un 15 por ciento. Nosotros fijamos una meta para el 2010, de que no sea superior al 35. No medida por Naciones Unidas, no medida por el Banco Mundial, sino por una medición que es mucho más exigente, que es la de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe).

El desempleo estuvo en el 20 por ciento. El Departamento de Estadísticas ha cambiado la encuesta, la ha hecho más exigente. Sin embargo, la última marcación dio el 10 (por ciento)

Hemos aumentado en un 42 por ciento la afiliación a la seguridad social. La vamos a lograr plenamente en salud, pero donde estamos con un gran rezago - porque tengo que contarles lo bueno y lo malo- es en pensiones. Allí tenemos un gran atraso.

Tenemos millón y medio de familias en el programa de Familias en Acción. Familias pobres que reciben un apoyo para la educación de sus hijos. Yo creo que es un programa social estructural. Que en la medida que uno evite la deserción de los muchachos en el aparato escolar, finalmente logra que se vayan cambiando los supuestos sociales. Abre los caminos de movilidad social.
Y se coordina todo eso con todos los gobernadores y con todos los alcaldes

Pero falta mucho. Yo digo: “bueno, pero es que saltamos de 220 mil Familias en Acción, a millón y medio”. Y dicen: “sí Presidente, pero es que en los sectores más pobres, más pobres, hay 3 millones de Familias”.

Ahí estamos haciendo el esfuerzo a ver cómo, cómo les vamos llegando a todos.

Ahora, tenemos inmensas dificultades. En este proceso de paz -que no nació, no nació de una actitud de decirles vengan a conversar. Nació de enfrentarlos con toda la determinación- en este proceso de paz se han desmovilizado 32 mil paramilitares. En total 46 mil personas. La diferencia son guerrilleros.

Ustedes conocen los supuestos de esa Ley: verdad, justicia y reparación.

Ayer me decía la OEA, que ya han aparecido más de 100 mil víctimas, y apenas están empezando a aparecer las de la guerrilla.

En lugar de que todo se vaya a un reclamo judicial al Estado, que puede tener unos costos impagables y puede demorarse muchos años, en este diciembre vamos a producir un decreto reglamentando la reparación integral a las víctimas.

Puede tener un enorme costo fiscal, pero será reparación integral. Ahí tenemos un gran desafío.

Otro: los desplazados. Se ha disminuido el desplazamiento pero no se ha podido frenar totalmente.

Hemos resuelto para los desplazados mucho problema de educación, de salud. Están vinculados al programa Familias en Acción. Pero hay un enorme problema: vivienda.

Teníamos 40 mil subsidios estatales para vivienda de desplazados. Han llegado 200 mil solicitudes. Nos hacen falta otros 800 millones de dólares.

Entonces, hay una serie de temas bien, bien complicados.

Acuerdo humanitario

Déjenme hablarles algo del acuerdo humanitario y de las Farc.

Ahí sí se les quita el bostezo a los periodistas.

Cuando a mí me eligieron -y tiene en parte la culpa el Presidente González, porque él en lugar de meterme un regaño allá en Madrid me estimuló el concepto de seguridad-, yo dije que no entraría a buscar un intercambio humanitario a no ser que empezara un nuevo proceso de paz con cese de hostilidades.

Le dije eso al país, abiertamente, pero lo cambié cuando ya de Presidente en ejercicio hablé con Kofi Annan, entonces Secretario de las Naciones Unidas, con la Iglesia Católica, con los familiares de los secuestrados. Escuché a muchos compatriotas y entonces dije: bueno busquemos el acuerdo humanitario. Y hemos hecho todos los esfuerzos.

Facilitadores: el ex presidente (Alfonso) López, que en paz descanse, dice: “yo quiero ser facilitador”. Y digo: sea facilitador Presidente. Y me dice: “pero tengo que ser independiente del Gobierno”. Séalo Presidente, para el Gobierno eso no es problema.

El Presidente Samper: “yo quiero ser facilitador”. Séalo Presidente Samper. Álvaro Leyva. Séalo doctor Leyva.

Las Naciones Unidas manda aquí un facilitador dos años y medio, delegado de Kofi Annan, el señor James Lemoyne.

La Iglesia Católica es facilitadora. Francia, España y Suiza han tenido dos facilitadores, todos estos años.

No hemos ahorrado un solo esfuerzo en materia de facilitación.

Otros esfuerzos. Cuando íbamos a extraditar los dos integrantes de las Farc a Estados Unidos, requeridos no por sedición, no por delito político, sino por droga -la Constitución colombiana no permite extraditar por delitos políticos-, requeridos por droga, ofrecí públicamente que si nos liberaban a los secuestrados nosotros no extraditaríamos a estas dos personas. No fue posible.

Advierto, de los secuestrados solamente tres han sido secuestrados en este Gobierno, en las primeras semanas de Gobierno: los tres norteamericanos. Los otros vienen de atrás, y eso es bueno saberlo porque les voy a contar algunos aspectos que he conocido en este proceso.

Se les aceptó a los europeos una zona de encuentro. Cuando me dijeron que el Gobierno Nacional aceptara, yo lo hice en minutos, convencido de que eso estaba consultado con las Farc y que las Farc lo iba a aceptar.

Las Farc dijo, primero que no le habían consultado, y apenas los delegados europeos los desmintieron, entonces la Farc dijo que no aceptaba.

Hace unos pocos meses, los delegados europeos llegaron, en nombre de sus tres gobiernos, y nos pidieron que liberáramos de presencia militar un corredor entre el Cauca y el Valle del Cauca, que porque la Farc iba a liberar una señora secuestrada. Dimos ese corredor. A los cinco días me llamaron los europeos y me dijeron: “no, nos quedaron mal, ya hablamos con las Farc nuevamente y nos dijeron que era un mal entendido”. A nadie liberaron.

El Presidente (de Francia, Nicolás) Sarkozy se posesiona creo que el primero de mayo, al día siguiente me llama y me dice: “¿es cierto que usted va a liberar 150 personas de las Farc unilateralmente?”. Le dije: Presidente ya hice un esfuerzo, liberé 27 unilateralmente y voy a liberar 150.

A los cinco días me vuelve a llamar y me dice: “¿si lo va a hacer?”. Y le dije: “cuente con eso, yo procuro ser de una palabra”. Y me habló ahí con rodeos y finalmente me dijo: “¿le puedo pedir una cosa?”. Diga a ver Presidente. “¿Por qué no liberan a Rodrigo Granda?, el preso más importante de las Farc”. Y le dije: “este país tiene mucha limitación constitucional y legal, el Presidente de la República no se puede mover con la discrecionalidad que esto requeriría, si encuentro el mecanismo jurídico lo hago.

Lo hice con un mecanismo jurídico mediante el cual se le permitía la libertad, para que actúe como gestor de paz. Ya apareció en fotos de camuflado otra vez con la guerrilla. No sabemos si se tuvo que poner el camuflado para hacer gestión de paz o si se lo puso para que no quede duda que no lo es.

Pero miren los riesgos para el Presidente de la República, inmensos riesgos, más que los políticos, jurídicos.

Cuando yo solté, como Presidente de la República, con ese mecanismo jurídico a Rodrigo Granda, a pedido del Presidente Sarkozy, lo hice con una gran ilusión de que íbamos a empezar a ver la liberación de los secuestrados, no fue posible.

El tema con el Gobierno de Venezuela. Es muy difícil en dos países que tienen una frontera tan viva de 2 mil 216 kilómetros, que no haya riesgo político cuando uno de los dos gobiernos va a ayudar en un tema tan delicado frente al otro.

Nosotros pusimos en un lado de la balanza los riesgos políticos advertidos de la participación del Gobierno de Venezuela. Yo se los dije al Presidente, le dije: “me da miedo (que) estos riesgos políticos afecten las relaciones entre los dos países, incluso las nuestras”.

Y en el otro lado de la balanza pusimos esta reflexión: “esta puede ser, por muchas razones, la mediación eficaz”.

Entonces le dije a mis compañeros de Gobierno, al Comisionado: “ignoremos el riesgo político, prefiramos lo humanitario, en aras de que se dé esta mediación, que puede ser la eficaz -por muchas razones que no es del caso comentar públicamente aquí- ignoremos los riesgos políticos”. Pusimos el interés humanitario por encima de los riesgos políticos.

Bueno, los desarrollos se han conocido.

Lo que nosotros queremos es manejar el tema con prudencia, como una contribución a que en algún momento las cosas entre los dos gobiernos mejoren.

Hemos hecho muchos esfuerzos. ¿Qué respuesta hemos tenido? Asesinatos y mentiras.

Cuando el Gobierno nuestro, bajo mi responsabilidad, intentaba el rescate del grupo de secuestrados encabezado por el gobernador Guillermo Gaviria y el ministro Gilberto Echeverri, ya llevábamos aquí un rato con la actuación del delgado de las Naciones Unidas.

¿Qué me contaron los sobrevivientes? –porque las Farc los asesinó a casi todos-. Me contaron: “escuchamos los helicópteros sobrevolando la selva, pero no hubo combate”. Este Gobierno jamás le ha mentido al país. Cuando los helicópteros sobrevolaron, los guerrilleros se espantaron, y al no llegar los soldados, los guerrilleros regresaron y dispararon contra los secuestrados que estaban en el suelo, en condiciones físicas de inanición
Por eso cuando a mí me preguntan en el extranjero: “¿Y qué opina de las fotos de Ingrid Betancourt? Les digo: nos duelen, pero no nos sorprenden, porque es lo que hemos visto en muchos casos en estos 50 años en Colombia.

Y pasa por mi mente Gloria Lara de Echeverri, cuando la asesinaron, después de haberla torturado, pesaba 26 kilos. El líder sindical José Raquel Mercado. Las condiciones de inanición en que estaba ese grupo de compatriotas tan apreciados, asesinados.

Me contaban lo siguiente, los sobrevivientes: que el doctor Gilberto Echeverri - ex ministro de Defensa, toda la vida luchó por la paz, se hizo querer de todo el mundo, él podía decir: “Álvaro Uribe es la persona con quien más diferencia tengo en esta materia, pero quien más me quiere”- Guillermo Gaviria, empezando su juventud, de una gran formación, de un gran sentido del Gobierno, dedicado a buscar caminos de paz.

Entonces abordaban allá a los comandantes guerrilleros, les decían: “¿pero por qué nos secuestran a nosotros?, nosotros estábamos en una caminata de paz. Hemos sido los constructores del diálogo, los amigos de la solución política, amigos de ustedes para esta solución política”.

¿Qué contestaban? –y para mí eso no es casual, yo me formé aquí en la universidad pública, en la época de la hegemonía marxista. Derrotaron un confesionalismo e instalaron otro. Por eso es tan importante hablar de Seguridad Democrática como seguridad con libertades.

¿Saben qué contestaban los comandantes guerrilleros? “Ustedes no son nuestros amigos, ustedes son nuestros enemigos de clase y nuestros idiotas útiles”.

Por eso es muy importante que en esta hora de dolor, el pueblo colombiano no se convierta en idiota útil del terrorismo. Muy importante que la comunidad internacional que nos quiere ayudar, lo haga en procura del acuerdo humanitario, de la paz, pero sin convertirse en idiota útil de las Farc.

¿Cómo fue lo de los diputados? Los asesinaron, liberaron un comunicado después. Miren, no le contaron al mundo ahí mismo cuando los asesinaron, sino mucho después. Y cómo prepararon el circo ¡qué espectáculo circense!

Sacaron un comunicado a la una de la mañana de Colombia, medianoche de Colombia, dos de la mañana, cuando estaba amaneciendo en Europa, para hacer toda la parafernalia en Europa, diciendo que habían muerto los diputados en un combate con fuerzas del Gobierno. Mentiras.

Nosotros ahí mismo llamamos al Ministerio de Defensa. Yo reuní al Ministro, a los altos mandos, y les dije: “yo no le hablo al país hasta que ustedes no me digan si en esa área hubo combates o no tal día”.

Hicieron un repaso pormenorizado. Les dije: recuerden que la norma de este Gobierno ha sido decir la verdad, contar con incurable buena fe los errores y vicisitudes. Si cometimos un error, yo asumo la responsabilidad. Yo no les pido sino la verdad. En lo que nos hayamos equivocado yo asumo la responsabilidad, pero lo único que le quiero decir al país es la verdad.

A las 12 del día me dicen: “Presidente hemos revisado todo. No hubo combates”.

Quedaba la palabra del Estado, un Estado democrático, un Gobierno democrático, que se debe presumir franca, transparente, contra la palabra del terrorismo.

Sin embargo, el dolor causaba dudas. Yo ofrecí una comisión de legistas internacionales.

¿Qué acaba de aparecer? Dice la justicia: no hubo combate, los asesinaron, en el suelo.

Muchos recibieron disparos a corta distancia, lo que comúnmente se llama a quemarropa. Después a los cadáveres les cambiaron de vestimenta y los trasladaron de sitio.

La respuesta ha sido violencia y mentira.

En octubre del año pasado estábamos en otro gran esfuerzo por el acuerdo humanitario. Pusieron un carro bomba contra la Universidad Militar de Bogotá. Nosotros tuvimos unas pruebas que nos demostraban que eran las Farc. No eran suficientes desde el punto de vista judicial, pero sí para el Gobierno. Dijimos cuando las tuvimos.

¿Saben qué dijeron en Europa? Que ese carro bomba lo había mandado poner el Presidente Uribe, a través del Ejército, para frustrar el acuerdo humanitario.

Acaba de demostrarse ya, judicialmente, plena prueba, de que las Farc infiltró un curso de defensa nacional con una señora, para poder instalar el carro bomba.

Ahora estamos haciendo este otro esfuerzo: atender el pedido de la Iglesia Católica.

Nosotros hemos tenido, Presidente, dos limitaciones en el acuerdo humanitario: una la zona de despeje. Este país le tiene mucho miedo a la zona de despeje.

Y no han funcionado para eso

La zona de despeje del Caguán, de 42 mil kilómetros, alcanzó a coincidir con parte de los secuestrados.

Un joven cuyo padre sigue secuestrado me cuenta: a su padre lo secuestraron y lo tienen entre ese grupo que se llama de canjeables, así lo llama el terrorismo.

Lo secuestraron en el 2.000, él fue allá a la zona de despeje del Caguán, habló con los comandantes de las Farc, y le dijeron: “no, es que nosotros no estamos interesados en el despeje. Nosotros no estamos interesados en la paz sino en la toma del poder”.

Y oportunamente le contaré al país, las propuestas que le hicieron allí para liberar a su padre, que muestran cuál es el designio de ese terrorismo.

El país le tiene mucho miedo a las zonas de despeje. Es muy fácil desde una capital internacional recetar una zona de despeje, otra es sufrirla.

Despejar a Pradera y a Florida es como despejar aquí a Girardota, a Copacabana y a Barbosa, frente a Cali, o despejar a Cajicá y a Zipaquirá frente a Bogotá.

Y nos empiezan a creara un ambiente donde se pierde la confianza, y volvemos es a la incertidumbre qué va a pasar con el terrorismo.

¿Qué alternativa he aceptado yo a la Iglesia Católica? Una zona de encuentro ¿En qué condiciones? Rural. Las condiciones se las ha pedido el Gobierno a la Iglesia: despoblada la zona para que no se le cree riesgo a la comunidad que viva allí, rural despoblada, que no haya Policía ni Ejército para no tener que removerlo.

Y el país está lleno de sitios que reunirían esos requisitos. Reunir esos requisitos en Colombia es muy fácil. Yo no voy a proponer una cosa que es imposible de aceptar.

Primera vez que lo digo: el país está lleno de zonas que reunirían estos requisitos.

A mí me han preguntado: ¿dónde tiene que ser la zona? Cualquier parte del país que reúna esos requisitos. Y que las personas que lleguen allí lleguen desarmadas, y que haya unos observadores internacionales que garanticen la seguridad y la armonía de las conversaciones.

Me ha sugerido el Comisionado (de Paz), me ha sugerido el Ministro de la Defensa que sea de 30 días, bueno, de 150 kilómetros. Y la Iglesia Católica está trabajando a ver cómo se puede avanzar en eso.

Me preocupan algunos políticos nacionales e internacionales que le recomiendan a las Farc que no acepten, que el único camino es la zona de despeje. Y lo digo, porque lo he sabido esta semana, con tristeza. Que algunos políticos le hacen esa recomendación a las Farc: “Les dicen, no, no acepte eso, que fulado va a intervenir con Sarkozy, con perano, para presionar a Uribe”. Y el otro le dice a las Farc: “No, suelten un gringo, suelten un gringo que con eso presionamos a Uribe para el despeje”

A mí me preocupa eso, porque yo creo que los que reclaman un acuerdo humanitario y proceden de esa manera, proceden deshumanizadamente en nombre del humanitario.

Nosotros todo el apoyo de buena fe lo aceptamos, pero esas cosas que he sabido esta semana a uno lo afligen muchísimo.

Incumplimientos de las Farc: el primero tiene que ver con el Presidente Betancourt, aquí, que nos acompaña hoy.

Era yo estudiante universitario y las Farc nos decía en la universidad: “si Colombia aprueba la elección popular de alcaldes y gobernadores, nosotros nos desmovilizamos.

No fue fácil para el gobierno del Presidente Betancourt aprobarla. Más de un siglo de debate. El país dio el salto en el gobierno del Presidente Betancourt, con un acto legislativo del doctor Álvaro Gómez –que en paz descanse- dio ese gran salto de aprobar la elección popular de alcaldes.

Después en la Constituyente del Presidente Gaviria se aprobó la elección popular de gobernadores. Mecanismos de participación popular. La Constitución colombiana es muy rica hoy en mecanismos de participación.

¿Cuál ha sido la respuesta de estos bandidos? Más violencia sicarios de alcaldes, de autoridades regionales.

¿Qué más propusieron? Otro día dijeron: “Si aquí hay garantías para hacer política de oposición, nosotros nos desmovilizamos”. Hoy las tienen todas.

Ellos decían que nos repitieran los sucesos de la Unión Patriótica, aquel partido de oposición que fue exterminado.

Allí hubo dos errores que son los que no podemos dejar repetir hoy. Un error: en la Unión Patriótica había gente que hacía política y estaba en la guerrilla, empezando por ‘Iván Marquez’. La combinación de las formas de lucha, que tanto daño nos ha hecho, y hubo fallas de Estado en el servicio público de seguridad

¿Este Gobierno nuestro ha presidido cuántas elecciones? En el 2003 dos; refrendo y regionales; en el 2006 dos: Congreso y presidenciales; este año una. Cinco elecciones.

Sinceramente yo creo que la oposición radical no tiene quejas. En el último proceso electoral nos asesinaron 20 personas. Uno quisiera cero, pero eso comparado con lo que había sido en procesos anteriores, de ellas 18 afines a las tesis de Gobierno, los otros dos de unos movimientos locales.

La oposición radical ha tenido toda la protección en este Gobierno. Es que yo no les estoy diciendo un discurso a los colombianos, sino haciendo una rendición de cuentas de cinco años y cuatro meses de Gobierno.

Si eso era lo que reclamaban las Farc, que en Colombia oposición radical, oposición total al sistema imperante tuviera garantías democráticas para desmovilizarse, ¿por qué no se desmovilizan?, ¿por qué no emprenden el camino de la paz? Ahí nos incumplieron.

También dijeron: “el día que Colombia elimine el paramilitarismo hacemos la paz”. Este Gobierno lo ha eliminado. Este Gobierno es el primero en confrontar ese tema paramilitar con toda la dureza. Aquí en una cárcel cerquita están los principales cabecillas.

A quienes han persistido en actividades delincuenciales los perseguimos con toda la decisión.

¿Por qué digo hoy que no hay paramilitarismo en Colombia? La palabra paramilitar surge para denominar grupos privados criminales, cuyo objetivo era combatir la guerrilla. El Estado ha recuperado el monopolio para recuperar la guerrilla.

Los paramilitares que reinciden, no están en el combate de la guerrilla, están simplemente en el narcotráfico y en la extorsión. Y este Gobierno ha probado toda su determinación para combatirlos. Si eso era lo que reclamaba las Farc ¿por qué no hace la paz?

Nos han engañado en muchas ocasiones. ¿Qué más quisiéramos nosotros que la paz? ¿Qué más quisiéramos que tener los compatriotas secuestrados, libres ahora?

Ahora las pruebas. Este Gobierno siempre ha procedido con transparencia. El jueves antes del referendo de Venezuela, a mí me llama el Fiscal a las 6 de la tarde y me dice: “con el Ejército hemos decomisado un material, en el cual parece que están las pruebas de supervivencia de algunos secuestrados”.

Le dije al Fiscal, mírenlo. A las 9 de la noche me dijeron: es creíble. ¿Qué hice yo? Entreguen ese material en su totalidad sin cálculo político y sin manipulación.

Uno en nombre del cálculo político habría dicho: “es jueves en la noche, viernes en la madrugada, las elecciones son en 48 ahora en Venezuela, aplacen la entrega de eso hasta el martes”. No, nosotros preferimos lo humanitario sobre el cálculo político.

Un Gobierno amigo de las Farc habría podido decir: “vea de la carta de Ingrid Betancourt no me publican sino unos párrafos, para que quede la prueba que ella está viva. Pero aquellos párrafos dramáticos, donde refleja su dolo, escóndalos, para que no se pruebe que las Farc es torturadora”.

Eso lo dejamos liberar todo.

El Gobierno nuestro habría podido decir -ahí hay unas declaraciones de algunas de las personas sobre quienes hay pruebas, muy duras conmigo- habríamos podido decir: “eso ocúltenlo”. El Gobierno dijo: “no revelenlo en su totalidad, sin ningún cálculo”. Así procedimos.

Pero no han llegado las pruebas de todos. De los secuestrados canjeables que llaman las Farc, han asesinado 22, murió uno. Dice tener en su poder 47. Entregó pruebas de 16. ¿Dónde están las pruebas de los otros 31?

No se conocen las pruebas del niño Emmanuel, de su madre Clara Rojas. Un nicho concebido en el cautiverio, nacido en el cautiverio. Ese caso es peor que la primera evolución de las sociedades esclavistas. Las sociedades esclavistas en algún momento libertaron los vientres de las esclavas. Aquí el vientre de la señora Clara Rojas dio una criaturita que nació esclava y sigue esclava.

Ahora, también, no puedo ocultarles Presidentes, estamos ofreciendo 10º millones de dólares de recompensa a los guerrilleros que desmovilicen las cuadrillas y traigan consigo los secuestrados.

Y no puedo perder este escenario para hacer ese llamado. Miren: los guerrilleros que están cuidando a la doctora Ingrid Betancourt, léase torturándola, o a los otros secuestrados, deben pensar esto: ellos también están secuestrados, y estarán toda la vida condenados a vivir sin libertad. Hoy por cuidar unos secuestrados, mañana por huir. ¿Qué les conviene?

¿Para qué es eso? Simplemente para atender los caprichos de los jefes del terrorismo, de ‘Marulanda?, de Briceño, del ‘Mono Jojoy’, etcétera.

Entonces, a esos guerrilleros de base les estamos reiterando el mensaje de que liberen e los secuestrados, que los liberen. ¿Para qué? Para que ellos también gocen la libertad, para que queden libres secuestrados y secuestradores.

Y hay un punto: finalmente el secuestrador torturador sufre tanto como el secuestrado torturado. Así sea en un momento distinto de la vida. Por eso esa oferta de los 100 millones de dólares, a ver cómo los secuestrados, a través de un gesto de los secuestradores, logran la libertad. Libertad para ambos, porque el Gobierno está dispuesto a dar unos beneficios jurídicos a los secuestradores que se desmovilicen y traigan consigo a los secuestrados. Beneficios jurídicos y económicos.

En ese punto vamos, en el tema del acuerdo humanitario. Con mucha esperanza de lo que pueda hacer la Iglesia Católica.

De nuevo nuestros agradecimientos por haber tenido ustedes la gentileza de hacerle este honor a Medellín”.

 

 
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
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