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PALABRAS DEL PRESIDENTE EN “LA CÁTEDRA COLOMBIA”
Mayo 07 de 2007 (Bogotá D.C. - Cundinamarca)

“Me honra inmensamente, acudir de nuevo esta mañana a la Cátedra Colombia, acudir a este auditorio, en un momento de grandes retos para la Nación.

Quiero en primer lugar, felicitar a quienes han recibido esta mañana la condecoración de la Escuela Superior de Guerra, imposición que se les hace para reconocer los méritos en este trabajo al servicio de la Nación, en la idea de que estos reconocimientos se constituyen en estímulos superiores para que la Nación pueda ganar frente a esos desafíos.

Permítanme referir hoy, a algunas anotaciones sobre lo que creemos, debe repetirse como características fundamentales del modelo colombiano para la comparación internacional, permítanme referir hoy, a los principales objetivos de Gobierno, a los retos internacionales que tenemos enfrente.

El modelo colombiano. Muchas cosas lo toman a uno por sorpresa en la vida pública. Era yo estudiante universitario, veía el avance de las guerrillas marxistas, su idea de combinar todas las formas de lucha, la manera como penetraban la sociedad, penetraban la política, el sindicalismo, el movimiento estudiantil, sectores del periodismo, lo mismo que después hicieron las autodefensas ilegales.

Quién iba a pensar en aquellos años de la universidad pública, cuando la opinión se la disputaban las tendencias de Pekín, o de La Habana, o de Vietcong o de Unión Soviética, que pocos años después caería el Muro de Berlín, que pocos años después se desintegraría Unión Soviética, que pocos años después China, la China de Mao Tsetung, que parecería haber detenido la dialéctica de la historia, se abriera al capital privado y se convirtiera en el destino inversionista más importante del mundo.

Pero esto, gira y gira. Finalmente la dialéctica es más rápida en la producción de cambios en el mundo de lo que uno esperaría, pensaba yo, que sometidos los países de América Latina a la regla democrática, no era necesario volver a hablar de características diferenciales de modelos de Estado, pero las circunstancias que se han dado en el continente, nos obligan a hacerlo.

Primero, pienso que es equivocada la idea, de dividir a nuestros países entre países de izquierda y países de derecha, gobiernos de izquierda y gobiernos de derecha. Puede haber matices en los discursos, pero finalmente con la aplicación de la regla democrática, los resultados en los gobiernos van generalmente por el mismo camino.

Esa división, es una división que polariza, es una división obsoleta, tenía alguna validez cuando los pensadores latinoamericanos se inspiraron en la izquierda europea, para enfrentar dictaduras latinoamericanas y además es impráctica.

Nosotros hemos venido diciendo, que lo que hay que buscar es, que nuestras democracias vivan en un camino ininterrumpido de progreso, que eso las obliga a cumplir con un conjunto de principios, de ahí que señalamos cinco, que son fundamentales: seguridad, con alcance democrático; el respeto a las libertades; la construcción de cohesión social; la transparencia y el respeto a instituciones independientes.

Parecerían provenir de canteras ideológicas diferentes, pero las tienen, tienen que ser mezcladas por una democracia moderna.

Cuando se hablaba de seguridad, el reclamo de ese imperativo se le asignaba a la derecha. Mi pregunta es: ¿pueden los supuestos grupos de izquierda, tener sostenibilidad en una democracia sin seguridad? No puede. La experiencia colombiana sí que lo muestra.

Por eso creemos que la seguridad es hoy un imperativo necesario para todas las orientaciones ideológicas.

Las libertades públicas. El marxismo las señalaba como aspiraciones de la burguesía para poder reproducir las condiciones de explotación. Más adelante, la izquierda europea la reclamaba como una necesidad para que la democracia pudiera liberarse de las presiones de la dictadura.

En América Latina, sí que se sintió en la década de los setenta y en la década de los ochenta, la necesidad de las libertades públicas como pilar sin el cual es imposible el pluralismo. Son necesarias para todas las canteras ideológicas.

Quien es presionado para respetarlas cuando está en el Gobierno, las necesita para ejercer cuando es alternativa de Gobierno.

La cohesión social. Se reivindicaba como una aspiración de la izquierda, y al presentar la seguridad como una aspiración de la derecha inicialmente, se llegaba a esta conclusión: sin la cohesión social, no es sostenible la seguridad.

La cohesión social en alguna forma es un validador de la seguridad, que hace posible su sostenibilidad en el largo plazo.

La transparencia es el principio sobre el cual se construye confianza ciudadana en las instituciones y la independencia entre diferentes ramas del Estado es aquello que garantiza un Estado sin desbordamientos, un Estado finalmente afianzado en el apoyo comunitario.

La independencia de ramas de poder público, en mi concepto, es un instrumento necesario para que funcione el Estado de opinión, finalmente la opinión, es más sensata que los altibajos que se presentan entre la mañana y la tarde.

La opinión finalmente es una opinión que se expresa más por factores de credibilidad que por elementos emotivos de corto plazo. Y un factor esencial de credibilidad, es un Estado capaz de evitar desbordamientos sustentado sobre ramas independientes del poder público.

Y eso está conectado, con otro tema de gran importancia. Muchos modelos de Estado ha conocido la humanidad, conocemos todos la referencia del Primer Ministro ingles Sir Winston Churchill al significado de la democracia. Nos ha tocado batir en el mundo sistemas dictatoriales, la propuesta de la dictadura del proletariado, las supuestas dictaduras de derecha, nos ha tocado batir en el mundo las diferentes expresiones democráticas. Lo importante es, el estado de leyes, el estado en el cual, los gobernantes se someten a la ley, incluso de manera más rigurosa que los gobernados, esa es la característica esencial del Estado de Derecho.

Y ese Estado de Derecho, a lo largo de la historia, ha sido caracterizado por varios elementos: la Constitución escrita, hoy no es elemento diferenciante. La división del poder en ramas, se pensaría que había dejado de ser importante, a medida que en muchos estados y en al propia Latinoamérica, se borran las diferencias, la independencia entre ramas del poder, ese elemento del Estado de Derecho recobra importancia.

La existencia de una legislación heterónoma, esto es externa al gobernante, también se pensaba que había dejado de ser importante, porque todo el mundo lo había adoptado.

Pero en la medida que muchas veces los procesos legislativos se sustituyen por imposiciones caprichosas de los propios gobernantes, el principio de la norma heterónoma externa al gobernante es un principio que recobra total importancia, la existencia de mecanismos de control, por supuesto, e independientes frente a los controlados y el elemento diferencial más importante de todos ellos, es la amplitud de participación de la opinión pública.

Eso es lo que trabajamos en Colombia, en la búsqueda de una creciente participación de opinión pública, nuestro Estado Comunitario, la comunidad con más participación para la toma de decisiones, con más participación para la ejecución de decisiones, con más participación para la vigilancia sobre la ejecución en la función pública y eso debe producir un resultado.

Los estudiosos en el Brasil, en Gran Bretaña, sobre los resultados de los procesos descentralistas, llegan a la conclusión de que solamente funcionan en cuanto tengan un amplio espacio de participación para la opinión pública.

Esta es una característica fundamental que estamos buscando en Colombia. Y estos principios del Estado de Derecho nos van conectando con lo que tienen que ser las características del Estado que nosotros buscamos en Colombia. América Latina, en los años 90, en muchos países quiso desmantelar el Estado. Eran los excesos del neoliberalismo.

Se pensaba que era el camino para liberar todas las fuerzas de la producción, para lograr altos niveles de desarrollo, para eliminar la incompetencia burocrática.

Colombia no ha estado en esa tesis de desmantelar el Estado. Nuestro Gobierno ha dicho que hay que tener un Estado no al servicio de la politiquería, no al servicio de los excesos sindicales, pero sí un Estado al servicio de la comunidad, de la responsabilidad social, de la seguridad.

Nosotros, en lugar de desmantelar el Estado, hasta diciembre habíamos reformado 340 entidades del Estado, empezando por Telecom, una serie de bancos públicos que estaban en la quiebra, 190 hospitales, y así sucesivamente.

Ahora estamos en la tarea de reforma del Seguro Social, de todas sus clínicas, para lograr unas entidades de seguridad social al servicio de los intereses sociales de la Nación, de los grupos más vulnerables, pero no al servicio de la politiquería, no al servicio de los altos costos de ineficiencia, no al servicio de los excesos sindicales.

En América Latina el péndulo viene ahora a otro extremo, pasa del desmantelamiento del Estado de los 90, a las ideas de estatismo que hoy empiezan a agitarse, no nuevas. Algunos países tuvieron una época de estatismo excluyente, entre 1930 y principios de los 60. Vimos la revolución boliviana de 1952, la revolución del General Velasco en el Perú, y tantas otras. El estatismo no es nuevo en América Latina, también fracasó.

Colombia tampoco está en el estatismo. Nosotros creemos que el estado tiene que dar todas las garantías para que prospere la iniciativa privada. Vemos la iniciativa privada como una responsabilidad social, una función social, como lo definiera nuestra Constitución de 1936.

Yo la concibo no como un fin en sí, sino como un medio para lograr la cohesión social, la superación de la pobreza, la equidad.

En Colombia no hay desmantelamiento del Estado y no hay estatismo. En Colombia hay todas las garantías para que prospere la inversión privada con responsabilidad social. Ese es el dúo fundamental: inversión privada con responsabilidad social.

Y esto es muy importante decirlo hoy, ante el auditorio latinoamericano y ante el mundo entero.

Y eso nos va conduciendo a una visión de sociedad ¿Qué sociedad queremos? Una sociedad pluralista, en permanente debate, en permanente análisis, pero con actitud constructiva, no con posiciones insuperables, con antagonismos insuperables, sino con la idea de que a partir de cada contradicción se busque con imaginación, con gran creatividad de opciones, la síntesis.

Cuando nosotros hablamos de responsabilidad social, nos referimos a la responsabilidad social en el caso de la empresa privada, como una actividad de desempeño que se debe expresar en tres relaciones: en las relaciones con el Estado, en las relaciones con las comunidades circundantes y en las relaciones con los trabajadores.

En las relaciones con el Estado, transparentes, (Joseph) Stiglitz en alguna manera justifica nuevas olas estatistas de América Latina, en la circunstancia de que en sociedades latinoamericanas se permitió que por ejemplo grandes empresas entraran a apropiarse de los recursos naturales de manera fraudulenta en sus relaciones con el Estado. No es nuestro caso.

Aquí, las concesiones de petróleo, las concesiones mineras, las posibilidades de extraer carbón, se manejan con unos procedimientos totalmente transparentes.

En este Gobierno hemos impulsado las audiencias públicas para todo ello. Nosotros no nos encerramos con los señores de la Drummond o de la Glencore para resolver los problemas del Cesar, sino que los convocamos a audiencias públicas para que las decisiones se tomen de cara a la comunidad.

Las transacciones que hemos hecho para superar las disputas del capital internacional en Colombia, como para superar 21 pleitos en Telecom que encontramos, han sido transacciones comunicadas ampliamente a la opinión pública antes de su perfeccionamiento, para que los funcionarios públicos pierdan el temor y la opinión pública pueda hacer el tránsito de la suspicacia a la confianza.

En las relaciones con las comunidades circundantes, la responsabilidad social empresarial se tiene que dar, la requerimos en Colombia.

Un caso es el que aspiramos observar con la evolución en la zona minera del departamento del Cesar, donde esperamos que el mejoramiento de esas relaciones le de comodidad, tranquilidad, bienestar, a quienes viven en aquellas localidades.

Y la tercera expresión de la responsabilidad social es en las relaciones con los trabajadores. Nosotros no queremos el odio de clases que trajo el marxismo a Colombia desde los años 60, ni tampoco el esclavismo del capitalismo salvaje.

Para nosotros las relaciones entre empresa y trabajadores, como trasunto de la responsabilidad social, tienen que tener como punto de referencia la fraternidad cristiana.

Estas son algunas ideas de la sociedad colombiana que soñamos, de la sociedad colombiana que estamos buscando construir, una sociedad más participativa, una sociedad sin exclusiones, una sociedad sin odios. Y eso nos va llevando a los objetivos de Gobierno.

Hemos planteado tres objetivos fundamentales de Gobierno: consolidar la Seguridad Democrática, consolidar la confianza inversionista en nuestro país, y cumplir nuestras metas sociales.

En Seguridad Democrática hemos avanzado mucho, hay que consolidar resultados.

En el tema de inversión hay confianza en Colombia pero tenemos que proyectarla hacia el largo plazo, y tenemos que cumplir las metas sociales del milenio, antes de la fecha fijada por Naciones Unidas.

¿Cómo se entrelazan estos tres objetivos?, hay relaciones de mutua dependencia entre cada dos de ellos, y una relación transitiva entre los tres. La Seguridad Democrática y la confianza inversionista tienen mutua dependencia. Hay confianza inversionista si hay Seguridad Democrática. Y la Seguridad Democrática es sostenible, si el crecimiento de la inversión permite, que afluyan los recursos para financiar su sostenibilidad.

La confianza inversionista y las metas sociales, tienen una relación mutuamente dependiente entre ambas. Si hay confianza inversionista se da la afluencia de los recursos para poder lograr las metas sociales. Y si se dan las metas sociales, se legitima, se valida la razón de ser de la confianza inversionista.

Y por supuesto: la relación entre Seguridad Democrática y metas sociales, es una relación de gran trascendencia. Si algo bueno veo yo, ganado como un intangible en estos casi cinco años, de estar trabajando hombro a hombro con ustedes, apreciados comandantes, es lo siguiente: Colombia hoy reclama tanto la Seguridad Democrática como la política social.

Hace cinco años, en el discurso político, parecía que fueran excluyentes la Seguridad Democrática y la política social. Se creía que la aplicación de la Seguridad Democrática era excluyente con la política social. Hoy en todos los rincones de la Patria los colombianos reclaman con que intensidad, más seguridad y más política social.

Que bueno haberlo logrado. En todas partes lo oigo. Hace no muchos años, habían discursos muy agresivos contra la seguridad, se desdeñaba de la seguridad. Se le miraba en condiciones de inferioridad. Todo lo malo del país se le quería atribuir a la falta de política social y se reclamaba la política social como el remedio exclusivo para los males colombianos. Se ignoraba que no era posible lograrla sin seguridad.

Por fortuna hoy hemos ganado ese intangible. Empiezo a ver un gran entendimiento nacional, que la política de seguridad es la que permite la política social, y que la política social es la que le da razón de ser a la política de seguridad. Y están relacionadas entre las tres, a través de lo que yo llamaría el cordón transitivo.

Hay seguridad que permite los recursos para la política social, hay seguridad que permite la confianza inversionista, etcétera.

Y refirámonos a algunos de estos temas, relacionados con el tema internacional. ¿Qué nos reclaman en materia seguridad?, nos reclaman el tema del asesinato de sindicalistas. Nos reclaman el tema de que no ha habido suficiente disminución de la droga en Colombia. Me voy a referir a ello.

Sumado líderes sindicales y profesores del Estado, antes de este Gobierno llegamos a tener 256 asesinatos por año. En el año 2005 la cifra fue de 26, después de una reducción paulatina en el 2002, en el 2003, en el 2004, se llega a esa cifra en el 2005. En el 2006 se presenta algún recrudecimiento y tenemos 60.

Influyó muchísimo ese enfrentamiento terrorista entre los grupos terroristas de Farc y ELN. Este año han sido asesinados ocho profesores y un líder sindical del Inpec.

Tenemos que hacer un inmenso esfuerzo para mostrarle al mundo que nosotros somos capaces de lograr una Nación, con cero asesinato de líderes sindicales.

He explicado en la comunidad internacional que en el año 2002, antes de la elección presidencial, al presentar el Manifiesto Democrático de 100 puntos, a consideración del electorado colombiano, en el punto 27 escribimos esto: “nuestra seguridad, de ganar la elección, será democrática para todos los colombianos, para los amigos de las tesis del Gobierno y para los adversarios. Para evitar el secuestro de los empresarios y para evitar la muerte de los sindicalistas, seguridad para los periodistas, seguridad para los alcaldes”.

Adoptar nosotros en nombre de la Seguridad Democrática la determinación de proteger por igual a sindicalistas y a empresarios no nos fue difícil, brotaba de la espontaneidad de nuestras convicciones democráticas, es muy bueno tener eso presente.

Hoy el programa de protección Individual en Colombia protege a más de seis mil colombianos, cuesta más de 76 mil millones este año. De los seis mil colombianos protegidos hay 1.500 que son líderes sindicales. Pero tenemos que redoblar los esfuerzos para que no sea asesinado un líder sindical en nuestra Patria.

He expresado al mundo que esto no se puede mirar aisladamente. Hay que mirarlo en el contexto de lo que ha sido la violencia en Colombia. Y hay que apelar a otras medidas. Alguien me anotaba esto, me hacía ver que mientras en el año 2002 la tasa de asesinatos en Colombia por cada 100 mil habitantes, fue de 68, en el año 2006 de 38. La tasa de asesinato de sindicalistas, incluidos los profesores del Estado, es entre dos y medio por cada cien mil, y seis por cada cien mil. Sí, una tasa infinitamente menor a la tasa general de homicidios. Eso hay que exhibirlo, pero no podemos justificar en ello el hecho de que asesinen sindicalistas en Colombia. Un objetivo es frenar totalmente el asesinato de sindicalistas.

Critica la comunidad internacional el tema de la impunidad. He expresado lo siguiente: todos los días hay que hacer mayores esfuerzos, pero no se pueden desconocer los esfuerzos realizados. He expresado también, que mientras no haya Seguridad Democrática eficaz, que sea capaz de derrotar y de disuadir a los criminales, no habrá justicia que supere la impunidad.

Con 30 mil asesinatos por año, no hay justicia en el mundo que sea capaz de superar la impunidad. Solo en la medida que la acción de las Fuerzas Armadas y de Policía, sea capaz de derrotar el crimen, solamente en esa misma medida, florecerá la justicia.

Prueba de ello es que nadie, nadie se atrevía a declarar hace cinco años, y por lo menos hoy hay confianza, menos temor de quienes fueron testigos de masacres y ya se atreven a denunciarlas ante la justicia.

Debemos reiterar ante el mundo los esfuerzos hechos. Colombia introdujo el Régimen Penal Acusatorio, Colombia introdujo en los últimos años el procedimiento verbal. Para ello se reformaron los códigos, se amplió la infraestructura de la Fiscalía. Solamente el año pasado, para apoyar a la Fiscalía en el cumplimiento del régimen penal acusatorio, fue necesario hacer un incremento del presupuesto de la Fiscalía en 70 millones dólares.

El Plan de Desarrollo que acaba de aprobarse autoriza nuevos incrementos en la Fiscalía. Y nuestra batalla por derrotar la impunidad no es estéril. En los últimos cuatro meses ya se han producido las primeras 37 sentencias, que han condenado a 61 personas como responsables de asesinatos de sindicalistas.

Hace semana y media conocí el primer reporte sobre la aplicación de la Ley de Justicia y Paz. Me mostraba el Ministro (del Interior y Justicia) Carlos Holguín, como gracias a las primeras 26 versiones, ha sido posible clarificar 106 casos de asesinatos, muchos de ellos referidos a líderes sindicales.

Nosotros estamos trabajando afanosamente desde el primer día de Gobierno, para darle protección efectiva a los líderes sindicales y para superar la impunidad. Y seguiremos siéndolo hasta que Colombia pueda decirle al mundo que se ha frenado ese atropello a la democracia.

Pero también hay que considerar otros elementos bien importantes, que son indicadores del carácter democrático de nuestra seguridad.

Cuando empezó nuestro Gobierno cerca de 400 alcaldes de los 1099 que hoy tiene el país, estaban por fuera de sus municipios, amenazados por los grupos terroristas, no podían ejercer sus funciones. Hoy, todos, todos ellos, sin importar el origen político de su elección, están protegidos por la Seguridad Democrática y ejercen sus atribuciones, sus obligaciones y deberes en sus municipios.

Es un avance importantísimo de la Seguridad Democrática.

Yo recuerdo las elecciones de 2002. Tantos sitios del país vedados tanto para una tendencia del pensamiento como para otra. Cuando se compara eso con las elecciones de 2006, se encuentra que en las elecciones de 2006, voceros de todas las ideas pudieron ir a todos los sitios del país. Que importante registrarlo.

Refirámonos al periodismo. La prensa libre es una expresión que requiere examinarse para mirar el grado de seguridad y de democracia en un país.

Antes de nuestro Gobierno, en nuestra Patria era asesinados en años, 15 periodistas. La tendencia ha venido decreciendo. Este año gracias a Dios hasta la fecha no ha sido asesinado un solo periodista.

Y que importante referirse también al grado de libertad de los periodistas. En unas zonas del país los periodistas estaban totalmente presionados por guerrilla en otras zonas, por los mal llamados y en otras zonas por ambos.

El proceso electoral de 2006, lo que hemos vivido en el último año y medio muestra una prensa regional más libre. En partes con inexistencia de presiones y en partes con presiones cada día menores, gracias al avance de la Seguridad Democrática.

Nosotros reconocemos lo que falta, pero le pedimos la mundo que se reconozca aquello en lo cual hemos avanzado. Y cuando se examina el tema del paramilitarismo he expresado: ahora surge el debate paramilitar cuando hay paz paramilitar. Hace cinco años la mayoría de las voces que hoy se refieren críticamente al paramilitarismo, al único supuesto paramilitar que criticaban era a mi, por afectar el proceso de que me condujo a la Presidencia de la República en 2002.

Frente a aquellos reales paramilitares que asesinaban y torturaba, había silencio por temor, y ahora que están desmontados, ahora si hay debate contra el paramilitarismo.

Hay que decirle al mundo, hay debate contra el paramilitarismo, ahora que Colombia goza paz paramilitar. Y hay que decirle al mundo que hemos hecho y hay que contarle al mundo una y otra vez la génesis de éstos fenómenos.

Explicaba yo a interlocutores en las calles, en las oficinas de los Estados Unidos que desde el primer día de Gobierno, nosotros llegamos con el propósito inquebrantable, de derrotar por igual guerrilla y paramilitares. Que a las 5:30 de la mañana del ocho de agosto de 2002, aterrizamos en Valledupar. Habíamos tomado posesión el miércoles, el día antes, a las tres, cuatro de la tarde en Bogotá y en lugar de quedarnos aquí en desayunos protocolarios. Llegamos antes de la primera luz del sol a Valledupar a emprender con las Fuerzas Armadas y de Policía, el proceso de derrotar guerrillas y paramilitares, y de devolverle la libertad de tránsito por las carreteras a los ciudadanos. Y esa misma tarde acudimos a los propio, a Florencia donde encontramos en la Gobernación de Caquetá, asilados, allí arrumados, presa del temor a todos los alcaldes de los municipios de Caquetá.

El mundo debe saber que la batalla nuestra contra guerrilla y contra paramilitares, no ha sido una batalla de salvar apariencias, por eso no tenemos que salvar apariencias. Por eso yo he dicho que nosotros no tenemos que tener un discurso ahí a medias tintas para congraciarnos con los críticos. Por eso le he dicho a los críticos que nuestro recorrido nos da autoridad moral para decir “La guerrilla se somete o la acabamos, o se ponen presos o se les da de baja”.

Sin dorar el discurso por temor al decir de nuestros interlocutores, que todos los días nos critican.

Nosotros desde el primer día de Gobierno nos propusimos derrotar por igual a guerrilla y a paramilitares, eso nos da autoridad moral.

Nosotros no requerimos que nos presionaran para emprender el desmonte del paramilitarismo. Lo anunciamos en la campaña. Lo hemos buscado desde la hora cero del Gobierno. Hemos creído que este país no tiene sino un camino. El camino institucional.

He dicho, apreciados compatriotas, que yo habría tenido la posibilidad de hacer una alianza subrepticia con el paramilitarismo. De mandarle por allá un mensaje, como se acostumbra en esos correos politiqueros. Y decirles, no más masacres, ayuden a derrotar las Farc y el ELN.

Es lo que no hicimos, es lo que no habríamos hecho, por nuestra férrea convicción de que el único camino es el institucional, porque creemos que se hace mucho daño. Y Colombia lo vivió en ocasiones anteriores cuando se estimulan alianzas con grupos de terroristas, para derrotar a otros terroristas.

Porque nuestras convicciones democráticas y cristianas nos indican que el camino institucional generalmente es el más difícil, pero es el que produce resultados sólidos. Es el que cura heridas, es el que permite que la borrasca se supere definitivamente. Esto es importante mirarlo.

Cuando sumamos 1.700 paramilitares dados de baja, antes de desmovilizarse. Y más de 400 paramilitares dados de baja, cuando han tratado de rearmarse, ahí se superan los 2.100.

Ese es un récord que Colombia no podía mostrar, un récord que hoy mostramos. Tenemos la mayoría de los líderes paramilitares en la cárcel y aquellos que no están en la cárcel están siendo perseguidos con toda la determinación por la Fuerza Pública.

Además se han desmovilizado más de 30 mil. Y hay temor por los que tratan de rearmarse. Repito hoy, lo único que evita que se rearmen guerrilleros o paramilitares desmovilizados, lo único que evita que la guerrilla siga creciendo, lo único que evita que surjan nuevos grupos es la férrea acción de la Seguridad Democrática.

En Colombia, en la génesis del paramilitarismo aparece la creación de estos grupos criminales como una reacción contra una guerrilla creciente que maltrataba la ciudadanía.

Expresé en Nariño nuevamente el sábado, en Colombia no hay sino un reconocimiento para derrotar a la guerrilla, a las fuerzas institucionales. En El Charco hay guerrilla y hay delincuentes dedicados al narcotráfico con bandas armadas. No hablen más de paramilitares.

A eso tenemos que llegar. Y el mundo nos lo tiene que entender, porque aquí no hay el más mínimo espacio de tolerancia o permisividad para que se organicen bandas privadas con el ánimo de enfrentar a la guerrilla.

Aquí la única determinación es la institucional, enfrentarla y derrotarla con las fuerzas institucionales del Estado pero con ganas, sin temores, porque el debate paramilitar no puede hacernos olvidar que están vivos esos angelitos de las FarcC que llevan 40 años maltratando a Colombia.

Por eso enfrentando el debate paramilitar, también tenemos que fortalecer nuestra decisión de derrotar las Farc.

Y hay que decirle al mundo cómo se origina todo esto. Las guerrillas marxistas en los años 60 y 70, trajeron a la sociedad colombiana odio de clases. Penetraron el movimiento estudiantil. Yo era estudiante de la universidad pública, penetraron el movimiento obrero, penetraron el movimiento obrero, penetraron sectores del periodismo y de la política. Le enseñaron ese mismo proceder a los paramilitares.

La diferencia ha sido que en el proceso de justicia y verdad con los paramilitares, sus conexiones con la política se han ido conociendo pero nunca se conocieron las conexiones de guerrilla con la política.

De la guerrilla que fue la que trajo a Colombia la tesis de combinar todas las formas de lucha y por ende de llevar en simultáneo la acción armada y la acción política, esas conexiones no se develaron.

Esta mañana, hablando en una emisora de Miami, pidiéndole a los compatriotas que viven en los Estados Unidos que le lleven mensajes al Congreso de Estados Unidos diciendo porque Colombia necesita el TLC y la segunda etapa del Plan Colombia. Me preguntaban: ¿Y por qué no avanza el proceso de paz con el ELN?

Y les decía: nuestro Gobierno exige el cese de hostilidades, serio y verificable porque lo que no podemos hacer es que por un lado se esté en acción política de paz como la convención política que pide el ELN y simultáneamente se este asesinando colombianos y secuestrando colombianos.

Eso equivaldría en el tiempo a prorrogar la combinación de las formas de lucha, en esta oportunidad con expresa autorización del Gobierno. La combinación de las formas de lucha que empezó en las guerrillas marxistas de los 60 y de los 70, y que terminó con la penetración paramilitar de la sociedad y de la política.

Es bien importante tener en cuenta esa génesis, ese desarrollo. Explicárselo al mundo y decirle al mundo que tenemos hoy la determinación de derrotar todos estos grupos.

El objetivo de una guerrilla sin guerrilla, sin paramilitares, sin narcotráfico, sin corrupción.

Hace cuatro años empezamos la tarea de debilitar todo lo que podría decirse “periferia” de los grupos violentos. Creo que hoy tenemos que aumentar el propósito de llegar a sus cabecillas, para ponerlos presos o darlos de baja. Es un imperativo.

Hemos avanzado en la disminución del narcotráfico, pero no lo suficiente. A mí me preocupan las cifras: se dijo que Colombia había pasado de 180 mil hectáreas de coca en el 2000, a 114 mil en el 2004, y a 136 mil en el 2005. Pregunto: ¿por qué después de ese gran esfuerzo en erradicación y en fumigación aparece ese resurgimiento en el 2005, con relación al 2004? y la respuesta que me dan las agencias de los Estados Unidos es que incluyeron en el 2004- 2005, unas áreas de medición que no habían incluido en el 2000.

Si así fuera, en el 2000 no tendríamos 170 – 180 mil hectáreas de coca, habríamos tenido muchas más de 200 mil.

Se ha venido haciendo un esfuerzo año tras año en la reducción, pero vamos a tener que ser mucho más efectivos.

He recibido el informe, aún no publicado, de la nueva medición de Naciones Unidas que indica que año pasado redujimos el área en un 12 por ciento y la producción en un 20 por veinte por ciento. Vamos a ver qué dice el propio informe de los Estados Unidos, porque me sorprendió mucho el año pasado la brecha abismal entre el informe de las Naciones Unidas, que hablaba de 88 – 89 mil hectáreas, y el informe de los Estados Unidos, que hablaba de 136 mil. Ojalá este año se pongan de acuerdo en los procedimientos de medición, para que tengamos una sola cifra.

Hay que destacar ante el mundo, ante el pueblo de los Estados Unidos, ante los padres de familia, ante los alcaldes, que Colombia prácticamente tiene erradicada la heroína. Y que aquí hemos llegado a momentos en los cuales hay cero hectáreas de amapola y que tan pronto aparece un resurgimiento de sembrados de amapola, inmediatamente, llega la Fuerza Pública a eliminarlo.

Y hay que destacar ante el mundo que, sin deteriorar la fumigación, Colombia ha avanzado mucho en erradicación manual. En el primer año de erradicación manual erradicamos 31.200 hectáreas, el año pasado 43 mil. Este año aspiramos a erradicar 50 mil.

Y hay que destacar ante el mundo el acompañamiento integral. En muchas áreas del país ha podido llegar la inversión privada a crecer cultivos de cacao, de madera, cultivos transitorios también, a crecer cultivos de palma africana para poder darle a los campesinos nuestros oportunidades alternativas a la coca. En eso hemos avanzado mucho, pero hay otras áreas donde todavía se demora para llegar la inversión privada. Por ejemplo: El Charco, Guapi, partes de Tumaco, allí estamos haciendo el esfuerzo a ver cómo se hacen las alianzas estratégicas entre los consejos comunitarios de compatriotas afro-descendientes e inversionistas.

Qué bueno que las áreas abiertas allí, donde la selva ya no existe, y donde se ha sembrado coca, pudiéramos verla reemplazada rápidamente por caucho, por madera comercial, por palma africana.

El Gobierno está haciendo todos los esfuerzos. Cada hectárea de palma africana, de cacao, de madera, que siembran los campesinos de Colombia, el Gobierno les entrega un subsidio del 40 por ciento del valor de esa inversión, y a eso se le suman créditos ampliamente favorables.

Veíamos el sábado pasado en Nariño que a lo largo de la frontera con la hermana república ecuatoriana no solamente hemos trabajado para erradicar las drogas, ahora hacemos un gran esfuerzo en erradicación manual, sino que nuestro programa de acompañamiento integral de Acción Social, permitirá que en el mes de julio todos los compatriotas que residen a lo largo de esa línea de frontera, de los sectores pobres, tengan nuestro programa de Familias en Acción, que es uno de los programas banderas en nuestra lucha contra la pobreza.

Cuando este gobierno empezó, y eso se relaciona con el tercer objetivo de gobierno, Colombia estaba empezando un programa de 220 mil Familias en Acción, era un programa experimental y transitorio. Nosotros lo volvimos permanente. Lo elevamos paulatinamente hasta 680 mil familias el año pasado, y este año en agosto tendremos millón y medio.

En Nariño, progresivamente subimos a 36 mil, que hay hoy. Y en agosto Nariño tendrá 89 mil Familias en Acción. No se puede desconocer el esfuerzo social. Por supuesto, en muchas regiones, en medio de la pobreza no se ve.

Nosotros aspiramos que la pobreza, en el año 2010, no esté por encima del 35. La encontramos en el 60. El año pasado marcó el 45.

Tenemos metas muy exigentes, como la plena cobertura en educación básica, plena cobertura en educación básica.

Hemos hecho del Sena la entidad de formación vocacional más importante del continente. Se la quitamos a la politiquería y a los excesos sindicales y se lo hemos entregado a la comunidad. Ha pasado de formar un millón cien mil colombianos por año, a formar el año pasado cuatro millones. Ha pasado de entregar cinco millones de hora de enseñanza al año, a entregar el año pasado 15 millones de horas de enseñanza.

Ahora tiene nuevos retos. El Sena tienen que completar millón doscientos mil estudiantes en ambiente virtual, el Sena tiene que convertirse en una institución con 250 mil estudiantes en técnicas y tecnológicas, que puedan, una vez se gradúen como técnicos o tecnológicos, llegar a la universidad, cursar los estudios que haga falta y acceder al grado de educación superior. Y hemos convertido al Sena en el gran promotor del acompañamiento al micro-crédito. Hace cuatro años y medio dijimos en Bucaramanga que nos proponíamos entregarle microcrédito a millón 800 mil familias colombianas pobres. Parecía increíble. Lo logramos.

Ahora con Banco de Oportunidades estamos en el recorrido de entregarle a 5 millones de familias pobres de Colombia microcrédito, y el Sena es factor muy importante de acompañamiento.

Apreciados compatriotas, hace cinco años la cobertura universitaria de Colombia era del 22 por ciento, hoy es del 29. Aspiramos dejarla en el 35.

Hace cinco años la cartera del Icetex era de 500 mil millones, aspiramos dejarla en 2,5 billones. El número de estudiantes favorecidos era de 60 mil, hoy de 170 mil. Aspiramos que al final de nuestro gobierno sea 350 mil.

Aspiramos que nuestra Patria en el 2010 pueda decir que tiene plena cobertura en Régimen Subsidiado de Salud y aspiramos que se noten los grandes avances de Bienestar Familiar.

Es muy fácil el discurso emotivo, electorero de política social, pero qué difícil es poner en marcha la política social.

El sábado les decía a mis compatriotas de Nariño que Banca de Oportunidades sí que requiere toda nuestra atención. Darle crédito a los sectores ricos es muy fácil, eso no requiere esfuerzos de Gobierno. Darle crédito a los sectores pobres, conseguirle un crédito formal a una señora que tiene empeñada la plancha de ropa, que requiere 400 mil pesos para sacarla del empeño y poder reanudar su trabajo artesanal en su casa, es muy difícil.

A eso hay que aplicarse, a la política social, pero aplicarse no con el discurso destructivo sino la capacidad de tejer esa política social como una artesanía que necesita toda la devoción.

Pidiéndole devoción por el microcrédito a mis compatriotas de Nariño, les decía el sábado, yo no conozco a nadie que le hayan dado el Premio Nobel de la Paz por prestarle a los ricos, pero a Muhammad Yunus, le han dado el Premio Nobel de la Paz por dedicarse a darle luces al mundo para prestarle a los pobres.

Y todo eso requiere Seguridad Democrática y confianza inversionista. Sin confianza inversionista no aparecen los recursos para el microcrédito, para nada la política social.

Hace cuatro años, en Colombia, la tasa de inversión era del 12 por ciento, el año pasado del 26. En el sector privado era del 6,5, el año pasado, el 19.

¿Qué nos toca sostener en el largo plazo? Altas tasas de inversión, es lo único que marca la diferencia.

El país puede tener un año un buen precio del café y mostrar crecimiento económico. Si al siguiente año no lo tiene, no muestra crecimiento económico.

Puede tener un año un descubrimiento de un pozo petrolero, si se agota en cuatro, cinco años, el mayor crecimiento económico que se generó por ese pozo petrolero nuevo puede reversarse.

Entonces, lo importante para que no haya esas bruscas oscilaciones en el crecimiento es tener tasas altas sostenidas de confianza inversionista, traducidas en alta inversión. En esto estamos trabajando, nos quedan tres años de Gobierno.

Vengo a dar ustedes la gratitud por toda su contribución, la gratitud que se siente en el corazón de todos los colombianos, y a pedirles que refinemos nuestras estrategias, revisemos nuestra determinación porque nos quedan tres años de Gobierno, seguramente dos efectivos, el último año de Gobierno será de discusión entre las diferentes opciones que se habrán de presentar para sucedernos en la Presidencia de la República.

Estos dos años efectivos de Gobierno que nos quedan tenemos que aplicarlos con toda la energía al propósito de que esta Patria quede sin paramilitares, sin guerrillas, sin narcotráfico, sin corrupción.

Vamos tras los cabecillas de la guerrilla apreciados comandantes, vamos tras el rescate de los secuestrados.

A mí me hablan todos los días de acuerdo humanitario, nosotros no lo negamos, hoy hay dos europeos autorizados. Lo que no podemos permitir es que el acuerdo humanitario sea una nueva patente de corso para que se recupere las Farc.

Por eso hemos dicho que hay dos limitaciones que imponemos al acuerdo humanitario: no podemos aceptar zona de despeje y aquellos guerrilleros que llegaren a salir de la cárcel, no pueden enrolarse de nuevo en la Farc a delinquir, tienen que irse al extranjero bajo la responsabilidad de un país como Francia que les de garantías y también vigile ante el Gobierno de Colombia que no vuelven a delinquir o quedarse en el Programa de Reinserción bajo la tutoría de Iglesia Católica.

Pero qué tal que por ganar un aplauso de acuerdo humanitario, el presidente de la República abra las puertas de la cárcel para que salgan allí quienes están de las Farc detenidos, se enrolen nuevamente en las filas de las Farc y sigan asesinando a nuestros soldados y policías, se repitan asesinatos como el asesinato del Coronel Muñoz que tanto nos duele. Por eso tenemos esas restricciones.

Y le decimos al mundo, sí, en medio de nuestras restricciones facilitamos el acuerdo humanitario, pero nuestra determinación es rescatarlos a través de las Instituciones Democráticas de la Nación.

Apreciados comandantes, bríos, energías a toda hora para llegarles a los bandidos cabecillas de las Farc. Bríos, energías a toda hora para que acabemos con el narcotráfico. Bríos, energías para que localicemos nuestros secuestrados.

Yo me lleno de emoción cuando escucho a Fernando Araújo en la Comunidad Internacional, hoy como Canciller, decirle un día a la Presidente de Chile, al otro día al Presidente Bush, al otro día a la bancada demócrata en los Estados Unidos, y al otro día a los europeos, al otro día al Presidente Chávez que él se escapó gracias a que las Fuerzas Militares con toda determinación llegaron al lugar de cautiverio y que aprovechó el momento del enfrentamiento y que se escapó.

Qué bueno, ahí comprende el mundo la importancia de nuestros operativos para rescatar a los secuestrados.

Este debate que hay ahora en Colombia no puede llevarnos a frenar la determinación ni en el discurso ni en la acción contra las guerrillas, no puede llevarnos a frenar la determinación ni en el discurso ni en la acción para liberar a nuestros secuestrados.

Con toda la ilusión en la acción de las Fuerzas Armadas y de Policía, los saludo muy respetuosamente en esta nueva oportunidad en la cual he tenido el gran orgullo de asistir de nuevo a la Cátedra Colombia.

Muchas gracias”.

 
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