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Palabras del presidente Uribe en el Sexagésimo Octavo Congreso Nacional de Cafeteros ‘Renovación, Compromiso Cafetero’, en Bogotá
Noviembre 28 de 2007 (Bogotá D.C.)
 

“Quiero agradecer inmensamente las palabras del doctor Gabriel Silva Luján y de doña Aura Pérez de Betancourt, frente a la Federación Nacional y Presidente de este Congreso. Palabras generosas, llenas de patriotismo, que me comprometen mucho más con esta Patria, doctor Gabriel, a pensar, con profundo amor a la Patria, todos los pasos que se den por el bienestar de los colombianos. Mi inmensa gratitud.

Quería hacerles unos comentarios y había pedido permiso aquí en voz baja al doctor Silva y al presidente del Comité Directivo, el doctor Carlos Roberto Ramírez, para, a continuación, escuchar al Ministro de Agricultura y poder tener un diálogo corto con ustedes. Yo quisiera ampliar mucho ese diálogo, pero tenemos una reunión con el Banco Mundial, que va a presentar hoy en Colombia el último informe sobre ambiente de negocios en el mundo, donde Colombia avanza muchísimo.

He tomado atenta nota de las preocupaciones, llenas de lógica, traídas por doña Aura (Pérez de Betancourt, Presidenta del Sexagésimo Octavo Congreso Nacional de Cafeteros). Quiero referirme a algunos temas.

Yo pienso, compatriotas, que había algún desánimo cafetero y muchas circunstancias han revivido ese ánimo. Obras son amores y no buenas razones. Estos años hemos pasado de producir 11.6 millones de sacos a producir 12.6 millones de sacos. Yo creo que se ha revertido la tendencia.

Veía uno desanimado al país cafetero. Mucha preocupación por la violencia, mucha preocupación por los precios, mucha preocupación por la competencia, por el consumo internacional, y haber crecido esta producción en un millón de sacos, en los últimos cinco años, es una demostración fehaciente de que la tendencia de desánimo se ha revertido y que hay un país cafetero tonificado.

El valor de la cosecha ha crecido en un 79 por ciento. Eso no es gracia, porque ha habido un crecimiento extraordinario del precio internacional.

Hemos aumentado en 900 mil los sacos exportados.

Para el país ha sido sumamente bondadoso pasar de un registro de exportaciones de 864 millones de dólares a un registro de exportaciones que este año puede ascender a los 1.800 millones de dólares.

El precio interno ha crecido en virtud del precio externo, un factor ajeno a las circunstancias internas que manejamos. Ha habido alguna cosa buena y una cosa mala: una cosa buena, la disposición del Gobierno, que empezara el doctor Juan Manuel Santos, hoy Ministro de la Defensa, de que el Gobierno Nacional, con sus recursos, apoye el precio de los cafeteros cuando esté deprimido. Se necesitó poco en este Gobierno, porque no fue mucho el tiempo que se tomó para que se recuperara la tendencia internacional de precios. Pero siempre ha habido la buena voluntad.

Este año tuvimos señales preocupantes y tanto el Ministro de Agricultura, (Andrés Felipe Arias) como el Ministro de Hacienda (Oscar Iván Zuluaga) como la Directora de Planeación (Carolina Rentería) reiteraron a ustedes la voluntad del Gobierno de tener ahí disponible ese AGC (Apoyo Gubernamental a la Caficultura) para apoyar en momentos de dificultades el precio del café.

Lo malo ha sido que parte de ese incremento externo lo ha deteriorado la reevaluación. En los últimos días hemos tenido unas circunstancias un poquito menos preocupantes, vamos a ver como sigue evolucionando la tasa de cambio.

Hay algo muy significativo, muy significativo. Se han logrado dos aspectos muy positivos a mi juicio: por un lado, la Federación ha aumentado actividad, a través de los comités, en las zonas cafeteras del país. Actividad social, actividad de apoyo a los productores, etcétera. Y, simultáneamente, se ha incrementado el porcentaje de precio que llega directamente al productor, al pasar del 84 al 92 por ciento.

Eso es algo bien significativo, porque históricamente existía la idea de que si la Federación hacía más trabajo, entonces tenía que disminuirse la participación del productor en el precio.

Hemos logrado más actividad de la Federación y al mismo tiempo más participación porcentual del productor en el precio del grano. Eso exige un gran aplauso al manejo que se le ha dado a la Federación, de haber logrado hacer compatibles esos dos propósitos.

Creo que tenemos que insistir todos los días en el tema de mercadeo. Veo con entusiasmo como han crecido las tiendas Juan Valdez en el país y deseamos que puedan crecer enormemente en el extranjero; que puedan ser un éxito en el extranjero.

La semana pasada, que estuvimos con el doctor Gabriel (Luján) en Medellín, me decía que en enero ya empiezan a asignar concesiones. Ojalá. Nosotros en Colombia perdimos la oportunidad de habernos vinculado a las grandes comercializadoras mundiales de alimentos, antes de que se consolidaran esos monopolios.

No podemos perder la oportunidad de que Colombia juegue un papel trascendental en ese esquema nuevo de llegarle con el producto al consumidor final, a través de ese sistema de tiendas, que a su vez se convierte en un esquema para hacer publicidad vendiendo.

Yo lo insto, muy respetuosamente, a que tengamos toda la agresividad con la presencia en el extranjero; que no tengamos miedo a las concesiones; que no tengamos miedo a asociarnos. Colombia debe perder temores.

Les quiero dar una reflexión, una reflexión, apreciados compatriotas cafeteros: el país está en un buen momento de confianza inversionista. Yo tengo 55 años y uno es optimista y algo exagerado, y también muy subjetivo, pero he procurado mirar unos temas del país con el menor subjetivismo, uno de ellos la confianza inversionista.

Y me parece que es el periodo de Colombia, el que yo he vivido, donde hemos tenido una muy sólida confianza inversionista que, si la manejamos bien, se puede proyectar en el largo plazo.

Una muy sólida confianza inversionista que también ha suscitado debates. A muchos compatriotas les he oído expresar la preocupación de la presencia de la inversión extranjera en las empresas nacionales: ‘Presidente, ¿qué va a pasar con eso, se nos van a apoderar de las empresas?’ Pero también con algunos compañeros del Gobierno nos hemos dedicado a mirar qué ha pasado en cada una de esas empresas nacionales que ha comprado la inversión extranjera. Y se han presentado crecimientos enormes.

Inversiones que no estaban haciéndose, las están haciendo ahora los inversionistas extranjeros en el país. Miremos el tema del transporte aéreo, el tema de las cervecerías, otros temas. Hay que pellizcarnos para que no nos tengamos que quejar. Porque uno no puede manejar nacionalismos con estancamientos. El nacionalismo se alimenta si hay progreso.

Por eso, nosotros nos encerramos en un nacionalismo, nos ufanamos de que esas empresas eran nuestras, pero esas empresas iban de mal en peor.

Las circunstancias de que están mejorando hoy, gracias a los renovados bríos, introducidos por la inversión extranjera, tienen que ser un llamado de atención.

Por eso, creo que en el esfuerzo para llegarle al público internacional con las tiendas Juan Valdéz no podemos ser pacatos. Hay que ser muy agresivos y buscar todas las asociaciones para la eficiencia que se requiera.

El tema de la renovación, doña Aura y doctor Gabriel, y muy distinguidos compatriotas cafeteros: Una necesidad. Una de las grandes ventajas del café colombiano, en su calidad, es ser un café de montaña y de manejo manual.

Si nosotros no hacemos renovación, vamos a ver perder todo el café colombiano a la vera. Y probablemente el país sembrará una caficultora mecanizada en los Llanos Orientales o en otra parte. Uno no sabe con qué resultados de calidad y de precios.

Con un problema muy grave en precios, un problema muy grave en calidad y un problema muy grave en el tejido social de la zona andina de ladera.

La renovación es necesaria para preservar la caficultora de la zona andina de ladera. ¿Si no hacemos renovación, a qué nos exponemos? Un campesino con 2 hectáreas de tierra, en la ladera cafetera colombiana, con un café envejecido y enrrastrojado, el campesino pobre, sin ingresos, vende esas dos hectáreas por 40 millones de pesos, a 20 millones de pesos hectárea. Las compra el vecino, o las compra alguien de la ciudad que quiera ir a poner allá una casa de veraneo.

¿Qué hace el campesino con esos 40 millones? Compra un puestecito para un tugurio, en un cinturón de miseria de una de nuestras grandes ciudades. A él y a su familia les sobreviene toda esa tragedia de ingresar a los cordones tuguriales de las grandes ciudades.

¿Y qué pasa allá en la región donde está su tierra? Concentración y ausencia de mano de obra.

El pequeño propietario cafetero es autosuficiente en mano de obra y es proveedor de mano de obra del vecindario. Eh allí, pues, una razón de trascendental importancia a ver cómo avanzamos en esta renovación. Confío en que el Gobierno Nacional pueda ayudarle muy eficazmente a la Federación, para cumplir la meta de renovar 90 mil hectáreas el año entrante.

Ojalá, con la ayuda de Dios, dentro de un año podamos decir que efectivamente en 2008 se han renovado 90 mil hectáreas.

Y hay que pensar en cómo agregamos valor. Los cafés especiales. Yo creo que la condición de nuestras laderas, los recursos naturales a los cuales se refería doña Aura -y ella tiene la experiencia, por la manera como manejan la caficultura con sombrío en el departamento de Nariño-, yo creo que en todo eso tenemos que avanzar.

Me preocupa mucho la erosión que se sigue presentando con cafetales en laderas de gran inclinación, de total exposición al sol. Creo que allí hay que hacer un gran esfuerzo.

Cuando hablo con los cafeteros me presentan me presentan preocupaciones. La preocupación de que, bueno, la gente reclama empleo y no hay mano de obra. Además, la preocupación del costo comparativo, cuando nosotros tenemos que recoger este café con mano de obra y otros países manejan un café mecanizado, o lo manejan con una mano de obra totalmente deprimida en la remuneración, a diferencia de Colombia. Nosotros tenemos una mano de obra más cara, que tiende a ser escasa.

Y empezamos a tener un problema muy grande en el precio de los fertilizantes derivados del petróleo. Para defendernos, tenemos que hacer esfuerzos en fertilizantes orgánicos; esfuerzos en el manejo total del concepto orgánico. De pronto producen menos, pero es una producción más sostenible, debido al impacto ambiental, y con mejor precio y mejor futuro en mercado internacional.

Hay que seguir trabajando en los ingresos alternativos. Las cifras de la Federación (Nacional de Cafeteros) en materia de hectareaje en zonas de zoca, que ha sido sembrado en maíz y ha sido sembrado en fríjol, son cifras que nos llenan de optimismo.

Además, los resultados en productividad son excelentes. Cuando a uno le hablan que en 6 mil 400 metros, una cuadra de café, que en la zona del Viejo Caldas – Antioquia, una fanegada de la ladera cundinamarquesa, se producen 7 toneladas de maíz, en una cosecha de 115, 120 días, eso halaga muchísimo.

A mí me halaga, pero no me sorprende. Porque el cafetero colombiano, que ha sido un gran cultivador de café, es un gran cultivador de aquello que se proponga.

O sea que a aprovechar la renovación para que en todas áreas de zoqueo se busquen unos ingresos alternativos derivados del maíz, del fríjol, etc., puede ayudar muchísimo.

Nosotros tenemos que tener en cuenta que tenemos que tenemos unos costos comparativos altos, que se incrementan por los fertilizantes; que todos los días hay menos gente que quieren coger café; que la renovación ayuda a fijar la gente en el campo, para que la industria siga siendo autosuficiente en mano de obra y para que el campesino dueño de la parcela cafetera productiva provea de café a la zona, provea de mano de obra a la zona. Pero tenemos que ser concientes que todo eso es difícil y por eso hay que agregarle valor todos los días a nuestro café. Y por eso hay que ser muy agresivos con los esquemas de mercadeo.

Es la hora de revisar si sí estamos siendo lo suficientemente agresivos con los sistemas de mercadeo.

Cuando a mí me llegan esos informes de lo que está pasando en Starbucks (Coffee Company) yo digo cuándo será que las tiendas Juan Valdez van a esa velocidad. Consigamos los aliados internacionales que se requieran para poder ponerles a las tiendas Juan Valdez toda la velocidad.

Es de la mayor importancia que mostremos una zona cafetera con toda la cohesión social. El Gobierno está dispuesto a hacer con ustedes todos los esfuerzos. Esos esfuerzos se van a apoyar en transferencias a las regiones para que en 2010 podamos decir, no solamente en la zona cafetera sino en todo el país, pleno aseguramiento en salud para 43 millones de habitantes. Eso lo vamos a lograr, con la ayuda de Dios, y no es fácil.

Una de las discusiones que hay hoy en la campaña electoral de los Estados Unidos es cómo se va a lograr el aseguramiento en salud a 47 millones de trabajadores norteamericanos que no tienen seguro de salud.

Que importante que Colombia pueda decir, en el 2010, que se logró pleno aseguramiento en salud; la plena cobertura en educación básica; avanzar hacia la cobertura educativa de la primera infancia; un porcentaje de cobertura universitaria del 34 por ciento. Creo que estamos avanzando en una gran revolución del Sena, de la educación virtual a distancia. Qué bueno que podamos mostrar un gran avance de conectividad en las fincas cafeteras de Colombia. Ya es posible.

El país, en los pasados años, se desatrasó en telefonía móvil: pasó de 4 millones de aparatitos a casi 30 (millones).

Ahora está haciendo un gran esfuerzo para desatrasarse en banda ancha, en conectividad.

Qué bueno que podamos avanzar en el tema de financiación popular, Familias en Acción, nutrición.

Yo creo que nos podemos proponer conjuntamente que todos los ancianos pobres de la zona cafetera estén siendo atendidos en un programa conjunto de Federación – Gobierno, al final de esta administración.

Cuando el Gobierno nuestro empezó, Colombia tenía 60 mil ancianos pobres atendidos. Ahora estamos llegando a 800 mil. Nuestra meta es llegar a un millón. Pero el país debería ser capaz, hacer un esfuerzo entre todos, y darle plena cobertura en atención alimentaria a los 2 millones de ancianos pobres que tiene la Nación. Eso nos puede costar, si les diéramos las tres comidas por día y en un buen contrato compráramos esas tres comidas, más o menos dos dólares persona – día. Eso nos podría costar unos mil 500 millones de dólares al año para todo el país. Yo creo que esos esfuerzos vale la pena hacerlos.

Nosotros hemos avanzado mucho en restaurantes escolares. Hemos pasado de 2 millones 300 mil niños a 3 millones 400 mil niños. La idea es llegar a 4 millones de niños en restaurantes; pasar de 122 días a 180 días. Ojalá el país pudiera decir que ha llegado a plena cobertura de alimentación en restaurantes escolares.

Hemos introducido el programa de la alimentación a niños menores de 5 años. Ese programa arrancó en cero en este Gobierno. Está llegando a un millón 100 mil niños. La meta es llegar a un millón 300 mil. Pero ojalá pudiéramos dar plena cobertura.

Y podríamos llegar a un acuerdo, Federación (Nacional de Cafeteros), Acción Social, las diferentes entidades del Gobierno, a ver cómo vamos anticipando esas coberturas en la zona cafetera, para sellar la cohesión social en la zona cafetera.

Estamos dispuestos a estudiar el tema de los nuevos modelos financieros. La confianza en el país hoy lo facilita. Lo conecto con el tema de ese programa tan bello que ustedes han hecho con los bancos y con el Banco Interamericano, de ayudar a que jóvenes cafeteros vuelvan al campo. Ojalá ese programa crezca muchísimo. La confianza que hay en el país facilita estos temas.

Tengo confianza en que la Ley Agro Ingreso Seguro va a dar un gran apoyo a la investigación. En seguida vamos a escuchar al Ministro para que nos cuente qué se va a hacer en 2008 en la aplicación de la Ley Agro Ingreso Seguro; qué recursos se va a orientar a la investigación.

Y termino con dos reflexiones finales: hay una actividad cafetera tonificada, un gran manejo de la Federación (Nacional de Cafeteros), una institucionalidad cafetera que, como siempre, brilla y hace brillar el nombre de Colombia.

Pero los que crecimos en las zonas cafeteras conocimos una institucionalidad cafetera autosuficiente. Totalmente. En esos pueblos cafeteros de nuestras regiones, allá no se necesitaba pedirles a los gobiernos. Las instituciones cafeteras construían y sostenían las carreteras, hacían la electrificación y la mantenían. Construían los acueductos, las escuelas, los hospitales. Las instituciones cafeteras proveían los créditos, fondeaban los bancos para los recursos de los cafeteros, etc.

Esa autosuficiencia hoy no es posible. Hoy se necesita un mayor esfuerzo del Gobierno en toda la zona cafetera y en todo el país. Y eso se logra solamente si el país logra prosperidad económica; el Gobierno, eficiencia y transparencia; esa prosperidad económica le inyecte más recursos al Gobierno, para el Gobierno poder hacer, atender mejor las demandas de inversión en todas las regiones.

Por eso hay que cuidar, a mi juicio, unos temas. Hay que cuidar el tema de la Seguridad Democrática. No lo podemos poner a riesgo. Es bien importante.

Hay que cuidar el tema de la confianza inversionista.

En el lenguaje político todo el mundo habla de inversión social. Eso nadie lo discute. En ocasiones unos cumplen más que otros; en ocasiones hay más discurso y menos resultados; en ocasiones hay más resultados y menos discurso. Pero todo el mundo habla de lo social.

Lo que me extraña a mí es que el lenguaje político en escasas ocasiones se compromete con la seguridad; en escasas ocasiones se compromete con la confianza inversionista.

En el lenguaje político en Colombia parecía que daba pena hablar de seguridad; parecía que no era popular hablar de confianza inversionista. Y esos dos temas los necesita el país.

Hay que poner mucho cuidado a futuro. Sin eso no logramos los recursos para que este país construya la cohesión social, la superación de la pobreza, la comunidad equitativa en que todos soñamos.

Esa confianza inversionista, cuidémosla. Que es lo que nos permitirá tener todos los recursos para atender todas las demandas que uno percibe en la zona cafetera y en todas zonas de la Patria.

Y esa confianza inversionista necesita muchos elementos: incentivos tributarios, estabilidad en las reglas del juego, contratos de estabilidad, zonas francas especiales, buenos modelos financieros. Un Gobierno que sea capaz de ir disminuyendo el endeudamiento y el déficit, etc. Pero esa confianza inversionista necesita que no haya una sola fisura en la determinación del colectivo colombiano en materia de Seguridad Democrática.

Por eso ese valor de la Seguridad Democrática hay que cuidarlo. Hay que cuidarlo, tratarlo con mucha delicadeza, que el país necesita proyectarlo a futuro.

Les agradezco inmensamente, los felicito por todos los logros.

Y si me permiten acompañarlos unos minutos para escuchar al joven Ministro (Andrés Felipe) Arias, a ver qué nos dice de compromisos con el país cafetero.

A todos, muchas gracias”.

 

 
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
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