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Palabras del Presidente Álvaro Uribe sobre liderazgo político durante la Cátedra Luis Carlos Galán de la Universidad Javeriana

Abril 04 de 2008 (Bogotá D.C.)
 

“John Kotter (experto mundial en liderazgo) ha escrito unos libros bien importantes sobre el liderazgo y el cambio. Y uno que recibí hace dos o tres años, lo leí con mucho interés: ‘El corazón del cambio’.

En unos de sus libros él dice que el liderazgo requiere tres elementos: competencia, honestidad y energía. La competencia como un proceso de preparación continuo, ininterrumpido. La preparación no se puede estancar. Tiene que ser continúa, ininterrumpida. La honestidad como un factor de confianza ciudadana. Y la energía como la gran capacidad de estar realizando lo que se propone.

Y él integra muy bien los tres elementos. Y los integra con la metodología de examinar la relación entre dos elementos de cada uno de los tres, entre grupos de dos entre los tres, y lo que pasa cuando falta alguno de los tres.

Por ejemplo, un líder que sea honesto y preparado, tenga la competencia y la honestidad, puede tener muy buena visión, toda la competencia, pero le falta la energía para desarrollar lo que está proponiendo. La energía, ese motor de realización.

Veamos otra combinación. Ese líder es honesto y tiene la energía, pero carece de la preparación. Entonces no se sabe a dónde va a llegar. La falta de preparación, de estar estudiando permanentemente, le crea limitaciones para poder definir una visión y tener un camino de certidumbre.

Otra combinación de dos de los tres elementos: ese líder es competente, estudioso y tiene la energía para realizar, pero no es honesto. Es un riesgo altísimo.

Entonces cuando se examinan los tres elementos y después se examinan como se comportan cada dos de ellos, en las diferentes relaciones, con ausencia del tercero, se notan esas consecuencias.

John Kotter además tiene un formidable texto, que lo llama ‘El corazón del cambio’ sobre el impacto emocional en el líderazgo. Dice: muchas veces no se necesita sólo la racionalidad de las ideas, sino la emoción en quien las promueve y en los destinatarios, para poderlas llevar adelante.

Entonces ahí entramos en la relación emoción–razón. Se necesitan ambas. Una emoción sin lógica racional, es una emoción sin brújula. Una lógica racional sin emoción, es una lógica racional sin motor. Se requieren ambas. Sería mi respetuosa sugerencia, apreciados estudiantes.

Es bien importante en el liderazgo la credibilidad. Tener credibilidad no es que se esté de acuerdo con uno. Incluso la expresión mejor de credibilidad es que de uno puedan decir: no estoy de acuerdo con él, pero se le puede creer, así no comporta lo que dice.

Diferenciar entre la credibilidad y el acuerdo es también bien importante. El líder no está obligado a generar que todos estén de acuerdo con él, pero sí a generar credibilidad. Y se puede generar credibilidad produciendo desacuerdo.

credibilidad

La credibilidad. La señora Rosabeth Moss Kanter creo que hace poco publicó, hace dos o tres años, su último libro sobre confianza. Ha escrito bastante sobre credibilidad. Y habla de cuatro valores de credibilidad: competencia, consistencia, congruencia y relaciones humanas.

El tema de las relaciones humanas nos llevaría a las diferentes escuelas de administración, que hay que incorporarlas en el liderazgo. A las escuelas autoritarias de administración, a las escuelas que se van al otro extremo. Hay una escuela de administración que es puramente autoridad y otra escuela de administración que es puramente relaciones humanas. Creo que lo mejor es el equilibrio entre ambas: autoridad con relaciones humanas.

Veamos los otros tres elementos de Rosabeth Moss Kanter.

Competencia. Ella coincide ahí con John Kotter. Es esa capacidad de estar estudiando y asimilando, absolutamente necesario. Sin ella no hay credibilidad.

Y viene una distinción sutil, pero necesaria, entre la congruencia y la consistencia.

La congruencia es la capacidad de tener en los hechos una demostración de la teoría: que practique en los hechos lo que estoy anunciando en la teoría. Eso es bien interesante. Y la consistencia es la capacidad de ser consistente con sus tesis, de sostenerlas independientemente del auditorio.

Yo no puedo preparar un discurso para un auditorio a fin complacerlo. Y enseguida preparar el discurso contrario para otro auditorio que es diferente, a fin de complacerlo.

Y la consistencia es la capacidad de resistir con sus propias tesis toda la deliberación. No tirar la piedra e irse. Y cuando hay consistencia entonces hay capacidad de estar ajustando. Cuando hay consistencia hay capacidad de estar proponiendo dudas. Cuando hay consistencia también hay capacidad de conceder la razón o de pedirla, pero con argumentos.

Enrico Ferri, el penalista italiano, profesor de Jorge Eliécer Gaitán, en la famosa defensa que él hizo de unos estudiantes de la Universidad de Roma, decía a los directivos de la época: la autoridad de ustedes no consiste en pensar que siempre la autoridad tiene la razón, sino en la capacidad de dar la razón o la sinrazón, de pedir la razón o la sinrazón, cuando no se haya tenido la razón. Pero allá se llega con consistencia.

No creo cuando el débil me da la razón. Creo más cuando aquel que ha tenido una tesis consistente, me da la razón. Y uno se inclina más a darle la razón a quien ha tenido una tesis consistente, que al que simplemente es una veleta.

Ahora, la consistencia no es dogmatismo. La consistencia es dinámica, dialéctica, tesis, argumentos. El principio no es: tengo la razón porque la tengo. El principio es: reclamo la razón porque este argumento demuestra su lógica. La fortaleza de la consistencia muchos creen que la da la autoridad. No. La da es el argumento.

Los invito a mirar ese par de autores que sobre el tema de credibilidad y ejercicio del liderazgo, son bien importantes.

Otros elementos

En el liderazgo contemporáneo, hay otros tres elementos que deben sumarse. Ustedes se refirieron a alguno: la visión. Y les es diría que la coalición y la comunicación.

La visión está obligada a mirar todos los temas en el largo plazo de las sociedades, en el mediano plazo y en el corto plazo. No solamente lo del día. Pero el buen líder, como les decía, no solamente se preocupa por la visión sino también por ejecutarla. No puede ser un pensador carente de la energía para ejecutar la visión. Tiene que ser una persona capaz de visionar y además llena de energía para ejecutar la visión.

Se necesita coalición: es la capacidad de integración de grupos. En este caso con los compañeros de Gobierno, con los compañeros de la universidad o con sectores más amplios de la comunidad.

Cuando nosotros hemos hablado de que nuestro Gobierno practica el Estado Comunitario, el diálogo permanente con la comunidad, es porque pensamos que la mayor participación de la comunidad ayuda a tener un Gobierno más eficiente, que defina mejor las prioridades, y más transparente.

A mí me parece que es fundamental en la vía contemporánea la participación organizada de la comunidad. Es la definición de la visión.

Allí nosotros nos esmeramos mucho en la participación comunitaria. Por ejemplo, la Visión Colombia Segundo Centenario inicialmente se concibió y se viene ajustando con una permanente y nutrida participación comunitaria.

La visión, la coalición, para poder construir esa visión, y la comunicación.

Y aquí viene un tema bien importante de la comunicación. La comunicación tiene que ser una comunicación de arriba abajo, de abajo a arriba, y horizontal. Vertical en ambas direcciones y horizontal.

El viejo concepto autocrático de comunicación está superado. Pero he aquí algo que creo bien importante del liderazgo: la vocación de escuchar. No solamente de oír sino de escuchar. Que no quiere decir que siempre tenga que asentir. Pero sí que tenga la capacidad de procesar todas las ideas, así no las comparta, y de darles una respuesta racional.

Uno de mis profesores de comunicación solía decir, por allá en los años 91 –
93, que el liderazgo tiene que dedicar el 80 por ciento a las comunicaciones, y de ese 80 por ciento el 90 a escuchar.

Nosotros hemos procurado, por ejemplo, que el ejercicio de los Consejos Comunitarios sea un ejercicio donde el Gobierno escuche y también dé rendición de cuentas permanente.

Una de las preocupaciones que a mí me asalta –lo notó en compañeros de Gobierno y en ocasiones en mi propia persona–, es que cuando nos están hablando no procesamos lo que nos están diciendo, ni el reclamo que nos están haciendo, sino que simplemente queremos decir lo que ya hemos pensado.

Y si uno no escucha lo que están sugiriendo las personas, pierde lo que decía el primer joven: esa virtud que necesita el liderazgo, que es la capacidad de estar introduciendo ajustes.

Quería hacerles esas dos observaciones sobre la comunicación: el sentido de la comunicación y la capacidad de que la comunicación sea más escucha que comunicación magistral.

Colombia es una casita con un techo y tres pilares

Permítanme entonces entrar a lo que son los objetivos del Gobierno nuestro, concebidos en una visión de largo plazo del país. Y a partir de este momento entramos a las intervenciones de ustedes. Téngalas pensadas. Ojalá me ayuden con unas intervenciones cortas y muy concisas. Piensen en la consistencia.

Nosotros hemos venido pensando el país en función de una casita, en cuyo techo haya una palabra: la palabra ‘Confianza’. Que construya confianza para vivir en Colombia, para estudiar en Colombia, para trabajar en Colombia, para invertir en Colombia.

Uno de los temas que a mí más me preocupó, en la primera campaña presidencial, es que llegaba a los auditorios universitarios y preguntaba: jóvenes, ¿de ustedes quiénes han pensado irse de Colombia? Y la gran mayoría levantaba la mano.

Y hacía una segunda pregunta: de quienes acaban de levantar la mano, ¿quiénes han pensado irse, sin tiquete de regreso? Y casi todos los que habían levantado la mano diciendo que se querían ir, volvían a levantar la mano, afirmando que se querían ir, sin vocación de regresar al país.

Desde ese momento estamos nosotros con la gran preocupación de crear confianza para que haya apego al país y se descubran en el país todas las posibilidades.

Una cosa es que salga un joven a una experiencia académica, turística, científica, a aprender una segunda lengua, etcétera. Otra cosa es que ese joven salga desconsolado del país, totalmente frustrado, sin vocación de regresar al país.

Confianza en Colombia, aquí, en el vértice superior. Y tres pilares.

Seguridad desde la democracia

Primer pilar: seguridad desde la democracia. Es básico. Y sí que es importante en el debate internacional, porque de América Latina se conocía muchísimo era seguridad desde la dictadura. Lo nuestro es seguridad desde la democracia.

Y me preguntan algunos: ¿qué es eso? Seguridad sin censura de prensa, seguridad sin censura de comunicaciones, seguridad con deliberación, seguridad con observancia internacional.

Muchos países de América Latina que tuvieron problemas de seguridad menos graves que el nuestro, en aras de la seguridad, censuraron la prensa. En aras de la seguridad, prohibieron la vigilancia internacional. No dejaban entrar las ong’s internacionales. Aquí llegan y muchas de ellas a mí me odian. Pero aquí tienen todas las facilidades para entrar al país y para criticar al país y al Gobierno. Y lo peor que les pasa es que el Presidente tiene un debate duro con ellas. Pero eso es bien importante. Seguridad desde la democracia.

Inversión desde la responsabilidad social

Eso nos lleva al segundo pilar: inversión desde la responsabilidad social. El país necesita inversión.

Este país pasó rápidamente de 14 millones de habitantes a 43 millones de habitantes, con unas tasas de inversión muy bajas. Por eso uno de los afanes nuestro es: inversión. Y para lograr inversión, decimos: hay unos requisitos y unas posibilidades.

¿Cuáles son los requisitos? Que esa inversión sea con responsabilidad social. ¿Qué es eso? Que los inversionistas procedan con total transparencia. Transparencia en la contratación, transparencia en la solución de disputas, transparencia en las concesiones.

Cuando ustedes estudien la historia de América Latina verán que en América Latina se han causado muchos traumas políticos porque la ciudadanía se ha cansado de que haya corrupción, por ejemplo, en la explotación del hidrocarburos, en la explotación minera, etcétera.

Segunda expresión de responsabilidad social: solidaridad de los inversionistas con las comunidades, más allá de la ley. Por ejemplo, en el tema medioambiental.

Nosotros tuvimos una experiencia, la estamos teniendo en el Cesar, una de las regiones de mayor producción de carbón del mundo. El año pasado hubo una gran revuelta en la Jagua de Ibirico contra las compañías carboneras.

¿Qué hicimos nosotros? No procedimos, como se ha procedido en muchos países: o simplemente se manda el Ejército para que acalle a la comunidad que está protestando, o simplemente se le dice a la comunidad: vamos a echar a los inversionistas.

Nosotros no hicimos ni lo uno ni lo otro. Lo que hemos hecho en esos casos en el país es llamar a los inversionistas y a la comunidad.

El año pasado en La Jagua tuvimos tres reuniones comunitarias, amplias, muy nutridas, muy concurridas, donde acudían Gobierno, comunidad e inversionistas. Y por ejemplo, forzamos unos acuerdos que hoy se están ejecutando.

Uno de ellos: que en todos esos pobladitos por donde antes nadie pasaba y ahora hay poblados, de esos poblados del Cesar, por cuya callecita principal, muy destapada, pasan 600 tractomulas al día cargando carbón.

Entonces la gente protestaba y decía: nosotros vivíamos aquí tranquilos y hoy nos pasan 600 tractomulas. En el invierno tenemos que respirar pantano y en el verano polvorín.

Entonces logramos unos acuerdos para que esos inversionistas vayan pavimentando por lo menos los tramos de esas vías, en lo que corresponde al cruce por esos cascos urbanos. Eso no estaba exigido en la ley ni tampoco estaba exigido en el contrato.

Esto es: una responsabilidad social ultralegal, que va más allá de la ley. En este caso de solidaridad con la comunidad y en temas tan urgentes hoy como es el tema del medio ambiente.

Y la tercera responsabilidad social que vemos en la inversión, es en las relaciones laborales. Abogamos porque no sean de capitalismo salvaje, tampoco de odio de clases. Ambos extremos han hecho mucho daño. Para que sean relaciones laborales de fraternidad. Es bien importante.

Esos son los requisitos de la inversión.

Y vienen las posibilidades. Nosotros hemos dado muchas posibilidades a la inversión.

Primero, nuestro concepto de Estado. Nosotros no desmontamos el Estado, lo hemos venido reformando, pero tampoco estamos en el estatismo, en aquella tesis que dice: todos los medios de producción deben de ser del Estado o rigurosamente controlados por el Estado.

Esas tendencias estatistas hicieron mucho daño y pueden volver a hacer mucho daño en América Latina.

Nosotros somos un Gobierno abierto a la inversión privada, doméstica o internacional.

La persistencia en la Seguridad Democrática, el primer pilar. La Seguridad Democrática es un imperativo necesario para que haya inversión, no el único, pero es necesario. El otro es el conjunto de medidas de manejo de la economía.

La Seguridad Democrática necesita ir acompañada de buen manejo de la economía para que haya inversión.

Solamente con Seguridad Democrática puede haber un poquito de inversión, pero se estanca rápidamente. Hay que llevar las dos cosas de la mano.

Y si hay buen manejo de la economía, pero no hay seguridad, la gente no invierte. Ese es el otro elemento que hemos venido visionando para que haya inversión.

Un tercer elemento es que la Nación avance por un camino para sanearse en lo macroeconómico: menos deuda, menos déficit, en un país que ha tenido un alto endeudamiento.

Nosotros antes, cuando llegamos, de cada 100 pesos que producíamos debíamos 48. Hoy debemos 23.

De cada 100 pesos que producíamos, al Gobierno Nacional le faltaban 7,5. Hoy le faltan 3,3.

De cada 100 pesos que producíamos, invertíamos 12. El año pasado se invirtieron 28,5.

Diría que vamos por buen camino. Este año tenemos una prueba muy difícil, que es el mal estado de la economía mundial, la crisis de la economía mundial.

Pero si un país no muestra una tendencia de ir mejorando esos indicadores, no hay confianza inversionista.

Y lo nuestro es difícil. Por ejemplo: este Gobierno se ha comprometido a unas obras de infraestructura grande: la doble calzada Bogotá–Sogamoso para salida a los Llanos. La doble calzada Bogotá – Buenaventura, ya se están construyendo tramos con el Túnel de la Línea. La doble calzada Bogotá–Santa Marta.

La doble calzada Bogotá–Santa Marta cuesta de pronto menos que solamente lo que le cuesta este año al Gobierno el pago que le tiene que hacer al Seguro Social para pensiones.

Antes el Seguro Social con sus recaudos pagaba todas las pensiones. Ahora no.

Guarden esta cifra: este año le tenemos que pagar al Seguro Social, para que les pueda pagar a los pensionados, 6 billones 400 mil millones de pesos.

Y comparen con lo que puede ser el costo de la doble calzada Bogotá–Santa Marta. Ténganlo allí presente para que le hagan el seguimiento en los años que vienen.

Entonces ha sido una difícil situación, que estamos tratando de llevarla por buen camino.

También la reforma administrativa. Este Gobierno no ha desmantelado el Estado. Una de las críticas es: es que Uribe acabó con el Estado, vean lo de Telecom, vean lo de Ecopetrol, lo de las clínicas. No. Hemos estado reformando eso.

Una de las críticas que me hace la oposición es que he acabado con el patrimonio público. Hoy vale más que antes.

Antes Telecom tenía valor negativo. Hoy el Estado no es dueño del 100 por ciento, como antes, sino del 50 por ciento menos una acción. Y eso tiene un gran valor positivo y un gran futuro.

Vale mucho más hoy el 80 por ciento que tiene la Nación en Ecopetrol, que el 100 por ciento que tenía antes.

Nosotros hemos reformado más de 400 entidades del Estado. Y vamos a seguir reformando. Ahora estamos en la reforma de todas las clínicas del Seguro Social.

Porque el liderazgo también tienen que tener definiciones. El liderazgo se tiene que enfrentar a la crítica. Nosotros hemos hecho estas reformas contra radicalismos ideológicos.

Si fuera por los radicalismos ideológicos, si fuera por complacerlos, nosotros no habríamos podido hacer la reforma de Telecom, ni la de Ecopetrol, ni podríamos hacer la reforma a las clínicas del Seguro.

Teníamos hospitales privados muy buenos. Y en unas clínicas del Seguro, los pacientes arrumados en los pasillos, como animales. Ahora las estamos reformando.

Ustedes van hoy a la clínica del Seguro en Cartagena, la encuentran totalmente reformada, administrada ya no con el viejo criterio burocrático, sino por los Hermanos de San Juan de Dios.

La clínica del Seguro Social en Santa Marta. Las de Bogotá van a quedar en poder de una sociedad sin ánimo de lucro, integrada por el Universidad del Rosario, Compensar y los Hermanos de San Juan de Dios.

Una de las visiones nuestras es hacer el tránsito del Estado de desgreño a la eficiencia social. Es mucho mejor la eficiencia social que el desgreño estatal.

Entonces el liderazgo también para llevar a cabo la visión tiene que enfrentar mucha oposición. Estas reformas del Estado hasta ahora han ahorrado 5 puntos del PIB.

Creo que en lo años venideros, cuando ya el país no tenga que subsidiar a las clínicas del Seguro, va a poder invertir más en investigación científica, en la medicina, por ejemplo.

Nosotros hemos orientado la tributación a estimular la inversión. Nosotros no rebajamos aquí en Colombia la tributación para todo el mundo. Les damos estímulos al que invierta.

Por ejemplo, toda inversión que se hace hoy en Colombia tiene una deducción tributaria del 40 por ciento.

Si usted en su empresa se ganó 100 pesos, pero invirtió 200 pesos, el 40 por ciento de 200 son 80. Entonces usted puede a los 100 que se ganó restarle 80. Y ya no va a pagar impuestos por 80, que fue la renta inicial, sino por 80 menos el 40 por ciento de la nueva inversión.

Entonces ya no va a pagar impuestos por 100, que fue la renta inicial, sino por 100 menos el 40 por ciento de la nueva inversión, que es 80. Entonces ya no va a pagar impuestos sino sobre 20. Para ayudar a que haya inversión.

Hemos creado las nuevas zonas francas, una figura bien importante que creo que va a estimular, está estimulando mucho la inversión en Colombia.

Hoy Colombia –nos lo aprobó el Congreso, todo esto se ha tramitado con el Congreso–, permite que el Gobierno, cuando viene un inversionista o la inversión criolla hace un nuevo esfuerzo, pacte con ellos lo siguiente (ellos dicen: ‘Pero si me cambian las reglas’). Hoy se están firmando unos pactos de estabilidad en las reglas, a 20 años.

Y todo esto está ayudando a que haya inversión.

Cohesión social desde las libertades

Y hay una pregunta: ¿es la inversión un fin? No. Es un medio para llegar al tercer pilar, que es la cohesión social, donde estamos haciendo grandes esfuerzos por la plena cobertura en educación básica, para llegar a una cobertura universitaria del 34 por ciento.

Además los grandes esfuerzos en el Icetex –que los conoce muy bien la Universidad Javeriana–. Nosotros estamos multiplicando el Icetex por seis.

Y los grandes esfuerzos en el Sena, en Banca de Oportunidades, en salud.

¿Qué es suficiente? No. El país tiene 44 millones de habitantes. Uno cree que ha hecho mucho, pero, a la hora de la verdad, por una solución que se implementa aparecen mil problemas que no se han resuelto.

Estos tres pilares: seguridad desde la democracia, inversión desde la responsabilidad social y cohesión social desde las libertades, todos inciden en que haya confianza en Colombia. Todos soportan el techo ‘Confianza en Colombia’.

Pero, además, como una construcción antisísmica, estos tres pilares están unidos entre ellos.

Ustedes saben que –y lo digo porque he sido finquero y entonces uno tiene que preocuparse cómo hace las construcciones en el campo–, lo primero que le dicen a uno los maestros de obra es: ‘para que esta construcción resista por ahí un temblor de tierra, usted la tiene que amarrar por abajo y por arriba’.

Yo digo que estos tres pilares sostienen confianza y amarran la casita colombiana contra los sismos. ¿Por qué? Miren cómo están amarrados: la seguridad ayuda a que haya inversión, y las dos ayudan a que haya cohesión social. Sin los recursos de la inversión, es imposible conseguir cohesión social. Se queda uno simplemente en un discurso social redistributivo y termina en el fracaso o distribuyendo pobreza.

Y si el país ve que mejora el empleo, que mejora la afiliación a la seguridad social, que mejora el Icetex, que mejora la educación, entonces el país les va dando más confianza, más legitimación, a la inversión y a la seguridad.

Les ofrezco la palabra, muchachos”.

 

 
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
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