Palabras del Presidente Uribe en la presentación de la nueva imagen de Tecnoquímica

 
Febrero 12 de 2008 (Bogotá D.C.)
 

“En primer lugar, quiero expresar los infinitos agradecimientos a quienes han hecho posible esta gran obra. A Tecnoquímicas, al doctor Francisco José Barberi, al doctor Juan Manuel Barberi, la cuarta generación del médico que fundara la Cátedra de Pediatría de la Universidad Nacional.

Un gran esfuerzo. Un gran compromiso con Colombia. El interés investigativo. El interés de entregarnos a los colombianos esta magnífica tarea. El interés de promover la ciencia en nuestro país, apoyada en el examen riguroso de la historia.

Además han hecho toda la coordinación entre el equipo de investigadores, el escritor principal –el doctor Emilio Quevedo Vélez– y la Editorial Norma. Y han asumido la responsabilidad total del patrocinio.

Cuando hablamos en Colombia de confianza inversionista con responsabilidad social, en Tecnoquímicas aparece la responsabilidad social, que brota en grandes cantidades.

Esta noche la vemos aquí reflejada en tres acciones: toda la tarea de apoyo a este libro, el apoyo a ICESI, ese gran centro universitario de Cali, para su Facultad de Ciencias Naturales, y el apoyo al Hospital de la Misericordia.

Queremos expresar nuestra gratitud al equipo científico, esta noche encabezado aquí por los doctores Emilio Quevedo Vélez, Germán Pérez Romero y Mario Hernández Álvarez. A todos los investigadores que les han contribuido para sacar esta tarea adelante. A Editorial Norma.

‘Historia de la Medicina en Colombia’ es –y se puede afirmar sin hipérbole–, la obra más completa sobre el tema escrita hasta hoy en nuestra Patria.

Cada uno de los tomos, el publicado y los que se preparan, bajo la coordinación general del médico e historiador, doctor Emilio Quevedo Vélez, con el aporte de los distinguidos intelectuales que esta noche nos llenan de orgullo a los colombianos, es una tarea que, con apoyo también de la Universidad Nacional de Colombia, recoge mas de 20 años de una seria labor interdisciplinaria.

El lector va a encontrar en la obra un recorrido que acompaña a los españoles a su llegada al Nuevo Continente. Incluye –y ese es un gran acierto metodológico–, los antecedentes de la medicina que se conocía y se practicaba en el Continente europeo. Así, con admirable metodología, va atravesando por todas nuestras etapas hasta llegar a nuestros días.

Podemos decir que aquí hay un tratado de visión del hombre, de la sociedad, de la cultura, en un recorrido por varias centurias, que empieza por la contradicción entre lo que practicaban quienes nos conquistaron y lo que practicaban los conquistados.

El inmenso esfuerzo, que debe resaltarse, es fundamental para la memoria histórica. Es pilar definitivo para el futuro científico del país. Se recrean las facetas más brillantes y ejemplares de los médicos destacados de nuestra Nación. Todo está minuciosamente planificado, así hoy apenas recibamos el primer volumen.

El trabajo al que se han abocado los investigadores, es un inmenso aporte a la guarda de la memoria colectiva de la Patria. Con sentido pedagógico y buena técnica narrativa, se rescata un pasado, haber preciado de los pueblos, puesto que los logros anteriores abren caminos hacia el futuro.

Cómo no alegrarnos de ver reunido el conocimiento sobre la medicina indígena, las prácticas y la sabiduría de chamanes y jaibanás. Luego poder conocer sobre los aspectos principales del Protomedicato, que durante la Colonia sirvió como institución respaldada por médicos del Rey para controlar, regular e informar sobre el trabajo de los encargados de la salud, tanto españoles como indígenas.

Los conocimientos que, especialmente en cirugía, llegaron con la Conquista. Las cátedras de medicina de Vicente Román Cancino a mediados de 1700, que fueron las primeras con algún resultado. La influencia de la medicina francesa, que también la veremos, la que se dio en el Siglo XIX y posteriormente de la Escuela Norteamericana.

Una medicina que está a la altura de las mejores del mundo, tiene unas bases muy sólidas, que merecen ser escudriñadas rigurosamente por la ciencia de la historia.

Es una profesión cuyos estándares nos llenan de orgullo, porque con ella se demuestra a diario que la inteligencia colombiana es exuberante y generosa, que puesta al servicio del bien produce milagros que el mundo entero admira.

La creación del marcapasos, obra del doctor Jorge Reynolds Pombo, los lentes de contacto para bebés o la Válvula de Hakim o el liderazgo en cirugías refractivas.

En Latinoamérica tenemos muchos títulos gracias al avance de la medicina en nuestro país: la primera clínica de rehabilitación, el primer banco de congelación de óvulos humanos.

A mis compañeros de Gobierno y a mí nos toca responder por un período en el cual el pueblo colombiano ha sido particularmente generoso con nosotros.

Nos hemos propuesto llegar a la plena cobertura en el año 2010. Tenemos como base el año 2002. Colombia tenía en ese momento 10 millones 700 mil ciudadanos afiliados al régimen subsidiado, y 13 millones y medio afiliados al régimen contributivo. Hoy podemos decir que cerca de 37 millones de colombianos es el gran universo al sumar los afiliados al uno y al otro.

Haremos el esfuerzo, basado en las nuevas disposiciones que el Congreso ha entregado, para modificar un paso trascendental de la historia de la medicina de Colombia, que fue la Ley 100, para poder cumplir la meta de plena cobertura.

No será suficiente. El Plan Obligatorio de Salud en el régimen contributivo, en el 2010 todavía seguirá siendo mucho más completo que el Plan Obligatorio de Salud del régimen subsidiado.

Si nosotros logramos la meta de plena cobertura, las administraciones subsiguientes podrán avanzar en la tarea de nivelar el Plan Obligatorio del régimen subsidiado con el Plan Obligatorio del régimen contributivo.

Pero a pesar de lo que falta en cobertura, en riesgos asegurados, en calidad, el avance de nuestro país es formidable.

Pensaría que tenemos más claridad colectiva de aquello que tiene que hacerse para el aseguramiento equitativo y eficiente a todos los compatriotas, que la que se observa hoy en la campaña presidencial de los Estados Unidos, donde de nuevo se ha expresado la circunstancia crítica de que 47 millones de ciudadanos norteamericanos carecen de seguro de salud.

Avanzar en las reformas de salud implica referirse a todos los temas. A los hospitales públicos. Nuestra decisión ha sido no permitir que sigan desapareciendo y tampoco permitir que sigan destruyendo recursos.

Es tan grave que un gobierno le dé la espalda a la triste noticia del cierre de un hospital, como que un gobierno simplemente, de manera recurrente, aporte recursos para mantener sobre las aguas, en condiciones precarias, hospitales ineficientes y derrochadores de recursos.

Hemos reformado 219 hospitales públicos, en la idea de que procedan con eficiencia social, de que cumplan su tarea con equidad, de que le aporten a la comunidad y no sean simplemente destructores del presupuesto.

En estos dos años y medio de administración, seguiremos haciendo el esfuerzo, hasta el último día, para avanzar en la reforma de los demás hospitales públicos.

Hemos visionado el Seguro Social no como una institución ideológica, de derroche burocrático, de desadministración, sino como una organización de eficiencia social.

Por eso tenemos mucha esperanza en la EPS que empezará a servir en los próximos meses, que vincula a las cajas de compensación familiar y a una fiduciaria del Estado como sus asociados. Y que remplazará la EPS del Seguro Social. Confiamos que ese será el salto del desgreño administrativo a la eficiencia social.

Por fortuna el Congreso ha comprendido, y amplios sectores de la opinión pública, que debe superarse radicalismos ideológicos para poder avanzar en el tema de la salud. Así se demuestra con el avance ya en algunas clínicas del Seguro Social, profundamente reformadas.

Si ustedes visitan la Clínica del Seguro Social en Cartagena, administrada por una comunidad religiosa; la Clínica del Seguro Social en Santa Marta,  administrada por la Fundación Cardiovascular de Bucaramanga; las Clínicas del Seguro Social de Medellín, administradas por la Universidad de Antioquia, notarán un inmenso contraste entre una eficiencia que hoy alegra, y el mal recuerdo de los pacientes que estaban acumulados como animales en los pasillos de esas clínicas.

El proceso debe continuar hasta reformarlas a todas.

La medicina colombiana tiene gran prestigio nacional e internacional. Tenemos mucho entusiasmo, inmenso entusiasmo, por los planes de las diferentes fundaciones y organizaciones médicas, para aprovechar instrumentos legales recientemente incorporados, como la Ley de Zonas Francas, a fin de instalar en el país nuevos centros hospitalarios y científicos, que les sirvan a los colombianos y continúen incrementando el atractivo de Colombia frente a la comunidad internacional, que sale de su país en busca de servicios médicos en otro país.

También para ello estamos buscando aplicar figuras que vienen de atrás, como los Planes Vallejo.

Las Zonas Francas y los Planes Vallejo tienen que ayudar infinitamente en los nuevos proyectos médicos de la Patria.

Al mirar la medicina de Colombia, uno se hace varias preguntas: ¿cómo ha logrado avanzar tanto, con tan pocos recursos? Lo contestarán los historiadores en los tomos que se proponen entregarnos.

La verdad es que lo que uno sí advierte es que hay un desequilibrio entre el formidable avance de la medicina colombiana y los recursos de escasez crítica, que en muchos períodos de nuestra historia la han sustentado.

Los colombianos criticamos, y con razón, que nuestro país tiene una participación presupuestal en investigación científica comparativamente baja.

Estamos haciendo el esfuerzo de pasar de un 0,22 del PIB, a un punto. Si llegásemos a un punto en el 2010, tendríamos que estar apropiando, solamente para investigación, tres billones 600 mil millones. Un gran esfuerzo. Y será una meta todavía insuficiente.

Pero el análisis que no se ha hecho en Colombia, es la gran productividad de la investigación. Difícilmente encontramos un país en el mundo que haya hecho rendir un presupuesto tan reducido en investigación, con unos resultados excelentes en investigación, como los que se advierten en Colombia.

Bello tema para este esfuerzo de entregarnos en varios volúmenes la historia de la medicina de la Patria.

Nuestra gratitud a todos ustedes. Como lo ha dicho el médico Ernesto Andrade Valderrama: ‘El médico de hoy no puede entender su profesión, sin comprender a fondo el medio que lo rodea y la enfermedad como un problema social’.

Y entonces la historia es fundamental. Y no sólo para el recuerdo de nombres y fechas, sino en forma muy especial para estudiar los cambios sociales, con el modo de enfermar, y así entender al paciente de hoy y la manera de prevenir y tratar sus dolencias.

Así, la historia no es sino prólogo del futuro y el faro para andar sin tropiezos hacia mañana.

Al leer estas páginas amenas e instructivas, así como la medicina enseña el valor de la vida, el pensamiento político, la ética y la sociología deben enseñarnos más profundamente el valor de luchar por este gran colectivo que es Colombia.

Muchas gracias a Tecnoquímicas. Ustedes han hecho un esfuerzo empresarial encomiable. El 85 por ciento de sus productos son productos desarrollados exclusivamente por ustedes. Ese es un aporte más científico que empresarial, que los colombianos reconocemos.

Muchas gracias a esta cuarta generación Barberi, que ustedes encabezan, doctores José Francisco y Juan Manuel.

De nuevo muchas gracias, doctor Emilio Quevedo, doctor Germán Pérez, doctor Mario Hernández y distinguido equipo de investigadores.

En buena hora nos llaman a los colombianos a compenetrarnos con un tema básico para el futuro: el examen de la historia de la medicina en nuestra Patria.

Muchas gracias”.

 

 
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