Palabras del Presidente Álvaro Uribe Vélez en la ceremonia de ascenso
a brigadieres generales de la Policía Nacional, en la Escuela de Cadetes
General Santander

 
Junio 05 de 2008 (Bogotá, D.C.)
 
 

“Llegamos esta mañana a la Escuela Francisco de Paula Santander, para asistir a una ceremonia muy importante para la Patria. Hemos impuesto la medalla de los 30 años de servicio al señor general Óscar Adolfo Naranjo Trujillo, Director de la Policía Nacional.

Treinta años de servir bien a la institución. Treinta años de consagración a un único pensamiento: la Patria. Treinta 30 años de dedicación de todas las energías a una única tarea: la seguridad de los colombianos, la superación del delito.

Muchas gracias, apreciado general Naranjo, Director de la Policía, por sus esfuerzos y por la gran tarea al frente de la Policía de la Patria.

Todas las felicitaciones a sus padres, a su señora esposa Claudia Marina, a sus hijas y a todos sus compañeros de la Policía Nacional, con quienes ha actuado a lo largo de estos 30 años de servicio.

Treinta años que usted cumple en el pleno vigor de su existencia, cuando el país confía en que usted le dará muchísimas más satisfacciones para recuperar plenamente el orden público.

Y asistimos a este campo a protocolizar el ascenso a brigadieres generales, de un grupo de abnegados oficiales que han trabajado toda su vida por el bien de la institución y por el bien de Colombia.

Hoy nos reunimos aquí con sus superiores, con sus compañeros, con sus subalternos y con sus familias, para decirles que al imponerles el Primer Sol de Generales de la República, la Patria les está entregando una nueva esperanza: la esperanza de que esa tarea de ellos continuará contribuyendo a que esta Nación goce plenamente de la seguridad.

Han hecho grandes tareas y los esperan grandes tareas. El señor brigadier general Gustavo Adolfo Ricaurte Tapia, como Comandante de la Policía Metropolitana de Cali, debe asumir una de las tareas más exigentes de la Nación para avanzar en el proceso de que esa gran ciudad derrote definitivamente la delincuencia.

El señor brigadier Luis Alberto Pérez Alvarán, en la Dirección de los Gaulas. Si algún delito ha maltratado al pueblo colombiano, lo sigue maltratando porque no están liberados los secuestrados y por que a pesar del gran avance todavía no hemos superado totalmente ese delito, es el delito del secuestro.

El brigadier general Luis Alberto Pérez Alvarán asume esa responsabilidad frente a los colombianos.

El señor brigadier general Óscar Gamboa Argüello para atender la Policía del Atlántico; para responderle a la ciudadanía de Barranquilla, que si bien reconoce que se han superado delitos de carros bomba, de terrorismo, todavía hay factores de inseguridad bastante preocupantes, además de incómodos.

El señor general Dagoberto García Cáceres llega a la Policía Metropolitana de Medellín. Allí todavía nos quedan unos bandidos. Por el lado de las Farc está el tal ‘Tío Pacho’ y ‘El Paisa’, y otros de esas alhajas, mi general García Cáceres. Y por el lado del narcotráfico, que son una misma cosa, tenemos que acabar definitivamente esa oficina de cobro. Todavía quedan algunos bandidos que trataron, con la masacre, de sustituir la justicia colombiana, como el ‘Rogel’.

El señor general Santiago Parra Rubiano asume la Dirección de Sanidad. Me decía el señor general Naranjo que, por su tamaño, atiende 500 mil personas. Por su presupuesto, es la segunda EPS del país. Qué responsabilidad tan grande.

El señor brigadier general Orlando Pineda Gómez asume la Policía de Bucaramanga. Esa tierra ha avanzado mucho en la disminución del secuestro, del terrorismo, pero todavía hay factores de inseguridad local que la incomodan. Una tarea bien importante para consolidar plenamente la paz.

El señor brigadier general José David Guzmán Patiño asume la región de Policía del gran Eje Cafetero. Esa región la estimábamos como oasis de paz de la Patria. Y estábamos engañados. Avanzaba tan rápidamente el terrorismo que ya se la había tomado.

Creo que las acciones de los últimos días empiezan a mostrar que definitivamente vamos a derrotar el terrorismo allí, no obstante que en el día de ayer sufrimos una tragedia, porque con explosivos, terroristas, traicioneros, desleales, a la mansalva, nos asesinaron a integrantes de un Emcar (Escuadrón Móvil de Carabineros), en la vía que conduce a Génova, en la cordillera quindiana.

Estos señores brigadieres generales han podido realizar esta carrera en favor de la Policía y de la seguridad de los colombianos, porque han tenido, además del apoyo de la institución, la calidez, el amor, el calor del hogar de sus familias.

Y esas familias que aquí nos acompañan, los allegados más cercanos a estos brigadieres generales, para darles esa calidez, ese hogar, ese amor, a fin de que ellos sirvan a la Patria, esas familias han tenido que sufrir privaciones, abnegaciones, temores.

Dormirse, muchas veces, con el presentimiento sobre un ataque a su familiar en la Policía. Sufrir muchas veces la ausencia. Mantener una angustia permanente, muchas veces, porque su familiar ha estado en zonas de muy difícil orden público, de alto riesgo.

Con todo afecto, demos un aplauso a las familias de estos integrantes de la Policía Nacional, de estos brigadieres generales que han servido bien a Colombia, ayudados inmensamente por el afecto de sus familias.

Descenso en criminalidad

Deseo agradecer hoy a la Policía de Colombia, a las Fuerzas Armadas de Nación, todos sus esfuerzos.

No obstante que tenemos problemas, cuando comparamos el acumulado de todos los delitos, este año, frente al año anterior, en el mismo periodo, tenemos un descenso en criminalidad del 30 por ciento. Ese es un gran descenso.

A eso se suma que a pesar de que no podremos estar contentos hasta que le ganemos a los países desarrollados en materia de seguridad, y a pesar de que habíamos reducido el homicidio de 35 mil a 17 mil casos por año, la cifra, esta mañana, nos muestra que en lo corrido del 2008 llevamos 725 homicidios menos que en el mismo periodo de 2007.

Lleguemos, rápidamente, mi general Naranjo, a mil menos. Son mil vidas que se salvan en la Patria. Y que todo día en el que avancemos en esa materia nos estimule, para poner a Colombia en un nivel de seguridad superior a los países más desarrollados.

Apoyo en emergencia invernal

Un segundo agradecimiento a la Policía y a las Fuerzas Armadas de la Nación por su diligente presencia para socorrer a los colombianos en las áreas de tragedia.

Hace pocos días llegamos a Quetame, en la ladera cundinamarquesa, en la vía al Llano. Encontramos una comunidad muy triste, destrucción, daños, angustia por los temblores de tierra. Pero una comunidad que, a través de sus propios integrantes, de sus alcaldes, del Gobernador de Cundinamarca -quien hoy nos acompaña-, expresaban su gratitud a la Policía Nacional, a las Fuerzas Armadas, a la Fuerza Aérea, con sede en Villavicencio, por la manera solicita como han acudido a socorrer esa comunidad.

Lo mismo en las zonas de inundaciones de la Patria.

A lo largo de estos años hemos sufrido permanentemente las amenazas de la naturaleza. Un día, en el Volcán Galeras; otro día, en el Volcán Nevado del Huila; otro día, las inundaciones en el norte de la Sabana de Bogotá, en el sur de Boyacá; otro día, las inundaciones en la Mojana, en la Ciénaga Virgen de Cartagena, en los ríos que bajan de la Sierra Nevada y alcanzan a cruzar por la ciudad de Santa Marta, en los municipios del Bajo Magdalena.

Ahora, en La Virginia, en Risaralda; en la confluencia del río Risaralda con el río Cauca: 2.300 hogares inundados. En Honda, con muchas dificultades por el río Gualí, cerca de su desembocadura del río Magdalena. En La Dorada, en Puerto Salgar, en Puerto Boyacá; el área rural de Simití, el sector norte de Achí y en todas partes, la presencia diligente de la Fuerza Pública.

Quisiera poder transmitir a ustedes cómo esas caras de colombianos afectados por la tragedia tienen una doble expresión: la expresión de dolor por la tragedia y la expresión de gratitud por la asistencia oportuna, por el apoyo generoso de los integrantes de las Fuerzas Armadas, de los integrantes de la Policía de Colombia.

Muchas gracias por esa manera de integrarse para ayudar a suplir el dolor de nuestros compatriotas.

Nos acompaña el Alcalde de Medellín (Alonso Salazar). Mientras celebrábamos el acontecimiento de que esa ciudad, gracias a su progreso, pudiera ser sede de la Asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA), las lluvias torrenciales producían deslizamientos en el sector occidental de la ciudad.

Veintisiete compatriotas sepultados por esos aludes fueron rescatados fallecidos. Y al llegar allí, encontrábamos al Alcalde de Medellín en ropa de labor y botas de caucho a la rodilla, no por lucirlas, sino empantanadas, al frente de las operaciones. Y encontrábamos el dolor de los familiares de quienes estaban sepultados por el alud y la gratitud de todos, por la presencia diligente de los soldados y policías de la Patria.

Recuerdo aquel amanecer del sábado al domingo. No se podía trabajar con maquinaria porque en una parte el suelo no soportaba que entrara la maquinaria y en otra parte había mucho temor de que la maquinaria no permitiera localizar el sitio donde, bajo la tierra, estaban muchas de las personas afectadas.

¿Quién trabajaba? Contingentes de soldados y policías, en fila y en orden. Allí, relevándose. Con total solidaridad con la comunidad. Es admirable ver la presencia de la Fuerza Pública socorriendo a los compatriotas.

Y aquí nos acompaña, también, el Alcalde de Bogotá (Samuel Moreno). Qué bueno poder recordar hoy el júbilo del pueblo bogotano, de todos los colombianos, cuando en pocas horas, gracias a la acción heroica de la Policía, fue rescatado el niño, secuestrado aquí en la ciudad.

También advertimos ese día una psicología en bien de la paz. Los colombianos, en alguna forma, estábamos anestesiados por la magnitud del delito. En alguna forma habíamos perdido la capacidad de reaccionar frente al delito y ahora la hemos recuperado. Esa reacción de la comunidad en contra del secuestro se constituyó en un factor muy estimulante para la acción de la Policía, que finalmente rescató al niño.

Tolerancia con las ideas; intolerancia con el terrorismo

Por eso, ayer, por todo esto, ayer, en Cartagena, en un foro internacional sobre educación, que Colombia se honra en albergar, tuve que decir a un pequeño grupo de muchachos que gritaban: ‘Gobierno, terrorista, fuera la bota militar’ y que acusaban de que la ‘bota militar’ estaba ingresando a la universidad, tuve que decir, en presencia de toda esa comunidad internacional, que aquí no se acepta el maltrato a la Fuerza Pública. Que aquí no se acepta el maltrato de palabra ni el maltrato de hecho a la Fuerza Pública. Que aquí no se acepta que a los heroicos soldados y policías de la Patria se les denigre señalándolos como ‘bota militar’ ni se atente contra ellos, como recientemente se ha atentado en algunas universidades, por algunos que se hacen llamar estudiantes, asesinando a un policía, haciendo que el otro pierda un ojo, quemando policías con ácido, como lo hemos visto en varias ciudades de Colombia.

Un país que sufrió tanto por la sustitución que de la Fuerza Pública pretendieron hacer, primero guerrillas, después paramilitares, ambos financiados por el narcotráfico, y que ahora va recuperando la vigencia democrática de las instituciones, no puede permitir el maltrato; no puede permitir que se denigre de su Fuerza Pública.

¡Qué bueno, en ese foro internacional, haber podido reivindicar lo que significa la Fuerza Pública para un país que está derrotando la usurpación del terrorismo y recuperando la vigencia de las instituciones que habían querido ser desplazadas!

Una Fuerza Pública que ejerce una tarea totalmente sometida a la Constitución; una Fuerza Pública que no tiene privilegios de inmunidad, que carece de fueros especiales; una Fuerza Pública totalmente vigilada por la opinión, por la justicia nacional, por la opinión y por la justicia internacionales; una Fuerza Pública que ha visto, también, llevar a la cárcel a muchos de sus integrantes, porque en Colombia no hay inmunidades ni tampoco tolerancia con la impunidad.

Una Fuerza Pública que solo merece el respeto, el acompañamiento, el apoyo de todos los colombianos.

Y entonces, les dije, en aquel foro de Cartagena: ‘A la Universidad no entra la bota militar. A la Universidad entran los soldados y policías de la Patria a perseguir a los delincuentes que quieran tomarse los campos de las universidades’.

Y agregué: ‘A la universidad jamás hemos entrado, jamás entraremos, a suprimir las libertades, a afectar la cátedra, a imponer restricciones a la investigación. Jamás entraremos a la Universidad a maltratar el debate, a recortar el análisis’.

Un Gobierno que lleva 6 años, que los cumplirá en agosto, que ha sido plenamente respetuoso de la autonomía universitaria, de la libertad de cátedra, de investigación, de pensamiento. Un Gobierno que ha hecho todos los esfuerzos para financiar a la universidad pública; que ha hecho todos los esfuerzos para que la cobertura universitaria, que estaba en el 22 por ciento y que hoy está en el 31 por ciento, y que va a llegar al 34 por ciento en los próximos meses, en un país que en los últimos años ha pasado de tener 900 mil estudiantes universitarios a casi millón 400 mil que hoy tiene, es un Gobierno con una Fuerza Pública que tiene no el derecho, sino la obligación de decir: ‘Nosotros hemos respetado la Universidad, pero no vamos a permitir que los terroristas irrespeten la Universidad’.

El respeto a la Fuerza Pública de la Patria tiene que ser en todos lugares y frente a todos acontecimientos.

No podemos condecorarlos aquí y, enseguida, quedarnos indiferentes cuando los terroristas los quemen con ácidos en las calles de nuestras ciudades.

Mal haría el Presidente de la Republica, después de haber ido al Comando de la Policía de Bogotá la semana pasada, a enfrentar serenamente y con argumentos a unos jóvenes de la Universidad Pedagógica que causaron destrozos propios de terroristas en las calles de Bogotá, que lanzaron ácido a los policías y que causaron destrozos al interior de la Universidad, mal haría el Presidente si faltara a la consecuencia y no hubiera procedido de idéntica manera para enfrentar, ayer, en otro foro totalmente distinto, el de la Universidad del continente americano, con la Unesco, a quienes pretendieron defender la barbarie.

Hay que ser consecuentes. Hay que condecorar a los policías en este Campo de Parada y defenderlos para que no los mate el terrorismo. Hay que defenderlos cuando se está en medio de ellos, en su Comando, en Bogotá, y cuando se está en un auditorio que algunos equivocadamente creían que era adverso a la seguridad.

Ayer ese auditorio nos convenció que la misma Universidad empiece a entender que la seguridad es un valor democrático.

Consecuencia para defender la Fuerza Pública en todos los momentos.

Bienvenida la universidad crítica, la universidad de masas, la universidad científica, la universidad analítica, pero no podemos permitir que algunos sectores minoritarios y otros camuflados maltraten a la universidad con acciones terroristas.

En un país con problemas, con pobreza, con desigualdades, con carencias como Colombia, la universidad está obligada a cumplir el papel de caja de resonancia de la problemática social, a procesar esa problemática, a criticar la situación del país y a ejercer una acción de réplica sobre la comunidad, recetando soluciones. Eso no solamente lo admitimos, sino que lo estimulamos.

La universidad tiene que ser científica. Para ser científica tiene que ser crítica. Y la universidad no puede ser un privilegio para unos pocos. La universidad tiene que ser masiva, en esa tarea nos encontramos. Lo que no puede la universidad es ser perturbada por acciones terroristas.

Y me llaman padres de familia y estudiantes y me dicen: ‘Presidente, impida que anarquicen nuestras universidades. Hay unos grupitos minoritarios, penetrados por terroristas, que quieren afectar el derecho que reivindican las grandes mayorías de estudiar, de hacer ciencia, de prepararse para servir bien a Colombia.

Hay unos grupitos minoritarios de camuflados, penetrados por el terrorismo, que quieren afectar el derecho que los padres de familia han conseguido con tanto sacrificio, de enviar sus hijos a la universidad.

Hay unos grupitos, penetrados por el terrorismo, que quieren desorientar al país y hacer pensar que el Gobierno no respeta la autonomía universitaria, cuando para el Gobierno esa es una institución sagrada’.

Ayer estaban en Cartagena, creo yo, compartiendo ese foro con la Unesco, todos los rectores de las universidades colombianas. Y todos a una, independientemente de cómo aprecien ellos la tarea del Gobierno, del Presidente, reconocieron el respeto del Gobierno por las libertades y por la autonomía universitaria.

Lo que no vamos a permitir es el irrespeto del terrorismo a la universidad.

Muy apreciados generales, señor Ministro (de Defensa, Juan Manuel Santos), distinguidos comandantes, policías de mi Patria: la universidad para la ciencia, para el pueblo, para la crítica social, para el progreso de los colombianos. Pero desterremos intentos del terrorismo de afectar la universidad.

¿Qué es ese cuentico que nos vendieron en el proceso histórico, de que la tolerancia es permitir que algunos jóvenes lancen bombas y ácidos contra la Policía?

¿Entonces, por ser tolerante, hay que quedarse sin actividad y sin iniciativa en presencia de un policía asesinado, de un policía mutilado, de un policía incendiado por los pirómanos del terrorismo?

Eso no es tolerancia. Eso va más allá de la permisividad. Eso es complicidad con el terrorismo. Eso no es civilidad. Eso es complicidad con la incivilidad.

Nuestra tolerancia es con las ideas, con la investigación, con la ciencia. Nuestra tolerancia no puede ser con el terrorismo. Con la ciencia y con las libertades, respeto y tolerancia; con el terrorismo, mano firme, hasta que lo extirpemos del territorio de la Patria.

Acciones contra del terrorismo

Y queremos agradecer a la Policía los esfuerzos en la erradicación manual de droga. Al Ejército, como lo diré ahora, en la Escuela José María Córdova.

Una gran meta se ha fijado el señor Ministro de Defensa este año: cien mil hectáreas. Y qué sacrificio tan alto se viene pagando. Ayer nos asesinaron erradicadores y nos dejaron heridos erradicadores en Briceño, en la cordillera antioqueña, justamente donde empieza el declive hacia las llanuras de Córdoba.

Con esta tarea de la Fuerza Pública vamos a lograr una Colombia sin drogas ilícitas.

Quiero agradecer a la Fuerza Pública de la Patria, al Ministro, sus abnegados esfuerzos en contra del terrorismo.

La noticia de las últimas semanas debe ponerse en este contexto: contra esa área campamentaria, en los últimos tres meses fueron lanzados 32 operativos por la Fuerza Aérea; 296 bombas. Fueron destruidos 66 campamentos y, también, una emisora y un centro de comunicaciones.

A Dios rogando y con el mazo dando. Allí nuestro Señor ayudó. Pero ayudó porque la Fuerza Pública de la Patria venía haciendo su tarea.

Si la Fuerza Pública de la Patria se hubiera quedado en la piscina del Comando Aéreo de Apiay, en Villavicencio, Nuestro Señor no habría hecho ese milagrito. Nuestro Señor vio el esfuerzo de los soldados y policías de la Patria, de la Fuerza Aérea y dijo: ‘A estos les ayudo’. Y por eso les ayudó.

Por allá vimos que, abusando de un lugar extranjero, un guerrillero, en camuflado nuevecito, salió muy compungido y muy orondo a dar la noticia.

Él dio el certificado de defunción, pero no dio el parte médico. El parte médico lo dieron la Fuerza Aérea y el Ministro. El parte médico de 33 operaciones de la Fuerza Aérea; 296 bombas lanzadas en esa área campamentaria; 66 campamentos destruidos, una emisora, una central de comunicaciones.

Pero sigamos. Que apenas estamos empezando y el país nos pide que se consolide una Colombia sin terroristas, para que en ella vivan tranquilas las nuevas generaciones.

Y me preguntan. ‘¿Presidente, la paz? ¿Presidente, está muy bien la seguridad y a dónde está el diálogo?’.

Compatriotas, la paz nace de la seguridad. La seguridad es un valor democrático, la seguridad es una fuente de recursos, la seguridad es un camino hacia la paz.

Cuando aquí se ha intentado la paz, sin una política firme de seguridad, los terroristas se han burlado de los intentos de paz.

Yo creo que, habiendo dado prevalencia a la seguridad sobre la paz, vamos consiguiendo la paz.

Se han desmovilizado 48 mil personas en este Gobierno. Eso no tiene antecedentes; cifra difícil de comparar en el mundo.

Es que aquí encontramos 60 mil terroristas, aproximadamente. Muchos recordamos aquel Viernes Santo de 1998, el proceso de paz de Irlanda, para que se desmovilizaran 118, 200 terroristas. Aquí 60 mil, 48 mil desmovilizados.

Uno revisa las cifras centroamericanas: 6 mil desmovilizados en un país; 3 mil en el otro. La cifra colombiana de los años 90: 4 mil guerrilleros. En este Gobierno, 48 mil desmovilizados.

Aquí hemos tenido un problema muy grave que con la ayuda de Dios y el heroísmo de nuestros soldados y policías lo estamos y lo vamos a superar.

Pero muy grave. Lo muestra, simplemente, el número de delincuentes y el número de delitos.

En ese Viernes Santo del 98 se dijo que en Irlanda se habían presentado 1.300 crímenes en 80 años por el Ira. En ese solo año, en la ciudad de Medellín y su área metropolitana hubo más de 3.500 crímenes.

La situación nuestra ha sido bien difícil, pero la estamos superando.

Ahora, estamos listos para la Paz. Yo no creo que una propuesta de paz tenga que ser una propuesta teórica refinada. Tiene que ser una propuesta práctica y de buena voluntad. Si estos señores del Eln, si estos señores de las Farc quieren la paz, el Gobierno está listo.

Pero mientras nos ponemos a hacer una propuesta refinada de teoría de diálogo, desmotivaríamos a las Fuerzas Armadas. Las ponemos en una parálisis, en un limbo. Y aprovechan los terroristas para recuperar energía.
Aquí tenemos que mantener toda esta masa crítica de seguridad; avanzar en el propósito de derrotar el terrorismo, pero tenemos los oídos conectados con un canal, esperando que haya una señal y que nos digan que quieren la paz, que nosotros queremos.
Toda la voluntad de paz, pero con todas las precauciones para evitar el engaño. ¡Qué bueno poder decir: bueno, vamos a sentarnos ya a dialogar con estos señores, a arreglar este problema! ¡Ojalá!
Ahora, la desmovilización va bien. Ya este año se han desmovilizado 1.500 guerrilleros. Ese es un ‘graneíto’, día a día. ¡Y cuánto ayuda!

¿Cómo se va a negar el espíritu de paz de un Gobierno, de unas instituciones que los acogen con tanta generosidad?

Con lo que no podemos es dejar que le hagan trampas a la paz.

Esta mañana me decía el señor general Naranjo que lo que hace que se aprobó aquella extradición, a la cual nos referimos ampliamente aquí, se han acelerado las confesiones, se ha acelerado el camino de la verdad y, también, ha llegado información abultada, que no llegaba, para poder incautar bienes mal habidos que tienen que ser llevados al Fondo para reparar víctimas.

Eso demuestra que la paz sí necesita bondad de corazón, pero mano firme de autoridad. Si la bondad del corazón no se expresa a través de mano firme de autoridad, los terroristas, en lugar de hacer la paz, abusan del pueblo.

Agradezco muchísimo a las Fuerzas Armadas, a la Policía de la Patria todos estos esfuerzos. Al Ministro, a los Altos Comandantes.

Vamos para adelante en busca de una Patria alegre, de unas nuevas generaciones felices, de una país con Seguridad Democrática, con confianza inversionista, con prosperidad.

Tenemos dificultades. Hay inflación importada. Los productos que llegan de China han crecido este año el precio entre el 12 y el 15 por ciento; inflación de alimentos por la escasez mundial de alimentos, por el costo de los fertilizantes; inflación por el elevado precio del petróleo.

Pero con buena fe, Dios Nuestro Señor nos ayudará a superar esas dificultades.

Trabajemos por Colombia, de la mano, en compañía de la Fuerzas Armadas, de los soldados y los policías.

¡Qué bello, en una democracia como la nuestra, recorrer el camino de reivindicar todo el significado de las Fuerzas Armadas de la Nación!

Pensemos en una gran coalición: la coalición de la Constitución, de las Fuerzas Armadas y del pueblo.

Muchas felicitaciones, brigadieres generales.

Muchas gracias a todos ustedes, compatriotas”.

 
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