Fotografía Audio Correo Presidencia Mapa de Sitio Noticias inicio Video

DISCURSOS AÑOS ANTERIORES

2007 - 2008 - 2009 - 2010

 
2008
   
Enero
Febrero
Marzo
Abril
Mayo
Junio
Julio
Agosto
Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre
   
   
   
   
     
   
   
     
 
   
 

 

 
 

Palabras del Presidente Uribe en la sesión inaugural de la
38 Asamblea General de la OEA

Junio 01 de 2008 (Medellín - Antioquia)
     
 

“Muchas gracias a la Organización de Estados Americanos por haber escogido a Colombia y a esta ciudad de Medellín, para este nuevo periodo de sesiones de su Asamblea.

Colombia es un país profundamente vinculado a la OEA desde su nacimiento. Alberto Lleras Camargo, expresidente de Colombia, obrero de la democracia de Colombia y guardián de la democracia americana, contribuyó notablemente a la creación de la OEA y a sus primeros y exitosos años.

César Gaviria Trujillo, expresidente de Colombia, después de haber liderado el proceso constituyente de 1991 en este país, durante 10 años, con tenacidad, inteligencia, acierto, dirigió la OEA.

Llegan ustedes a la ciudad de Medellín, hoy con dolor por las víctimas de las tragedias de la naturaleza, una ciudad en plena recuperación, una ciudad que tuvo durante siglo y medio un gran capital social, traducido en el esfuerzo y en la creatividad comunitaria por la salud, por la educación, por el avance científico, por la industria, por la cohesión social. Afectada durante unas décadas por ese enemigo de la humanidad que es el narcotráfico, por los grupos terroristas de guerrillas y de paramilitares.

Hoy en pleno proceso de recuperación, buscando convertirse en la ciudad más segura del continente. Una ciudad haciendo una formidable tarea de fortalecimiento del capital social, que obligará a que el mundo no la recuerde más por haber sido martirizada por carteles de la droga y por grupos terroristas, sino que la aplauda por ser un ejemplo de ciudad educadora, de ciudad industrial, de ciudad de armonía social.

Llegan ustedes a Colombia: la hermana de todos. Colombia, que lucha hoy por tener toda la confianza de propios y extraños, de todas las generaciones; que lucha hoy para que las nuevas generaciones tengan toda la confianza de que aquí podrán vivir felices, encontrar el pleno desarrollo de sus posibilidades materiales, intelectuales y espirituales.

Colombia trabajando por la Seguridad Democrática, por la confianza inversionista desde la responsabilidad social y por la cohesión social. Estos tres pilares aumentan la confianza, y la confianza, a su vez, los fortalece.

Estos tres pilares están profundamente relacionados entre ellos. La seguridad es un presupuesto necesario para la prosperidad, ayuda a crear las condiciones para la inversión; si ésta no se da, la cohesión social se convierte en un discurso demagógico, sin resultados efectivos; si hay seguridad y hay inversión con responsabilidad social, se genera responsabilidad social y se genera cohesión social, que a su vez se convierte en un imperativo que legitima la seguridad y las reglas generadoras de confianza en la inversión.

Seguridad Democrática

¿Por qué hablamos de Seguridad Democrática?

Señor Secretario, doctor Insulza, muy distinguidos Cancilleres y delegados, porque el continente vivió en muchos países la época difícil de la doctrina de la seguridad nacional. Era una búsqueda de seguridad, que se justificó para enseñorear dictaduras, para suprimir el disenso, para eliminar el pluralismo, para censurar la prensa, para anular las libertades.

La nuestra es todo lo contrario, es seguridad desde la democracia, seguridad para las libertades. En este país no han sido los Gobiernos los enemigos de las libertades, su restricción era impuesta por el terrorismo.

Seguridad Democrática es seguridad para todos los ciudadanos, para los amigos de las tesis del Gobierno y para los adversarios de las tesis del Gobierno. Seguridad Democrática es seguridad para los líderes empresariales y para los líderes de los trabajadores.

Seguridad Democrática es seguridad con credibilidad de opinión. En un Estado de opinión, un proyecto de seguridad solamente es sostenido en el tiempo si es eficaz y si es transparente, y la transparencia en esta materia tiene un solo significado: adhesión a los Derechos Humanos.

Seguridad Democrática es seguridad con un país abierto a la vigilancia internacional.

Muchos países que buscaban seguridad desde las dictaduras, en aras de la seguridad trataron de justificar su cierre para impedir la vigilancia internacional. Colombia ha enfrentado el desafío terrorista más grande, con el terrorismo más rico por el narcotráfico, y Colombia ha estado permanentemente abierta a la vigilancia y a la crítica internacional. Eso honra este proceso de seguridad.

Hemos avanzado muchísimo, pero reconocemos todo lo que falta. Ustedes, en todos los países hermanos, pueden tener la certeza de que aquello que no falta es determinación para obtener la Seguridad Democrática total, la paz total en Colombia.

Terrorismo

¿Por qué denominamos terrorista a los grupos violentos?

Porque atacan una democracia, porque se financian con las drogas ilícitas, porque no tienen consideración con el Derecho Internacional Humanitario, porque asesinan menores, civiles, niñas, mujeres embarazadas, ancianos, porque en los últimos diez años no han regresado a sus hogares 1.500 personas, del total de secuestrados por el grupo terrorista de las Farc.

En el continente hubo guerrillas que fueron calificadas benignamente como insurgentes, de alguna manera se les legitimó porque su razón era luchar contra dictaduras.

Esas guerrillas no se financiaron con drogas ilícitas, llego un momento en que facilitaron negociaciones.

En Colombia no hay grupos violentos luchando contra una dictadura, sino maltratando una democracia.

La Europa de la posguerra definió como terrorismo toda acción violenta o toda amenaza de violencia por razones ideológicas, religiosas, políticas.

Cuanta mayor razón hay para definir como terrorismo una acción violenta contra una democracia, que pasó de la ideología al mercenarismo, del ideal del socialismo y del comunismo de la doctrina marxista, al enriquecimiento con el tráfico de drogas.

Pedimos a todos los países hermanos del continente considerar estas razones, para no vacilar en definir estos grupos violentos que maltratan a Colombia y que son una amenaza para todos nuestros hermanos, como grupos terroristas.

En algunos países del continente, cuando se dieron reglas claras, con vigilancia internacional para la operatividad democrática, los grupos insurgentes negociaron. Además tuvieron que negociar, porque en ese momento les faltó la asistencia financiera que les llegaba del extranjero, como lo acredita bien uno de los procesos -para citar solamente uno- el proceso de paz de la hermana republica de El Salvador.

En Colombia ha habido una democracia sin interrupciones, todos los días más profunda. Y el obstáculo para que estos grupos negocien es su apego al dinero del narcotráfico, que además los lleva a mirar con desprecio las proposiciones de paz de la comunidad internacional.

Mis antecesores hicieron todos los esfuerzos posibles de paz. ¿Qué paso con las Farc, con otras guerrillas? Tomaron esos esfuerzos no como iniciativas de buena fe para construir la paz, sino como debilidades del gobierno enemigo, que según los terroristas, esas debilidades facilitaban avanzar en la estrategia de destrucción de la democracia.

Pedimos a los países hermanos, considerar que en una democracia como la colombiana no procede reconocer estatus de beligerancia a grupos terroristas financiados por el narcotráfico. Tienen capacidad de hacer daño, pero carecen de control territorial; encuentran donde esconderse, en un país que para fortuna del planeta todavía tiene el 52 por ciento del territorio en selva, 578 mil kilómetros cuadrados.

Estos grupos no tienen ningún interés en respetar el Derecho Internacional Humanitario. En algún momento quisieron engañar con la apariencia de que tenían definidas estructuras jerárquicas, hoy no las tienen, y hay un requisito para reconocer el estatus de beligerancia a un grupo, cual es el de que efectivamente administre justicia.

Doctor Insulza, distinguidos cancilleres y embajadores, ¿qué democracia en el mundo puede aceptar que un grupo violento sustituya la legítima justicia del Estado?

Los colombianos no entenderíamos que a uno de estos grupos se le de reconocimiento de estatus de beligerancia, que equivaldría al reconocimiento de que ese grupo ejerce justicia. ¡Por favor!

Uno de los grandes problemas que Colombia está superando es que la justicia del Estado quiso ser anulada y suplantada por la justicia privada de los terroristas. La justicia de la tortura, la justicia de la masacre. Primero las guerrillas después los paramilitares.

Un país que está haciendo un gran esfuerzo para derrotar definitivamente a quienes quisieron suplantar con la masacre y el terrorismo la justicia legítima del Estado tiene todo el derecho a pedirle a la comunidad internacional que nunca se reconozca que esos grupos ejercen justicia.

La masacre no es justicia, y en el Estado democrático la única justicia aceptable es la justicia legítima del Estado.

Reinserción

Queremos agradecer inmensamente a la OEA su apoyo a nuestros planes de reinserción.

Esta tarde, con la Fundación Confianza en América, con el apoyo de empresa privada y la coordinación del doctor José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA, se firmaba un nuevo acuerdo para continuar la cooperación de la OEA con nuestro proceso de reinserción.

Nosotros encontramos en 2002, 60 mil terroristas, se han reinsertado 48 mil. Recordemos aquel viernes santo de 1998, cuando se daba un paso fundamental en el proceso de paz de Irlanda. Se dio al mundo la noticia de que desde los años 1920 hasta 1998 habían sido asesinados por ese problema 3 mil 200 irlandeses.

En esta ciudad de Medellín solamente en un año llegaron a asesinar 5 mil personas.

Cuando miramos grupos terroristas de otras latitudes, antiguas guerrillas de nuestros hermanos latinoamericanos, vemos cifras que al compararlas muestran la dimensión de nuestro terrorismo.

Un grupo terrorista en Europa tenía 118 líderes, integrantes activos, otro 200, una guerrilla latinoamericana 3 mil 500, otra 2 mil 400. Nosotros hemos enfrentado 60 mil terroristas.

Los procesos de reinserción en el mundo nos hablan de complejidades, porque en un país han debido enfrentar 3 mil personas, en otro reinsertar 2 mil 400, en otro 700 personas, aquí hasta la fecha estamos reinsertando 48 mil.

La cifra, la comparación de la cifra, da una idea, apreciados delegados y cancilleres y doctor Insulza, de la dimensión del problema que estamos superando.

En los años 90, cuando se adelantaros procesos de paz en Colombia, se reinsertaron 4 mil integrantes de guerrilla, en nuestro Gobierno se han reinsertado más de 12 mil guerrilleros y en total 48 mil integrantes de grupos terroristas.

Muchas gracias a la OEA por su resuelta decisión de ayudarnos en la vigilancia y monitoreo de este proceso, de ayudarnos en la reinserción.

Ley de Justicia y Paz

La reinserción actual se hace bajo la regencia de una ley, la Ley de Justicia y Paz, aprobada en medio de la controversia, hoy bastante legitimada por sus primeros resultados.

La primera en Colombia, en el continente, en estos procesos de paz del mundo, que exige verdad, justicia y reparación.

En el pasado hubo impunidad para los delitos atroces. Guerrillas que asociadas con el narcotráfico incendiaron la justicia colombiana, produjeron la masacre de los magistrados, recibieron el beneficio del indulto y un sincero perdón del pueblo colombiano, que les ha permitido aspirar con éxito a las más altas posiciones del estado.

En nuestra Ley de Justicia y Paz no hay indulto ni amnistía para el delito atroz, se exige la verdad y la entrega de todas las riquezas para reparar a las víctimas.

Todos los bienes, que por ejemplo ahora los extraditados acuerden entregar en sus relaciones con la justicia de los Estados Unidos, deben dedicarse también a reparar las víctimas en Colombia.

Hemos producido recientemente un decreto que reglamenta el proceso administrativo de reparación de víctimas, y esperamos recogerlo en una Ley de la República en las semanas que vienen.

Las víctimas que hasta ahora han aparecido, representarán para el Estado colombiano, en los años que vienen, un costo de reparación superior a los cuatro billones de dólares.

En el pasado, los grupos que se reinsertaron no repararon a las víctimas ni confesaron la verdad. Aspiramos que nuestra severidad en el desmonte en el paramilitarismo sirva como antecedente para el momento cuando el ELN y las Farc decidan definitivamente hacer la paz, se les trate también con un marco que equilibre la justicia, la reparación y la verdad.

Las guerrillas nacieron, en su fase marxista, con el propósito de ampliar la democracia colombiana y de mejorar la situación social del país. A medida que las instituciones colombianas fortalecieron y ampliaron la democracia, las guerrillas que lo habían pedido en la víspera se comportaban como los sicarios que asesinaban a los alcaldes de elección de popular, a los titulares de los poderes de la ampliación democrática.

Estos terroristas pidieron como condición para negociar, que aquí se respetara eficazmente la oposición política. Habíamos sufrido el exterminio de un partido de oposición, la Unión Patriótica.

El tema tiene que analizarse en toda la dimensión. Hubo dos errores: por supuesto, al Estado le faltó eficacia en la protección de integrantes de la Unión Patriótica, y un error que no podemos dejar que se repita, muchos de los integrantes de ese partido hacían política, llegaban al parlamento y se mantenían en actividades terroristas; practicaban la combinación de las formas de lucha.

La democracia no es combinable con violencia.

Por eso, apreciados delegados, pedimos respetuosamente a los países hermanos que miren el fenómeno del terrorismo guerrillero, que pretende seguir combinando el terrorismo con la política.

Y no solamente quieren combinar el terrorismo con la política doméstica, sino el terrorismo con la política internacional. Quieren engañar a nuestros países hermanos, abriendo caminos de relaciones internacionales, cuando en una organización democrática como la del continente está totalmente proscrita la combinación de la política y el terrorismo.

No hay paramilitarismo

Hemos superado el paramilitarismo. ¿Qué lo causó? La reacción a la guerrilla y el descuido estatal. ¿Qué lo sostuvo? El narcotráfico.

¿Por qué digo que hoy no hay paramilitarismo en Colombia? Porque el término surgió para denominar las bandas criminales cuyo propósito era enfrentar a la guerrilla.

Si ustedes recorren este país, encuentran que todavía subsiste narcotráfico, bandas criminales, reinsertados reincidentes -a lo cual me voy a referir en unos minutos- pero no hay grupos privados de criminales cuyo propósito sea combatir a otros criminales.

El Estado colombiano ha recuperado el monopolio que nunca debió perder: el monopolio de combatir a los criminales.

Han reincidido tres mil personas de los desmovilizados. Así como ha habido generosidad con la desmovilización, también hay todo el rigor con la reincidencia.

Si restamos los que han sido conducidos a la cárcel por nuestras fuerzas institucionales, y los que han sido dados de baja por nuestras fuerzas institucionales, deben quedar en acción violenta 500 reinsertados que reincidieron.

Hay toda la severidad para combatirlos.

Una reincidencia de tres mil, en una desmovilización de 48 mil, parecería una cifra relativa baja, pero tres mil delincuentes bien armados son un peligro inmenso para cualquier sociedad.

La guerrilla, en lugar de hacer contribuido a una democracia que el pueblo colombiano siempre ha profundizado, ha asesinado a sus actores.

El resultado social fue de enriquecimiento de los guerrilleros por el narcotráfico, y de empobrecimiento del pueblo colombiano. Su resultado social es elocuente.

En pocos años este país llegó a un 20 por ciento de desempleo, a un 60 por ciento de pobreza. Se generó un desplazamiento interno de dos millones de personas, y otro de cifra parecida hacia la comunidad internacional.

Algunos de nuestros vecinos y hermanos, como Ecuador, han sido receptores de ese desplazamiento hacia la comunidad internacional, causado por estos terroristas. Lo reconocemos.

Estamos haciendo todo el esfuerzo para que se elimine el desplazamiento. Y tenemos toda la voluntad de buscar mecanismos para ayudar a países hermanos y vecinos en las obligaciones que han cumplido con colombianos desplazados.

Nada sirvió. Hemos eliminado el paramilitarismo, la guerrilla lo exigía como condición para negociar, y hoy guarda silencio. La retamos a que negocie, ya que se ha cumplido la exigencia que proponían de la superación del paramilitarismo.

Nada sirvió. Colombia, en un proceso paulatino ha ampliado profundamente esta democracia, y la guerrilla no ha querido negociar.

Nada sirvió. La Seguridad Democrática ha demostrado su eficacia para proteger la oposición política, aquello que tanto pedía la guerrilla, y la guerrilla, por su naturaleza terrorista, no negocia.

Hemos enfrentado, gracias a la Ley de Verdad, Justicia y Reparación, y a nuestra política de Seguridad Democrática, un proceso que ha puesto al descubierto relaciones de la política con el paramilitarismo, y que pondrá al descubierto lo que se escondió en el pasado: las relaciones de la guerrilla con la política.

Estos crímenes fueron cometidos, en su inmensa mayoría, antes de nuestro Gobierno. La mayoría de los parlamentarios vinculados, eran parlamentarios antes de nuestro Gobierno.

Nosotros hemos fortalecido la justicia con presupuesto, con la reforma constitucional que introdujo el Sistema Acusatorio y la oralidad en el procedimiento penal, pero no hemos cambiado las instituciones.

La impunidad del pasado, tornada en más afectividad de justicia hoy, es un proceso cumplido sin cambiar instituciones. Tenemos las mismas cortes, los mismos fiscales, casi los mismos magistrados, los mismos jueces, las mismas instituciones con el cambio anotado.

¿Por qué en pasado había impunidad y ahora hay eficacia en la justicia? Porque se ha presentado un gran fenómeno: la Política de Seguridad Democrática ha logrado que en un país en el cual primaba el miedo a los terroristas sobre el respeto a las instituciones, hoy brille el respeto a las instituciones y se marchite el temor a los terroristas.

Protección a sindicalistas

Tenemos especiales grupos de protección de acuerdo a nuestra Seguridad Democrática, los periodistas, los maestros, los líderes sindicales.

Colombia sufrió años en los cuales fueron asesinados 15 periodistas. El año pasado uno sólo, grave. La Justicia, que es independiente del Ejecutivo, estimó que las causas no tenían que ver con su actividad periodística. Este año no se han presentado casos, y los periodistas están hoy menos amenazados gracias a la Seguridad Democrática.

Ustedes encuentran un país de plenas libertades.

Los sindicalistas -y lo digo no solamente al oído de nuestros países hermanos y vecinos, de todos los integrantes de la Organización de Estados Americanos, del Congreso de los Estados Unidos- en este país, en años anteriores a nuestro Gobierno, llegaron a asesinar a 250 líderes sindicales. Todavía nos asesinan, no estamos contentos, queremos llegar a cero casos, pero hemos reducido eso a 25 casos, 60 casos, y todo caso nos martiriza. Nuestra lucha es para tener cero casos.

Y bajo los auspicios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), avanzamos en un acuerdo de la Justicia, el Gobierno, los trabajadores y los empleadores para superar la impunidad. Ya hay 113 personas en la cárcel, acusados de haber cometido crímenes contra líderes de los trabajadores.

Es bueno estudiar las causas. Las guerrillas de los años 60 y 70 importaron a este país la tesis de la combinación de todas las formas de lucha. Asesinaban y penetraban el movimiento obrero; secuestraban y penetraban la política; masacraban y penetraban el movimiento estudiantil. Y crecían, y se les tenía consideración y no se les combatía con continuidad. Y engendraron la reacción igualmente cruel del paramilitarismo, que vino con la misma práctica, la que se ha puesto al descubierto en este Gobierno, de penetración de instituciones.

Y el paramilitarismo empezaba a matar líderes sindicales acusándolos de ser colaboradores de la guerrilla, y la guerrilla mataba líderes sindicales acusándolos de traidores que se habían pasado al paramilitarismo.

Nuestro compromiso del alma, expresado desde nuestra primera campaña como una manifestación clara a la Seguridad Democrática, es lograr que en este país, donde hubo años con 35 mil asesinatos, el año pasado 17 mil, tuvimos tasas de 68 por 100 mil habitantes, el año pasado 36, confiamos que este año no supere 30, todavía muy alta, no estamos contentos, hacemos todos los esfuerzos.

Confiamos que este país pueda decir en el algún momento que aquí no se asesina a los líderes de los trabajadores, que no se secuestra a los empresarios. Tuvimos años de más de 3 mil secuestros.

Cuando empezó nuestra política de Seguridad Democrática, los colombianos se volcaban a las calles y se daba la impresión de que una comunidad estaba encontrándose con un regocijo colectivo, producto del hallazgo de la libertad.

Todavía el año pasado sufrimos 270 secuestros, especialmente en comunidades remotas, todo esto ha sido financiado por el narcotráfico.

Lucha contra el narcotráfico

Queremos un apoyo efectivo de todos ustedes para que derrotemos el narcotráfico. El Plan Colombia, que hemos desarrollado con los Estados Unidos, no tiene factor algunos de hostilidad con pueblos hermanos. El único objetivo es derrotar aquí el narcotráfico que sustenta el terrorismo, y que es una amenaza para los países hermanos.

Avanzamos en la fumigación y proporcionalmente más en la erradicación manual. Introdujimos hace pocos años la erradicación manual, y este año, manualmente, debemos erradicar 100 mil hectáreas.

Este país, esta ciudad de Medellín si que conoce el periplo del narcotráfico.

Primero se decía: “No, si Colombia no produce, Colombia se beneficia del tráfico”. Aparecieron 5 mil hectáreas, y la Policía estima que si las mediciones que dieron lugar al Plan Colombia se hubieran hecho en todo el territorio nacional con rigor, habrían aparecido en el año 2000 alrededor de 400 mil hectáreas de drogas ilícitas.

Se decía: “Eso no es problema, es que en Colombia no hay consumo”. Hoy enfrentamos el problema de aproximadamente un millón de consumidores. Es un factor de generación de violencia infantil, de destrucción de hogares.

Esta experiencia dolorosa de Colombia debe ser tenida en cuenta en todo el vecindario. No podemos ocultar nuestra preocupación por el crecimiento del consumo de drogas ilícitas en muchos de los países miembros de la OEA.

Creemos que no podemos aflojar los resortes de la penalización. Es menos difícil prevenir y rehabilitar cuando hay rigor en la penalización, que cuando éste está ausente.

Incluso aquí estamos luchando -y no hemos podido obtener las mayorías en el Congreso- para penalizar las dosis personal, porque no se entiende que un país que ha puesto tantas víctimas por esta lucha, que un país que está haciendo estos esfuerzos para derrotar a los narcotraficantes, pueda ser permisivo con el consumo, a través de la despenalización de la dosis personal.

Allí hay un problema jurídico y de ética política. La política exige, para ser ética, que haya proporcionalidad, y la proporcionalidad está rota, cuando de un lado se exige todo el rigor para extraditar y confiscar, y de otro lado se niega la posibilidad de la sanción a la dosis personal.

La Seguridad Democrática es un pilar de confianza en Colombia, la inversión es otro, y la cohesión social tiene que ser el gran legitimante.

Responsabilidad social

Tuve oportunidad de expresar ante muchos de ustedes, hace dos noches, cuando se clausuraba por parte de la OEA el Foro Empresarial de las Américas, nuestros esfuerzos para aumentar la tasa de inversión, para dar reglas seguras e incentivos confiables a los inversionistas, para atraer inversión privada y pública, doméstica, internacional. Explicamos que la condición es la responsabilidad social.

Responsabilidad social de los inversionistas que es transparencia en las relaciones con el Estado, en la tributación, en las concesiones, en la solución de disputas.

Responsabilidad social de los inversionistas, que es solidaridad con las comunidades en muchos temas, especialmente en materia ambiental.

Responsabilidad social que es fraternidad en las relaciones laborales. No queremos relaciones laborales de capitalismo salvaje, tampoco de odio de clases, propugnamos relaciones laborales fraternas.

En esta ciudad de Medellín celebramos el Día del Trabajo el primero de mayo, difundiendo unos magníficos ejemplos de relaciones laborales fraternas, de tránsito de egoísmo empresarial a solidaridad empresarial, y de tránsito del viejo sindicalismo ideológico de la reivindicación y de la política, al sindicalismo de participación.

La sostenibilidad de la empresa depende de la solidaridad. Eso exige toda la solidaridad de parte del empresario y toda la responsabilidad empresarial de parte del trabajador. Eso nos puede dar un gran equilibrio en esta materia.

Energía, alimentos e inflación

Nos preocupa el tema de la energía, el tema de los alimentos, el tema de la inflación.

Colombia es un país, con dificultades en petróleo y gas, pero con importantes reservas en carbón, grandes posibilidades en hidroelectricidad, en energía eólica y también en combustibles biológicos.

Comprendemos el debate mundial, por la contradicción entre alimentos y combustibles biológicos, pero no se puede ignorar el impacto del precio del petróleo en la inflación y en el riesgo de mayor miseria, por las dificultades de accesibilidad de los sectores más pobres y vulnerables a la seguridad alimentaria.

Nosotros tenemos 578 mil kilómetros de selva y 43 millones de hectáreas de sabana, solamente 5 millones en agricultura.

Sepan ustedes que aquí hay un compromiso: todo proyecto de biocombustibles -y Colombia es el segundo país del continente hoy, después del Brasil, en la materia- tiene que certificar que no afecta la selva, que no afecta la seguridad alimentaria.

Las condiciones del país permiten crecer los biocombustibles y crecer la seguridad alimentaria.

Estamos profundamente preocupados por la inflación. La inflación mundial de alimentos, de sus insumos, de sus fertilizantes, de los agroquímicos. La inflación derivada en el petróleo.

Qué difícil para los gobiernos y los bancos centrales encontrar el punto de equilibrio entre la necesidad de aumentar la producción, para combatir la inflación, y la necesidad de mantener medidas monetarias y financieras, para que la inflación no se descontrole.

Política social

Nuestro gran legitimante, es el esfuerzo en política social. Nuestro gran compromiso con los jóvenes es la Revolución Educativa permanente.

Teníamos la educación básica con una cobertura del 78 por ciento, está en el 94 (por ciento). Aspiramos llegar en el año 2010 al ciento por ciento.

La educación universitaria estaba en el 22 (por ciento), su cobertura se encuentra en el 30, aspiramos llegar al 34 (por ciento).

Tenemos un instituto de formación vocacional, el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), que en un año como éste capacita 6 millones de colombianos.

Estos son logros, pero es mucho más lo que nos falta.

Millón y medio de familias pobres reciben un subsidio para garantizar la educación y la nutrición de sus hijos. Este año dedicamos 70 millones de dólares, como contribuciones a los colegios públicos, adicionales a los presupuestos ordinarios, a fin de garantizar la gratuidad educativa para los sectores más pobres.

Estamos logrando en inversión educativa el 5 por ciento del Producto (Interno Bruto). Además de nuestras dificultades para financiar la seguridad.

Creemos que uno de los factores de inclusión social en nuestro continente y en nuestro país, es la falta de acceso de los sectores más pobres al crédito institucional.

Hemos implementado un programa que lo denominamos Banca de Oportunidades, que vincula al sector privado y al público, a las fundaciones, a la comunidad internacional, ha sido muy apoyado por el Banco Interamericano de Desarrollo, y ha logrado que los recursos de crédito a los microempresarios, en saldos, hayan pasado de 350 millones de dólares a tres billones y medio de dólares.

Pero falta mucho. Este país tenía 23 millones de personas con seguro de salud, hoy tiene 38 millones. Aspiramos resolver todos los problemas para llegar al seguro de salud de la totalidad de los 44 millones de colombianos.

Aún tenemos en el seguro de salud de muchos sectores, carencias en planes de atención y en calidad.

No ocultamos ninguna de nuestras dificultades. Por eso justamente por todo lo que falta, es nuestro pedido de apoyo a la comunidad internacional.

La OEA es garante de la democracia

La Organización de Estados Americanos, en estos 60 años, ha sido causa determinantes para que todo el continente hubiera hecho el tránsito definitivo de dictaduras a la democracia.

Tendríamos que preguntarnos, ¿qué habría sido de ese tránsito en ausencia de la OEA?

También la OEA ha sido un seguro, pero a que no haya reversión de la democracia a la dictadura.

La carta democrática de la OEA, honra la democracia americana.

La OEA es el gran principio de integración por la seguridad, de la lucha contra el terrorismo. La OEA, es un factor fundamental en la lucha contra la corrupción.

Yo no participo de la idea de dividir al continente entre gobiernos de izquierda y de derecha. Los conceptos son obsoletos, polarizantes, tenían razón de ser cuando de Europa se importaron las tesis que le permitieron a la izquierda en muchos de nuestros países combatir a las dictaduras. Hoy que se gira alrededor de la regla democrática, eso ha quedado atrás.

Pero además, encontramos que en muchos países la izquierda es de discurso electoral y de olvido de Gobierno.

Y finalmente, cuando se da cabal cumplimiento a la regla democrática, los gobiernos de buena fe y transparentes terminan pareciéndose en los resultados, mucho más que los candidatos en la apariencia de las campañas.

Respetemos la diversidad, es la importancia de la OEA, la integración dentro de la diversidad, pero evitemos las polarizaciones.

Mucho más importante que divisiones polarizantes es el compromiso alrededor de los valores democráticos.

Exalto hoy, que la agenda temática de la OEA se ajusta plenamente a cinco valores fundamentales de la democracia. La OEA es lucha por la seguridad. La seguridad no es una postura de derecha, es también un imperativo de izquierda. La seguridad es un valor democrático y una fuente de recursos.

La OEA es garantía de libertades. Las libertades no son un sofisma de superestructura para reproducir condiciones de explotación, las libertades son un presupuesto de convivencia dentro de la diversidad.

La OEA es compromiso de cohesión social, lo que a su vez es fundamento de sostenibilidad democrática.

La OEA es garantía de que no hay abusos al interior de los pueblos, ni entre las naciones, garantía de estados con instituciones independientes, que colaboren armónicamente por los fines superiores de la sociedad.

La OEA es garantía de transparencia. En una asamblea como ésta, dedicada a la juventud, el compromiso de la transparencia es prioritario, sin ella los jóvenes no tendrán motivos de confianza, sin ella falta ese factor aglutinante de la democracia que es la confianza de los contradictores en las reglas que los rigen.

Procesos de integración

Creemos que debe haber un gran compromiso, que los procesos de integración subregionales no afecten a la OEA, al contrario, que contribuyan a fortalecer sus principios.

Si los procesos de integración subregionales llegaren a afectar a la OEA, serían procesos que restan, que feudalizan, en vez de integrar.

Si los procesos subregionales de integración son consecuentes con los principios de la OEA, suman y ayudan al cumplimiento, en todo rincón, de los principios de la OEA.

En estos años Colombia ha participado activamente en el acuerdo CAN – Mercosur. Hace seis años, algunos silenciosamente no permitían que aflorara esa posibilidad, porque le temían, y las mayorías tenían total desinterés.

Colombia ha participado en la creación de la Unión Suramericana, ha expresado una negativa, por las presentes situaciones, al Consejo de Seguridad de Suramérica.

Colombia en estos años se ha integrado al Plan Panamá – Puebla, como corresponde por nuestra situación geográfica, que nos convierte en puente entre la América del Sur, la hermana nación del Istmo, Centroamérica, y la visión de Mesoamérica.

Colombia quiere profundizar todas las relaciones con los hermanos pueblos del Caribe.

Colombia ha suscrito acuerdos de comercio con Chile, con Perú, con tres países centroamericanos, queremos hacerlo con todos los países del Caribe, hemos suscrito con Chile, con Estados Unidos -a la espera de la aprobación en el Congreso- estamos próximos a cerrarlo con Canadá.

Nos encontramos negociando tratados de protección de inversiones con Chile y con India. Para nosotros la integración comercial no es el todo, pero es parte fundamental. Creemos que debemos asumirla sin rigores ideológicos.

Quiero hacerles ésta reflexión: ningún pueblo acepta integración comercial si no se garantiza el capítulo social.

Quien crea en globalización con exclusión social, está totalmente equivocado. Los procesos de integración tienen hoy un elemento sin el cual no avanzan: las garantías sociales en favor de los sectores más vulnerables.

Los procesos de integración necesitan, también, fundamentalmente, el diálogo político, la cooperación. Es lo que algunos países de la comunidad andina estamos buscando con Europa.

Vemos en la OEA el gran ejemplo de dialogo político, de cooperación. Fortalezcamos la OEA, no permitamos que se marchite.

Colombia no ha sido ni será belicista

El diálogo político nos tiene que ayudar a superar contradicciones y dificultades.

Colombia no ha sido belicista, no lo es, no lo será. Colombia es un país amante de la regla jurídica como factor de convivencia. Colombia se ha rebelado contra 50 años de sufrimiento terrorista.

Nosotros tenemos por todos los pueblos hermanos afecto, por los territorios de los pueblos hermanos respeto. Nuestro único enemigo es el terrorismo.

Repito hoy, cuando algunos consideraron que nuestro ataque al terrorismo era un maltrato a un pueblo hermano, nosotros hemos dicho: era la defensa hoy del pueblo de Colombia, para precaver también la ofensa de ese terrorismo al pueblo hermano.

Pero no hemos tenido inconveniente en pedir perdón, y lo repetimos. Y por eso agradecemos profundamente la presencia de la señora Canciller de Ecuador.

Lo único que pedimos es que nos ayuden a vivir como ustedes viven. Aquí sentimos envidia de la buena, al ver que todos estos países hermanos que ustedes representan, no tienen el problema terrorista ni de narcotráfico que ha sufrido Colombia.

Ayúdenos a que los colombianos tengan ese motivo de tranquilidad que ustedes han tenido, apreciados representantes de los países hermanos.

La agenda por la juventud tiene que ser la agenda por la disciplina, por la educación, por el emprendimiento, tiene que ser la agenda contra el calentamiento global.

Esta lucha que ustedes encuentran en Colombia tiene una razón de ser: garantizar la felicidad de las nuevas generaciones de colombianos.

Mi generación no ha vivido un día completo de paz, no ha tenido un momento de tranquilidad.

Hoy aquí estamos adoloridos por la avalancha de la naturaleza que sepultó a muchos coterráneos, pero vivimos muchos años sin conciliar el sueño por la amenaza del carrobomba.

Trabajemos por la cohesión social, para que todos los jóvenes americanos puedan sentirse orgullosos de su continente. Los recibimos con hermandad. Cuando les pedimos ayuda, les ofrecemos solamente una reciprocidad: la fortaleza de nuestra democracia.

Un pueblo que vive en democracia, es un pueblo que tiene autoridad moral para pedirles a los gobiernos y a los pueblos hermanos ayuda para superar los factores que maltratan la democracia.

Muchas gracias por celebrar este nuevo periodo de la Asamblea en Medellín. Muchas gracias por confiar en Colombia. Muchos éxitos a todos ustedes”.

 
     
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
Imprimir