“En este campo de paradas de la Escuela José María Cordova, nos reunimos hoy para tomar el juramento de bandera a un nuevo curso recién ingresado a la Escuela, para ascender a subtenientes a quienes integran el Curso ‘General Gabriel París’ y para ascender a generales de la República a tres distinguidos oficiales de la Fuerza Aérea.
Quiero, rendir un homenaje al señor General Gabriel París, expresidente de la República, quien tanto ayudó en ese tránsito de la consolidación democrática, quien procedió siempre con prudencia, con patriotismo, con entrega total a la Nación.
Nos honra mucho, que este magnífico curso que hoy se gradúa, lleve su nombre.
Hemos ascendido a brigadieres generales a los altos oficiales Miguel Antonio Caro Cancelado, del Comando Aéreo de Mantenimiento, ascendió en el 2002 a Coronel, formado en administración aeronáutica, especialista en Gerencia, Diplomado en Gerencia, ha estudiado desarrollo, organización y planeación, gestión de mantenimiento, armamento, comandante del grupo técnico, jefe de la División Técnica, agregado aéreo en Ecuador, alumno del curso de altos estudios militares.
Al Coronel Raúl Torrado Álvarez, Brigadier General de la República, especialidad piloto, comandante, especializado en administración aeronáutica, en gerencia. Ha estudiado gestión de proyectos, contratación estatal, manejo del presupuesto; jefe de sección de procedimientos aeronáuticos, segundo comandante, comandante del Comando Aéreo de Combate número ocho, agregado aéreo en Venezuela, alumno del curso de altos estudios militares.
Ha sido ascendido a Brigadier General el hasta hoy Coronel Julio Roberto Rivera Jiménez, especializado en administración aeronáutica, jefe de la sección de proyectos especiales, estudió administración aeronáutica, gerencia, especialista en gestión pública en finanzas, magíster en Seguridad y Defensa; Coordinador de Control Presupuestal, Jefe de Departamento Financiero, Jefe de la Oficina de Planeación, Especial de Altos Estudios de Política Estratégica, Alumno del curso de Altos Estudios Militares, Jefe de Sección de Proyectos Especiales.
Ellos tres son motivo de orgullo de la Fuerza Aérea Colombiana, de esa Fuerza Aérea que tantos motivos de tranquilidad ha estado dando al país
A ellos, a sus familias, nuestra gratitud, nuestras felicitaciones.
Para servir bien ellos a la Patria, han contado en todo momento con la calidez y el apoyo de sus familias, y sus familias siempre han tenido abnegación por la Patria, privaciones por la Patria, sufrimiento por la Patria.
Muchas gracias.
Y acudimos hoy, a tomar juramento a un nuevo contingente de jóvenes de la Patria que ingresó a la Escuela, y a graduar como subtenientes a esta promoción que lleva el nombre del expresidente, Mayor General Gabriel París Gordillo.
Jóvenes subtenientes, nuestra gratitud. Nuestras felicitaciones pos sus empeños, por su disciplina, por su propósito de servir a Colombia.
Queremos distinguirlos a todos, todos son excelencia. El rigor de la Escuela califica a alguien como primer puesto, y califica los 10 primeros puestos, pero todos reciben este grado porque todos son excelencia y promesa de la Patria.
Felicitaciones a todos, al primer puesto del Arma de Caballería, el subteniente Dietrich Acero de la Parra.
Al segundo puesto de Infantería, subteniente Henry Gómez.
Al tercer puesto del Arma de Artillería, subteniente José Vanegas Franco.
Al cuarto puesto de Infantería, subteniente, Pablo Delgado Valencia.
Al quinto puesto del Arma de Ingenieros, subteniente Edison Niño Castillo.
Al sexto puesto del Arma de Caballería, subteniente Karol Eduardo Salazar.
Séptimo puesto de Caballería, subteniente Jhonatan Carrillo Naranjo.
Octavo puesto del Arma de Caballería, subteniente Diego Vargas Acosta.
Noveno puesto del Arma de Caballería, subteniente Juan Vital Sánchez.
Décimo puesto del Arma de Infantería, subteniente Ramón Serna Álvarez.
Muchas gracias jóvenes subtenientes de la Patria, nuestra fe y nuestra tranquilidad, porque las armas de la República estén portadas por ustedes.
Queridos compatriotas familiares, voy a pedirles a los queridos compatriotas familiares, que nos sentemos un momento, y que se pongan de pie unos compatriotas aquí presentes:
Misael Acero, dejemos que se pongan de pie solamente las personas que llamemos.
¿Donde está don Misael? Le ruego pasar aquí don Misael.
Doña Magally de la Parra.
Cesar Laureano Gil y Marina de Gil.
Don Leoviceldo Vanegas y doña Lucinda Franco.
Don Pablo Delgado y doña Miryam Valencia.
Los papás y las mamás de los diez primeros puestos. A ver si nos ayudan y van pasando aquí.
Gerardo Niño y Luz Nélida Castillo.
Rodolfo Salazar y doña Flor Ángela Castillo.
Adonai Carrillo y doña Amparo Naranjo
José Jacinto Vargas y doña Luz Mary Acosta
Silvio de Jesús Vital y doña Gloria Sánchez.
Don Manuel Antonio Serna y doña Luz Helena Álvarez.
Estos papás y estas mamás representan las familias. Los papás, las mamás, los hermanos, los tíos, los abuelos des esta promoción de subtenientes que hoy graduamos.
Estos subtenientes son la esperanza de la Patria, y estos papás y estas mamás son ejemplo de afecto a la Patria, por entregar el mayor amor, el del hijo, al riesgo del amor de la Patria.
A todas las familias, un aplauso lleno de afecto.
Pero la misma disciplina de estos subtenientes la tienen la mayoría de los estudiantes de las universidades colombianas.
Mientras estos subtenientes tienen toda la disciplina para servir a la Patria portando sus armas, garantizando la Constitución, reconquistando la seguridad, las mayorías de los estudiantes universitarios de Colombia son esforzados.
Muchísimos tienen que madrugar a trabajar, después irse a clase, volver a trabajar y trasnochar para rendir bien al día siguiente en la universidad y en el trabajo.
Y así como estos papás y estas mamás entregan lo mejor de sí, el amor de sus hijos al servicio de la Patria, las mamás y los papás de las grandes mayorías de los universitarios colombianos hacen un gran esfuerzo para que los hijos puedan ingresar a una universidad, para que los hijos puedan graduarse de una universidad.
Por eso, pedimos a la universidad colombiana toda la disciplina. Hemos garantizado a las universidades colombianas toda la libertad, toda la autonomía, garantizamos el más libre espíritu en investigación, la crítica, para que la universidad pueda cumplir el papel que le corresponde de examinar la problemática social, y también de retribuir a la sociedad, indicando los ajustes que diariamente deben introducirse en sociedades con pobreza y desigualdades, como las nuestras.
Nosotros somos respetuosos de la juventud, admiradores de su disciplina. Lo que no podemos permitir es que la juventud universitaria sea engañada, sea maltratada por algunas minorías.
Cuando yo veo este esfuerzo de estos subtenientes me pregunto: ¿por qué un universitario ayer se atrevió a decir en un foro de Cartagena que estaban en contra de que la ‘bota militar’ entraran en la universidad?
Cuando veo estos subtenientes de su misma generación, con esta disciplina y este rigor me pregunto: ¿hay derecho que a los integrantes de las Fuerzas Armadas de Colombia, a nuestros soldados, a nuestros policías, a nuestros oficiales, a nuestros suboficiales, se les trate como la ‘bota militar’? Eso no lo podemos permitir.
Un país que sufrió tanto al terrorismo, que todavía lo sufre, en trance de superarlo, un país que vio crecer sin límite a la guerrilla, y al paramilitarismo y al narcotráfico, tiene toda la esperanza en las Fuerzas Armadas de la nación, en su profesionalismo, en su adhesión a la Constitución, a los derechos humanos, en su patriotismo.
Por eso, en lugar de ‘bota militar’ lo que los colombianos sentimos en nuestro corazón es admiración por el heroico esfuerzo de los soldados y de los policías de la Patria.
Que jamás, que jamás se maltrate ni de palabra, ni de obra a los integrantes de las Fuerzas Armadas de Colombia.
Nosotros, que respetamos la libertad en las universidades, que respetamos la libertad de cátedra, que luchamos por una universidad masiva, que nuestro Gobierno ha pasado de tener algo más de 900 mil estudiantes a tener hoy casi millón 400 mil.
Respeto y solidaridad con la Fuerza Pública
Nosotros que hemos hecho un gran esfuerzo presupuestal para que avance la universidad pública como la universidad popular por excelencia, tenemos la autoridad moral de decir: así como respetamos la libertad en la universidad, no podemos permitir que el terrorismo irrespete a la universidad, ni podemos permitir que el terrorismo irrespete a las Fuerzas Armadas de Colombia.
Ni de palabra, ni de hecho. La semana pasada en la Universidad Pedagógica, estimulados por infiltrados, coaccionados también por gentes ajenas a la universidad, unos jóvenes que esperamos que rectifiquen, cometieron destrozos en las calles, y cuando llegó la Fuerza Publica a evitar actos vandálicos terroristas sobre la comunidad y el comercio de Bogotá, los jóvenes y quienes los incitaban se escondieron en la universidad y se dedicaron a destrozarla.
Por eso, por orden del Presidente, que tiene el deber constitucional de dirigir el orden público, la Policía entró a esa universidad.
En las últimas semanas han sido quemados policías, por actos de terrorismo alrededor de universidades. Un policía perdió un ojo, un policía en Neiva incinerado. Eso no lo podemos permitir.
Nosotros jamás entraremos a la universidad para afectar las libertades, pero siempre entraremos a la universidad para evitar el terrorismo.
Y tenemos que ser consistentes. Recuerdo una profesora de liderazgo que me decía: “La credibilidad entre la congruencia de la consistencia, depende de la competencia, depende de la solidaridad en el momento oportuno”. La competencia la da esa voluntad de estudiar problemas todos los días, de superar las limitaciones intelectuales. La congruencia la da el esfuerzo, la voluntad para proceder en la práctica como se predica de palabra. La solidaridad humana la da la capacidad de ser solidario en el momento oportuno. El momento oportuno para ser solidario con la Fuerza Pública es cuando alguien se atreve a denostar de ella llamándola ‘bota militar’, ante un auditorio de universitarios internacionales.
La oportunidad de ser solidario con la Fuerza Publica se da, cuando llegamos la semana pasada al Comando de la Policía de Bogotá a saludar a los policías que habían sido quemados con ácidos que arrojaron unos jóvenes, quienes estaban detenidos, y confrontamos con argumento esa noche en el Comando de Policía de Bogotá.
Y la consistencia se da con la capacidad de defender a la Fuerza Pública en sus cuarteles, en sus ceremonias y también en otros auditorios, en todos los auditorios, como nos correspondió ayer con orgullo por los soldados y policías de la Patria, ante el auditorio del Congreso de Universidades que estaba con la asistencia de la Unesco en Cartagena.
Una Fuerza Pública a la que tanta gratitud le debemos, exige y merece todo el respeto; una Fuerza Pública que está derrotando el terrorismo, que la encontramos en la primera línea de la solidaridad cuando llegamos a Quetame, a la ladera cundinamarquesa, la gente afectada por el temblor de tierra y sus estragos, expresa gratitud por la diligencia de la Fuerza Pública para socorrerla.
Lo mismo se advierte en La Dorada, en Puerto Salgar, en Puerto Boyacá, en Simití, en el bajo Magdalena, en Achí, en La Mojana. Ni qué decir en la ciudad de Medellín con los 27 muertos que causaron los aludes de las torrenciales lluvias. La Fuerza Pública en la primera línea de la protección solidaria de la ciudadanía.
Una Fuerza Pública que está liberando a Colombia del terrorismo, merece todo nuestro respeto y merece toda nuestra gratitud.
Pido a los universitarios de Colombia pensar que mientras ellos están en un salón de clase, sus padres están haciendo un esfuerzo para que ellos puedan estudiar.
Los soldados y policías de la Patria están haciendo un esfuerzo para que las nuevas generaciones de estudiantes puedan vivir felices en Colombia. Que la universidad sea crítica, científica y de masas, pero que la universidad no sea violenta.
Este es un buen debate de la hora, es un buen motivo de reflexión para todos los compatriotas.
Campeones mundiales de heroísmo
Y al hacer hoy esta graduación, y al registrar este ascenso a brigadieres generales, expreso en nombre de todos los colombianos nuestra gratitud a la Fuerza Pública por los logros, a sus comandantes, al señor Ministro. El país ha venido recibiendo buenas noticias.
Hace seis años algún paisano me decía: “Hombre Uribe ¿para qué vas a buscar la Presidencia?, aquí no hay nada que hacer, esto está perdido por ese terrorismo”. Lo que pasa es que ese paisano no sabía la calidad de heroísmo que en los soldados y policías de la Patria iríamos a encontrar, para poder hacer posible lo que muchos creían como quimérico e inalcanzable.
Cuando me vuelva a encontrar con ese paisano, de regreso a la comarca, le diré: ‘fue posible paisano, pero fue posible por una cosa que tú no sabías, y que probablemente yo no medí en su extensión: la Fuerza Pública de la Patria tiene el campeonato mundial de heroísmo’.
Y hay que continuar esta tarea. El terrorismo es muy mala semilla. Los agricultores saben que en las tierras estériles germinan unas malezas difíciles de erradicar. En una tierra ácida, erradicar el mortiño, el salvión, el rabo de zorro, es muy complicado. El campesino organiza el surco, se va a dormir, cree que quedó ya limpio de malezas, pero si no repasa y pule al día siguiente, la maleza se vuelve a apoderar del surco.
¡Qué maleza tan brava este terrorismo!, ¡cómo ha afectado el surco de prosperidad de Colombia!, pero la vamos a erradicar totalmente, señor Ministro (de Defensa), señores comandantes, para que el surco de prosperidad de Colombia le de felicidad a esas nuevas semillas, que son las nuevas generaciones de compatriotas.
A nosotros una victoria no nos envanece, a nosotros una victoria nos da fuerza para buscar la victoria mayor que algún día, no muy lejano, se va a encontrar, para que esta Patria descanse del terrorismo.
Miren: los logros son victorias en el camino, son fuentes que irradian energía a los soldados y policías para lograr la victoria final.
Por eso, una noticia que se dio recientemente, debemos también abundar en algunos detalles. Allí se aplicó aquel principio ‘a Dios rogando y con el mazo dando’.
Nuestro Señor ayudó a la Fuerza Aérea y al Ejército, Nuestro Señor se puso a mirarlos y dijo: ‘Colombia ha sufrido muchos años el terrorismo, esta Fuerza Aérea, este Ejército, estas Fuerzas Armadas de Colombia son abnegadas y heroicas, merecen la victoria’, que Dios la concede a la constancia, como lo decía nuestro Obispo Castrense, Monseñor (Fabio) Suescún Mutis.
Y entonces Nuestro Señor dijo: ‘yo les voy a ayudar’. Y ayudó. Y por allá, un jefe terrorista, majo y tieso, y bien vestido y descansado, y en un ambiente de vacaciones como lo registraban las cámaras, probablemente disfrutando vacaciones más allá de las fronteras, salía muy compungido a dar el certificado de defunción del personaje.
Lo que no dio fue el parte médico. Faltó el parte médico, que es importante que los colombianos todos lo conozcan.
En los últimos tres meses, antes de esa defunción, hubo una acción médica contra el terrorismo de gran importancia: sobre esa área campamentarea hubo 31 operaciones, se lanzaron 296 bombas, con toda constancia se destruyeron más de 70 objetivos, 66 campamentos, una central de comunicaciones, una emisora.
Y entonces, el de arriba vio que había constancia, abnegación, dedicación a la Patria, y dijo: ‘les voy a ayudar’, y ayudó a producir el resultado.
Y vamos a seguir en esa tarea. Y algunos me preguntan: ‘¿Presidente y el diálogo? ¿Presidente y la paz?’. La paz no nace de teorías sofisticadas que en época de campaña se lanzan, sobre las maneras como deben conducirse los acuerdos de paz. La paz nace de una tarea simple, elemental y patriótica: el ejercicio democrático de la autoridad, la energía de la Fuerza Pública, como lo dijera el Libertador en su bella Carta a la Convención de Ocaña.
Diálogo, pero con seguridad
No nos dejemos engañar. Vendrán algunos con larguísimas teorías, con refinadas teorías, con sofisticas elucubraciones a hablar del diálogo, y mientras tanto, entonces, se correrá el riesgo que se desmotive la Fuerza Pública, se pierda la masa crítica, la dinámica inercial ganada para recuperar la seguridad, y peleche de nuevo esa maleza invasora del terrorismo.
Nuestro proyecto de paz nace de la seguridad, del respeto a la Constitución, nuestro proyecto de paz nace del apoyo a la Fuerza Pública, a un concepto democrático de seguridad adherido a los derechos humanos. Y tenemos toda la voluntad de paz. Lo que pasa es que no podemos dejar que a Colombia se le engañe en nombre de la paz.
Nosotros tenemos el oído atento. Cuando haya cualquier vibración a favor de la paz, estos integrantes de estos grupos terroristas saben que estamos dispuestos a negociarla, a mirarla, a lograrla en cinco minutos, eso sí, sin tentaciones de engaños, con más voluntad y menos teoría, con determinación de paz y menos actitud de dilatar a través del diálogo, que mientras entretiene a algunos, lo que hace es desmotivar a al Fuerza Pública.
Diálogo sí, pero amparado en seguridad; diálogo sí, pero sincero, sin engaños; diálogo sí, pero con teoría simple, con resultados concretos e inmediatos. Qué más voluntad de paz que la que ha tenido la Nación.
En este Gobierno, en nombre de la seguridad, se han desmovilizado 48 mil terroristas. Se les trata con generosidad, se les invita a la rectificación total, se les ofrece el perdón. Eso no lo registra país alguno en el mundo.
Un proceso de paz de Centroamérica hablaba de 7 mil, el otro de 3 mil, el otro de 2 mil 400. En Colombia, en toda la década de los 90, se desmovilizaron 4mil, en este Gobierno 48 mil.
Que la guerrilla diga si quiere la paz, que nosotros estamos listos. Que no nos engañen. Primero dijo que haría la paz cuando Colombia aprobara la elección popular de alcaldes y gobernadores. Se aprobaron ambas, y entonces lo que hizo la guerrilla, que después le enseñó al paramilitarismo, fue presionar gobernadores, asesinar alcaldes, penetrar y corromper instituciones.
La guerrilla dijo que si se daba protección política a la oposición, haría la paz. Primero cometieron el error de estafar la democracia: con la Unión Patriótica combinaron las formas de lucha, mandaban unos guerrilleros al parlamento, mientras seguían siendo guerrilleros, y a otros que entraban de buena fe a ese partido, los engañaban. Y vino esa tragedia, en la cual también tuvo culpa el Estado por falta de denuncia oportuna, y por falta de protección eficaz.
No queremos que eso se repita. Si la guerrilla va a hacer la paz, que la haga, pero que no nos combine el partido clandestino de la política con la acción terrorista en la que insiste casi todos los días.
Otro día dijeron que si se desmontaba el paramilitarismo harían la paz. Lo hemos desmontado. En Colombia se ha recuperado plenamente el monopolio del Estado para combatir grupos violentos. La palabra paramilitar se utilizó para señalar bandas privadas criminales cuyo objetivo era combatir grupos ilegales.
Hoy, el Estado ha recuperado el monopolio para combatir grupos ilegales. De los reinsertados han reincidido 3 mil; se mantienen en la reincidencia 500; las famosas bandas emergentes con combatidas duramente por el Estado.
Ni qué decir los éxitos recientes de la Policía Nacional contra los ‘Mellizos Mejía Múnera’, los éxitos del Ejército y la Policía contra integrantes de esas bandas emergentes que se asocian con la guerrilla para el negocio del narcotráfico.
Hoy están unidos. Esa alianza perversa nos da una razón adicional para decir que se ha acabado el paramilitarismo. ¿Entonces, por qué la guerrilla, que hoy sabe que hay protección eficaz para la oposición política, que hoy sabe que no hay paramilitarismo, por qué no hace la paz?
Por qué la guerrilla, que hoy sabe que en Colombia el Gobierno le garantiza la seguridad aún a sus más duros adversario, el Presidente de la República, con el señor Ministro (de Defensa) y los Altos Mandos, todos los días nos preocupamos por la seguridad de aquellos que maltratan nuestra honra, de aquellos que denigran del país, incluso de aquellos que utilizan su estatus de parlamentario para hacer la apología del terrorismo, y sin embargo nosotros les garantizamos la seguridad para dar ejemplo de un concepto democrático de seguridad, para que quede como precedente ante el futuro del país.
La guerrilla debería mirar eso, ¿o es que lo que nos dijo fue un engaño?
La guerrilla debería mirar que no hay paramilitares hoy en Colombia, ¿o es que aquello que nos pidió, de que se desmontara el paramilitarismo y haría la paz fue un engaño? Tienen que escoger entre hacer la paz, o intentar seguir engañándonos, que no lo lograrán.
¿O es que quieren simplemente jugarle desde el terrorismo, a gobiernos que hagan cogobierno con el terrorismo?, eso no lo va a permitir Colombia.
Aquí no hay un tema de perpetuar a Uribe, pero sí de proyectar en el largo plazo la Seguridad Democrática y la confianza en Colombia, como confianza en lo social, como confianza en lo económico.
Eso no lo van a lograr. Algunos me dicen, es que están escondidos, escondidos esperando Presidente que pasen dos añitos, que se acabe su Gobierno para volver ellos con las suyas. Pues no van a volver con las suyas, porque nosotros vamos a seguir con los nuestros.
Y los nuestros son, no nombres propios como el del Presidente de la República, sino compromisos del alma, como el compromiso de la Seguridad Democrática, el compromiso de la confianza en Colombia, el compromiso de la lucha por la cohesión social, que es la lucha por la igualdad, y la lucha por la superación de la pobreza.
Si hay que seguir con toda la fortaleza, esa es tradición de hace pocos días, se hizo porque la paz no se puede dejar estafar, porque la paz es en serio, porque la paz en este Gobierno ha tenido un origen serio, que es una política de seguridad seria, y no puede tener un resultado falto de seriedad.
El General (Óscar) Naranjo, Director de la Policía me recordaba esta mañana en la Escuela General Santander, que desde que ocurrió esa extradición se ha acelerado la verdad, y muchas personas han llegado a decir dónde tenían escondidos los bienes, y eso nos ha permitido agilizar incautaciones para que rápidamente alimenten el fondo de víctimas, y podamos reparar a todas las víctimas, digo yo medianamente, porque por mayor que sea la reparación, no deja de ser un consuelo. Siempre quedará un dolor, dolor sin odios, pero siempre quedará un dolor, por todo lo que nos ha hecho sufrir este terrorismo.
Hay que seguir con toda la fortaleza.
Por eso, desde esta escuela, al ascender hoy a tres generales de la República, al graduar hoy una nueva promoción de subtenientes, al tomar juramento de bandera a un nuevo curso de la Escuela José María Córdova, invito a mis compatriotas a no desmayar.
Durmamos pidiéndole a Dios toda la fortaleza, para amanecer con toda la disposición para lograr la prosperidad de Colombia.
Estos subtenientes labrando la prosperidad de la seguridad, los generales ascendidos hoy, labrando la prosperidad de su conducción militar.
Los colombianos que trabajamos en otros oficios, cumpliendo con ética, sin limitaciones de horarios, sin pereza, nuestros deberes. Hay una gran coalición triunfante, y triunfará porque todos los días es mejor recibida en el corazón del pueblo.
La coalición de la Constitución, de las Fuerzas Armadas de Colombia, del pueblo, el pueblo que ha aportado sus hijos a esas Fuerzas Armadas de Colombia, como la gran contribución a la prosperidad de Colombia, para que vivan felices las nuevas generaciones de colombianos.
Felicitaciones Ministro (de Defensa), felicitación General Padilla, felicitación señores generales y admirantes, comandantes de fuerza y Jefe de Estado Mayor Conjunto, felicitación señor General Director de la Policía, toda nuestra esperanza y nuestra felicitación subtenientes.
Compatriotas, a ustedes muchas gracias. Trabajando con amor por Colombia, Dios ayudará el progreso de Colombia”. |