Palabras del Presidente Álvaro Uribe al clausurar el Quinto Foro del Sector Privado, organizado por la OEA

 
Mayo 30 de 2008 (Medellín - Antioquia)
 
 

“Nuestra inmensa gratitud a la Organización de Estados Americanos, por celebrar esta importantísima Asamblea en Colombia, y particularmente en la ciudad de Medellín.

Nos honra y es un acicate para que esta ciudad, sus gentes, el pueblo colombiano, sigan adelante en la tarea de buscar la prosperidad, el equilibrio social, la superación del terrorismo.

Muchísimas gracias al sector empresarial por este gran esfuerzo de unidad de esa gran fuerza de construcción del continente, que es el empresariado.

Muchísimas gracias a todos ustedes, distinguidos empresarios.

Muchísimas gracias al Secretario de la OEA (Organización de Estados Americanos), el Doctor José Miguel Insulza, por haber abierto este espacio de diálogo con el sector privado, que es un hito en la historia de la Organización de Estados Americanos. Por su permanente ayuda a Colombia.

Cometí el error ahora de preguntarle si había venido a Medellín. Me traicionó la memoria, porque aquí estuve con él, hace poco.

Él visita frecuentemente a Colombia, revisando cada uno de los programas de la Organización de Estados Americanos en nuestro país, y ayudándonos por ahí a colombianos y a nuestros hermanos vecinos en algunas dificultades que hay que superar.

Muchas gracias, apreciados empresarios del continente, por asistir a este foro en Medellín.

Esta es una ciudad bien importante. Está a 600 kilómetros del Caribe, con una carretera de muchas dificultades. Y está en línea recta cerca del Pacífico, pero sin vías de comunicación.

En medio de esta montaña ha existido aquí un gran empuje empresarial, que se debe a sus gentes.

Este foro es un homenaje al empuje del empresariado antioqueño, que ha vencido tantas dificultades. La dificultad de la localización geográfica, la dificultad de la incomunicación, y tantos años de violencia, que se están superando y que tendremos que superar definitivamente.

Y muchas gracias por el tema fundamental de convocatoria de esta Asamblea: ‘La responsabilidad del continente frente a la juventud’.

Para Colombia, la OEA es fundamental. Advertimos que en todos los procesos de integración, ninguno puede pretender superar la OEA ni derogarla. Es la manera de integrar a todo el continente.

Además, colombianos eminentes –primero, el ex Presidente Alberto Lleras Camargo, y, después, el ex Presidente César Gaviria–, han contribuido durante lapsos bien importantes al fortalecimiento de la Organización de Estados Americanos.

La confianza y sus tres pilares

Permítanme contarles qué piensa el actual Gobierno de Colombia sobre este país, con cuya visita ustedes nos honran.

En el vértice superior, de la manera como concebimos este país, hemos escrito la palabra ‘confianza’, sustentada en tres pilares: seguridad desde la democracia, confianza inversionista desde la responsabilidad social, y construcción de cohesión social desde las libertades.

Si hay confianza, se fortalecen los pilares. Una relación vertical de arriba abajo.

Pero si se fortalecen los pilares, hay más confianza. O sea que es vertical, pero en ambos sentidos.

Y por supuesto, sin seguridad no hay inversión. Y sin inversión, es imposible la prosperidad para superar la pobreza y construir equidad.

Y si no se construye equidad, se crea odio contra la inversión, no se legitima. Y si no se construye equidad, entonces tampoco se legitima la seguridad.

Por eso también en la parte horizontal encontramos una relación mutua y recíproca entre cada dos de los tres pilares, y entre los tres.

Hace algunos años preguntábamos a los universitarios colombianos: ¿ustedes quieren irse de Colombia? Y la inmensa mayoría levantaba las manos, diciendo: sí.

Pero preocupaba más cuando se formulaba la segunda pregunta: ¿ustedes quieren irse del país definitivamente? Y contestaban: sí.

En muchas regiones colombianas, los ciudadanos habían perdido su fe y su credibilidad en las instituciones del Estado. Lo ignoraban. Había una total indiferencia frente al Estado.

Unos estaban sometidos a la guerrilla, otros a los paramilitares, y otros, como esclavos, tenían que compartir amos.

Y además muchos ciudadanos querían resolver su problema por sus propios medios, sin apelar a las instituciones.

Por eso hemos pensado que la palabra clave para guiar una acción de Estado en Colombia hoy es ‘Confianza’, que no excluye la deliberación ni mucho menos contradicción, que son de la esencia de la democracia.

Seguridad Democrática

La SeguridadDemocrática.¿Por qué democrática? Y eso marca la diferencia con otros procesos del continente. Porque el continente vivió, en la doctrina de la seguridad nacional, vivió luchas contra el terrorismo desde las dictaduras. Vivió la funesta experiencia de que no se sabía cuál violencia era peor, si la insurgente contra el Estado o la del Estado contra la ciudadanía.

Esa experiencia nos llevó a definir muy bien que el proyecto nuestro de seguridad tiene que ser democrático, para todos los colombianos.

A diferencia de la época de la doctrina de la seguridad nacional en otros países del continente, nuestro concepto democrático de seguridad no es para censurar las libertades, en nombre de la seguridad, sino para protegerlas frente a la violencia.

No es para afectar el disenso, en nombre de la seguridad, sino para fortalecer el disenso argumental y derrotar la desnaturalización del disenso, que es la violencia y el terrorismo.

Nuestro proyecto de seguridad es para amigos de las tesis del Gobierno y para opositores de las tesis del Gobierno. Es para empresarios y trabajadores.

Nuestro proyecto de seguridad nos ha llevado también a que el país esté abierto a la vigilancia internacional. Rogaría a ustedes guardar este punto en su mente.

Muchos países, para enfrentar amenazas de violencia, se cerraron a la vigilancia internacional. Nosotros tenemos una rigurosa vigilancia internacional.

Aquí entran las Ong’s de toda orientación ideológica, casi sin pasaporte. El único riesgo que corren es tener un debate con el Presidente de la República. La única queja que han podido presentar, en estos años, es que el Presidente de la República, en algunos discursos, es duro con ellas. No han podido decir más nada. Y esto es importante que lo conozca el continente democrático.

Hemos mejorado en seguridad, pero nos falta mucho. El tema es de perseverancia, sin triunfalismo y sin reversa. Tengo la certeza de que vamos a perseverar en esta tarea, para que las nuevas generaciones de colombianos puedan vivir felices.

Ayuda para derrotar el terrorismo

Aquí veo a muchos amigos de mi generación, todos de esta ciudad, que no hemos vivido un día completo de paz. Crecimos oyendo los carros bombas, enterrando a amigos y viendo llevar a otros a la cárcel. Eso no es lo que queremos para las nuevas generaciones.

Quiero, en este punto de la seguridad, pedirles apoyo a todos los países del continente.

Una reflexión a aquellos que han tenido discusiones con nosotros: ayúdennos.

Cuando pienso en los países hermanos y vecinos, siento envidia, de la buena, porque no tienen terrorismo. No tienen esta violencia contra la democracia, que simplemente es terrorismo.

Que nos ayuden a nosotros, que todos aislemos a los grupos terroristas de Colombia, que quieren seguir haciendo daño.

Que nuestros hermanos nos ayuden, nuestros hermanos de la comunidad internacional, los países vecinos, a que los colombianos vivamos sin violencia, sin terrorismo.

¿Y qué les ofrecemos? Democracia, libertades.

Cuando nosotros pedimos ayuda, el aporte ético-político que hacemos para pedir esa ayuda, es nuestra devoción por la democracia, nuestra devoción por las libertades.

Ningún escenario más indicado que este foro preliminar de la Asamblea de la Organización de Estados Americanos, para decirles a nuestros países hermanos y vecinos que queremos armonía con ellos, y que lo único que les pedimos es una reflexión para que nos ayuden, con toda la determinación, a derrotar el terrorismo.

Nosotros hacemos eco de la tradición del pueblo colombiano. Este pueblo no ha sido belicista. La historia de los gobiernos de Colombia ha sido una historia de respeto al derecho interno y al derecho internacional. Aquí hay una rebeldía contra el terrorismo. Nosotros no queremos sino armonía con los países hermanos y vecinos. La tradición de Colombia no es para tener dificultades con ellos.

Y les pedimos que no les den espacio alguno a los terroristas. Los terroristas le darán espacio a la paz cuando sientan que los tenemos derrotados. Y no está lejos ya. Hoy es menos lejos que ayer.

Nosotros les pedimos a los países hermanos y vecinos una gran alianza, no necesariamente con nuestra política sino con el interés esencial de la democracia colombiana de derrotar la violencia, el terrorismo, que están sustentados en el narcotráfico.

Esa solidaridad se requiere para la derrota del narcotráfico, enemigo de todo el continente, y el mayor enemigo de la juventud, tema de este foro.

Confianza inversionista

El tema de confianza inversionista. Para avanzar en confianza inversionista, nosotros ponemos sólo una condición: la responsabilidad social.

Y tenemos varias expresiones de responsabilidad social.

La primera, transparencia. Transparencia en los contratos con el Estado, transparencia en la tributación, transparencia en la solución de disputas.

La falta de transparencia ha hecho que proyectos democráticos del continente colapsen, porque no hubo transparencia en la adjudicación de concesiones, de contratos de hidrocarburos. Porque no hubo transparencia en la adjudicación de licencias, porque no hubo transparencia en la solución de disputas.

Para garantizar transparencia en solución de disputas, para nosotros es fundamental la participación de opinión pública.

Creemos en todos los controles. Pero hemos querido adicionar uno, el de la opinión.

Es válido el control fiscal, el control penal, el control administrativo, el control político de los Congresos y de los órganos de representación. Pero en las democracias es fundamental el control de opinión.

De ahí el nombre de nuestro modelo de Gobierno: comunitario. Un permanente proceso de integración con la comunidad, para que la comunidad, con su participación, exija más compromiso de los funcionarios, más transparencia, más eficiencia.

La participación comunitaria, por ejemplo, examinando los preacuerdos para conciliaciones con inversionistas sobre disputas anteriores a nuestro Gobierno, ha ayudado mucho. No hemos perfeccionado esos acuerdos sino cuando se han publicado ampliamente, para que la comunidad los conozca, los detalle.

Eso, que parecía extraño, ha generado confianza en la comunidad, que antes veía cualquier transacción con suspicacia. Y también en los funcionarios, que se morían del pánico de avanzar en una conciliación con inversionistas.

Para nosotros la responsabilidad social es también compromiso ultra-legal de los inversionistas con las comunidades, especialmente en materia ambiental.

Responsabilidad social

Déjenme matizar con algunas experiencias estas teorías, apreciados empresarios del continente.

Colombia es un país pobre en petróleo, rico en carbón. Hemos aumentado muchísimo la producción de carbón. Y eso tiene dificultades con las comunidades por el tema ambiental. Ha habido protestas de nuestras comunidades en el norte del país.

¿Qué hemos hecho? Nada de lo tradicional. ¿Qué ha sido lo tradicional en el continente? Cuando la comunidad protesta, o reprimirla o lisonjearla con la demagogia de asumir una actitud hostil frente al empresario.

Nosotros en estos casos no hemos reprimido a la comunidad, ni hemos asumido la demagogia de la hostilidad frente al empresario.

Hemos reunido, tantas veces como ha sido necesario, a la comunidad, a los empresarios, al Gobierno, a buscar soluciones, en un diálogo constructivo. No fáciles. Difícil acordarlas y difícil cumplirlas.

En todas esas materias buscamos una gran integración entre comunidad e inversionistas, que evite el maltrato a la comunidad y que evite la hostilidad demagógica en contra de los empresarios.

Otra expresión de responsabilidad social es la política laboral.

Nosotros no fomentamos relaciones laborales de odio de clases, ni de capitalismo salvaje. Fomentamos relaciones laborales fraternas. Creemos en ellas. Es el único camino.

Hemos venido fomentando un sindicalismo de participación, por oposición al sindicalismo tradicional, meramente reivindicativo o político.

Organizaciones de trabajadores, con una gran decisión participativa, que no se queden solamente en la aspiración de la reivindicación laboral, sino que asuman responsabilidades gerenciales. Eso va a contribuyendo al equilibrio.

Y desde el punto de vista de los empresarios, mostraron los hechos solidaridad con los trabajadores, más allá de la preocupación por el balance inmediato de la empresa.

El Primero de Mayo lo celebramos en esta ciudad de Medellín, con unas experiencias formidables de entendimientos entre empresarios y trabajadores. Unas experiencias formidables de empresarios solidarios y de trabajadores con responsabilidades gerenciales.

Esto se está abriendo camino. Y vamos a hacer todo el esfuerzo para que se masifique en Colombia.

La tercerización es un imperativo para la competitividad. Nuestro llamado es a que en lo posible la tercerización se acuerde con las propias organizaciones de trabajadores.

Creemos muchísimo en el contrato sindical, como una figura para sustituir la vieja negociación y el conflicto de clases permanente, traducido en las relaciones empresa–trabajadores, al interior de cada organización productiva.

Estamos en esa tarea, apreciados empresarios del continente.

Para que la inversión se dé, hay que tener una determinación en seguridad sin vacilación. Nuestra interpretación es que la ciudadanía, incluidos los empresarios, en materia de seguridad exigen más firmeza en la determinación, que resultados de corto plazo.

Estímulo a la inversión

Es importante también decir que nosotros no desmantelamos el Estado, pero tampoco estamos en el estatismo. Respetamos a otros países del continente, que creen que el continente puede entrar a una nueva época de estatismo, a una nueva época de total dirigismo estatal de la economía, a una nueva época de hostilidad a la inversión privada.

Tememos que eso nos conduzca a fracasos. Brasil, de 1930 a casi 1960, vivió esas dificultades, que generaron otras posteriores. La revolución estatista de Bolivia de 1952 también fue un fracaso; dejó como herencia el odio. La revolución del General Velasco Alvarado en el Perú también fue un fracaso.

Nosotros tememos que un estatismo sustentado en inversiones con ingresos de recursos naturales de hidrocarburos de petróleo, puede conducir a unas economías tan debilitadas, que la capacidad de subsidiar no sea capaz de corregir tendencias de pobreza, ni sea capaz de corregir los altos y crecientes niveles de desempleo.

Tememos que en el momento en que haya un colapso con estos recursos naturales, el país que había entrado en ese camino se quede con el colapso en hidrocarburos y con una ausencia de inversión privada, que se destruyó durante la bondad de los hidrocarburos.

En lugar de este estatismo, nosotros proponemos, y estamos haciendo el esfuerzo de practicarlo, toda la confianza a la inversión privada, doméstica e internacional, con el requisito de la responsabilidad social.

Y con reglas de juego estables, predecibles. Es básica la estabilidad en las reglas del juego, y tener la posibilidad de predecir los movimientos de los gobiernos frente al sector privado, para que haya confianza.

Para avanzar en materia de confianza inversionista, estamos haciendo un esfuerzo para aliviar los indicadores macroeconómicos.

Hace pocos meses veíamos los disturbios en Francia, por una serie de reformas allí propuestas por el Presidente Sarkozy. Nosotros las hemos hecho.

Nosotros hemos hecho reformas tan importantes como la eliminación constitucional de los privilegios pensionales, como la nueva regulación a las transferencias a las regiones, buscando el equilibrio entre el fomento de la descentralización y la salud de las finanzas del Estado.

Encuentran un Estado ustedes bastante descentralizado.

El 52 por ciento de la inversión en Colombia, se realiza en las regiones y por autoridades regionales. Pero también encuentran una reforma constitucional reciente, que evitó excesos de descentralización que iban a afectar severamente la estabilidad macroeconómica de la Nación.

Hemos reducido el déficit del Gobierno Nacional Central del 7,5 al 3,3. Reconocemos que todavía es alto, y que aún es débil el superávit alcanzado en el balance primario.

Pero hemos hecho transparentes todas las deudas pensionales. Creo que allí hay un gran avance para ganar confianza en Colombia.

Hemos reducido el endeudamiento del 50 al 28. Sabemos que un 28 todavía es alto, y estamos en la tarea de reducirlo aún más.

Reforma del Estado

El principal legado que se propone nuestro Gobierno en favor de las finanzas públicas, es la reforma del Estado. A la fecha hemos reformado, sin desmantelar, a 411 entidades del Estado. Eso nos ha traído un ahorro de seis puntos del PIB.

Nosotros no podemos permitir que se siga destruyendo valor con modelos burocráticos de Estado, donde la alianza entre sindicalismo de extrema y politiquería, destruya recursos, anula posibilidad de que los presupuestos se traduzcan en bienestar para las comunidades.

Primero reformamos la Empresa Nacional de Telecomunicaciones. La última ha sido la reforma de la Empresa Colombiana de Petróleos. Cuatrocientos 65 mil colombianos son hoy dueños de casi el 11 por ciento de esa empresa.

Estamos reformando todas las clínicas del Seguro Social, buscando operadores eficientes, ajenos a la politiquería y a los excesos sindicales, que le garanticen los mejores servicios a la comunidad.

Seguiremos en la reforma del Estado hasta el último día de gobierno, en un tremendo debate, porque los radicalismos ideológicos impedían esas reformas. Porque el momento de América Latina daba razón a muchos de nuestros opositores para oponerse a estas reformas. Pero las hemos sacado adelante.

Y hay algo que tenemos que reivindicar: estas reformas han llevado a las entidades del Estado a valer hoy mucho más que hace seis años.

Cuando a mí me atacan, diciendo que destruimos el patrimonio del Estado, no solamente me defiendo, nos defendemos los compañeros de Gobierno, con el concepto del Estado Comunitario, distinto al desmantelamiento neoliberal del Estado de la década de los 90, sino con las cifras incontrastables: el patrimonio del Estado colombiano vale hoy mucho más que hace seis años.

Esa fue una lección: ¿para qué empresas destructoras de valor? Requerimos entidades del Estado que no estorben a la inversión privada y que sean constructoras de valor.

Hemos orientado la tributación para estimular la inversión. En este país no se creía en ello, ni desde el punto de vista político, ni desde el punto de vista de la académica económica.

Tributación e incentivos

La academia económica pensaba que la inversión no tenía sensibilidad frente a la tributación. No hemos rebajado los impuestos para todo el mundo. Ahí tenemos una diferencia con lo que se critica en los Estados Unidos. Pero sí hemos establecido diferencias en el tratamiento tributario en favor de quienes inviertan. Quien invierte hoy en Colombia tiene derecho a una deducción del 40 por ciento.

Hay sectores con grandes incentivos: sísmica, biocombustibles, turismo. Tenemos una nueva institución de zonas económicas especiales. El país tenía 11 zonas francas. Este año terminaremos aproximadamente con 50 aprobadas.

Y ya disponemos de una ley que permite al Gobierno firmar pactos de estabilidad con el sector privado a 20 años. Una estabilidad con piso, pero sin techo. Si las condiciones desmejoran, la empresa que firmó ese pacto tiene derecho a que le respeten el piso. Si las condiciones mejoran, la empresa se beneficia de esas condiciones.

Confiamos en que todo esto traiga más inversión a Colombia, de los colombianos y de la comunidad internacional.

Tratados de comercio

Estamos en los procesos de integración, en los TLC’s. Primero impulsamos, con Brasil, el acuerdo de comercio entre la Comunidad Andina y Mercosur, que parecía imposible.

Hemos hecho un acuerdo profundo con Chile, fundador que fue, con nosotros, de la Comunidad Andina, de la cual se había retirado.

Con Perú hemos adelantado un acuerdo para profundizar las facilidades de inversión mutua, más allá de los compromisos de la Comunidad Andina.

El domingo pasado cerramos la negociación del capítulo agrícola con Canadá. Estamos optimistas de que en la ronda que empieza en los primeros días de junio, podamos cerrar definitivamente esa negociación.

Hemos pedido a la Unión Europea que tengan en cuenta todas las aspiraciones de Bolivia y Ecuador. Perú y Colombia no nos oponemos a esas aspiraciones. Aceptamos un tratamiento diferencial. Lo que pedimos es que la negociación frente a Perú y a Colombia no se retrase.

Consideramos de gran importancia el acuerdo con la Unión Europea. Un acuerdo comercial, un acuerdo de diálogo político, un acuerdo de cooperación. El continente debe pensar en la Unión Europea. La integración europea ha sido fundamental para desterrar de ese continente el fantasma de la guerra.

Pregunto, para que lo asimilemos en el continente: ¿qué otro mecanismo diferente a la Unión Europea habría superado todos los problemas de la Segunda Guerra Mundial?

La Unión Europeaimpide gobiernos de extrema, de cualquier extrema. Qué bueno eso para nuestro continente.

Le preguntaba hace poco al Gobierno Español: ¿Ustedes aprecian que la Unión Europea ha sido factor fundamental para la colaboración de Francia con España en la lucha contra el terrorismo?

Y me contestaron con toda la franqueza: sí, ha sido fundamental.

Ese es un proceso de integración muy importante. Por eso queremos acelerarlo.

Hemos hecho un acuerdo de comercio con tres países centroamericanos. Colombia reconoció asimetrías en favor de ellos, facilitó la negociación.

Estamos negociando acuerdos de protección de inversiones con China y con India, y acuerdos de desmonte de doble tributación con varios países europeos.

Nosotros pensamos en el comercio no como una categoría ideológica, sino como una posibilidad práctica.

Además, desde aquí quiero mandar un mensaje amistoso a los gobiernos del continente opuestos a estos procesos de integración: hoy no hay exclusión entre la integración económica y el avance social.

Ningún país del mundo acepta procesos de integración económica que no incluyan los capítulos de las garantías sociales colectivas.

Los acuerdos de integración económica se suman como otra garantía para los sectores más pobres y vulnerables.

Mensaje sobre el TLC con Estados Unidos

Confiamos que Estados Unidos tenga una reflexión final en su Cámara de Representantes, y apruebe el acuerdo suscrito con Colombia.

Confiamos también en otras reflexiones en el continente. Creo que no podemos llevar a la ideología las diferencias económicas de la práctica. Hay productos que no necesitan acuerdos de comercio. El petróleo no necesita acuerdos de comercio. Los biocombustibles no van a necesitar acuerdos de comercio. Pero manufactura, agricultura, la oferta productiva de Colombia, necesita acuerdos de comercio.

Y también proponemos una reflexión a nuestros países hermanos y vecinos: nosotros no tememos a los acuerdos de comercio que ellos hagan. Todo lo que a ellos los beneficie, nos beneficia a nosotros. Cuando le va bien a la economía de Ecuador, a la economía de Venezuela, le va bien a Colombia.

Al revés: no deben temer los acuerdos de comercio que nosotros firmemos. Porque si eso nos permite finalmente avanzar en lo social y tener prosperidad, eso va a producir externalidades muy positivas en la economía de nuestros vecinos.

Cohesión social

Tenemos unas metas muy ambiciosas en materia social. Así como la tasa de inversión en estos años ha pasado del 14 del PIB y ya llevamos tres años con el 21, el 25, el 28, hemos reducido en 18 puntos la tasa de pobreza, que sigue muy alta.

Así como la inversión extranjera directa en nuestro país ha pasado de 700 mil millones de dólares al año, que se dirigía exclusivamente a petróleo o a carbón o a otras actividades semejantes, o que entraban al país excepcionalmente, por una posibilidad de la televisión o por una posibilidad de la telefonía móvil, el desempleo, en medio de un gran crecimiento de la población ocupada, se ha reducido 9 puntos, y hemos aumentado en un 40 por ciento la afiliación a la seguridad social.

Este país va a lograr plena cobertura en salud en pocos años. De los 44 millones de colombianos, ya tenemos 38 millones asegurados. Todavía queda mucha dificultad en calidad. En esa tarea estamos.

Buscamos tener en el año 2010 cobertura tota en educación básica. En el año 2002 teníamos el 78 por ciento. Hoy más del 94.

Aspiramos tener en el año 2010 una cobertura universitaria superior al 34 por ciento. Teníamos el 22. Hoy tenemos el 30.

Tenemos un Instituto de formación técnica vocacional, el Sena, que pienso, y lo digo dejando a un lado la modestia, que es ejemplo internacional. Este año capacita a más de seis millones de colombianos. Y está haciendo un esfuerzo masivo para la capacitación a distancia a través de Internet.

Al final de este año, gracias a ese Instituto, a través de Internet, se estará enseñando inglés, como segunda lengua, a casi un millón de colombianos.

Estamos haciendo un gran esfuerzo, con la banca privada, la banca pública, las fundaciones del sector privado, en Banca de Oportunidades. El fomento empresarial tiene que ser para todos.

Colombia, como muchos países del continente, tiene en sus habitantes más vocación de emprendimiento, que actitud de subalternidad laboral.

En casi cada ciudadano hay un empresario en potencia. El uno, con mejores posibilidades que los otros. Uno de los factores de exclusión en nuestro país, como en el continente, ha sido la falta de acceso de los sectores más pobres al crédito institucional.

Aquí tenemos un sistema que llamamos Banca de Oportunidades, acordado con el sector privado.

Y para no fatigarlos, apreciados visitantes, solamente les cuento esto: hace seis años, el microcrédito participaba en el 1,5 por ciento de la cartera de Colombia. Hoy participa en el 6 por ciento.

Este es un pueblo sin resentimientos

Les he hablado de la parte medio llena del vaso. Si me fueran a preguntar por los problemas de Colombia, sería todavía más extenso. No estamos en un paraíso. Pero ustedes visitan un pueblo, amistoso, trabajador, alegre.

Este pueblo debería ser el pueblo más resentido del mundo, por la manera como ha sufrido. Y es un pueblo alegre y espontáneo. Por eso a mí no me da pereza pedirle ayuda a un pueblo y ofrecerle perdón.

Para ser capaz de interpretar el espíritu desprevenido y amistoso de los colombianos, yo, como Presidente del país, tengo que preferir buscar que nuestros vecinos nos ayuden a luchar contra el terrorismo, que prolongar peleas con ellos. Este es un pueblo sin resentimiento.

Uno resuelve un problema en la vida publica y le aparecen mil. Déjenme referirme no a los mil problemas que hoy tenemos, sino a dos o tres.

Revaluación

La revaluación nos ha afectado mucho. Les voy a contar algunas diferencias entre sectores exportadores nuestros, y sectores exportadores de otros países del continente.

Algunos países que exportan maíz, que exportan soya, que exportan trigo, que exportan arroz, que exportan níquel, que exportan cobre, han logrado compensar en la tendencia de las cotizaciones de esos productos, lo que internamente han perdido por revaluación de su moneda doméstica.

En Colombia, no. Lo hemos compensado en nuestras pequeñas exportaciones de níquel, en nuestras pequeñas exportaciones de petróleo o de carbón, en el café. Pero no lo hemos compensado en sectores altamente dinámicos en generación de empleo, como el sector de las flores, el sector del banano, el sector del plátano, textiles, confecciones, y mucho producto de manufactura. Nosotros tenemos que cuidar ello.

Algunos economistas dicen: Presidente, no le preocupe la revaluación, que los productores colombianos se tienen que ajustar para ser más competitivos.

Allí hay un nivel de sofisma muy grande. La gente nuestra ha hecho ajustes heroicos. Han logrado en esos sectores, altísimos niveles de productividad. ¿Pero cómo van a ser competitivos, si un dólar que valía 2.900 pesos, hoy vale 1.740?

Nosotros estamos estimulando que este país explote minería. Aquí apenas se había explorado el 13 por ciento del territorio. Estamos buscando hidrocarburos. Queremos un sector financiero fuerte, para que resista mejor los diferentes choques de la economía.

Pero lo que no podemos es dejar morir el esfuerzo productivo de Colombia en actividades intensivas en generación de empleo.

Respetamos la autonomía del Banco Central, discutimos y estamos haciendo algunos esfuerzos.

Por ejemplo, en el día de hoy, produjimos un decreto que genera controversia, que eleva del 40 al 50 por ciento un depósito, durante seis meses, de las inversiones extranjeras de portafolio en Colombia.

Y otro decreto, el mismo, que obliga a que las inversiones extranjeras permanezcan por lo menos dos años en el país.

Lo peor que le pasa a la inversión extranjera es que Colombia vea subir otra vez el desempleo al 15 ó 18 ó 20 por ciento.

Yo llamaría la atención sobre eso. Es preferible buscar caminos de protección de empleo, a través de estas normas, como garantía de estabilidad del país para la inversión extranjera, que correr el riesgo de colapsos sociales por dejar destruir nuestra infraestructura productiva.

Bienvenida la inversión extranjera. Aquí lo único que encuentra es seguridad. Pero también tenemos que hacer una distinción entre lo que es la inversión extranjera que viene por un rendimiento en el corto plazo, y la inversión extranjera que viene con una vocación de permanecer en el país, de agregar valor estructural.

Por eso el decreto dice que debe permanecer por lo menos dos años.

Les pido hacer esa reflexión a quienes han recibido con crítica el decreto.

Es mucho mejor, para el inversionista, un país que muestre voluntad de evitar mayores catástrofes sociales, que un país que, por no ser capaz de rebelarse a algunas recomendaciones fundamentalistas de economistas, permite que caigamos en un caos social.

Nosotros no podemos desconocer nuestra preocupación por el impacto de la revaluación en sectores intensivos en generación de empleo, y de empleo con afiliación a la seguridad social.

Tasa de interés

Hemos acompañado al Banco de la República en decisiones de tasa de interés, porque tal vez había un exceso de confianza en el país, tanto de las personas que requerían crédito como del sector financiero para otorgarlo. Pensamos que es la hora de revertir la tendencia y de bajar tasas de interés.

El efecto de causar mayor cuidado en la solicitud y en el otorgamiento de crédito, ya se ha producido. Ojalá nuestro repunte inflacionario siga siendo muy inferior al promedio que estamos viendo. Estamos haciendo todos los esfuerzos

Y encontramos otro argumento para seguir abogando por una reversión de la tendencia en tasas de interés. Se observa economías, como la de Estados Unidos. Creo que proporcionalmente es más grave el riesgo inflacionario en la economía de los Estados Unidos, que el riesgo inflacionario en la economía colombiana. Y sin embargo allá están bajando las tasas de interés.

Tenemos problemas, distinguidos visitantes, pero buscamos todos los días mirar cómo los enfrentamos constructivamente.

El tema de biocombustibles

Este país le ha hecho un aporte extraordinario a la estrategia mundial contra el calentamiento. El 52 por ciento del territorio colombiano, 578 mil kilómetros cuadrados, se encuentra todavía en selva. Y aquí hay un gran propósito estatal y comunitario para evitar la destrucción de esa selva.

Tenemos 43 millones de hectáreas de sabana, cinco millones en agricultura y 23 millones de cabezas de ganado vacuno.

Cuarenta y tres millones de hectáreas de sabana nos dan una gran posibilidad para crecer la agricultura en función de la seguridad alimentaria, y para crecer la agricultura en función de los biocombustibles.

Empezamos hace cinco años la política de biocombustibles. Hoy tenemos capacidad de producir un millón 200 mil litros diarios de etanol. Rápidamente vamos a llegar a millón y medio. Y debemos terminar este año produciendo más de un millón de litros diarios de biodiesel. El etanol a partir de caña de azúcar y el biodiesel a partir de palma africana.

Exigimos que todos los productores, a través de un validador competente, certifiquen que no afectan la seguridad alimentaria y que no afectan la selva.

Creo que el problema no es una discusión petróleo-biocombustibles, sino un compromiso con la sostenibilidad de la economía, con la estrategia contra el calentamiento global, con la seguridad alimentaria.

Colombia avanza en el camino de ser un gran productor de biocombustibles y un gran productor de alimentos. Estamos haciendo todos los esfuerzos para aumentar la producción de alimentos. Ahora tenemos una nueva dificultad con esta ola invernal, pero creemos que los colombianos van a responder en esa tarea de producir más y más alimentos.

Muchas gracias a todos ustedes. Enamórense de esta Colombia, inviertan en ella, confíen en ella. Muchas gracias a la OEA.

Alcalde: ¿cómo dicen ustedes en la Alcaldía, que esta ciudad pasó de qué a qué?

Esta bellísima frase, que acuñó el anterior Alcalde y antecesor de nuestro Alcalde Alonso Salazar: ‘Una ciudad que pasó del miedo a la esperanza’.

Disfrútenla, que para queridos y atentos, están solos mis coterráneos.

Muchas gracias, apreciados visitantes”.

 

 
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