“En primer lugar quiero felicitar a la Universidad (Pontificia Bolivariana) por este gran esfuerzo. La universidad tiene que cumplir una función que cabalmente la cumple la Universidad Pontificia Bolivariana: ser una caja de resonancia de la problemática social, interpretar la sociedad, mirar sus problemas, concebir sus soluciones e irradiar, en acción de réplica, soluciones sobre la sociedad.
Y qué bueno que esta acción de réplica de la Universidad Pontificia Bolivariana sobre la sociedad, esté guiada por la doctrina social de la Iglesia y por palabras fundamentales, como la palabra solidaridad y la palabra subsidiaridad.
Cuando en otras épocas, en otros estamentos, las universidades, al recibir la problemática social le devolvían como receta a la comunidad la violencia y el odio de clases, para nuestra época, para el presente y futuro del país, sí que necesitamos este esfuerzo, el de la Universidad Pontificia Bolivariana, para devolverle a la sociedad la orientación de la solidaridad, la orientación de la doctrina social de la Iglesia.
Y a propósito también quiero felicitar a la Universidad, porque cada vez que acudo a ella encuentro un gran progreso, algo nuevo y bien bello. En la última ocasión nos sorprendió gratamente ese polideportivo, y hoy encontrar esta remodelación del viejo auditorio. Muchas felicitaciones, la Universidad siempre se ha mantenido en progreso.
Este tema de la responsabilidad social tiene unas raíces profundas en Antioquia. Permítanme referir allí a dos aspectos: El libro de Patria Londoño Vega, la escritora, doctora de la Universidad de Oxford, sobre el capital social en Antioquia; y ‘Experiencias Empresariales en Antioquia’.
El libro de Patricia Londoño Vega, que es su tesis doctoral, es un estudio pormenorizado de todos los esfuerzos de Antioquia, en función del bienestar colectivo, desde mitad del siglo 19, hasta 1960.
Hay un repaso de todo lo que hizo el colectivo antioqueño, la comunidad, sus organizaciones religiosas, las fundaciones empresariales, en provecho de la salud, en provecho de la educación. Para no hablar sino de esos dos puntos, uno leyéndolo llega a la conclusión que esto se construyó mucho más con esfuerzo colectivo que con esfuerzo estatal.
Cuando el esfuerzo colectivo prima sobre el esfuerzo estatal, es la prueba contundente de que hay capital social muy rico. Y el capital social es una manera de darle cuerpo a la solidaridad, para poder medirla. Capital social no es nada distinto a la expresión de la solidaridad, que en la práctica funcional de una comunidad se dé.
Responsabilidad social
Este departamento ha hecho todos los esfuerzos en procura de la responsabilidad social. Instituciones como las cajas de compensación familiar, el subsidio familiar -diría yo que único hoy en el continente- aquí nacieron. Aquí prosperó inmensamente el entendimiento entre industriales y trabajadores. Aquí, en la sociedad industrial de Antioquia, se crearon las bases para superar ese gran problema de la sociedad feudal agrícola, que era el mal estado de las condiciones laborales.
Diría yo, que con la industrialización de Antioquia y gracias a la voluntad de empresarios y trabajadores, se empezó un gran tránsito hacia una comunidad productiva con equidad.
El primero de mayo fue muy grato, en Medellín, para mis compañeros de Gobierno y para mí, pensado en función de Patria, porque vimos una alternativa al viejo radicalismo sindical.
Los ejemplos que vimos el primero de mayo en Medellín de la Compañía de Empaques, de Leonisa, del Sindicato de Profesionales de Empresas Públicas de Medellín, son unos ejemplos elocuentes de lo que se puede hacer en materia de solidaridad.
Allí recibimos el testimonio no de una confrontación entre empresa y trabajadores, sino de una gran cooperación entre empresa y trabajadores. Y allí empezamos a encontrar aspectos bien importantes de la responsabilidad social.
En la responsabilidad social empresarial hay que cambiar en la práctica la palabra confrontación por la palabra colaboración.
Lo que vimos en Medellín el primero de mayo, muestra un empresariado que ha entendido los nuevos mandatos de la responsabilidad social y unas organizaciones de trabajadores que están a la altura del mundo presente y de las responsabilidades del futuro.
Empresarios con toda la sensibilidad social, trabajadores con toda la responsabilidad empresarial.
Ahí diría yo que se da el equilibrio, el punto de encuentro. Nada ganamos si tenemos empresarios con un gran sentido de la organización, de la eficiencia y socialmente insensibles. Nada ganamos si tenemos trabajadores con una organización muy vigorosa, de pronto beligerante para buscar sus reivindicaciones, y al mismo tiempo, insensibles frente a los compromisos con la empresa.
Lo que vimos en Medellín el primero de mayo son unos ejemplos empresariales que se deberían replicar en todo el país. Nosotros vamos a procurar estimularlos, porque creemos mucho en la responsabilidad social del empresario, en la responsabilidad empresarial del trabajador.
Qué bueno, por ejemplo, que en estas compañías en lugar de estar tercerizando con entidades ajenas a las empresas, se esté tercerizando a través de la contratación con los propios trabajadores, con sus propias organizaciones, con sus propias organizaciones sindicales, eso es un gran ejemplo.
Los testimonios del primero de mayo, he pedido a Comunicaciones de la Presidencia, y aquí nos acompaña su Director, el coterráneo Cesar Mauricio Velásquez, que eso se difunda ampliamente en el Canal Institucional, porque puede ser una gran luz para el país.
Hechos estos breves comentarios sobre la Universidad y sobre Antioquia, permítanme proceder de la siguiente manera
Primero, ubicar la responsabilidad social en lo que es la visión de nuestro Gobierno; y segundo, abrir un espacio para escuchar las intervenciones de ustedes, sus preguntas sus preocupaciones.
El Gobierno Nuestro concibe a Colombia como una casa, donde todos tenemos que caber. Si hay voluntad de que todos quepamos en la casa, es porque tiene que haber sentido más que de confrontación, sentido de cooperación.
Los tres pilares de la democracia
En el vértice de esa casa hemos escrito la palabra confianza. Confianza para que los colombianos inviertan en Colombia, para que trabajen en Colombia, para que los jóvenes quieran realizar su vida en Colombia.
Yo asistía, como candidato a la Presidencia, a estos a estos auditorios universitarios en el año 99, 2000, 2001, 2002, y salía muy preocupado, porque preguntaba: “¿Quiénes de ustedes jóvenes tienen vocación de salir del país?”. Y la inmensa mayoría levantaba la mano. Pero no nos quedábamos ahí: “¿Quiénes de ustedes quieren salir del país sin vocación de retorno?”. Y la inmensa mayoría levantaba la mano.
Era un sentimiento de desarraigo, una pérdida de confianza en el país, una desilusión con el país.
Ese observatorio de las reacciones de los jóvenes me hizo pensar que la primera palabra por la cual teníamos que luchar en Colombia era por recuperar la confianza.
Y la hemos cimentado en tres pilares.
La seguridad desde la democracia, la inversión desde la responsabilidad social y la política social desde las libertades.
Eso de la seguridad desde la democracia ha sido bien importante, porque marca el contraste de otros procesos de América Latina, en gobierno dictatoriales que adelantaron proyectos de seguridad desde la dictadura, desde el cercenamiento de las libertades, desde la eliminación del pluralismo, desde la abolición del debate, desde la censura de prensa, desde el cierre del país a la vigilancia internacional.
El nuestro es diferente, aquí se dan todas las libertades. El único riesgo que corren aquí algunos es el de discutir con el Presidente de la Republica.
Mientras en otros países se cerraban a la observación internacional, aquí pueden entrar las Ong’s a criticarnos, casi que sin exigir pasaporte. El único riesgo que encuentran es que tengan que discutir con este Presidente, accidente del turno de la democracia. Eso es bien importante, bien importante anotarlo.
Porque recuerden como los echaban de otros países. Inclusive no hace mucho, México echó a unas Ong´s francesas, encabezadas por la esposa del Presidente (Francois) Mitterrand, e impidió que hicieran vigilancia sobre México.
Esta manera de practicar la seguridad desde la democracia yo creo que es bien significativa para el país, y finalmente tiene que dar confianza.
El segundo tema en esos pilares, es la inversión desde la responsabilidad social. El tercer tema es el de la política social, para reivindicar pobreza, para construir equidad desde las libertades.
La inversión desde la responsabilidad social marca un contraste con la inversión desde el capitalismo salvaje.
Y la búsqueda de la reivindicación social desde las libertades, marca un contraste con el viejo comunismo y los proyectos que sin tener el valor de llamarse comunistas, negando en toda forma cualquier afinidad, tienen hoy gran evidencia de que mantienen esa nostalgia, porque allí buscaban la igualdad social, pero con la supresión desde las libertades, y en el otro extremo se buscaba el éxito económico, pero con el capitalismo salvaje, sin la responsabilidad social.
Si estos tres pilares están coordinados entre sí, y coordinados con la palabra confianza, si estos tres pilares funcionan, hay confianza, y si hay confianza se incrementan estos tres pilares.
En una empresa que haya responsabilidad social se ayuda a que haya confianza en el país, y si hay confianza en el país esa empresa va a tener más estimulo para avanzar en responsabilidad social.
Hay una relación de los pilares con el vértice, y una replica permanente del vértice hacia los pilares.
Y también hay una relación de los pilares entre sí; una relación mutua, una relación transitiva. Si hay seguridad hay inversión, la seguridad es un presupuesto necesario para la inversión; y esa inversión con responsabilidad social tiene que ayudar a que la política social no sea discurso sino práctica.
Política social sin prosperidad es simplemente demagogia, frustración. La prosperidad es hija de esa dupleta que forman la seguridad y la inversión con responsabilidad social.
Y entonces allí nace la prosperidad que tiene que ayudar a financiar lo social. Y lo social a su vez se convierte, en relación transitiva, en un soporte que le da legitimidad a la seguridad y que le da continuidad y más dinamismo a la inversión.
Inversión
Situémonos en la inversión.
¿Qué ha pasado en el país en esa materia? Ha crecido la inversión, indudablemente. ¿Por qué?, por muchos factores.
¿Cómo ha crecido? Nosotros por cada 100 pesos que producíamos invertíamos 12, 14. En los últimos años eso ha venido subiendo: hemos invertido 22, 25, 28. El gran objetivo del Gobierno es consolidar condiciones para que Colombia mantenga una tasa de inversión muy alta.
Es lo que finalmente garantiza un crecimiento de la economía en el largo plazo, y también una superación de pobreza y una construcción de equidad.
¿Qué se hace para esa inversión? Primero el modelo. Hay que volver a hablar de los fundamentos del modelo.
El fin de la historia no es verdad, la historia es un movimiento dialéctico imparable, entonces todos los días hay que estar en la lucha, porque uno no sabe por dónde aparece un día la liebre de la dialéctica. Y a América Latina se le volvió aparecer la liebre de la dialéctica en la forma de estatismo.
En la época del furor de Unión Soviética, del entusiasmo por la revolución cubana, el entusiasmo por la llegada de Mao Tse Tung al poder, la implantación de su dictadura en China, del entusiasmo por Ho Chi Minh en Vietnam, en América Latina hubo proyectos estatistas que los hubo en el Brasil, que los hubo en Bolivia, que el del General Velasco en Perú. Todos fracasaron. Contribuyeron a más pobreza, a más inequidad. Tenían simpatía con los regímenes socialistas, comunistas.
Hoy hay unos nuevos proyectos estatistas de América Latina. Se mueren de miedo de que les digan que tienen simpatía con las viejas tesis comunistas, pero son bien parecidos a los que fracasaron en el siglo anterior.
Cuando creíamos eso superado, la fuerza del movimiento de la historia muestra que han revivido, y por eso hay que estar en el trabajo de los fundamentos ideológicos todos los días.
Y nosotros tenemos ahí dos definiciones: primero, nosotros no estamos en el estatismo. Damos todo el espacio a la inversión privada, doméstica e internacional, pero con responsabilidad social.
Miren qué importante es la responsabilidad social. Se convierte en el fundamento para poder defender la inversión privada frente a la arremetida estatista.
Se convierte allí, no en un elemento superficial del modelo, sino en un elemento de la esencia del modelo.
Tampoco estamos en el otro extremo: el desmonte del Estado. Nosotros hemos reformado 420 entidades del Estado, la primera Telecom, una de las últimas Ecopetrol, ahora las clínicas del Seguro Social, pero sin desmontar el Estado y sin desmontar lo social.
En la reforma de las clínicas del Seguro Social, el Ministro (de la Protección Social, Diego Palacio) ha dicho que estamos haciendo el tránsito del desgreño estatal a la eficiencia social.
Entonces nosotros no nos hemos dejado llevar al estatismo, y tenemos una defensa que es la exigencia de la responsabilidad social en la inversión, y tampoco a aquello del desmonte del Estado, pero sí buscando un Estado no al servicio de esa conjunción entre la vieja politiquería y los excesos sindicales, sino un Estado al servicio de la comunidad, que es lo que buscamos, por ejemplo, en todas estas empresas reformadas como las clínicas del Seguro Social, que han empezado su proceso de reforma que aún no ha llegado a todas.
Una concepción así da tranquilidad y estimula inversión.
También estimula inversión la continuidad de la política de Seguridad Democrática, también estimula inversión el saneamiento macroeconómico del país.
Finanzas públicas
En pocos años el país pasó de un endeudamiento del 14 (por ciento) del PIB (Producto Interno Bruto) a un endeudamiento del 50 (por ciento del PIB). Está en el 28. Vamos a ver si a pesar de las difíciles condiciones de la economía mundial, podemos continuar la tarea de rebajar ese endeudamiento.
En pocos años el país pasó de unas finanzas públicas en equilibrio, a un déficit del Gobierno Nacional Central en el 7 y medio, en lo cual incide la transferencia que el Presupuesto de la Nación le tiene que hacer año tras año al Seguro Social.
Yo creo que con los 6 billones 400 mil millones (de pesos) que este año le tenemos que transferir al Seguro Social para que le cumpla a los pensionados, haríamos una y media vez la doble calzada Medellín – Turbo.
Esa transferencia al Seguro Social es equivalente a lo que costaría hacer la doble calzada Bogotá – Santa Marta. Sin embargo, cumplirles a los jubilados ha sido otra expresión de responsabilidad social.
En muchos países de América Latina, incluso en aquellos con simpatías por ideas radicales, a los pensionados se les arruinó, porque había inflación, se perdía la capacidad adquisitiva de las pensiones y no había reajustes compensatorios.
Avanzar en el saneamiento macroeconómico del país, haber pasado de un déficit de 7.5, del Gobierno Nacional Central, al 3.3, todavía alto, que hay que resolverlo, eso también genera confianza para invertir.
La reforma del Estado genera confianza. Toda esa reforma: Ecopetrol, Telecom, 420 entidades, clínicas del Seguro Social, la Eps del Seguro convertirla en una Eps del Estado con las Cajas de Compensación. Todo eso le ha ahorrado al Estado 6 puntos del PIB, y eso genera confianza.
La última reforma constitucional para regular las transferencias a las regiones, tan controvertida, que estimula la descentralización pero sin arruinar a la Nación, eso también genera confianza.
El nuevo concepto de zonas francas: se puede crear una zona franca en cualquier sitio, por una o por varias empresas, con grandes beneficios tributarios, eso es un atractivo de inversión, genera confianza.
Los estímulos tributarios a la inversión: de cada 100 pesos que se invierten se pueden deducir 40.
Si la universidad fuera contribuyente, que no lo es, por su condición de entidad sin ánimo de lucro, de la inversión en este auditorio podría deducir de su renta líquida gravable un 40 por ciento, con lo cual el Estado le habría contribuido con casi 13 pesos por cada 100 pesos invertidos. Eso todo genera atractivos, genera confianza.
Los estímulos al turismo, los estímulos a los cultivos permanentes, a la madera, que hoy está nuevamente exenta, tan importante para una región como Antioquia que ha tenido esa vocación.
Otro tema que genera confianza: por ejemplo hoy una inversión en Colombia, el inversionista puede pedirle al Estado -y se están firmando muchos pactos de estos- que el Estado le garantice que durante 20 años no le va a cambiar las reglas de juego, no se las va a deteriorar, eso genera confianza.
El país, por ejemplo, recibía 700, 1.000, a lo sumo 2.000 millones de dólares al año, excepcionalmente, para una inversión en petróleo, una inversión en carbón, una instalación de unos canales de televisión o de telefonía móvil.
Este es el cuarto año consecutivo de un gran crecimiento en la inversión extranjera directa: 2005 más de 10 mil millones de dólares, 2006 más de 6 mil, 2007, 9 mil 028 (millones de dólares). Ojalá este año se cumplan los pronósticos del sector privado. Todo eso va demostrando confianza en el país.
Pero esa inversión tiene que tener responsabilidad socia. Esa responsabilidad social la medimos en tres áreas: primero, transparencia en las relaciones entre los inversionistas y el Estado; segundo, solidaridad en las relaciones entre los inversionistas y la comunidad; y tercero, fraternidad en las relaciones laborales, que es ni más ni menos que la aplicación de la doctrina social cristiana.
Transparencia
Transparencia. Transparencia en los contratos, transparencia en la adjudicación de concesiones, transparencia en la solución de disputas, transparencia en la tributación.
Muchas crisis políticas, muchos golpes de estado, muchas revueltas, la llegada de muchos gobiernos dictatoriales en América Latina, se han producido por falta de transparencia en las relaciones entre el Estado e inversionistas, especialmente en el sector de los recursos naturales. La transparencia tiene que ser fundamental allí.
Para nosotros una condición de transparencia, una garantía de transparencia, es la publicidad de la acción estatal. Por eso en nuestro Gobierno no se adjudica un contrato sin audiencia pública, no se abre una licitación sin que previamente se hubiera publicado el pliego, para que la publicación del pliego, todavía en etapa de prepliego, y la crítica comunitaria, evite confeccionar pliegos de condiciones al tamaño de algunos proponentes, según la medida de algunos proponentes.
Nosotros encontramos muchos pleitos: 21 pleitos en el sector de las telecomunicaciones, todas las concesiones viales en pleito, empezando por las tres de Medellín.
Todas esas disputas tenían dificultades para ser superadas, ¿por qué? porque a los funcionarios les daba mucho miedo en conciliar. Decían:”concilio y me meten a la cárcel, concilio y ahí tengo un juicio fiscal de la Contraloría, tengo una acción penal, tengo una responsabilidad administrativa de la Procuraduría”. Y la comunidad mantenía suspicacia.
Al ordenar que todas las conciliaciones antes de quedar perfeccionadas se publiquen, para que la comunidad las conozca, se ha venido construyendo confianza en los funcionarios y en la ciudadanía.
Generalmente uno conoce los siguientes controles en el Estado: el control penal, el funcionario estatal está todos los días expuesto a que si viola el Código Penal se va a la cárcel; control político, que lo hacen el Congreso, las Asambleas, los Concejos, los medios de comunicación; el control fiscal, la Contraloría; el control administrativo, la Procuraduría.
Nosotros hemos venido insistiendo en un control adicional, que es garantía de ese punto de la responsabilidad social que es la transparencia, que es el control de opinión.
Por eso nuestra insistencia en que la ciudadanía tenga más espacios de participación en la vigilancia del Estado. Más control de opinión garantiza más transparencia, lo cual ayuda a que haya más responsabilidad social.
Relaciones con la comunidad
El segundo tema de la responsabilidad social ya no es la relación Estado - inversionistas, sino es la relación Estado – comunidad. Las empresas tienen que ser muy cuidadosas en la comunidad.
Yo siempre cito el ejemplo que hemos estado viviendo en el tema ambiental en el departamento del Cesar.
Colombia se convertido en uno de los principales productores de carbón en el mundo. Lo que no puede hacerse es producir carbón y afectar el medio ambiente en perjuicio de la comunidad, del vecindario.
Para garantizar esa responsabilidad social, la relación de la empresa con la comunidad en temas como el tema ambiental, nosotros hemos apelado siempre al Consejo Comunitario. El año pasado hicimos tres en La Jagua de Ibirico.
Allí había a principios de año una gran rebelión contra las compañías de carbón.
Nosotros pudimos reaccionar de la siguiente manera: pudimos haber reaccionado mandando el Ejército allí a que reprimiera la protesta, eso no se hizo. Colombia tiene que distinguir entre la protesta comunitaria y los grupos violentos y terroristas. Este ha sido un Gobierno totalmente firme frente al terrorismo, pero totalmente respetuoso de la protesta comunitaria.
La otra manera con la que pudimos actuar para reaccionar en La Jagua de Ibirico pudo ser: hacer demagogia con la comunidad, asumir una actitud hostil con los empresarios y hacerlos ir del país. Tampoco se hizo.
¿Qué buscamos? Los juntamos a todos, públicamente, y les dijimos: “bueno el país necesita explotar esta carbón, se necesita la tecnología, los conocimientos, el capital de ustedes señores empresarios, pero eso no puede perjudicar a esta comunidad”. Y se lograron unos acuerdos cuya implementación está en marcha.
Un diálogo permanente, abierto, abierto a todo el país a través de la televisión y abierto allí a la presencia física de todos los ciudadanos que quisieran acudir: comunidad, empresarios y Gobierno, para buscar esos acuerdos que le permitan a las empresas cumplir esa expresión de la responsabilidad social con la comunidad, que es el cumplimiento de las normas ambientales.
En el mundo contemporáneo es imposible hablar de solidaridad si no hay cumplimiento de las normas ambientales. Nosotros insistimos mucho en el Gobierno, que el cumplimiento de las normas ambientales tiene que adoptarse como un caso concreto de responsabilidad social en las relaciones entre las empresas y las comunidades.
Una empresa contaminante, por mejor que trate a sus trabajadores, está violando la responsabilidad social. Puede que la esté cumpliendo con los trabajadores, pero la está violando con la comunidad del vecindario.
Y esa tercera expresión de responsabilidad social, por la cual estamos luchando, es la fraternidad laboral, la aplicación de los preceptos de la Iglesia en las relaciones empleadores – trabajadores.
Los casos magníficos que vimos en Medellín el primero de mayo: el de la Compañía de Empaques, el de Leonisa, el del Sindicato de Profesionales de las Empresas Públicas de Medellín.
Nada de capitalismo salvaje, nada de sindicalismo de odio de clases, sino un gran acuerdo para que los empresarios tengan toda la sensibilidad social y los trabajadores toda la responsabilidad empresarial, que en mi concepto, apreciados coterráneos, es lo que construye el equilibrio.
Y eso hay que difundirlo, porque yo veo a Colombia todavía enfrentada entre el viejo sindicalismo y el temor a la organización de los trabajadores. De un lado hay un inmenso temor a la organización de trabajadores, no se quiere que se organicen, y de otro lado todavía hay excesos sindicales, el viejo sindicalismo.
Por eso, estos casos de Medellín muestran un punto de equilibrio bien importante ser difundido, y ojala replicado en todas las empresas colombianas.
Nosotros estamos trabajando unos proyectos de Ley en esa dirección, vamos a ver cómo ayudan. Y lo más importante es crear conciencia en los empresarios y en los trabajadores, para replicar estos buenos ejemplos.
Esto es como un esquema muy general de lo que viene trabajando el Gobierno, en un país con inmensas dificultades pero con grandes posibilidades.
Cada vez que yo aterrizo en Medellín pienso en la capacidad de mis coterráneos de haber hecho esa civilización industrial aquí, en un valle que nos parece muy grande, pero que comparativamente es muy pequeño, con esta topografía tan arrugada, a tanta distancia del mar.
Entonces para terminar esta parte, y en todas las preguntas de ustedes quiero cerrarla con lo que dije inicialmente: la prosperidad de Antioquia no se debe a sus recursos naturales, sino al empuje y al capital social de sus gentes.
Como en el libro de Patricia Londoño Vega quedó claro que toda esa prosperidad de Antioquia, en lo educativo, en la salud, se debió muchísimo más a la organización comunitaria, al capital social, que a los propios esfuerzos del Estado.
Los problemas del país son muchos, las posibilidades son todas.
Entonces esta mañana llegue muy temprano a la oficina, a poner los papeles al día, a responder unas llamadas. Yo mantengo la norma de que no me cojan las 8 de la mañana sin haber despachado todo lo de jurídica, sin haber revisado todo lo de orden público, y siempre quedé debiendo unas llamadas todavía.
Y me dijo una de las señoras que trabaja ahí conmigo: “¿Y se va a ir para una Universidad?”. Le dije claro. “Entonces le van a volver a pregunta allá que por León Valencia, que por Petro, que por Cepeda, que por la parapolítica, que por el TLC, que por tantas cosas”. Le dije: “seguramente, pero hay que estar en diálogo permanente con los compatriotas, tratando de hacer pedagogía y de recibir pedagogía, y además en un tema tan importante como este para el cual convoca la Universidad, que es el tema de la responsabilidad social, que hay que cumplirla, creo yo, a la luz de los preceptos de la Iglesia”.
El viejo socialismo que hoy se quiere reeditar en América Latina en algunas partes, fracaso en eso. El capitalismo salvaje fracaso en eso.
Brasil fue un ejemplo de lo uno y de lo otro. Cuando entraron en el capitalismo salvaje, con el desarrollismo, creció mucho la economía pero se estancó el crecimiento, porque en los años de mucho crecimiento hubo más pobreza y más inequidad.
Y uno de los factores que acelera el crecimiento y le da sostenibilidad es que ese crecimiento se irrigue con la capacidad de reivindicar a los sectores más pobres, que no ocurrió en Brasil.
Entonces la falta de incorporar las grandes masas excluidas a las corrientes dinámicas de la prosperidad económica frenó la prosperidad, fracasaron ambos extremos. Yo creo que esto, nos leía esta mañana el Arzobispo, esta convocatoria que nos hace nuestro Rector, nos pone en un punto de equilibrio bien importante, que es el de la fraternidad.
Les ofrezco la palabra a ustedes y, como siempre, no puede haber temas vedados”.
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