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Palabras del Presidente Álvaro Uribe al recibir el Doctorado Honoris Causa en Humanidades de la Universidad San Ignacio de Loyola del Perú

Mayo 15 de 2008 (Perú)
     
 

“Muchas gracias, querida Comunidad Académica de la Universidad San Ignacio del Loyola. Recibo este título en humanidades como gesto de fraternidad con Colombia. Como una demostración de los lazos que unen a nuestras dos naciones.

Lazos que están signados con tinta indeleble de solidaridad. De compartir una historia de grandeza y transitar por la senda de la democracia moderna, cuyo mejor fruto es el emprendimiento empresarial, del cual ustedes son símbolo en América Latina.

Muchas gracias, Doctor Raúl Díez Canseco (Presidente de la Asociación Promotora de Educación San Ignacio de Loyola), por sus generosas palabras, que tanto me comprometen con estas Patrias. Qué acierto, señora Rectora, Doctora Lourdes Flores, haber soñado con una Universidad a la que San Ignacio de Loyola imprimiera su carácter, su personalidad.

El Santo de Loyola fue, como los caballeros andantes de su época, un ejemplo del sentido del honor y la nobleza, de fidelidad y lealtad, de valentía y arrojo. San Ignacio seguramente ha contagiado a esta Universidad, a sus profesores y estudiantes, con ese ímpetu que lo distinguió como realizador de grandes empresas y luchador por grandes ideales de servicio.

Napoleón se refirió a las constituciones de la Compañía de Jesús, escritas por San Ignacio, como uno de los cuerpos legislativos más perfectos, con los que –dijo– sería capaz de gobernar al universo entero.

Tal vez la razón por la que ustedes, en escaso lapso de la Universidad, se hayan posicionado como una de las más prestigiosas del continente, es que recogieron la famosa enseñanza del epónimo de la institución. El amor de debe poner más en la obras que en las palabras. Obras son innovar, formar con sólidos conocimientos. Y hoy hacer énfasis en capacidad de gestión. En unos pueblos como los nuestros, que tienen más noción de emprendimiento que de subalternabilidad laboral. Con talante científico y humanístico. Emprender. Buscar prosperidad con solidaridad.

Obras para la comunidad son como ésta, que ustedes realizan con el carácter de San Ignacio, con el compromiso con el Perú, que trasciende sus fronteras. Con el compromiso con nuestra América Latina. Con el compromiso con el emprendimiento, que es el camino para que las nuevas generaciones salgan adelante.

Para unir a nuestra América Latina, hay que respetar la diversidad y conocer bien las diferencias. Creo que hay una equivocación al pretender dividirla entre izquierda y derecha. Al creer que la justicia social se conseguirá con la polarización.

La división entre izquierda y derecha en el continente es obsoleta, impráctica, polarizante. Tenía su razón de ser cuando ideólogos demócratas del continente tomaron los principios de la izquierda europea para combatir dictaduras en nuestro continente. Ahora que todos declaramos nuestra adhesión a la regla democrática, aparece la obsolescencia de esa división impráctica.

Muchos gobiernos se distancian frente a sus discursos. Y finalmente es mayor la diferencia en las etapas de campaña que en el ejercicio del Gobierno. Y muchos, en la práctica, gobiernan con una orientación filosófica opuesta a aquella de predicaron.

Cuando mirábamos los principios de la izquierda europea que se tomaron para nuestro continente, podemos llegar a la conclusión de que muchos de los que aquí se reivindican como líderes de la izquierda en este continente, aparecen como practicantes de los principios de la derecha, que combatió la izquierda en nombre de la apertura democrática. Se polariza el continente con esas divisiones, sin resolver sus problemas.

En lugar de ese tipo de divisiones debemos pensar en caminos que nos ayuden a ajustarnos más a la democracia, que es la vía por la cual podemos salir adelante.

Cinco valores democráticos

Propongo a ustedes, en esta Universidad San Ignacio de Loyola, reflexionar alrededor de cinco valores democráticos, para construir una democracia todos los días más en sintonía con los anhelos de nuestro pueblo: la seguridad, entendida como el valor de la democracia, como fuente de recursos; las libertades; la construcción de cohesión social; la transparencia, y el respeto a un Estado formado por instituciones independientes, obligadas a todas a trabajar armónicamente por los fines superiores.

La seguridad se atribuía como un fundamentalismo de la derecha. La realidad ha demostrado que es un valor democrático, una fuente de recursos y también un imperativo de la famosa izquierda. Todo aquel que quiera ser opción en una sociedad, necesita seguridad.

Las libertades. La izquierda las reclamaba contra las dictaduras y al mismo tiempo se quejaba de que la derecha las utilizaba para reproducir las condiciones de explotación. Hoy son tan necesarias para preservar aquello que debe mantenerse, como para ser la crítica frente a aquello que debe transformarse.

La cohesión social es lo que finalmente legitima y da sostenibilidad en el tiempo a las libertades y a la seguridad.

La transparencia es el factor de adhesión del pueblo a las instituciones democráticas, el gran factor de generación de confianza.

Y las instituciones independientes, de origen democrático, que colaboran armónicamente por los fines de la sociedad, se constituyen en la garantía del equilibrio, en la negación de los excesos.

Creemos que es mejor para nuestra América Latina trabajar valores democráticos que polarizaciones, que pretenden inútilmente dividirla entre izquierda y derecha.

Confianza

Nosotros, en esa Patria de ustedes, Colombia, apreciados compatriotas peruanos, estamos trabajando por construir confianza.

En los años 99 – 2000 – 2001, cuando acudía a auditorios universitarios, como éste, solía preguntar a los estudiantes: ¿ustedes han pensado en irse de Colombia? Y la inmensa mayoría levantaba la mano.

Y a continuación les preguntaba: ¿y ustedes han pensado en irse sin tiquete de regreso? Y la inmensa mayoría levantaba la mano.

Era una sensación de desarraigo. Era una sensación de ruptura con los elementos vinculantes con la nacionalidad.

En muchas regiones de Colombia los ciudadanos habían perdido fe en las instituciones. Tenían que someterse a guerrilla y a paramiltiares. Vivir con pesar frente al narcotráfico.

Muchos vivían de espaldas a las instituciones, sometidos al terrorismo. Y otros no veían más camino que resolver cada uno, por sus propios medios, sus dificultades. Bastante roto el capital social.

Por eso nuestro Gobierno ha escogido, como palabra clave, confianza. El rescate de la confianza. No la confianza de los criminales para abusar de nuestro país. La confianza de las nuevas generaciones para realizarse en nuestro país. De los inversionistas para encontrar allí oportunidades de emprendimiento como función social. De los intelectuales para disfrutar de la creatividad que permiten las libertades.

Confianza de todos. Confianza de nuestros hermanos de la gran Patria, de nuestros hermanos, de los pueblos vecinos con los que hemos hecho la historia, para mirar en Colombia una posibilidad y no una limitación.

Tres pilares

Para construir esa confianza trabajamos tres pilares: seguridad desde la democracia, confianza inversionista desde la responsabilidad social y construcción de cohesión social desde las libertades.

Si estos tres pilares se fortalecen, crean confianza. Una determinación de los pilares hacia la palabra de la cúspide. Y si se fortalece y se tonifica la confianza, produce ser una acción de réplica que, a su vez, le da más vigor a los pilares.

Y también hay una relación horizontal. La seguridad se requiere como fuente de recursos, como elemento de generación de confianza. Si no hay seguridad no hay inversión. Las dos, la seguridad y la inversión, generan las posibilidades para la construcción de cohesión social, para la superación de pobreza, para la construcción de equidad.

En ausencia de la inversión con responsabilidad social, en ausencia de la seguridad, la lucha por la superación de la pobreza se queda en el discurso, en la arenga demagógica. Entusiasmos de campañas, frustraciones de gobiernos.

Y si construimos cohesión social, se legitima en el largo plazo, en el corazón del pueblo, la razón de ser de la seguridad, la razón de ser de la inversión.

Seguridad desde la democracia

Para construir seguridad desde la democracia hemos pensado mucho en el curso de América Latina, en el de Colombia.

Aquí en América Latina ha habido proyectos de la seguridad desde la dictadura. Todos terminaron mal.

La doctrina de la seguridad nacional recorrió el continente, eliminando disidencias, afectando el pluralismo, cercenando libertades, censurando los medios de comunicación, afectando también aquellos principios de la individualidad, como el derecho a escoger el credo.

La nuestra es una seguridad desde la democracia.

Colombia, afectada por el fantasma de las guerras civiles hasta 1902, que causó la separación de la hermana Panamá, se quedó durante muchos años atemorizada para enfrentar la inseguridad. Se creía que hacerlo era practicar a la derecha, proceder con torpeza frente a los derechos humanos, maltratar las libertades, renegar de la civilidad.

La propuesta de la Seguridad Democrática, practicada durante casi seis años, ha mostrado sus diferencias fundamentales con la seguridad desde la dictadura. Nosotros hemos fortalecido la práctica de las libertades, que la habían perdido los colombianos por el avance del terrorismo.

Nuestra seguridad es democrática. Es para todos los colombianos. Para los amigos del Gobierno y para los voceros de la oposición. Para los líderes sindicales y los líderes de los trabajadores. Para los maestros, para los periodistas. Seguridad para todos. Seguridad con libertades democráticas.

Recuerdo que los países que practicaban seguridad desde las dictaduras, se cerraban a la observación internacional. Nosotros nos mantenemos abiertos a la validación, a la vigilancia y también a la sanción internacional.

Hemos enfrentado el desafío terrorista más grande del continente. El continente tuvo guerrillas pobres, que vivían de la extorsión del secuestro o de las donaciones que llegaban de Europa. Pero el continente ha tenido en Colombia terrorismo rico, que no necesita de naciones internacionales, alimentado por el narcotráfico.

Ese es un factor que ha prolongado tanto el terrorismo en Colombia, que ha dificultado negociaciones.

Abiertos a la vigilancia internacional

Y nosotros hemos estado abiertos a la vigilancia internacional. Recordaba ahora, en el edificio de la Comunidad Andina, antes de llegar a este compromiso que tanto somete mi lealtad al Perú, a nuestra América Latina, recordaba ahora cómo, en los últimos meses, nuestra determinación de someternos a la validación y a la crítica internacional, ha pasado muchas pruebas.

Un periodista me decía: ¿qué opina de que Interpol, la policía internacional que agrupa a 182 países, haya certificado hoy que Colombia no adulteró las piezas testimoniales recogidas del grupo terrorista de las Farc?

Y le dije: No. Simplemente Colombia se somete a la verificación internacional.

Una de las razones para legitimar nuestra política de la seguridad como democrática es que ésta es transparente. Transparencia sin retórica. Transparencia permanentemente expuesta a la verificación internacional.

Hace unos meses, el grupo terrorista de las Farc asesinó a 11 diputados que estaban secuestrados. Para desorientar a Europa, al amanecer de aquel continente y a la medianoche del nuestro, expidió un comunicado diciendo que los diputados habían muerto asesinados en un enfrentamiento con las Fuerzas del Gobierno.

En el Gobierno miramos cuidadosamente, para hablar con la verdad. Horas después, cuando el Ministerio de Defensa nos certificó que no había habido un solo enfrentamiento en esos días, lo comunicamos al mundo y pedimos verificación internacional. Pedimos una comisión legista internacional, para que hiciera el examen pericial legista sobre los cuerpos de los diputados.

Dios premia la buena fe, eminentísimo Nuncio. Esa comisión legista nos dio la razón. Fue el propio grupo terrorista el que asesinó a los diputados.

El 31 de diciembre, las Farc dijeron a facilitadores internacionales que no liberarían a las personas que había prometido liberar, porque el Gobierno obstruía la liberación con operaciones militares en esas mismas áreas. Nosotros habíamos suspendido en esas áreas las operaciones militares para facilitar la liberación.

¿Pero qué ocurrió? Era que las Farc no tenían al niño secuestrado, a Emmanuel. Se cuestionó mucho nuestra afirmación. Por nuestro espíritu democrático, que no se excluye sino que alimenta nuestra determinación de derrotar el terrorismo, una vez apareció el niño pedimos que el ADN no solamente lo practicara la medicina científica de Colombia sino la internacional.

Y los vínculos filiales, los vínculos de sangre del niño con su madre, la señora secuestrada Clara Rojas, se ratificaron no sólo por el examen de ADN de la ciencia colombiana, sino de los científicos españoles.

El mundo puede saber, y lo ratifico hoy ante este auditorio, que tanto respeto me impone en esta ocasión inolvidable de mi vida, que aumenta mi comprometimiento con nuestras Patrias, el mundo hoy debe saber que nuestra seguridad es tan firme como transparente. Que nuestra vocación de derrotar al terrorismo tiene tanta determinación como nuestra vocación de que el mundo confíe en nuestra adhesión a los derechos humanos.

Por eso nuestra seguridad es democrática.

Incentivos a la inversión

Estamos trabajando en la confianza inversionista. Hemos logrado aumentar la tasa de inversión al 28 por ciento, con un gran énfasis en lo que es el punto primordial de esta Universidad: el impulso al emprendimiento.

A partir de la idea que ya he compartido con ustedes esta noche, apreciados compatriotas del Perú, nuestros pueblos tienen más vocación de emprendimiento que de subalternidad laboral.

En cada peruano y en cada colombiano, hay un potencial infinito de creatividad empresarial. Requerimos dotarlos de más posibilidades. Ellos no demandan regalos. Reclaman un marco de oportunidades, aquel que ustedes contribuyen a crear aquí en la Universidad San Ignacio de Loyola.

Pues bien: tenemos unos principios para estimular la inversión.

Primero, la perseverancia en la seguridad.

Segundo, el concepto de Estado. Nosotros no estamos de acuerdo, y en eso coincidimos con el Perú, en los nuevos proyectos estatistas de América Latina.

Proyectos que restringen la inversión privada, que quieren darle a la sociedad como única posibilidad monopolios de Estado, que se basan en recursos de hidrocarburos, pero que no están mirando en el largo plazo lo que sería una ausencia de inversión privada.

El estatismo fracasó en América Latina. El estatismo desde Getulio Vargas a partir de 1930 en el Brasil, fue el camino para llegar décadas más tarde al desarrollismo y a las dictaduras.

El estatismo de Víctor Paz Estenssoro en 1952 en Bolivia, creó los cimientos para la peligrosa división de la sociedad boliviana.

Ustedes vivieron esa época del General Velasco Alvarado. Y en su análisis y en su evaluación tienen las conclusiones de lo que eso significó para detener la prosperidad del Perú.

Lo que ahora se hace, en algunas partes, es un renacer del estatismo, una nostalgia del marxismo. Lo que pasa es que ahora les da pena declararse como marxistas. Ahora les da pena decir que son comunistas, evolucionistas. Marx los llamaría revisionistas.

Uno tiene que aceptar que las ideas hay que estarlas revisando, pero no puede dejar de confesar cuáles son sus ideas. Para el debate de América Latina es dejar que todos confesemos nuestras ideas, que las pongamos sobre la mesa. Con ideas ocultas es imposible clarificar el camino.

Tampoco desmantelamos el Estado. Hemos reformado 420 entidades del Estado, sin desmantelarlo. Estamos reformando todas aquellas que el radicalismo ideológico impedía reformar. Un radicalismo ideológico que engendró el Estado burocrático. Que engendró el Estado controlado por el clientelismo de la politiquería y por los excesos sindicales. Cuánto daño hizo. En muchas partes produjo la reacción del desmantelamiento del Estado.

Nosotros estamos haciendo un profundo esfuerzo para reformarlo. Muchas veces en dirección opuesta a la corriente prevalente.

Mientras se piensa que la única manera de explotar el petróleo es a través de monopolios estatales –nosotros ya hemos capitalizado un poco más de un 10 por ciento con recursos del sector privado–, la Empresa Colombiana de Petróleo le ha aumentado el patrimonio al Estado. Y hoy hay mejores posibilidades de que la sociedad tenga abastecimiento en el futuro.

No nos puede dar miedo de que nos pregunten si somos la excepción en América Latina. Me imagino que a ustedes les hacen la misma pregunta que a mí: ¿cómo hacen ustedes para avanzar en su curso en América Latina, en contra de una corriente mayoritaria, que va en dirección contraria?

Creo que no debemos sentir temor de que nos formulen esa pregunta. Pero debemos preguntarnos cómo pedir que nos formulen otra: si vamos o no por el camino correcto. Y estar dispuestos a hacer los ajustes pertinentes todos los días para avanzar por el camino correcto.

Nosotros hemos venido en una tarea de saneamiento macroeconómico. Hemos utilizado la tributación no para bajar las tarifas a todo el mundo, tampoco para tener una tributación confiscatoria opuesta a la inclusión.

Hemos introducido un gran número de incentivos tributarios para estimular la inversión. Hemos creado una nueva figura de Zonas Económicas Especiales. Tenemos hoy la posibilidad de que los inversionistas en Colombia firmen pactos de estabilidad en las reglas del juego a 20 años de plazo con el Gobierno.

Acuerdos de comercio

Y creemos en los acuerdos de comercio como causas generadoras de inversión.

Quiero en esta Universidad agradecer al Presidente Alan García el apoyo que nos ha venido dando para que en Estados Unidos finalmente se apruebe el Tratado de Comercio suscrito con Colombia, así como en buena hora se aprobó el tratado suscrito con el Perú.

Pienso que el libre comercio no se puede discutir desde la esfera de lo ideológico. Lo tenemos que mirar desde el escenario de lo práctico.

Esta Cumbre, que nos congrega hoy en Lima, debe ser una instancia de reflexión sobre el comercio. Lo necesitamos con Europa. Puede que en los primeros años no nos dé las posibilidades de aumentarlo vigorosamente en las exportaciones a Europa. Pero sí atrae inversión.

Sin inversión no hay prosperidad. Y la sostenibilidad de la prosperidad es la equidad social.

Planteábamos esta tarde, en la Comunidad Andina, que debemos respetar la diversidad. Y así como Perú y Colombia no tenemos interés en hacer imposiciones a los hermanos de Ecuador y de Bolivia, también pedimos que no haya obstaculizaciones para que, en el evento de que ellos insistan en no poder negociar por lo pronto el acuerdo de comercio con la Unión Europea, Perú y Colombia lo acepten, pero Ecuador y Bolivia den su visto bueno para que Perú y Colombia puedan avanzar y cerrar esa negociación.

Es un error renunciar a integrarnos con Europa. El 9 de mayo se celebraron 50 años de ese proceso de integración de Europa, cuando el Canciller francés Schuman presento la proposición elaborada por Jean Monnet.

¿Cómo ha servido esa integración? Esa integración ha ayudado a que Europa sustituya polarizaciones por una integración de sus pueblos alrededor del equilibrio democrático.

Hay polarizaciones entre naciones y polarizaciones al interior de naciones. La integración europea crea un equilibro democrático, que impide opciones extremistas del Gobierno. Creo que es una gran ganancia, de la cual nosotros debemos participar acelerando el acuerdo con Europa.

Diría que Europa ha dado el ejemplo de la prosperidad y de la igualdad. Europa es un universo de clase media con alto nivel de vida.

Otro magnífico ejemplo. Los países europeos que sufrían el terrorismo, cómo han podido superarlo, en buena parte gracias al espíritu de respeto a la democracia, infundido por los compromisos de la integración.

Y una reflexión muy particular en el caso de Colombia: la integración europea ha tenido un camino eficiente para que ninguno de los integrados albergue terroristas que hacen daño a otros de los integrados. He aquí otra razón para que, por esos caminos, nosotros evitemos que alguno permita que desde su territorio le hagan daño al otro.

Por eso pedimos que tengamos el coraje de respetar nuestra diversidad. De permitir que aquellos que no quieren o no pueden temporalmente avanzar en el acuerdo con la Unión Europea, no lo hagan, o lo hagan con sus velocidades, de acuerdo con la flexibilidad que requieren. Pero que nos permitan a los otros, en este caso a Perú y a Colombia, avanzar en esa integración.

Mientras más mercados tengamos, más tranquilidad para nuestros países. Depender de unos pocos mercados es altamente riesgoso.

Cohesión social

Por supuesto, nosotros venimos trabajando la cohesión social. Tenemos unos compromisos grandes en educación, en salud, en formación vocacional. Hemos pensado la educación en función del emprendimiento desde la primera edad. También desde la ciencia.

Hemos avanzado en la construcción de un modelo de educación por fases, estimulando la integración hacia arriba y ahora hacia abajo. Que el bachiller, al graduarse más tarde como tecnólogo, tenga la posibilidad de llegar a una universidad, completar los créditos para acceder al grado de educación superior.

Y ahora que el bachiller salga con un estímulo a las competencias laborales, que lo habilite para entrar a la universidad o para llegar al campo del emprendimiento.

En un país con 43 millones de habitantes, mucha población dispersa, regiones remotas, la universidad convencional no soluciona. Tenemos que trabajar intensamente en la universidad a distancia, virtual.

Hoy es menos difícil llegar a algunas regiones con conectividad, que con la universidad convencional.

Creemos que un esfuerzo educativo permanente con énfasis en el emprendimiento y también en la investigación, es lo que nos garantiza un alto nivel perdurable de competitividad, una competitividad dinámica que enriquezca durante todos los días.

Microcrédito

Y hemos escuchado muchas veces a Hernando de Soto. Creemos en el País de Propietarios. Trabajamos en esa dirección. Y con un gran apoyo del Banco Interamericano, cuyo Presidente nos acompaña, trabajamos un programa nativo para proveer de crédito a los sectores populares de la Nación.

Comprometemos a las universidades, a los institutos de formación vocacional, a los bancos privados, a los públicos, a las fundaciones, al Fondo de Garantías del Estado, a las instituciones de segundo piso, a entregar créditos a los sectores populares de la Nación.

En nuestro primer Gobierno entregamos microcredito a 1 millón 800 mil familias. La meta en el segundo es a 5 millones de familias, para que hagan el tránsito de la austera al mercado financiero institucional.

La cartera de microcrédito representaba en Colombia en el 1,5 de la cartera total. Hoy representa el 6 por ciento.

Trabajamos esto como una pieza fundamental en nuestro programa de emprendimiento. Y buscamos que las instituciones de formación vocacional preparen al microempresario, lo presenten a las instituciones financieras y lo acompañen.

Y eso lo trabajamos todos los días, todos los sábados, en nuestros Consejos de dialogo con la comunidad. Porque obtener un crédito para los sectores que han tenido oportunidades, acomodados económicamente, es muy fácil. Les envían ese crédito por teléfono. Tener un crédito para los sectores populares es muy difícil. Necesitan mucha persistencia, mucha tenacidad en el trabajo público.

Creemos que combinando la seguridad, la confianza inversionista y la cohesión social, Colombia puede ayudar a que todos vayamos saliendo adelante.

Tema ambiental

No puedo dejar de referirme al tema ambiental, otra de las razones de convocatoria de esta Cumbre.

Los países nuestros tienen en sus manos parte de la suerte del planeta, por ser los depositarios de la cuenca amazónica.

Colombia todavía tiene el 52 por ciento de su territorio con selva. El gran enemigo es la droga. Por eso nuestra lucha también esa es otra razón para combatir la droga.

Más de dos millones de hectáreas de nuestra selva han sido destruidas por los terroristas, para plantar drogas ilícitas y sustentar sus propósitos criminales.

Hemos incorporado un programa, que se llama Familias Guardabosques. Ya son 66 mil. Familias rurales, que estaban vinculadas con la droga y han renunciado a la droga. Ahora cuidan el área respectiva para garantizar que esté libre de droga y supervisar la recuperación de la selva.

Están vigiladas por Naciones Unidas y reciben un pago de dos mil dólares, del Estado colombiano. Pero necesitaríamos llegar a muchas más.

Estamos construyendo sistemas de transporte masivo en nueve ciudades colombianas y hay diez en turno.

Combustibles biológicos

Y tenemos grandes posibilidades en combustibles biológicos. En esta Universidad, en esta ocasión inolvidable, que tanto compromete mi adhesión a la democracia, quiero dar la seguridad de que el programa de biocombustibles de Colombia no atenta contra la selva, no atenta contra la seguridad alimentaria.

Nosotros tenemos 578 mil kilómetros de selva y además 43 millones de hectáreas de sabana. Esas 43 millones de hectáreas nos garantizan la eficacia en las normas que impiden destruir la selva para cambiar el uso del suelo.

Y de esas 43 millones de hectáreas, apenas hay cinco millones en agricultura. Tenemos 38 millones de hectáreas para crecer en agricultura para la seguridad alimentaria y en agricultura para tener biocombustibles, como una alternativa a los combustibles fósiles.

Los proyectos de emprendimiento en Colombia en materia de producción de biocombustibles, tienen, a partir de hace un mes, la exigencia de presentar el certificado de un validador nacional e internacional que acredite que no crean riesgos a la selva y que no crean riesgos a la seguridad alimentaria.

Reflexionar y discutir sobre todos estos temas es bien importante, con ocasión de la Cumbre.

Debate respetuoso

El debate es bueno. Pero hay que aislar del debate el agravio personal. Diría que es tan dañino el agravio personal, como la cortesía hipócrita que ignora las diferencias. Hay que ser claro para presentar las ideas, para argumentar y contra-argumentar. Lo que no se opone a ser totalmente respetuoso con las personas.

Para nosotros, es mejor, para construir unidad en América Latina, debatir lo que se debe debatir en lugar de esconderlo.

El terrorismo no tiene fronteras

Todo lo que Colombia haga en contra del terrorismo es para bien del pueblo colombiano y de los pueblos hermanos.

Los terroristas no tienen fronteras geográficas, ni legales, ni éticas, ni morales. Ellos, en su ufanía criminal, ante nada se detienen. Son oportunistas, pero nada respetan. Si mañana tienen que atacar a quien ayer pensaron que los favorecía, lo atacan sin inconveniente.

Derrotar el terrorismo en Colombia es una garantía para el continente, para la democracia del continente.

La paz no nace del apaciguamiento

Y el terrorismo no se derrota aliándose con él, ni apaciguándolo. Como dice alguno de los profesores que se opone al apaciguamiento, tratar de tranquilizar a un terrorista por la vía de consentirlos, es correr la misma suerte del domador que esconde el látigo y se acerca a la fiera con una lechuga: termina en el vientre de la fiera.

A raíz de la extradición hecha en Colombia hace pocas horas, me decían: ‘Pero ya nadie de las Farc se va a entregar, porque saben que les espera un destino en una cárcel internacional, no hay proceso de paz’.

Recordé: la paz no nace del apaciguamiento frente los terroristas, sino de la firmeza para combatirlos. Es más difícil la firmeza, pero da mayor seguridad.

La paz con apaciguamiento es una gran construcción en las zonas de riesgo de desastres de la naturaleza, cuando esa construcción no cumple las normas antisísmicas.

La norma antisísmica para que la paz de Colombia sea duradera, es no ceder en el propósito de derrotar al terrorismo.

La generosidad del pueblo colombiano

Cuando ellos aceptan, también somos generosos.

En este Gobierno se han reinsertado 46 mil. Ya pasamos de 47 mil. Más de 12 mil. En los años del proceso de paz con la guerrilla, se reinsertaron 4 mil.

Y hemos tenido toda la generosidad con estas personas reinsertadas. Eso sí, exigiéndoles que no reincidan. El corazón grande tiene que ser a partir de la firmeza.

Leyendo algo sobre el Patrono de esta Universidad, sobre San Ignacio, yo hacía el diálogo por allá en mí propio ser y decía: imposible emularse a San Ignacio en virtudes, pero sí hay que tenerlo como punto de referencia en firmeza.

Creo que a la Universidad de San Ignacio del Loyola no le disgusta que yo pueda comprometer, como mi única contraprestación a este honor, firmeza en la lucha por la democracia, firmeza en el combate del terrorismo, firmeza para que las nuevas generaciones de nuestros pueblos no sean sometidas a ninguna dictadura, no permitan ser incautos de los nuevos y banales tesoros.

Muchas gracias, apreciada Comunidad Universitaria”.

 
     
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
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